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martes, 24 de abril de 2012

Capítulo 9



Al día siguiente llego al trabajo con un solo propósito: evitar a Peter Lanzani.

Debería resultarme fácil. Panther es una empresa muy grande, y el edificio, inmenso. Hoy estará ocupado visitando otros departamentos. Seguramente lo retendrán en un montón de reuniones y pasará todo el día en la planta undécima o algo así.

A pesar de todo, al aproximarme a la entrada aminoro el paso y miro a través del cristal para ver si está dentro.
-Dave: ¿Ocurre algo, Lali? —pregunta, el guarda jurado, abriéndome la puerta— Pareces perdida.
-Lali: No, estoy bien, gracias —aseguro con una risita relajada mientras escudriño el vestíbulo.
No lo veo por ninguna parte. Muy bien, todo va a ir de fábula. Puede que ni siquiera haya venido hoy. Confiada, me aparto el pelo de la cara y echo a andar por el suelo de mármol en dirección a las escaleras.
—¿Tenés un minuto, Peter? —pregunta alguien cuando estoy a punto de llegar al primer piso.
-Peter: Sí, claro.
¡Es su voz! ¿Dónde demonios estará?

Desconcertada, miro a mi alrededor y lo veo en el siguiente rellano, hablando con Graham Hillingdon. El corazón me da un vuelco y me agarro a la barandilla de latón. Rayos, si baja la vista, me verá. ¿Por qué se habrá parado ahí? ¿Es que no tiene una lujosa oficina a la que ir o qué? Da igual. Iré por otro camino. Desciendo lentamente unos cuantos peldaños, intentando no hacer ruido con los tacones ni moverme de forma brusca para no llamar su atención. Moira, de Contabilidad, pasa a mi lado, me ve caminando hacia atrás y me mira extrañada, pero no me importa, tengo que escapar como sea.

En cuanto desaparezco de su campo de visión, me siento más relajada y regreso corriendo al vestíbulo. Vale, subiré en ascensor. Estoy en medio de la enorme extensión de mármol cuando me quedo de piedra.
-Peter: Tenés razón. —Su voz parece más cercana. ¿O será que estoy paranoica?— Creo que le echaré un vistazo. —Vuelvo la cabeza. ¿Dónde está? ¿En qué dirección ha ido?— En realidad opino que...
Mierda, está bajando por las escaleras. No tengo dónde esconderme.

Sin pensarlo, voy a la carrera hacia las puertas de cristal, las abro y salgo del edificio. A toda prisa, me alejo unos cien metros y me paro, jadeante. Esto no está yendo nada bien.
Permanezco en la acera unos minutos e intento calcular cuánto tiempo estará Lanzani en recepción. Después me acerco con cuidado. Voy a emplear una nueva táctica. Iré a mi oficina tan rápido que nadie se fijará en mí. Así que no importará si paso a su lado o no. Continuaré mi camino sin mirar a derecha ni a izquierda. ¡Oh, no! Ahí está otra vez, hablando con Dave.

De forma instintiva, bajo veloz los escalones.

Esto es ridículo. No puedo quedarme en la calle todo el día. Debo llegar a mi mesa. Venga, piensa. Tiene que haber alguna forma de conseguirlo... Sí. Se me ha ocurrido una idea brillante. Ésta va a salir bien. Tres minutos más tarde estoy de nuevo ante el edificio de Panther, totalmente absorta en un artículo del Times. No veo nada a mi alrededor y nadie puede verme a mí. Es el disfraz perfecto.

Empujo la puerta con la espalda, cruzo el vestíbulo y subo las escaleras sin levantar la vista. Mientras avanzo por el pasillo hacia Marketing, me siento protegida y segura, oculta por el periódico. Debería hacerlo más a menudo. Nadie puede reconocerme, tengo una sensación muy tranquilizadora, como si fuera invisible o...
-Lali: ¡Perdón!
He tropezado con alguien. Bajo las páginas y veo a Paul, que me mira rascándose la cabeza.
-Paul: ¿Qué cojones estás haciendo?
-Lali: Leía una noticia. Lo siento mucho.
-Paul: Da igual, ¿dónde demonios estabas? Quiero que prepares té y café para la reunión del departamento. A las diez en punto.
-Lali: ¿Qué? —pregunto extrañada. Normalmente no sirven nada.
De hecho, nunca suelen aparecer más de cinco o seis personas.
-Paul: Hoy habrá café, infusiones y pastas. ¿De acuerdo? Ah, y Peter Lanzani estará allí.
-Lali: ¡¿Qué?! —exclamo consternada.
-Paul: Que va a venir el jefe, así que date prisa —me apremia impaciente.
-Lali: ¿Es necesario que vaya? —suelto sin poder contenerme.
-Paul: ¿Cómo? —pregunta frunciendo el entrecejo.
-Lali: Sólo quería saber si tengo que... O si...
-Paul: Bueno, si sos capaz de encargarte de las bebidas por telepatía, podés quedarte en tu mesa —comenta con sarcasmo— Si no, ¿serías tan amable de ir a la sala de reuniones? Ya sabes, si aspiras a un ascenso... —Sacude la cabeza y se aleja.
¿Cómo puede haberme salido todo tan mal si ni siquiera me he sentado? Tiro la chaqueta y el bolso en la mesa, corro por el pasillo hacia el ascensor y lo llamo. En un instante se abre la puerta.

