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sábado, 24 de marzo de 2012

Capítulo 31



Peter, arrodillado junto al catre, no despegaba la vista del rostro de Lali. Maldición, permanecía tan inquietante mente inmóvil, tan pálida... Pablo se había marchado hacía casi una hora en busca de un médico y del magistrado. ¿Cuándo demonios regresaría? Echó un vistazo al otro lado de la habitación, donde Rocío dormitaba con Rose entre sus brazos. Estaban agotadas, pero en buen estado. Ojalá hubiese podido decir lo mismo de Lali...

Le tocó la mejilla con una mano temblorosa. Tenía la piel suave como la seda. Era tan bella... y valiente. No cabía la menor duda de que le había salvado la vida a Rose. Dios, la amaba. Con toda su alma. No podía ni quería ya evitarlo. Quería amarla, decírselo, demostrárselo cada día durante el resto de su vida.
-Peter: Es lo único que importa —susurró, acariciándole la cara— Lo que ocurrió entre nosotros antes... Ya no tiene importancia. Me da igual por qué te casaste conmigo. Me da igual que quisieras ser duquesa, me da igual tener o no tener hijos. Sólo me importas tú. Si lo deseas, adoptaremos niños, tantos como quieras— La voz se le quebró y tragó saliva, paseando la mirada por el rostro de su mujer —Eres tan hermosa —prosiguió trabajosamente debido al nudo que tenía en la garganta— Dios, te amo, te amé desde el momento en que te vi salir de los arbustos dando traspiés. Te llevo en el corazón, en el alma. De hecho, eres mi alma. —El corazón le latía con tanta fuerza que el pecho le dolía— Por favor, abre los ojos —Agachó la cabeza y colocó su frente contra la de ella— No me dejes, Lali. Por favor, cariño. Por favor. Ni siquiera puedo imaginar lo que sería estar sin ti. No me dejes.

Lali oyó su voz desde muy lejos, como si se encontrara dentro de una cueva. «No me dejes...»

Peter. Ese nombre inundó su mente. Luchó por abrir los ojos, pero alguien le había cosido pesados sacos de arena a los párpados. La enorme debilidad que la embargaba contrastaba enormemente con el dolor agudo de su hombro. Pero tenía que decírselo. Tenía que hacerle saber su arrepentimiento, expresarle cuánto lo quería y explicarle que le había dicho todo aquello para protegerlo. Confesarle que la mera idea de abandonarlo le había hecho añicos el corazón.

Quería que él lo supiese, pero no tenía fuerzas para hablar. Su cuerpo, atormentado por el dolor, buscaba la inconsciencia, dejar de sentir. Haciendo acopio de energía, abrió los párpados a duras penas. Vio el rostro compungido de Peter encima de ella, y la sombría expresión de sus ojos le partió el alma. Sus miradas se encontraron y a él se le cortó la respiración.
-Peter: ¡Lali, estás despierta! —La tomó de la mano y se la llevó a los labios— Gracias a Dios.
Ella intentó hacer que sus labios resecos articularan las palabras, pero le sobrevino un mareo y la imagen de Peter se tornó borrosa y ondulante. Los párpados se le cerraban; no obstante luchó por mantenerlos abiertos, fijos en el rostro de su marido, pues temía que una vez que se le cerraran del todo ya nunca volvería a verlo.

Reuniendo todas sus fuerzas, logró pronunciar la palabra que más ansiaba decir.
-Lali: Peter.
Aunque su voz apenas era audible, él la entendió y le apretó con suavidad la mano.
-Peter: Estoy aquí, cariño. Todo irá bien. Descansa —susurró, y sus dulces palabras la envolvieron como una manta tibia y aterciopelada.

Tenía tantas cosas que decirle... Pero ella estaba agotada, maltrecha. Una punzada le provocó un espasmo, y acto seguido su mareo se agudizó. Pugnó por mantenerse despierta y lúcida, pero su visión periférica comenzaba a ennegrecerse. Un dolor intenso le recorrió todo el cuerpo. Los párpados cada vez le pesaban más, y se dio cuenta de que no podría decírselo todo. Pero había al menos una cosa que él debía saber.

