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martes, 17 de abril de 2012

Capítulo 6



Da igual. No pasa nada, porque me van a ascender. Entonces Nev tendrá que tragarse sus chistes sobre mi trabajo y podré devolverle el dinero a mi padre. Los dejaré a todos de piedra; va a ser fantástico.

El lunes por la mañana me despierto inusitadamente enérgica y positiva, y me pongo el conjunto habitual para ir a trabajar, que consiste en vaqueros y una camiseta linda, por ejemplo, una de French Connection. Bueno, para ser sincera, la encontré en una tienda de segunda mano, pero aún conserva la etiqueta. Mientras le deba dinero a mi padre no tengo muchas opciones a la hora de comprarme ropa. Es decir, una nueva vale unas cincuenta libras, y la mía me costó siete cincuenta y está prácticamente nueva.

Subo las escaleras del metro corriendo, el sol brilla y me siento llena de optimismo. Imaginen que me ascienden, que se lo digo a todo el mundo. Mi madre me preguntará: «¿Qué tal te ha ido la semana?», y yo le contestaré: «Bueno...»
No, lo que haré será esperar a estar en casa y entonces les entregaré mi nueva tarjeta de visita sin darle ninguna importancia.

O tal vez vaya a verlos con mi nuevo coche de la empresa. Bueno, no sé si el resto de los ejecutivos de marketing tiene uno, pero nunca se sabe. Puede que a partir de ahora nos lo den. O quizá me digan: «Hemos elegido uno especialmente...»
—¡Lali!

Me giro y veo a Rochi, mi amiga de Personal, que sube jadeando detrás de mí. Lleva alborotada su rizada y rubia melena y va con un zapato en la mano.
-Lalo: ¿Qué te ha pasado? —le pregunto cuando llega arriba.
-Rochi: El zapato éste —dice desconsolada— Me lo arreglaron el otro día y ya se me ha vuelto a romper el tacón. Me costó seis libras. Vaya día más desastroso. El lechero ha olvidado dejarme las botellas y he pasado un fin de semana horrible.
-Lali: Creía que habías estado con Charlie —comento sorprendida—. ¿Qué ha sucedido?
Charlie es el último novio de Rochi, con el que sale desde hace unas cuantas semanas. Habían planeado ir a la casa que él tiene en el campo y que arregla en sus ratos libres.
-Rochi: Ha sido una pesadilla. En cuanto llegamos dijo que se iba a jugar al golf.
-Lali: Bueno, está a gusto contigo y actúa con toda normalidad —insinúo, intentando ver el lado positivo.
-Rochi: Puede —acepta dubitativa— Después me preguntó si me importaría hacer algo mientras él estaba en el club. Le contesté que no y entonces me dio una brocha y tres botes de pintura. Me aseguró que si era rápida, podría acabar el cuarto de estar.
-Lali: ¿Qué? No me digas que pintaste la habitación.
-Rochi: Pues... sí—contesta fijando en mí sus enormes ojos azules— Lo hice para ayudarlo, pero ahora que lo pienso, creo que me utilizó.
No tengo palabras.
-Lali: Pues claro que se estaba aprovechando de ti —consigo articular por fin— Quiere un pintor que le salga gratis. Debes mandarlo a paseo enseguida. ¡Ya mismo!
Se queda en silencio unos segundos y la miro, nerviosa. Su cara no refleja nada, pero bajo la superficie veo un montón de cosas. Es como cuando en Tiburón el bicho desaparece en el agua y sabes que en cualquier momento...
-Rochi: ¡Tienes razón! —exclama— Me ha estado utilizando. Y es culpa mía. Cuando me preguntó si sabía algo de fontanería o de arreglar tejados, tendría que haberlo sospechado.
-Lali: ¿Cuándo te dijo algo así? —suelto sin poder creerlo.
-Rochi: En la primera cita. Pensé que sólo estaba, ya sabes, dándome conversación.
-Lali: La culpa no es tuya —le aseguro apretándole el brazo— ¿Cómo ibas a saberlo?
-Rochi: ¿Pero por qué me ocurren estas cosas? —se lamenta parada en medio de la calle—. ¿Por qué sólo atraigo a auténticos impresentables?
-Lali: Eso no es verdad.
-Rochi: Sí que lo es. Fíjate en los hombres con los que he salido —dice empezando a contar con los dedos— Daniel me pidió un montón de dinero prestado y luego se largó a México. Gary me dejó plantada en cuanto le encontré trabajo. David me engañaba con otra... ¿No crees que la historia se repite demasiado?
-Lali: Esto... Bueno, es posible.
-Rochi: Debería darme por vencida —afirma derrotada— jamás encontraré a nadie que valga la pena.
-Lali: No, no lo hagas. Sé que tu vida va a cambiar por completo y que te cruzarás con un hombre encantador, amable y maravilloso. Te voy a dar una idea. ¿Por qué no pruebas a comer en un sitio diferente? Puede que allí conozcas a alguien.
-Rochi: ¿Tú crees? —pregunta indecisa— Vale, lo intentaré. —Suelta un sonoro suspiro y echa a andar por la acera—. Lo único bueno del fin de semana —añade cuando llegamos a la esquina— es que conseguí acabar mi nuevo top. ¿Qué te parece?
Se abre la chaqueta orgullosa y da una vuelta. La miro durante unos segundos sin saber qué responder. No es que no me guste el tejido... Bueno. La verdad es que no me gusta en absoluto. Sobre todo los jerséis de escote generoso y calados. A través de los agujeros se le ve el sujetador.
-Lali: Es... fantástico —consigo decir al final— Absolutamente encantador.
-Rochi: ¿Verdad que sí? —corrobora con una sonrisa agradecida—. Los hago en un periquete. Ahora me voy a hacer una falda a juego.
-Lali: Estupendo —murmuro—. Te salen divinos.
-Rochi: No me cuesta nada. Me divierte.
Sonríe con modestia y vuelve a abrocharse la chaqueta.
-Rochi: ¿Qué tal te ha ido a ti? —pregunta mientras cruzamos la calle— ¿Has pasado un buen fin de semana? Seguro que sí. Pablo estuvo maravilloso y romántico contigo. ¿A que te llevó a cenar o algo así?
-Lali: La verdad es que me pidió que me fuera a vivir con él.
-Rochi: ¿De verdad? —exclama con melancolía—. ¡Qué bien! Son la pareja perfecta. Me dan esperanzas de que algún día me suceda algo igual. Para ustedes debe de ser muy sencillo.
No puedo reprimir un cosquilleo de satisfacción en mi interior. Pablo y yo. La pareja perfecta. Modelo para los demás.
-Lali: No es fácil —aseguro con una risilla humilde—. También nos peleamos, como todo el mundo.
-Rochi: ¿Si? —Parece sorprendida— Nunca los he visto discutir.
-Lali: Pues claro que lo hacemos.
Me estrujo el cerebro e intento recordar la última vez que Pablo y yo tuvimos una bronca. Evidentemente las tenemos. Muchas. Como todas las parejas. Es muy sano.