¡No!

Esto es una pesadilla.

Peter Lanzani está dentro. Lleva unos vaqueros viejos y un jersey de cachemira de color marrón. Sin poder controlarme, retrocedo, aturdida. Él se guarda el teléfono móvil, inclina la cabeza hacia un lado y me lanza una mirada burlona.
-Peter: ¿Subes?
Me quedo helada. ¿Qué le voy a decir? No, sólo lo apreté el botón para reírme un rato, ja, ja, ja.
-Lali: Sí —respondo por fin, y entro con las piernas agarrotadas.

Se cierran las puertas y empezamos a ascender en silencio. Tengo un nudo en el estómago.
-Lali: Señor Lanzani —digo torpemente— me gustaría pedirle disculpas por... por el escape de ayer. No volverá a suceder.
-Peter: Ahora tenés un café bebible; no hace falta que vayas a Starbucks.
-Lali: Si, lo siento mucho —admito ruborizándome— Le aseguro que es la última vez que hago una cosa así. Mi entrega a Panther es absoluta; deseo poder trabajar en esta empresa lo mejor que sepa y entregar el cien por cien de mi persona todos los días, tanto ahora como en el futuro.
Casi estoy a punto de añadir: «Amén.»
-Peter: ¿De verdad? Me parece genial. —Reflexiona un momento— Lali, ¿sabes guardar un secreto?
-Lali: Sí —contesto algo inquieta— ¿De qué se trata?
Se inclina hacia mí y susurra:
-Peter: Yo también me escapaba.
-Lali: ¿Qué?
-Peter: En mi primer trabajo —continúa en tono normal— solía irme a dar una vuelta con un amigo. También teníamos una contraseña: uno de los dos le pedía al otro que le llevara el expediente Leopold.
-Lali: ¿Y qué era?
-Peter: No existía. Era la excusa —explica sonriendo.
-Lali: Ah, ya veo.
De repente me siento mejor.

¿Él también se escabullía? Habría jurado que estaba muy ocupado siendo un brillante, creativo y dinámico genio, o lo que sea. El ascensor se detiene en la tercera planta y la puerta se abre, pero no entra nadie.
-Peter: Tus compañeros parecen muy agradables. Muy simpáticos y trabajadores. ¿Son siempre así? —pregunta cuando empezamos a subir otra vez.
-Lali: Por supuesto. Nos gusta cooperar unos con otros, formando un equipo... operativo y...
Estoy buscando otra palabra altisonante, pero cometo el error de mirarlo a los ojos. Sabe que todo lo que estoy diciendo son tonterías. Para qué continuar.
-Lali: Bueno —rectifico apoyándome en la pared— en realidad no nos comportamos de esa forma. Paul suele gritarme unas seis veces al día y Nick y Eugenia se odian. Tampoco solemos hablar de literatura; era todo mentira.
-Peter: Me dejas de piedra —dice con expresión risueña— El ambiente de Administración también se me antojó muy falso. Empecé a desconfiar cuando dos tipos se pusieron a cantar el himno de la empresa. Ni siquiera sabía que existiera.
-Lali: Tampoco yo. ¿Es bueno?
-Peter: ¿Vos qué crees? —pregunta levantando las cejas cómicamente, y me echo a reír. Por extraño que resulte, la tensión se ha desvanecido. De hecho, parece que seamos viejos amigos o algo así— ¿Qué me dices del Día de la Familia? ¿Estás como loca porque llegue?
-Lali: Tanto como de que me saquen una muela —contesto con toda franqueza.
-Peter: Eso me temía. ¿Y qué...? —Duda un momento— ¿Qué opina la gente de mí? No tenés por qué responder si no querés.
-Lali: No, todo el mundo lo adora, aunque algunos piensan que su amigo da un poco de miedo.
-Peter: ¿Quién, Nicolás? —Me mira y echa atrás la cabeza para reírse— Te puedo asegurar que es uno de mis mejores y más antiguos amigos, y no es nada temible.
Deja de hablar en cuanto se detiene el ascensor y los dos volvemos a adoptar una expresión imperturbable, separándonos un poco. Cuando la puerta se abre el estómago se me contrae.

