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lunes, 4 de marzo de 2013

Capítulo DIECIOCHO



Los hombres volvieron a sus asientos después que Lali salió de la habitación. 

—Euge: Perdone, capitán Lanzani — murmuró — Puedo ver que mi hermana lo asustó. Hemos tratado de aprender mejores modales, pero todos nosotros somos unos filisteos. Y mientras que Lali está fuera, me gustaría asegurarle que por lo general no viste tan estrafalariamente. Sin embargo, de vez en cuando y para realizar alguna tarea no es aconsejable usar faldas largas. Para subir a un pájaro a su nido, por ejemplo, o montar a caballo, y así sucesivamente.
—Peter: Una solución más convencional — dijo cuidadosamente — Sería la de prohibirle dichas actividades. 
Nico sonrió. 
—Nico Una de mis reglas para hacer frente a los Espósito – dijo – Es que nunca se les debe prohibir nada. Porque eso solo garantizaría que siguieran haciéndolo. 
—Euge: Cielo, no estamos tan mal como dices — protestó. 
Nico regaló a su mujer una mirada tierna, su sonrisa persistió. 
—Nico: Los Espósito exigen libertad – le dijo a Peter — Lali, en particular. Vivir entre salas y salones sería una prisión para ella. Se relaciona con el mundo de una manera mucho más vital y natural. 
—Euge: Y gracias a Lali. Es que contamos con una colección de criaturas que nadie más querría: una cabra con una gran quijada, un gato de tres patas, un erizo corpulento, una mula con una acumulación desequilibrada, y así sucesivamente. 
—Peter: ¿Una mula? — la miró fijamente, pero antes de que pudiera preguntarle al respecto, Lali volvió llevando a Albert de la correa. 

Peter se levantó para sostener al perro, pero Lali negó con la cabeza. 
—Lali: Gracias, Capitán, pero yo le tengo en la mano. 
Albert movió la cola violentamente a la vista de Peter y se abalanzó hacia él con presteza. 
—Lali: No – lo regaño, tirando de él hacia atrás y tocándole brevemente el hocico — Tu amo está a salvo. No hay necesidad de hacer un escándalo. Vamos – camino hacia una almohada que estaba en el sofá de respaldo, se la puso en la esquina. 

Peter observó mientras ella recostaba al perro en la almohada y retiraba la correa. Albert gimió y se negó a acostarse, pero se mantuvo obediente en la esquina. 
—Lali: Quieto — le dijo ella. 

Para sorpresa de Peter, Albert no se movió. Un perro que no lo pensaba dos veces para correr a través de disparos estaba totalmente acobardado por Lali Espósito. 
—Lali: Creo que va a comportarse — dijo, volviendo a la mesa — Pero sería mejor si no le hiciera caso — se sentó, colocando una servilleta en el regazo, y tomó su taza de té. Sonrió al ver la expresión de Peter – Va a estar bien, mi capitán — dijo amablemente — Mientras más relajado esté, más tranquilo será. 

En la hora que siguió, Peter bebió tazas de té con azúcar caliente y dejo que la conversación animada fluyera alrededor de él. Poco a poco, como una cadena de nudos apretados, el frío dentro de su pecho empezó a aflojar. Había un plato lleno de sándwiches y tartas puesto delante de él. De vez en cuando miraba a Albert, que se habían instalado en la esquina con el mentón sobre sus patas. 

Los Espósito eran nuevos para la experiencia de Peter. Inteligentes, divertidos, variando su conversación y corriendo en direcciones inesperadas. Era claro que para él las hermanas eran demasiado inteligentes para la buena sociedad. No le preguntaron sobre Crimea, por lo que Peter estaba agradecido. Parecían entender que el tema de la guerra era lo último de lo que quería hablar. Por esta razón, entre otras, le agradaron. 

Pero Lali era un problema. 

Peter no sabía qué hacer con ella. Estaba desconcertado y molesto por la forma familiar en que le hablaba. Verla con pantalones y las piernas cruzadas como un hombre, era inquietante. Era extraña, subversiva. 

Cuando el té llegó a su fin, Peter les agradeció la agradable tarde.