Venga, esto es ridículo. Seguro que... Sí, una vez estábamos en el río y yo afirmaba que aquellos pájaros blancos eran gansos mientras Pablo mantenía que eran cisnes. ¿Ven? Somos normales. Lo sabía.

Estamos cerca de la sede de Panther. Cuando subimos los escalones de piedra, en los que hay una pantera de granito saltando, empiezo a ponerme un poco nerviosa. Paul querrá que le haga un informe completo de la reunión con Glen Oil. ¿Qué le voy a decir?

Seré franca y sincera, pero sin contarle la verdad.

-Rochi: ¡Mira! —me reclama, y vuelvo la vista hacia donde indica.
Tras el cristal distingo un gran revuelo en el vestíbulo. Esto no es normal. ¿Qué estará pasando?
¿Habrá habido un incendio o algo así?

Mientras empujamos la pesada puerta giratoria nos miramos desconcertadas. El caos es absoluto. La gente corre de un sitio para otro, alguien está sacándole brillo a la barandilla de latón, otro limpia las plantas de plástico y Cyril, el gerente de la empresa, apremia a nuestros compañeros para que vayan hacia los ascensores.
-Cyril: ¿Quieren ir a sus oficinas, por favor? No debe haber nadie en recepción —dice con voz estresada— Aquí no hay nada que ver. Por favor, vayan a sus puestos de trabajo.
-Lali: ¿Qué ocurre? —le pregunto a Dave, el guarda jurado, que está apoyado contra la pared con una taza de té, como de costumbre. Él toma un sorbo, lo paladea y sonríe.
-Dave: Va a venir Peter Lanzani.
—¿Qué? —exclamamos Rochi y yo, y nos quedamos con la boca abierta.
-Lali: ¿Hoy?
-Rochi: ¿En serio?