Pablo está frente a nosotros. Cuando ve a Peter se le ilumina el rostro, como si no acabara de creerse la suerte que ha tenido.
-Lali: Hola —lo saludo, intentando actuar con normalidad.
-Pablo: Hola —contesta él con ojos brillantes.
-Peter: ¿Qué tal? ¿A qué piso vas? —le pregunta amablemente.
-Pablo: Al noveno. ¿Puedo presentarme, señor Lanzani? —Traga saliva y extiende la mano— Pablo Martínez, de Investigación. Se supone que hoy visitará nuestro departamento.
-Peter: Es un placer conocerte, Pablo. La investigación es vital para una empresa como la nuestra.
-Pablo: Tiene mucha razón —afirma contentísimo— De hecho, me encantaría comentarle nuestros últimos descubrimientos para la ropa deportiva Panther. Hemos llegado a unas apasionantes conclusiones según las preferencias de los clientes en cuanto al grosor del tejido. Van a sorprenderlo.
-Peter: Estoy seguro.
Pablo me sonríe entusiasmado.
-Pablo: ¿Conoce ya a Lali Espósito, del departamento de marketing?
-Peter: Sí —contesta mirándome con sus hermosos ojos verdes. Subimos unos segundos en un incómodo silencio. Es una situación muy rara.
Bueno, no. Está bien.
-Pablo: ¿Qué tal vamos de tiempo? —pregunta consultando su reloj, y, horrorizada, veo que Peter se fija en él. Oh, no.
«... le regalé un reloj muy bonito, pero lleva uno digital de color naranja...»
-Peter: ¡Un momento! —exclama cayendo en la cuenta, y mira a Pablo como si ya lo hubiera visto en otra ocasión— Vos sos Ken, ¿verdad?
Noooooooo.
-Pablo: No, me llamo Pablo. Pablo Martínez —replica.
-Peter: Perdona —se excusa dándose una palmada en la cabeza con la mano— Por supuesto, y ustedes dos —añade señalándome —son pareja.
Pablo parece molesto.
-Pablo: Le aseguro que en horas de trabajo nuestra relación es estrictamente profesional. Sin embargo, en privado, sí, Lali y yo mantenemos una relación sentimental.
-Peter: Eso es fantástico —aprueba, y Pablo sonríe como una flor que se abre al sol.
-Pablo: De hecho, vamos a vivir juntos.
-Peter: ¿De verdad? ¡Qué buena noticia! ¿Y cuándo tomaron esa decisión? —pregunta observándome con auténtica sorpresa.
-Pablo: Hace un par de días, en el aeropuerto.
-Peter: Ya veo, muy interesante —dice al cabo de un momento. No puedo mirarlo a la cara. Desesperada, clavo la vista en el suelo. ¿Por qué irá tan lento el condenado ascensor?
-Peter: Bueno, estoy seguro de que serán muy felices. Parecen muy compenetrados.
-Pablo: Sí que lo estamos. Sin ir más lejos, a los dos nos gusta el jazz.
Noooooooo.
-Peter: ¿Si? No se me ocurre nada más hermoso en el mundo que una pasión musical compartida.
Se está burlando. Esto es insoportable.
-Pablo: ¿En serio? —pregunta emocionado.
-Peter: Por supuesto. El jazz... y las películas de Woody Allen.
-Pablo: A nosotros también nos encantan, ¿verdad, Lali?
-Lali: Sí —contesto con voz ronca.
-Peter: Dime algo sobre Lali, Pablo —le pide en tono confidencial— ¿Has encontrado...? —Como diga «su punto G» me muero aquí mismo— ¿Has encontrado que su presencia aquí te resulta perturbadora? Porque a mí me alteraría.
Peter sonríe de forma amistosa, pero Pablo no.
-Pablo: Como le he dicho, señor —protesta un poco tenso— Lali y yo operamos sobre una base estrictamente profesional cuando estamos en el trabajo. Jamás se nos ocurriría abusar del tiempo de la empresa para... nuestros propios fines. —De pronto se sonroja— Con fines me refiero a... No quería decir...
-Peter: Me alegra oírlo —lo tranquiliza, que parece estar divirtiéndose.
Joder. ¿Por qué mi novio tendrá que ser un santurrón?
El ascensor se detiene y siento un gran alivio. Gracias a Dios podré escapar de...
-Peter: Por lo visto vamos al mismo sitio. ¿Por qué no nos guías, Pablo? —propone sonriendo.

