Capítulo 18

Peter colgó el teléfono y se apoyó en el respaldo del sillón, mirando al techo. Tenía que volver a Nueva York.

Pablo había llamado para darle la noticia un minuto antes y él la recibió con un disgusto que le resultaba nuevo. Además, había tenido que contar a sus hermanos que faltaba otro plano y estaban comprensiblemente furiosos. Con Lali. ¿Cómo reaccionarían al saber que iba a casarse con ella?

Peter se debatía entre llevar a Lali con él o dejarla en la isla, lejos de la oportunidad de recordar algo. Lejos de la animosidad de sus hermanos.

Si hacía eso sería un egoísta, pero sabía que cuando recuperase la memoria, y los médicos le habían dicho que sería así tarde o temprano, todo cambiaría entre ellos de forma irrevocable. Debería estar furioso con ella y mantener las distancias, pero Lali había logrado romper esa distancia durante aquellos días en la isla. Aunque lo avergonzaba admitirlo, le daba igual que le hubiese mentido, que le hubiese robado. Quería que las cosas siguieran como hasta aquel momento y, si Lali recordaba, se verían obligados a enfrentarse con el pasado.

Y la perdería.

Eso lo molestaba mucho más de lo que era sensato, pensó. Pero Lali estaba embarazada de su hijo y ésa debería ser razón suficiente para no querer que las cosas se enfriasen entre ellos.

Aquellos días con Lali en la isla lo habían devuelto a un pasado agradable, antes de la noche en la que descubrió la verdad. En realidad, nunca había apreciado lo suficiente su relación con ella, pero ahora sabía cuánto le gustaba tenerla a su lado. Lali era divertida, alegre, dulce, cariñosa. Todo lo que deseaba para la madre de su hijo.

Pero lo había traicionado. Siempre tenía que volver a eso, por mucho que intentase olvidar.

-Lali: ¿Peter?

Él levanto la cabeza al oír su voz en la puerta del estudio.

-Peter: ¿Qué queres, hermosa?

-Lali: ¿Te encontras bien? —le preguntó, acercándose al escritorio.

-Peter: Sí, claro. Ven aquí —tomó su mano para sentarla en sus rodillas— Tengo que volver a Nueva York.

-Lali: ¿Cuándo?

-Peter: Por la mañana. Un dignatario extranjero con el que estamos negociando para un proyecto en Brasil va a acudir a una recepción en el Imperial Park. Pablo y Vico podrían encargarse de todo, pero quiere verme personalmente. Así que me temo que debo ir.

Lali parecía tan decepcionada que, incluso sin saber si debía llevarla o no, Peter se encontró diciendo:

-Peter: Podrías venir conmigo.

-Lali: ¿En serio? —los ojos marrones se iluminaron.

-Peter: Claro que sí. Así podríamos anunciar nuestros planes de boda… incluso podríamos casarnos en Nueva York.

-Lali: Eso me gustaría mucho.

-Peter: Le diré al doctor Torre que puede volver a Italia. Creo que ya no lo necesitamos.

-Lali: ¿Y Emi? No es que no me caiga bien, pero el doctor Mariano y ella se han llevado de maravilla… a lo mejor le gustaría conocer Italia.

-Peter: Muy bien, extenderé la oferta.

-Lali: Entonces sí, iré contigo —le echó los brazos al cuello para besarlo… pero antes de que las cosas se calentasen demasiado se levantó de un salto— ¡Tengo que hacer la maleta!

-Peter: Espera, tienes mucho tiempo.

Aun así, Lali salió corriendo del estudio y Peter se quedó mirando la puerta mucho después de que hubiera desaparecido. Debería sentirse aliviado porque pronto iba a casarse y Lali estaría atada a él, pero no podía librarse de aquel extraño desasosiego…

El jet aterrizó en Nueva York por la tarde y una limusina estaba esperándolos en la pista, como de costumbre. Un hombre alto y de aspecto formidable esperaba frente al coche y, cuando se acercaban, Lali vio que tenía gran parecido con Peter.

-Peter: Victorio, no esperaba verte aquí. Qué sorpresa.

-Vico: ¿No puedo venir a recibir a mi hermano?

Peter tomó a Lali por la cintura.

-Peter: Te presento a Lali. Lali, éste es mi hermano Vico.

-Lali: Encantada —sonrió ella.