Con la vista fija en él, intentó sonreír, aunque no supo si lo había conseguido o no.
-Lali: Te... amo —musitó. Los ojos se le cerraron. Oyó que él repetía su nombre una y otra vez, suplicante, pero la debilidad y el dolor la estaban venciendo.

Se alejó flotando hacia un lugar donde el dolor no existía.

--
Peter estaba sentado en los escalones que conducían a la entrada de la cabaña, sintiéndose vacío y desgarrado por dentro. Con la cabeza entre las manos, intentaba no pensar en lo peor, pero era imposible. Se sumió en la desolación.
-Peter: Por favor, Dios mío —susurró— no me digas que la he matado al traerla aquí.
El médico llevaba casi una hora con ella, y cada minuto que pasaba aumentaba un poco más la angustia que sofocaba a Peter.

El magistrado había llegado con varios hombres que se habían llevado el cuerpo de Benjamín. Peter, Pablo y Rocío habían respondido a sus preguntas. Sirviéndose de ésta como intérprete, Peter había explicado que Benjamín le enviaba cartas amenazadoras y que él había contratado a un alguacil de Bow Street para que lo localizara. Dejó que el magistrado creyese que el alguacil le había indicado el paradero de Benjamín. Cuando el magistrado se hubo marchado, Pablo se dirigió al pueblo a comprar provisiones.

Y Lali aún no había vuelto en sí.

Maldición, si ese médico no salía de ahí pronto, irrumpiría él mismo en la cabaña, lo agarraría del cuello y le obligaría a decir que Lali estaba bien. La puerta de la casita se abrió y Peter se puso en pie de un salto. El doctor y Rocío aparecieron en el umbral.
-Peter: ¿Cómo está? —preguntó ansioso, mirando alternativamente a uno y a otro. Sabía que ellos notarían el terror que no podía disimular.
—Descansando —contestó el médico en inglés con un fuerte acento francés.
Peter estuvo a punto de desplomarse.
-Peter: ¿No se va a... morir?
—Al contrario, pronostico que su esposa se recobrará por completo, aunque está débil y la herida le duele mucho ahora. Le he cambiado el vendaje y le he administrado una dosis de láudano.
Lali iba a recobrarse por completo. No iba a morir.
Peter apoyó la mano en la pared para mantenerse en pie.
-Peter: ¿Se ha despertado?
—Sí. Ha preguntado por usted y le he asegurado que estaba aquí fuera. Le he recomendado que se mueva lo menos posible, al menos durante una semana; pero en cuanto tenga ánimos podrá emprender el viaje de regreso a Inglaterra. —El doctor se quitó los quevedos y se los limpió con la manga— Es una joven excepcional. De complexión muy fuerte.
Peter por poco se echa a reír, cosa que creía que nunca volvería a hacer.
-Peter: Sí, en efecto, mi esposa es de lo más fuerte.
«Gracias a Dios», pensó.
—Puede verla ahora —le indicó el médico.
Peter no vaciló ni un instante.

Entró en la cabaña y cruzó la habitación, con una flojera incontrolable en las piernas. Lali yacía en la estrecha cama, en un rincón, bien arropada por las mantas.

Se arrodilló a su lado, estudiándole el rostro con ansia. Aunque estaba pálida, su piel ya no tenía aspecto ceroso. Su pecho subía y bajaba al compás de su respiración regular. Él extendió el brazo para apartarle de la frente una de sus ondas castañas. Una mezcla de alivio y cariño lo acometió con tanta fuerza que se quedó sin aliento.