No puedo soportarlo. Mientras sirvo tazas de té y café para los miembros del departamento de Marketing muestro una aparente tranquilidad y sonrío a todo el mundo, pero por dentro estoy inquieta y confundida. Me cuesta admitirlo, pero ver a Pablo a través de los ojos de Peter Lanzani me ha desconcertado.

«Quiero a Pablo», me repito una y otra vez. No era verdad lo que dije en el avión. Lo amo. Lo miro e intento calmarme. No cabe duda. Es guapísimo desde cualquier punto de vista. Irradia buena salud, le brilla el pelo, tiene los ojos azules y cuando se ríe, se le dibuja un precioso hoyuelo. Sin embargo es como si Peter Lanzani tuviera un imán. Estoy sentada, con la atención puesta en el carrito de las bebidas, y, sin embargo, no puedo quitarle los ojos de encima. «Es por el viaje en avión», no paro de decirme. No se debe nada más que a la traumática situación en que nos vimos envueltos. No hay otra razón.

-Paul: Necesitamos más pensamiento lateral —afirma — La barrita Panther no funciona como debería. Pablo, ¿tenés las últimas estadísticas de Investigación?
Mi novio se levanta, y siento cierta aprensión. Por la forma en que juguetea con los puños de su camisa, noto que está nervioso.
-Pablo: Es cierto. —Saca un portafolios y se aclara la voz— En nuestro último sondeo encuestamos a mil adolescentes sobre varios aspectos de las barritas Panther. Por desgracia, los resultados no fueron concluyentes.
Aprieta el control remoto. Aparece un gráfico en la pantalla que hay a su espalda y todos miramos obedientemente hacia allí.
-Pablo: El sesenta y cuatro por ciento de los que tenían entre diez y catorce años opinaba que la textura debería ser menos dura. Sin embargo, el sesenta y siete por ciento de los consultados entre quince y dieciocho años pensaba que debería ser más crujiente, y un veintidós por ciento, menos crujiente.
Miro por encima del hombro de Eugenia y veo que ha escrito «¿duro/crujiente?» en su libreta.
Pablo vuelve a accionar el mando a distancia y el gráfico cambia.
-Pablo: El cuarenta y seis por ciento de los muchachos con edades comprendidas entre los diez y los catorce años opina que el sabor es demasiado intenso. Por el contrario, el treinta y tres por ciento de los de entre quince y dieciocho cree que no es lo bastante fuerte.

¡Dios mío! Sé que es Pablo, que lo quiero y todo lo demás, pero ¿no podría hacer algo para que todo esto resultara más interesante?

Miro a Peter Lanzani para ver qué le parece y él levanta las cejas al percatarse. Inmediatamente me pongo roja y siento que estoy siendo desleal. Ahora pensará que me estaba riendo de Pablo, y no es verdad. No es así.
-Pablo: El noventa por ciento de las chicas preferiría que se redujera el contenido calórico, pero al mismo porcentaje le gustaría que tuviera una capa de chocolate más gruesa —concluye encogiéndose de hombros con un gesto de impotencia.
—No saben lo que quieren —opina alguien.
-Pablo: Encuestamos a una amplia muestra representativa en la que había caucasianos, afrocaribeños, asiáticos y... caballeros Jedi.
-Euge: ¡Adolescentes! –exclama poniendo los ojos en blanco.
-Paul: Recuérdanos brevemente cuál es nuestro mercado objetivo —le pide Paul frunciendo el entrecejo.
Pablo consulta otro papel.
-Pablo: Se encuentra entre los diez y los dieciocho años, estudia a tiempo completo o parcial, bebe Panther Cola cuatro veces a la semana, come hamburguesas tres veces a la semana, va al cine dos veces a la semana, lee revistas y cómics, pero no libros, está de acuerdo con la expresión «Más vale ser guay que rico»... —Levanta la vista— ¿Continúo?
—¿Desayuna tostadas o cereales? —inquiere alguien con curiosidad.
-Pablo: No estoy seguro —contesta hojeando rápidamente sus documentos— Podríamos hacer más estudios...
-Paul: Creo que lo hemos entendido. ¿Alguien quiere expresar su opinión al respecto? —pregunta.
Llevo toda la reunión intentando reunir el valor suficiente para hablar.