En el mundo de Panther Corporation es como si viniera el Papa, o Santa Claus. Es el cofundador de la compañía, el que inventó la Panther Cola. Lo sé porque he mecanografiado datos sobre él un millón de veces. «En 1987, los emprendedores socios Peter Lanzani y Agustín Sierra compraron la deficitaria empresa de refrescos Zoot, embotellaron la Zoot cola con el nombre de Panther Cola, inventaron el eslogan "Que nada te detenga" y marcaron un hito en el mercado.»

No me extraña que Cyril esté nervioso.
-Dave: Llegará en cinco minutos —apunta mirando el reloj— Más o menos.
-Rochi: Pero ¿cómo...? —pregunta— Es decir, ¿así sin más?
Los ojos del guarda parpadean. Seguramente lleva toda la mañana repitiendo lo mismo y se está divirtiendo de lo lindo.
-Dave: Al parecer, quiere ver cómo va la sucursal del Reino Unido.
—Creía que se había alejado del mundo de los negocios —interviene Jane, de Contabilidad, que se ha puesto detrás de nosotras y escucha muerta de curiosidad— Pensaba que desde que murió Agustín Sierra, se sumió en la tristeza y se recluyó. En su rancho, o donde sea.
-Rochi: Eso fue hace tres años —puntualiza— Puede que ya esté mejor.
-Jane: ¿Querrá vender la empresa? —sugiere en tono amenazador.
-Rochi: ¿Por qué iba a hacerlo?
-Jane: Nunca se sabe.
-Dave: Yo creo —dice, y todas estiramos el cuello para escucharlo— que quiere ver si las plantas brillan lo suficiente. —Mira hacia Cyril, y nos echamos a reír.

-Cyril: Tenga cuidado, no rompa los tallos —regaña nuestro gerente a la limpiadora, y después se gira hacia nosotras— ¿Qué hacen ahí todavía?
-Rochi: Ya nos vamos —responde, y nos dirigimos hacia las escaleras, que siempre utilizo para no tener que ir al gimnasio. Además, por suerte, el departamento de Marketing está en la primera planta.
Y las tres subimos corriendo los escalones intentando no reírnos.
El ambiente de Marketing recuerda un poco al de mi habitación cuando estábamos en el instituto y preparábamos una fiesta. La gente se peina, se perfuma y arregla sus papeles cotilleando entusiasmada. Cuando paso ante la oficina de Neil Gregg, que se ocupa de la estrategia publicitaria, me fijo en que está colocando cuidadosamente su premio a la eficacia en marketing sobre la mesa, mientras su ayudante, Fiona, saca brillo a las fotografías en las que Neil estrecha la mano de gente famosa.

Cuando estoy dejando el abrigo en la percha, Paul, el jefe de nuestro departamento, me lleva a un lado.

-Paul: ¿Qué rayos pasó en Glen Oil? Esta mañana he recibido un correo electrónico muy extraño de Doug Hamilton. ¿Le echaste algo encima?
Lo miro horrorizada. Se lo ha dicho. Pero si me prometió que no lo haría.
-Lali: No fue exactamente así —aclaro enseguida— Sólo intentaba demostrarle las cualidades de Panther Prime y... derramé el líquido de la lata.
Paul arquea las cejas con un gesto nada amistoso.
-Paul: Esta bien, era pedirte demasiado.
-Lali: No, no lo era. Es decir, todo habría ido bien si... Si me das otra oportunidad, te prometo que lo haré mejor.
-Paul: Ya veremos —zanja mirando el reloj— Será mejor que te pongas en marcha. Tienes la mesa hecha un desastre.
-Lali: Muy bien. Esto, ¿a qué hora es mi evaluación?
-Paul: Lali, por si no te has enterado, Peter Lanzani ha venido a vernos —me informa con todo el sarcasmo de que es capaz— Pero si crees que tu evaluación es más importante que la persona que fundó la empresa...
-Lali: No es eso. Sólo...
-Paul: Ordena tu escritorio —me pide con voz cansada— Y si le tiras a Lanzani una Panther Cola encima, estás despedida.