Victorio Lanzani no le devolvió la sonrisa; al contrario, la miraba con gesto adusto, casi enfadado. Y, por instinto, Lali se apoyo en Peter. Cuando Vico bajó la mirada y vio el anillo de compromiso en su dedo miró a su hermano como esperando una explicación.

-Peter: ¿Te importaría mostrarte mínimamente civilizado? —le pidió a su hermano en voz baja.

-Vico: Encantado de conocerte —dijo por fin, aunque su lenguaje corporal decía todo lo contrario.

Lali miró a Peter cuando su hermano se alejó para subir a otro coche aparcado a cierta distancia.

-Lali: ¿Por qué se porta así conmigo? ¿Qué le he hecho?

-Peter: Nada, no le has hecho nada. Siento que mi hermano haya sido tan grosero, pero no volverá a pasar.

-Lali: ¿Pero por qué ha sido grosero conmigo? —insistió ella— ¿Nos hemos visto alguna vez? Bueno, supongo que nos habremos visto, ¿no? ¿He hecho algo que lo ofendiera en el pasado?

Peter le hizo un gesto para que entrase en el coche.

-Peter: No se conocían. Y no te preocupes, vos no has hecho nada. Es que Victorio es así…

En ese momento sonó su móvil y Peter se apresuró a contestar, como deseando terminar con aquella conversación. Pero Lali apretó los labios, molesta. Allí ocurría algo muy extraño. ¿Por qué el hermano de su prometido se mostraba tan antipático con ella? ¿Y por qué no se conocían?

No era normal que no conociese a la familia de su prometido, el padre de su hijo.

Dejándose caer sobre el asiento de la limusina, Lali suspiró, frustrada. Estaba decidida a encontrar respuestas a todas esas preguntas y, con un poco de suerte, apartar la roca que parecía clavada en su cerebro y le impedía recordar. Tenía que haber alguna manera de liberar sus recuerdos y si la había estaba dispuesta a encontrarla. Preferiblemente, antes de casarse con Peter. Sin embargo, había más sorpresas cuando llegaron al ático. Paula, naturalmente. ¿Estaría condenada a ver a esa mujer cada vez que entrase en su casa?

Paula sonrió, aunque a Lali no le pasó desapercibido que la sonrisa era sólo para Peter. Pero se quedó a su lado mientras la ayudante recitaba una serie de reuniones, llamadas urgentes y contratos que requerían su atención. Esta vez no se marcharía, no le daría otra victoria.

¿Por qué le caía mal a la ayudante de su prometido?, se preguntó. ¿Por qué parecía caerle mal a todo el mundo?

Por fin, Paula se despidió y Lali dejó escapar un suspiro de alivio. Pero las puertas del ascensor se abrieron de nuevo y otro hombre, también de gran parecido con Peter, entró en el ático. Lali estuvo a punto de preguntarle a Peter cuánta gente tenía acceso a su casa, pero se mordió la lengua.

-Peter: Esto parece un hotel —bromeó él, como si hubiera leído sus pensamientos.

Mientras la desaprobación de Victorio había sido más o menos sutil, no había nada sutil en el gesto brusco del hombre al que Peter presentó como su hermano Pablo.

-Pablo: ¿Puedo hablar contigo un momento… a solas?

-Lali: No se preocupen por mí —dijo mientras se dirigía al dormitorio— Yo tengo cosas que hacer.

Mientras cerraba la puerta oyó la voz de Peter, enfadado, y vaciló un momento, preguntándose si debería escuchar la conversación… pero decidió no hacerlo. Suspirando, se volvió para mirar la habitación en la que Peter la había instalado cuando salió del hospital.

Sin saber qué hacer, se quitó los zapatos y se tumbó en la cama. El viaje no había sido agotador precisamente, pero le apetecía tumbarse un rato. Empezaba a dolerle la cabeza por la tensión y sólo quería cerrar los ojos durante unos minutos. Tal vez cuando despertase, con un poco de suerte, no habría más visitas en el apartamento.

Continuará…

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En un par de capítulos más, Lali ya recordará y  ya se descubrirá quién es el ladrón de la empresa (porque ustedes genias ya saben que NO ES LALI) jeje... :) asi que no se pierdan los capítulos que vienen!!

-Danú!! que lindo tenerte por acá!! ya era hora amiga!! jaja

Besotess a todasss 

:)