Lali, la maravillosa e impredecible Lali, se pondría bien. Había dicho que lo amaba, y aunque esa declaración sólo hubiera sido fruto de su delirio, Peter estaba convencido de que significaba que había buenas perspectivas de sacar adelante su relación. Él conseguiría granjearse su amor, de un modo u otro. Por obra de algún milagro, ahora tenían una segunda oportunidad y, costara lo que costase, haría todo cuanto estuviese en su mano para convencerla de que olvidase el pasado y permaneciese a su lado. La quería demasiado y no estaba dispuesto a imaginarse una vida sin ella. Lali le pertenecía, y él dedicaría el resto de su existencia a demostrárselo.

Bajó la cabeza para apoyar la frente sobre las mantas y susurró las dos únicas palabras que pudo pronunciar:
-Peter: Te amo.

Esa noche, Peter, sentado a la mesa de madera, intentaba calentarse las manos sujetando una taza de té. El fuego que ardía en la chimenea bañaba el interior de la cabaña con una suave claridad. Lali aún no había despertado, pero su respiración se mantenía regular y no mostraba señales de fiebre. Rose dormía en el camastro del otro rincón, con Pablo y Rocío arrodillados junto a ella, hablando entre sí en voz baja.

Mientras tomaba un sorbo de té, Peter observó a Rocío. Era una mujer menuda, muy bonita, de cabello rubio y grandes ojos color avellana. Daba la impresión de ser una persona competente y discreta. Peter reparó en que tenía callos en las manos y trajinaba por la casa con la agilidad de una mujer acostumbrada a las labores domésticas. Evidentemente no era una dama adinerada ni de alcurnia.

Vio a su hermano acariciar con delicadeza la magulladura que Rocío tenía en la mejilla; Pablo tenía los labios tan apretados que habían quedado reducidos a una delgada línea. Rocío le atrapó la mano y le plantó un beso amoroso en la palma. El brillo de amor en sus ojos era inconfundible.