Mientras voy a toda prisa hacia mi puesto, Cyril entra con cara de pocos amigos.
-Cyril: ¡Atención! —grita dando una palmada— Atención todo el mundo. Esto es una visita informal, nada más. Quizá el señor Lanzani hable con alguno de ustedes y vea lo que están haciendo. Así que trabajen con normalidad, aunque, evidentemente, lo mejor que puedan. ¿Qué son estos papeles? —inquiere de pronto mirando un montón de pruebas que hay en un rincón de la mesa de Fergus Grady.
—Son... esto... material gráfico para la nueva campaña del chicle Panther —contesta Fergus, que es muy tímido y creativo— Me falta sitio.
-Cyril: Bueno, pues ahí no pueden quedarse —replica cogiéndolos y entregándoselos— Deshágase de ellos. Si les pregunta alguna cosa, contesten con amabilidad y naturalidad. Cuando llegue, quiero que todos estén haciendo lo que harían en un día cualquiera. Algunos pueden estar llamando por teléfono; otros, tecleando en el ordenador; un par, discutiendo ideas. Recuerden que este departamento es el eje de la empresa. Panther Corporation es famosa por su eficacia en cuestión de marketing.
Se calla y todos lo miramos sin atrevernos a decir nada.
-Cyril: ¡Vamos! —exige dando otra palmada— No se quede ahí parada —añade dirigiéndose a mí— ¡Venga, muévase!

¡Dios mío! Tengo la mesa llena de cosas. Abro un cajón y meto un montón de papeles. Después, intranquila, empiezo a ordenar los bolígrafos. En el escritorio de al lado, Eugenia se retoca los labios.
-Euge: Conocerlo va a ser muy inspirador —dice mirándose en un espejito de mano— ¿Sabes?, mucha gente cree que transformó el mundo del marketing él solito. ¿Camiseta nueva, Lali? ¿De dónde es?
-Lali: De French Connection.
-Euge: Este fin de semana estuve allí —Entrecierra los ojos—. Y no vi ese modelo.
-Lali: Puede que se les hubiera acabado —sugiero dándome la vuelta y fingiendo que estoy organizando el cajón superior.
—¿Cómo debemos llamarlo? ¿Señor Lanzani o Peter? —pregunta Caroline.
—Cinco minutos con él —suplica febrilmente por teléfono Nick, uno de los ejecutivos de marketing— Es lo único que necesito para comentarle la idea de la página web. Si la aceptara...

Wow, este ambiente tan entusiasta es contagioso. Con una subida de adrenalina, saco el cepillo para el pelo y compruebo mi brillo de labios. Nunca se sabe, a lo mejor advierte mi potencial. Puede que, de todos, se fije en mí.

-Paul: Muy bien, chicos —dice entrando en el departamento— Está en esta planta. Primero va a ir a Administración.
-Cyril: Sigan con sus tareas cotidianas —nos ruega— ¡Ya!
Joder, ¿qué es lo que hago todos los días? Cogeré el teléfono para escuchar los mensajes.
Miro a mi alrededor y veo que a todo el mundo se le ha ocurrido lo mismo.
Todos no podemos estar con el auricular pegado a la oreja. Esto es ridículo. Vale, encenderé el ordenador y aguardaré a que esté a punto.

Mientras contemplo cómo cambia de color la pantalla, Eugenia empieza a hablar en voz alta.
-Euge: Creo que la esencia del concepto es la vitalidad —comenta mirando hacia la puerta sin cesar por el rabillo del ojo— ¿Entiende lo que quiero decir?
-Nick: Sí, claro —afirma— En un entorno moderno de marketing es preciso buscar una... fusión de estrategias y tener una visión progresista.
Pues sí que va lento el ordenador hoy. Cuando llegue Peter Lanzani todavía estaré esperando como una tonta.
Ya sé lo que voy a hacer. Seré la persona que sirve los cafés. ¿Hay algo más natural?
-Lali: Voy a por un café —anuncio tímidamente, y me levanto de la silla.
-Euge: ¿Puedes traerme uno? —me pide alzando la vista un momento— De todas formas, en el máster que hice sobre administración de empresas...

La máquina está cerca de la puerta, en un hueco. Mientras espero que el nocivo líquido llene el vaso, veo que Graham Hillingdon sale de Administración, seguido de otras dos personas. ¡Jodeme! Vienen hacia aquí. Esta bien, mantén la calma. Aguarda a que esté listo el otro vaso, simpática y natural. Ahí está: rubio, con un traje que parece muy caro y con gafas oscuras. Pero, para mi sorpresa, retrocede para dejar el camino libre.

De hecho, nadie lo mira. Toda la atención se centra en otra persona. Un tipo que lleva vaqueros y jersey negro de cuello alto.

Mientras lo observo fascinada, él se gira. Cuando le veo la cara siento un tremendo impacto en el pecho, como si me hubiera golpeado uña bola de billar.

¡Oh, no! ¡Es él!

Los mismos ojos verdes. Se ha afeitado, pero es él.

El hombre del avión.