—Euge: Espero que vuelva a visitarnos pronto. 
—Peter: Sí – agradeció aunque no estaba seguro, estaba convencido de que los Espósito, aunque agradables, era mejor tomarlos en pequeñas dosis. 
—Lali: Voy a caminar contigo hasta el borde del bosque — anunció yendo por Albert. 
Peter reprimió una punzada de desesperación. 
—Peter: Eso no va a ser necesario, señorita Espósito. 
—Lali: Oh, yo sé que no – dijo — Pero quiero hacerlo. 
La mandíbula de Peter se tensó. Cogió la correa de Albert. 
—Lali: Lo tengo — dijo, reteniendo la correa. 
Consciente de la mirada divertida de Nico, Peter contuvo su replica y siguió a Lali para salir de la casa. 

Eugenia fue a la ventanas de la sala y miro a las dos figuras alejarse a través de la huerta hacia el bosque. Los árboles de manzana con sus brotes verdes y flores blancas, conspiraron para ocultarlos de la vista. 

Estaba desconcertada por la forma en que Lali se había comportado con el soldado de rostro endurecido y mirada distante, trataba de recordar algo que había olvidado. 

Nico se reunió con ella en la ventana, parándose detrás de ella. Se recargo contra él, sobre su duro pecho sintiéndose cómoda con su fuerte presencia. Una de sus manos se deslizo por su talle.  

—Euge: Pobre hombre — murmuró, pensando en los ojos inquietantes de Lanzani – No logré reconocerlo al principio. Me pregunto si sabe lo mucho que ha cambiado — los labios de Nico jugaban ligeramente con su oreja cuando respondió. 
—Nico: Sospecho que ahora se dará cuenta que está en casa. 
—Euge: Era muy simpático antes. Ahora parece tan austero. Y la forma en que mira a veces, como si estuviera mirando directamente a través de uno. . . 
—Nico: Ha pasado dos años enterrando a sus amigos — respondió en voz baja — Ha tomado parte en el combate cuerpo a cuerpo que hace a un hombre tan duro como un clavo — hizo una pausa reflexiva – Eso no se puede dejar atrás tan fácil. Los rostros de los hombres que has matado se quedan contigo para siempre. 

Eugenia se volvió y lo abrazó. 
—Nico: No creo en la guerra — dijo contra su cabello — El conflicto, discutir, pelear, sí. Pero no tomar la vida de un hombre contra el que no tienes ningún agravio personal. Es una de las muchas razones por qué yo no seria un buen soldado. 
—Euge: Pero esas mismas razones, te hacen un esposo muy bueno 

Eugenia se apretó más contra el. Con su mejilla contra su pecho, pensó en voz alta: 
—Euge: Es obvio que Lali está fascinada con el capitán Lanzani. 
—Nico: A ella siempre le han atraído las criaturas heridas 
—Euge: Los heridos son a menudo más peligrosos. 
Su mano se movió suavemente a lo largo de su espina dorsal. 
—Nico: Vamos a mantener una estrecha vigilancia sobre ella, cariño. 

Continuará...

+QUINCE!!!

24 comentarios:

  1. mas mas noveeeeeeeeeeee

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  2. mas noveeeeeeeee
    mas maratonnnnnnnnnn

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  3. mas mas ams masssssss

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  4. quiero laiterrrrrrrrrrrrrrrr

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  5. mas mas masssssssssssss

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  6. maaaaaaaaaaasssssssssssss!!!!!!!!!!!!

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  7. mas noveeeeeeeeeeeeee

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  8. subi mas
    quiero laliterr

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  9. masssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

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  10. amo esta noveeeeeeeeeee

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  11. subi mas capissssssss
    plissssssssssssssss

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  12. mas mas masssssssssss

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  13. Lina (@Lina_AR12)4 de marzo de 2013, 21:29

    Indomables las Esposito!

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  14. me encanto massssssssssssss

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  15. noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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  16. me encanta la relacion de euge y nico

    novela solo tu: http://morithalaliter.blogspot.mx/

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  17. me gusta como euge la cuida a lali

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  18. Awwwwwwwwwwww ME ENCANTOOOO!!!!!!!! de a poco me voy poniendo al diaa vamos que yo puedo :P jajaja bueno igual me parece que me tengo que ir yendo porqe mañana tengo cole u.u muchas gracias por subir los caps Danii ME ENCANTARON! ♥ @LuciaVega14

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