Pablo ayudó a Rocío a tumbarse junto a Rose y, cuando vio que estaba cómoda, él fue a sentarse a la mesa frente a Peter. Éste miró a su hermano, fijándose en su cojera pronunciada y en los cambios que había sufrido su aspecto. Tenía la cara más delgada, y unas arrugas profundas le enmarcaban la boca y le surcaban la frente. No vio en ese hombre tan serio el menor rastro del muchacho travieso que había conocido, y se le encogió el corazón al pensar en todas las vicisitudes que sin duda había padecido. Peter tenía tanto que decir, tantas preguntas que hacer, que no sabía por dónde empezar. Carraspeó y dijo al fin:
-Peter: Rose se te parece mucho.
-Pablo: Sí, es verdad.
-Peter: ¿Cuántos años tiene?
-Pablo: Dos —lo miró directamente a los ojos— Tu mujer le ha salvado la vida. Siempre estaré en deuda con ella por eso.
-Peter: Y tu mujer ha contribuido a salvarle la vida a Lali. Siempre estaré en deuda con ella por eso —se inclinó sobre la mesa para apretarle los antebrazos y se sintió gratificado al ver que su hermano correspondía a su gesto— No puedo creer que esté sentado aquí delante de ti, hablando contigo. No puedo creer que estés vivo. Dios mío, madre, Agustín y Eugenia se pondrán...
-Pablo: ¿Cómo están?
-Peter: Bien. Se llevarán una enorme sorpresa... y se pondrán eufóricos cuando te vean —Respiró hondo— Oí a Benjamín hablar con Lali y yo mismo hablé con él, así que ya sé más o menos lo que ocurrió, pero ¿por qué nos has hecho creer todo este tiempo que estabas muerto?
-Pablo: No me quedaba otro remedio. No podía arriesgarme a que Benjamín encontrase a Rochi y a Rose. Ponerme en contacto contigo, dar señales de vida, habría entrañado un gran riesgo para mí y para ellas. Y también habría significado ponerte en peligro a ti y a la familia.
-Peter: Unos soldados de tu regimiento declararon haberte visto caer en la batalla.
-Pablo: Y es verdad que caí. Una bala alcanzó a mi caballo y los dos nos vinimos abajo, pero, a diferencia de muchos otros, mi montura no me aplastó bajo su peso. Después de la batalla de Waterloo reinaba una gran confusión, con miles de soldados muertos y heridos desperdigados por doquier. Logré liberarme y deslicé mi reloj bajo el cadáver de un soldado muerto, un soldado que sabía que nadie identificaría.
Dio un apretón a los brazos de Peter y luego se reclinó en la silla.
-Pablo: Volví a casa con Rocío y Rose —prosiguió— Sabía que Benjamín estaría buscándolas para vengarse de mi traición... si es que había sobrevivido. Tuvimos que ocultarnos mientras yo averiguaba si estaba vivo o no. Pronto descubrí que lo estaba.
-Peter: ¿Cómo conociste a Lupita?
-Pablo: Me salvó la vida dos años atrás. Me habían clavado una bayoneta en la pierna. Lo siguiente que recuerdo es que cuando recobré el sentido tenía ante mí los ojos más bondadosos y amables que jamás hubiese visto. Ella me explicó que me había encontrado en el bosque, a unos tres kilómetros del escenario de la batalla. Supongo que me arrastré hasta allí, aunque no recuerdo haberlo hecho. Ella me cuidó hasta que me recuperé.
-Peter: ¿Por qué ayudó a un soldado británico?
-Pablo: Me contó que su hermano menor acababa de morir en la guerra y que, aunque yo era inglés, no quería que nadie más sufriera la pérdida de un ser amado ni quería tampoco que mi muerte pesara sobre su conciencia. Decidió hacer lo posible por ayudarme a restablecerme, y luego dejarme marchar —Enlazó las manos sobre la mesa y continuó— No teníamos la menor intención de enamorarnos, pero ocurrió. Después de dos semanas yo estaba lo bastante repuesto para reincorporarme a mi regimiento, pero no fui capaz de dejarla. Se negaba a casarse conmigo, pues temía que tener una esposa francesa me pondría en peligro, pero yo me empeciné. Viajamos hasta un pueblo que quedaba a varias horas de camino y nos casamos allí. Después de eso, me establecí en otra localidad, con un nombre falso. Quería alejarla de Benjamín, cuyo odio enfermizo a los británicos se había convertido en una manía peligrosa después de la muerte de Julien. La necesidad de mantener a Rocío a salvo se volvió aún más crucial para mí cuando supe que estaba embarazada —Miró durante unos segundos a su mujer e hija, que dormían plácidamente— Benjamín encontró la iglesia donde nos casamos y salió en mi busca. Quería matarme, y después localizar a Rocío y acabar con ella también. Logré convencerlo de que había abrazado la causa francesa, pues, después de todo, mi esposa lo era. ¿Cómo iba a ser fiel a Inglaterra? Para probarle mi lealtad, le prometí conseguir armas para él y para sus hombres.
-Peter: Y eso es lo que estabas haciendo aquella noche en el muelle —dijo— Pero las armas eran defectuosas.
-Pablo: Sí, salvo las que había colocado encima del todo en cada caja, por si se le ocurría probarlas, cosa que hizo —Se pasó las manos por la cara— Cuando te vi allí me entró el pánico. No podía explicarte la situación, ni dejar que Benjamín te viese; nuestra vida estaba en juego.
-Peter: Quiero que sepas cuánto me arrepiento del modo en que me comporté ese día, Pablo. Te taché de traidor y renegué de ti como hermano...
-Pablo: No podías saberlo, Peter.
-Peter: Hubiera debido confiar en ti, saber que tú nunca traicionarías a tu patria.
-Pablo: Creíste lo que yo quise que creyeras. Podría haberte revelado qué estaba ocurriendo en realidad, pero no quise arriesgarme a que alguien me oyese o te interrogase después. Yo habría dicho cualquier cosa, te juro que cualquier cosa, con tal de proteger a Rocío y Rose, aunque ello significara fingir ante mi hermano que yo era un traidor.
Peter posó la vista en Lali. Sí, él podía entender que el amor llegase a ser tan profundo.
-Pablo: Siento que por mi culpa, tú, madre, Agustín y Euge pasaran este último año de luto —murmuró— pero mientras no me ocupase de Benjamín no podía arriesgarme a regresar con la familia. Al matarlo me has liberado.
Peter se estremeció.
-Peter: Ese bastardo casi acaba con mi mujer —declaró— Lo mataría de nuevo si pudiera.
-Pablo: Tu esposa es muy valiente. ¿Llevan mucho tiempo casados?
-Peter: No, pero ella me ha cambiado la vida por completo —Levantó los ojos hacia Pablo y ambos intercambiaron una mirada de comprensión— Lo entiendes, ¿verdad?
-Pablo: Perfectamente. Rocío ha cambiado la mía.
Guardaron silencio durante unos segundos, y entonces Peter dijo:
-Peter: La noche que conocí a Lali me dijo que estabas vivo. Pero no la creí.
Pablo frunció el entrecejo.
-Pablo: ¿Cómo demonios sabía que estaba vivo?