Respiro hondo.
-Lali: A mi abuelo le gustan mucho.
Todo el mundo se gira para mirarme y noto que me estoy ruborizando.
-Paul: ¿Y eso qué importancia tiene? —suelta.
-Lali: Había pensado que podría... —comienzo, y trago saliva— preguntarle lo que opina.
-Pablo: Con el debido respeto, Lali —interviene con una sonrisa que bordea la condescendencia— creo que tu abuelo se aleja un poco de nuestro objetivo demográfico.
-Euge: A menos que empezara muy joven —añade.
Me siento como una tonta, me sonrojo todavía más y finjo ordenar las bolsitas de té.
La verdad es que estoy un poco herida. ¿Por qué ha tenido Pablo que decir eso? Sé que quiere comportarse de manera profesional y correcta cuando estamos en el trabajo, pero eso no le da derecho a ser cruel, ¿no? Yo siempre lo defiendo.
-Euge: Yo creo que si las barritas no funcionan como esperábamos, deberíamos suprimirlas. Evidentemente, es un problema de los niños —interviene.
La miro abatida. No pueden dejar de hacerlas. ¿Qué se llevará el abuelo a sus campeonatos de bolos?
—Sin duda, un cambio de nombre basado en costes y orientado hacia el cliente... —insinúa alguien.
-Euge: No estoy de acuerdo —interrumpe— Si queremos maximizar nuestro concepto de innovación de manera logística y funcional, necesitamos centrar nuestra competencia estratégica en...
—Perdona.
Peter Lanzani ha levantado la mano. Es la primera vez que habla y todas las cabezas se vuelven para mirarlo. Hay una gran expectación y Eugenia resplandece de engreimiento.
-Euge: ¿Sí, señor Lanzani?
-Peter: No sé de qué estás hablando.
Toda la sala se estremece por la sorpresa, y se me escapa una risita sin querer.
-Peter: Como sabes, he estado apartado del mundo de los negocios un tiempo. ¿Podrías repetir en cristiano lo que acabas de decir?
-Euge: Bueno, creo que desde un punto de vista estratégico, a pesar de nuestra visión corporativa... —comienza confundida, pero se calla al ver la expresión de Peter.
-Peter: Inténtalo de nuevo sin utilizar la palabra «estratégico».
-Euge: Pues que deberíamos... concentrarnos en... en lo que hacemos mejor —balbucea frotándose la nariz.
-Peter: Ahora lo entiendo. Continúa, por favor.
Me mira, pone los ojos en blanco y sonríe. No puedo evitar devolverle la sonrisa.