¿Por qué estarán todos pendientes de él? Ahora ha empezado a hablar y todo el mundo se deleita con sus palabras.
Se vuelve otra vez, e instintivamente me escondo para que no me vea. ¿Qué estará haciendo aquí? No puede... Es imposible que...

Temblorosa, regreso a mi mesa intentando no derramar el café.
-Lali: ¡Eh! —llamo a Euge con una voz dos tonos más alto de lo normal— Esto... ¿Sabes qué aspecto tiene Peter Lanzani?
-Euge: No —contesta cogiendo el vaso—. Gracias.
—Tiene el pelo oscuro —apunta alguien.
-Lali: ¿No es rubio? —pregunto tragando saliva.
—¡Ya viene! —susurra otro.
Me dejo caer en la silla y tomo un trago sin saborearlo.
—Nuestro jefe de marketing y publicidad, Paul Fletcher –dice Graham.
-Peter: Encantado de conocerte —responde una voz seca con acento norteamericano.
Es él, no cabe duda.

Bueno, tranquila. Puede que no me recuerde. Fue un vuelo corto. Seguro que viaja muchísimo.
-Paul: Atención todo el mundo —anuncia llevándolo al centro de la oficina— Tengo el placer de presentarles al fundador de esta empresa, el hombre que ha influido e inspirado a toda una generación de especialistas en marketing, Peter Lanzani.

Estalla una ovación y el aludido mueve la cabeza sonriendo.
-Peter: Por favor, no es para tanto. Continúen con lo que suelen hacer normalmente.
Comienza a andar por la sala y se detiene de vez en cuando para hablar con alguien. Paul va delante haciendo las presentaciones, y detrás, silencioso, camina el tipo rubio.
-Euge: ¡Ya llega! —susurra, y en nuestra parte de la oficina todo el mundo se pone rígido.
El corazón empieza a latirme con fuerza y me encojo en la silla para ocultarme tras el ordenador. Quizá no me reconozca. Es posible que...

Rayos, me está mirando. Noto la sorpresa en sus ojos; levanta las cejas.

Me ha visto.

«Por favor, que no venga —rezo en silencio— No te acerques.»
-Peter: ¿Y ella quién es? —le pregunta a Paul.
-Paul: Lali Espósito, una de nuestras jóvenes auxiliares de marketing.
Se aproxima. Eugenia ha dejado de hablar. Todo el mundo está observando. Me he puesto roja como un tomate.
-Peter: Hola —me saluda él con amabilidad.
-Lali: Hola, señor Lanzani —consigo decir.
Bueno, me ha reconocido, pero eso no significa que necesariamente recuerde lo que dije. Fueron unos simples comentarios al azar, dichos por la persona que estaba sentada a su lado. Puede que ni siquiera estuviera escuchando.
-Peter: ¿Y qué trabajo desempeñas?
-Lali: Esto... colaboro con el departamento de Marketing y ayudo a poner en marcha iniciativas promocionales —farfullo.
-Paul: Lali estuvo en Glasgow la semana pasada, en viaje de negocios —añade con una sonrisa falsísima— Estamos convencidos de que hay que dar responsabilidades a nuestro personal más joven cuanto antes.
-Peter: Muy inteligente —dice asintiendo. Pasea la vista por mi mesa y la detiene en mi vaso de poliestireno con sumo interés. Levanta la cabeza y clava sus ojos en los míos— ¿Qué tal es el café? ¿Bueno?

De repente parece como si tuviera una grabadora en la cabeza y me oigo parlotear como una estúpida: «El café de la oficina es la cosa más repugnante que he bebido en mi vida, un auténtico veneno...»
-Lali: Es estupendo. Realmente... delicioso.
-Peter: Me alegra oírlo —comenta con mirada risueña, y siento que me ruborizo aún más.
Se acuerda, noooooooo.
-Paul: Y ésta es Eugenia Suárez —le presenta— Una de nuestras ejecutivas de marketing más brillantes.
-Peter: Eugenia —repite pensativo, y da unos pasos hacia su mesa— Tienes un bonito escritorio. ¿Es nuevo?
«... el otro día llegó un escritorio nuevo y se quedó con él...»

¡Dios mío! ¿Qué más dije?

Permanezco inmóvil con sonrisa de buena empleada mientras Eugenia responde dándose autobombo. Pero mi mente rebobina con frenesí, intentando reconstruir mis palabras. Se lo conté todo sobre mí. ¡Todo! Qué tipo de bragas llevo, el helado que me gusta, cómo perdí la virginidad y...

Me quedo helada.