Peter contempló el catre junto al fuego en el que yacía la mujer que le había robado el corazón y el alma. No tenía intención de restarle mérito a todo lo que Lali había hecho por él y su familia manteniendo en secreto su don de clarividencia... Porque eso es lo que era: un don. Se volvió de nuevo hacia Pablo y le contó lo verdaderamente extraordinaria que era su esposa.
Cuando hubo terminado, Pablo sencillamente se quedó mirándolo.
-Pablo: Eso es increíble.
Una vez más, la mirada de Peter se desvió hacia Lali.
-Peter: Sí, Pablo, la has descrito perfectamente. Mi mujer es increíble.

Y en cuanto ella volviese en sí, él se dedicaría a convencerla de que lo era.

Y de que su sitio estaba junto a él.

Continuará…

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Espero que les guste! 
+25 firmas y el siguiente...

HappinessLIP Ale yo también lo odio!! =P jeje 
LovexLaliyPeter Juli entrabas cada dos segundos!! jaja :) 

34 comentarios:

  1. mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas

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  2. haaaaaaaaaaaaaay me e-n-c-a-n-t-o sin duda una de las mejores nove que eee leido esxcelenteeeee escritora quiero mas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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  3. masssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

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  4. noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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  8. aaaah que emocionanteme vas a dar un infarto despues de esto!

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  9. divina la nove.......ojala sigas subiendo.. :)

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  10. Me ENCANTO =D
    Todos los capítulos de la nove estan increibles a pesar de que sean feos debido a las peleas y esas cosas pero es muy interesante la nove =)
    Quiero mas! :)
    espero que andes bien!
    un beso
    Juli♥

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  11. Esta novela esta increible cada capitulo es genial =)

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  12. haaaay por un momento pense que moria lali casi te mato cyberneticamente jajaja!
    maaaas :D

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  13. ayyyy que lindo capitulo!
    me encantò,mas noveeeeee
    besos
    @porLali_ITALIA

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  14. muy lindo el capitulo agora ya esta tdo aclarado solamente falta q lali vuelva en si no mas :D

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  15. Mas nove esta muy linda ya quiero a lali despierte y no se dame parece q la niña q lali veía morir etapa de pablo y ella hizo conjeturas me parece mas maratón maaassssss. Luz

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  16. Aaaww que amor tiene los dos por sus esposas! ♥_♥
    ME FASCINO!

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  17. Esta cada vez mejor auhhhhh.chiki_87

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  18. No podía actualizar,me seguía apareciendo el 30 como ultimo cap subido y decía no puede ser...pero finalmente LO CONSEGUÏ y esta más q bueno.Sigo leyendo porque me llevás mucha delantera!

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  19. X fin aclararon todo, los dos hermanos.Me hiciste tener un gran nudo ,en la garganta.

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