Después de la reunión, la gente sale haciendo comentarios y yo empiezo a retirar las tazas de la mesa.
-Pablo: Ha sido un placer conocerlo, señor Lanzani. Si desea una copia de mi presentación —dice.
-Peter: No es necesario. Me parece que he captado la idea —contesta él con voz seca y socarrona.
¡Dios mío! ¿Es que Pablo no se da cuenta de que se está pasando?
Pongo las tazas en inestables pilas sobre el carrito y voy recogiendo los envoltorios de las pastas.
-Peter: Tendría que ir al estudio de diseño, pero no recuerdo dónde está —comenta.
-Paul: Lali, ¿puedes acompañarlo tú? Ya acabarás con esto más tarde —me suelta bruscamente.
Me puedo helada y aprieto con fuerza el papel de color naranja que tengo en la mano.
Por favor, ya no puedo más.
-Lali: Por supuesto. Será un placer. Por aquí —consigo decir por fin. Incómoda, salgo con Peter Lanzani de la sala y echamos a andar por el pasillo, el uno junto al otro. La gente con la que nos cruzamos intenta no mirarnos y me arde la cara; sé muy bien que en su presencia todos se comportan como si fueran robots cohibidos. Los compañeros de las oficinas cercanas se dan codazos, y al menos oigo susurrar a una persona: «¡Ya viene!»
¿Será igual en todos los sitios a los que vaya?
-Peter: Así que vas a vivir con Ken —comenta él al cabo de un rato.
-Lali: Se llama Pablo. Y sí, lo voy a hacer.
-Peter: ¿Lo estás deseando?
-Lali: Desde luego.
Llegamos a los ascensores y aprieto el botón. Sus ojos burlones me están observando; lo noto.
-Lali: ¿Qué pasa? —digo a la defensiva volviéndome hacia él.
-Peter: ¿He dicho algo? —pregunta levantando las cejas.
Cuando veo la expresión de su cara, me siento dolida. ¿Qué sabrá él?
-Lali: Sé lo que está pensando, pero se equivoca —digo levantando la barbilla con gesto desafiante.
-Peter: ¿Sí?
-Lali: Sí, es un malentendido.
-Peter: ¿Qué?
Me da la impresión de que tiene ganas de reírse y una vocecilla me aconseja que me calle, pero no puedo.
-Lali: Mire. Sé que le hice una serie de confidencias en el avión, pero ha de entender que aquello sucedió en condiciones extremas, y dije cosas que realmente no pienso. Muchas —apostillo apretando los puños a ambos lados del cuerpo.
¡Ya está! ¡Así aprenderá!
-Peter: Comprendo. Así pues, no te gusta el Háagen-Dazs con doble ración de vivitas de chocolate.
Lo miro desconcertada.
Me aclaro la voz varias veces.
-Lali: Evidentemente, algunas cosas eran verdad.
Se abre la puerta del ascensor y los dos damos un respingo.
-Cyril: Peter, te estaba buscando —dice.
-Peter: Estoy teniendo una encantadora conversación con Lali, que se ha ofrecido a acompañarme.
-Cyril: ¡Ah! Bueno, te esperan en el estudio —continúa mirándome con desdén.
-Lali: Bien, esto..., entonces me voy —digo un tanto violenta.
-Peter: Hasta luego. Ha sido un placer hablar contigo —se despide con una sonrisa.

Continuará...
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MAÑANA MARATÓN!!!  
yeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!! :D

20 comentarios:

  1. subiii uno mas porfi uno solito

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  2. MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS

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  3. Me encanto! Me encanta la nove!
    Me divierte mucho!

    PD: Esto era lo que necesitaba para relajarme un poco, dejar de pensar en psicología, en cuanto detesto los trabajos en grupo y la rabia que sentía! Enserio necesitaba algo que me divirtiera!
    Gracias por publicar!
    Besos
    @vagomi

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  4. Me encanta el cursor, demasiado tierno!!!!
    AM

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  5. Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove

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  6. Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove

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  7. no pobre de lali todo lo que la haces pasar, creo que eso ni yo lo aguantaria, jaja peor si em da una risa. y pobre de lali tener que explicarle a un hombre toda su vida por un error y por un ataque de nervios, jaja y creo qeu ayer no lo dije jaja pero que bueno que volviste me estaba volviendo loca tenia mucho tiempo libre :P

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  8. Peter divitiendose con toda la situacion en la reunion,ni digamos antes en el ascensor con Pablo y Lali.De nuevo en el ascensor con Lali,parece k la tiene contra las cuerdas,pobrecita,no sabe x donde escapar,en todo momento busca situaciones para no encontrarse con el.Peter disfruta d la situacion.Me encantaron los tres caps y para mi ya ahora espero esa maraton.Disfrute muchisimo y no pude parar d mover el robotito con corazon x toda la pagina,jajaja.Como siempre espectaculares y divertidos los caps.

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  9. jajajaj peter para mi es el mas relajado de la empresa jajaja el divinamente divirtiendose con todo lo que pasa en esa empresa jajaj

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  10. Peter tan encantador siempre!
    Mas NOVEEE
    @sarapinyana

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  11. Me rei mucho con la loca de lali! Y pensar que estoy en clase!

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  12. Me lei los nuevos capitulos y me encantan!!! Son demasiado graciosos...me da un poquito de pena Lali... pobre! Tiene una mala suerte!!
    Espero el proximo capitulo!!!
    Fresy07

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  13. pobre lali la esta pasando pésimo para cuando laliter que avance luego ya quiero que peter demuestren que esta interesado sentimentalmente en lali debería hacerla su asistente personal para que todos y mas paul y la tonta de eugenia se quedaran con cueyo es una buena idea no

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  14. JAJAJAJAJA como lo AMO a Peter yo te juro qe tampoco entendi un comino lo que decia Euge :S JAJAJAJA te vas a vivir con Ken(? JAJAJAJAJ ME ENCANTO TE JURO BUENISISMO!!!!! ♥.♥

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