«... no debería haberlo hecho, pero tenía tantas ganas de que me dieran el puesto...» Le confesé que había falsificado el sobresaliente de mi currículum.

Bueno, ya está. Es el final.

Ahora me despedirá. Me abrirán un expediente por mentir, nadie volverá a contratarme nunca más y acabaré en un documental sobre los peores trabajos de Gran Bretaña, limpiando desperdicios de vaca y diciendo: «Pues tampoco es para tanto.» Vale, que no cunda el pánico. Seguro que puedo hacer algo. Sí, me disculparé. Diré que fue un error, que lo lamento profundamente, que nunca pretendí engañar a la empresa y...

No. Aseguraré que sí que lo saqué, y después falsificaré el certificado con típex. A fin de cuentas, es norteamericano, nunca se enterará de la verdad.

No, eso es imposible. ¡Dios mío!

Bueno, puede que mi reacción sea exagerada. Veamos las cosas con perspectiva. Peter Lanzani es un pez gordo. Tiene limusinas, lacayos y una gran compañía que mueve muchos millones al año. Le traerá sin cuidado que uno de sus empleados tenga un puñetero sobresaliente o no. La verdad...

Me echo a reír por culpa de los nervios y Eugenia me mira extrañada.

-Peter: Quiero deciros que estoy encantado de estar aquí —dice mirando a la silenciosa oficina— Me gustaría presentaros a mi ayudante, Nicolás Riera —añade indicando al hombre rubio— Me quedaré unos días, así que espero tener la oportunidad de conoceros mejor. Como ya saben, Agustín Sierra, con quien fundé Panther Corporation, era británico. Por esa razón, entre otras, este país ha sido siempre muy importante para mí.

Se oye un espontáneo murmullo. Él levanta una mano, saluda con la cabeza y se va, seguido por Nicolás y todos los ejecutivos. Permanecemos en silencio hasta que ha salido y después estallan los comentarios.

Siento que todo mi cuerpo se relaja. Gracias a Dios.
La verdad es que soy tonta. Por un momento he pensado que se acordaría de lo que dije. Ni que le importara. ¿Cómo iba a perder tiempo de su valiosa y ocupada agenda en algo tan insignificante como una nota falsa? Cuando le doy al ratón para abrir un nuevo documento, la sonrisa ha vuelto a mi cara.
—Lali —Levanto la vista y veo a Paul al lado de mi mesa— Peter Lanzani quiere verte.
-Lali: ¿Qué? —pregunto, y mi risueña expresión se desvanece— ¿A mí?
-Paul: En la sala de reuniones, dentro de cinco minutos.
-Lali: ¿Sabes por qué?
-Lali: No.

Dicho lo cual se aleja, y yo me quedo frente a la pantalla del ordenador con la mirada perdida y ganas de vomitar. Tenía razón desde un principio.

Voy a perder el trabajo por culpa de un estúpido comentario en un ridículo vuelo.

¿Para qué querría que me ascendieran? ¿Por qué tuve que abrir la boca? Soy una imbécil, una bocazas.
-Euge: ¿Por qué querrá verte? —pregunta un tanto desconcertada.
-Lali: No sé.
-Euge: ¿Va a ver a alguien más?
-Lali: No tengo ni idea —contesto vagamente.
Aturdida, empiezo a escribir tonterías en el ordenador para que deje de interrogarme. No puedo perder este empleo y arruinar otra carrera profesional. No puede despedirme. No es justo. Yo no sabía quién era. Si me hubiera dicho que era mi jefe, no le habría mencionado lo del currículum ni... nada de nada.

De todas formas, no es que haya falsificado mi título ni que tenga antecedentes penales. Soy una buena trabajadora. Me esfuerzo, no me escaqueo muy a menudo, me quedé un montón de horas extra para hacer la promoción de la ropa deportiva y organicé la rifa de Navidad.

Cada vez tecleo con más fuerza y mi cara va adquiriendo una tonalidad más rojiza.
—Lali—me llama Paul mirando de forma significativa su reloj.
-Lali: Voy.
Inspiro profundamente y me pongo de pie. No voy a dejar que me eche. No permitiré que ocurra algo así.

Cruzo la oficina y recorro el pasillo hasta la sala de reuniones, llamo y abro la puerta.

Peter Lanzani está sentado en una silla cerca de la mesa de conferencias, escribiendo algo en una libreta. Cuando entro, tiene una expresión tan seria que el estómago me da un vuelco. Debo defenderme. He de conservar mi puesto.

-Peter: Hola. ¿Puedes cerrar la puerta? —Espera hasta que lo he hecho y luego me dice— Lali, tenemos que hablar de una cosa.
-Lali: Ya lo sé —respondo intentando mantener firme la voz— Pero me gustaría dar mi versión primero, si es posible.
Durante un momento parece perplejo, pero luego arquea las cejas.
-Peter: Sí, claro. Adelante.
Avanzo tomando aire y lo miro a los ojos.
-Lali: Señor Lanzani, ya sé para qué desea verme. Me equivoqué; fue un error de cálculo que lamento sinceramente. Lo siento muchísimo y le aseguro que nunca volverá a suceder —Noto que cada vez elevo más la voz— Pero he de alegar en mi defensa que durante aquel vuelo no sabía quién era usted y creo que no debe condenarme por un fallo.

Se produce un silencio.

-Peter: ¿Eso crees que voy a hacer? —pregunta por fin arrugando el entrecejo.
¿Como puede ser tan insensible?
-Lali: Sí. Estará de acuerdo conmigo en que si hubiera sabido con quién hablaba, jamás habría mencionado nada de mi currículum. Fue como... una trampa. Si esto fuera un juicio, desestimarían el caso. Ni siquiera...
-Peter: ¿El currículum?  Ah, la calificación —Me lanza una penetrante mirada— Mejor dicho, la falsificación —Oírlo en voz alta me deja muda. Siento que cada vez me arde más la cara— Mucha gente lo llamaría fraude —añade recostándose.
-Lali: Ya lo sé. Fue un error. No debería... Pero eso no afecta en absoluto a mi forma de trabajar. No significa nada.
-Peter: ¿Eso crees? —replica moviendo la cabeza pensativo— No sé, pasar de un suficiente a un sobresaliente es un salto muy grande. ¿Qué ocurrirá si necesitamos que hagas alguna cuenta?
-Lali: Sé hacerlas —aseguro desesperada— Pregunte lo que quiera.
-Peter: Muy bien. ¿Ocho por nueve?
El corazón me late a toda velocidad y tengo la mente en blanco. A ver, nueve por uno, nueve; nueve por dos...
Ya está. Diez por ocho es ochenta, así que nueve por ocho será...
-Lali: ¡Setenta y dos! —grito, y me estremezco al verlo sonreír.
-Peter: Estupendo —me alaba indicándome una silla— ¿Has acabado con lo que tenías que decirme o hay algo más? Me paso una mano por la cara, confundida.
-Lali: ¿No me va a despedir?
-Peter: No —responde con paciencia— ¿Podemos hablar ya?
Me siento y me invade una terrible sospecha.
-Lali: ¿Quería verme por mi currículum?
-Peter: No —contesta con suavidad.
Me gustaría morirme.
Aquí, ahora mismo.
-Lali: Muy bien —digo apartándome el pelo en un intento por recobrar la compostura y parecer profesional— ¿Qué desea entonces?
-Peter: Tengo que pedirte un pequeño favor.
-Lali: Bien —acepto ilusionada— Lo que quiera. ¿De qué se trata?
-Peter: Por varias razones —empieza a decir lentamente— preferiría que nadie supiera que la semana pasada estuve en Escocia. ¿Podrías no mencionar que nos vimos?
-Lali: Sí, claro —digo al cabo de un rato— Por supuesto.
-Peter: ¿No se lo has contado a nadie?
-Lali: No. Ni siquiera a mi... A nadie.
-Peter: Estupendo. Te lo agradezco. —Sonríe y se levanta— Ha sido un placer conocerte, Lali. Estoy seguro de que volveremos a vernos.
-Lali: ¿Eso es todo? —pregunto sorprendida.
-Peter: Sí, a menos que haya otra cosa que quieras comentar.
-Lali: No.
Me pongo de pie rápidamente y me doy en el tobillo con la pata de la mesa.
¿Qué esperaba? ¿Que me encargara la dirección de un importante proyecto internacional?
Lanzani abre la puerta y la sujeta para que pueda salir. Estoy casi fuera cuando me detengo.
-Lali: Un momento.
-Peter: ¿Sí?
-Lali: ¿Qué respondo si alguien me pregunta de qué hemos hablado?
-Peter: ¿Por qué no les dices que hemos estado charlando de logística? —me aconseja levantando las cejas, y después cierra la puerta.

Continuará....

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Espero que les guste!!!

Besos :D
@Fics_Laliter

30 comentarios:

  1. JAJAJAJAJAJAJAJAJA CASI MUERO DE LA RISA CON ESTA FRASE: "Seré franca y sincera, pero sin contarle la verdad." JAJAJAJAJA ME ENCANTO!

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  2. JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA ME FASCINO ESTE CAPITULO! ME REÍ DEMASIADO! ESTUVO GENIAL!
    Besos, que estés bien!
    @vagomi

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  3. Pobre Rochi,no tiene suerte con los "tipos",x llamarlos d alguna manera.Un cague d risa Lali,sus pensamientos ya la hacen bastante divertida.Peter si k estuvo pendiente d tooooooooodo el monologo d Lali en el avion.¿k esconde k no quiere k nadie sepa k estuvo en Escocia?.Me diverti un monton,con este cap.Quiero mucho mas.

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  4. JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAA AME EL CAPÍTULO....Me hizo reír bastantee.

    Muchas Gracias

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  5. eres una genia jajaj me encanto
    GABY

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  6. Jajaja subiras mas? Me encanta

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  7. Como me rei con este cap! Jajajajajajajaj

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  8. hayy no de verdad lali hace y dice cada cosa jaja :P

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  9. Buenísima,leer este cap era como verlos a ellos en esa situación,me encantó y me super entretiene!

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  10. xD Ni siquiera sabia hacer 8 por 9! xD Es genial este personaje! Espero el proximo encuentro!!
    Fresy07

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  11. ajajajjajaja!! que bueno el capitulo!! me rei desde el comienzo hasta el final!! quiero massss!! jaaja! espero el proximoo

    besos

    faty****

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  12. Que buena historia como me reido.. te felicito y estoy encantada contigo nunca he conocido a nadie que lea tanto y le guste mucho leer como a mi jaja aunque sinceramente creo que has leído el doble de lo que yo por lo que vi por ahí.. igual gracias por tomarte el tiempo de compartir estas historias con sus respectivos autores.. debo de confesar que gracias a ti he leído ya algunos libros de Jacquie D`Alessandro me ha encantado y cuando creí que eso era todo me sorprendes con este nuevo autor y con todo lo que has leído, en serio que te felicito!!!1
    Karla :)

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  13. jajaj me moriii de la risa con lali no praba d reir jajajaj
    masss noveee :D

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  14. Jajajajajaja me he reído demasiadoooooo!! Es muy divertida! Qué habrá pasado en Escocia que no quiere que sepan que estuvo ahí??
    mas nove porfaaaa!
    @jeissymori

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  15. jajjaja Menudo cago de risa con Lali!
    Mas Novee!
    @sarapinyana

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  16. me encantooo es Lo Mas :) ya veo que en esta nove a alali le pasan unas cosas locas y que dan risa ..!

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  17. Estubo buenisimoo el capitulo este , Me encanto cuando aparecio Peter , Yo me muero sii al que le conte todo es el Duño de la empresa. osea que pena :)

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  18. Mas Lindo el . Y lali toda nerviosa No seria para menos :) Me encanto de de verdad . Ya quiero otra capituloooooooooooooooooooooo , Quiero Mas Mas Mas ..!

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  19. super amigacha yo tambiien ando ocupadisima con la uni y las cosas de mi casa ..! y bueno cuando puedo me meto y comento y publico la nove :) necesito hablar con vos *_* quiero contarte algo Mas Lindo :)

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  20. Te Quiero Super amigacha Sos Una genia:) sos una loca total pero bien chebre :)
    te quiero Super amigacha . Besos
    Te quiero *_*

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  21. Como me he reído en este capítulo esa lali me mata jajaja

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  22. jajaj me super encanto el capiutulo no sabes lo que me reiii quiero mas novelaaa es hermosa y graciosa

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  23. que te paso q ya no escribes??' quiero mas nove plisss¡¡¡

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  24. quiero mas nove... es genial... me encanto el cap...
    Espero q subas pronto ..
    Besos q estes bien...!!! ♥

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  25. donde estas amor, amor? donde no estas amor, amor? donde estes, te buscareee...

    no, en serio, donde estas? xD
    que ya nos has subido nove ;c

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  26. Estas viva, te enfermaste, te ganaste un crucero y no avisaste donde estas? Espero que estes bn
    Hace falta la nove

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  27. JAJAJAJAJAJAJ te juro qe estuvo buenisimo me mori de la risa! ;) encima todo lo que hablo con Peter en el escritorio. Si fuera ella me hubiera despedido porque la tabla del nueve me re cuesta y tengo 16 asi qe imaginate JAJAJAJAJ xD me encantoooo!!!

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