Capítulo 67

Lali rodó por la cama y se estiró, disfrutando de la alegría que había sentido al descubrir dónde estaba.

Tenía vagos recuerdos de la noche anterior, del hecho de haberse quedado dormida en el salón y de Peter subiéndola a cuestas por la escalera. ¡Ojalá no se hubiese ido sin despertarla! Pero allí estaba, de vuelta en la cama adecuada, con el recuerdo de la ternura de su marido en la memoria.

No tenía duda alguna de que esa misma noche reemprenderían sus relaciones físicas. Enrojeció y se colocó boca abajo sonriendo contra la almohada, imaginando las cosas que harían tras el largo período de abstinencia. Quería hacer de todo, de todo con él. La única pregunta era por dónde empezarían. Pensamientos vergonzantes. Se quedó allí tumbada durante un buen rato, aspirando la masculina fragancia de la almohada de su marido, deseando que estuviese allí por la noche.

La primera mitad del día transcurrió a ritmo lento. Lali tenía la extraña sensación, sin embargo, de que iba a ocurrir algo fuera de lo normal, y el sentido de la expectativa —casi de temor— no la abandonó, a pesar de no tener base racional, ¿Por qué todo parecía diferente? La incomodidad de Lali se vio confirmada poco después del mediodía, cuando Bess entró en el salón para decirle que Peter acababa de entrar en casa.

Dejó la costura y corrió hacia la puerta, consciente de que Peter no acudiría a casa a menos que se tratase de una emergencia.

—Peter: La, he recibido un telegrama en la redacción —dijo sin preámbulo alguno—. No tengo mucho tiempo para explicártelo... Tengo que partir dentro de unos minutos.

—Lali: ¿Partir? ¿Partir adonde?

—Peter: Virginia. —Echó un vistazo nervioso a su alrededor y la cogió del brazo, llevándola escalera arriba—. Vamos al dormitorio... me ayudarás a hacer las maletas mientras hablamos.

—Lali: ¿Por qué? ¿Qué ha ocurrido? —le preguntó sin aliento, intentando mantener a raya los mechones sueltos mientras subía la escalera.

—Peter: Las cosas se han complicado allí abajo. Mi medio hermano, Clay... Bueno, finalmente... ha muerto.

—Lali: Oh, Peter... Lo siento. ¿Cuándo es el funeral?

—Peter: Ha sido esta misma mañana.

—Lali: ¿Tan rápido? Apenas habrán tenido tiempo para prepararlo.

—Peter: Supongo que no habrán preparado nada especial —dijo con voz ronca apartándola de su lado en cuanto entraron en el dormitorio—. Maldita sea, ¿dónde metimos la bolsa de viaje marrón?

Lali se asomó a la puerta y llamó a Bess.

—Lali: Bess, ¿has visto la bolsa de cuero marrón con las iniciales del señor Lanzani? Creo que está bajo la escalera, junto a los troncos. —Se volvió hacia Peter—. No, no dobles así las camisas; se arrugarán. Déjame a mí. Y, por favor, deja de maldecir. Por todos los santos, ¿cuántas camisas te vas a llevar? ¿Tienes pensado quedarte mucho tiempo?

—Peter: No lo sé —respondió con el ceño fruncido mientras elegía las corbatas—. El telegrama era de mi medio hermana Alai. Al parecer, Victoria, mi madrastra, ha decidido dejarlo todo a su cargo y marcharse inmediatamente a Inglaterra.

—Lali: ¿El día después de la muerte de su hijo? ¿Y se va sin su hija? Eso no parece muy racional.

—Peter: Así es. Esa es Victoria. Nunca ha sido racional. Y jamás... Jamás se ha preocupado por nadie, ni siquiera por su propia hija. El único que le preocupaba era Clay, y ahora que ha muerto, nada la ata allí. Su familia está en Inglaterra, y probablemente la acogerán. —Hizo una mueca de hastío—. No hay que preocuparse por ella. Siempre cae de pie. Pero Alai se queda sola, con una plantación arruinada que vender y un centenar de decisiones que tomar.

—Lali: ¿Sola? ¿Qué hay de Nina?

Peter se detuvo, paralizado, y el silencio invadió la habitación. La miró, con una mirada penetrante, como si pretendiese ver qué se escondía tras sus ojos. Bess entró en la habitación cargada con la bolsa marrón.

—Lali: Déjala encima de la cama, por favor —dijo en voz baja, sosteniéndole a Peter la mirada sin parpadear, pues era consciente de que lo que él intentaba era hacerse una idea de cuánto sabía.

—Peter: ¿Qué sabes de Nina? —preguntó sin rodeos cuando Bess salió de la habitación. Al parecer, no tenía tiempo para sutilezas.

—Lali: La mencionaste en sueños un par de veces. —¿Cómo has podido? ¿Cómo has podido mantener en secreto lo que hubo entre vosotros?, quiso gritarle, repentinamente furiosa. ¿Por qué no había sido sincero con ella? Apenas pudo creer lo que dijo a continuación, con voz tranquila y curiosa—: Supuse que era tu cuñada. ¿O se trata de algún otro oscuro secreto que no quieres desenterrar?

—Peter: Es mi cuñada —respondió cortante, y volvió a concentrarse en sus corbatas.

—Lali: ¿Qué respondes a mi pregunta? ¿No está ella con Alai?

—Peter: Probablemente. ¿Puedes doblar estos pantalones? Sí, Nina está con Alai, pero con toda seguridad se irá a vivir con sus parientes. Así que es por Alai por la que hay que preocuparse.

—Lali: No tenía intención de preocuparme por nadie aparte de Alai —dijo fríamente. Sabía que mientras ella doblaba con cuidado los pantalones, Peter le estaba dedicando otra de sus escrutadoras miradas—. ¿Qué tienes pensado hacer? ¿Vender la plantación y después...?

—Peter: Es muy joven, La. Y nunca ha tenido nada parecido a una madre a su lado. Victoria no le prestaba atención. Supongo que le comentaré a alguno de los miembros de la familia Price en Raleigh si pueden hacerse cargo de ella. Pero mi padre era el marginado de la familia, y las cosas están como están, así que no acogerán con los brazos abiertos a su hija. Tal vez pueda encontrar un internado...

—Lali: ¿En el Sur? —preguntó al sentir un indeseado sentimiento de empatía por Alai. Peter no lo sabía, pero ella había leído todas las cartas de Alai, había llegado a conocer a aquella chica a través de su cuidadosa e infantil escritura, y sintió lástima por ella. Debía de ser aterrador estar sola a esa edad—. ¿Y con quién pasará las vacaciones? ¿Hay alguien en el Sur o está completamente sola?

—Peter: ¿Qué importa eso? —preguntó sin evidenciar expresión alguna, y Lali suspiró, dobló otros pantalones y frunció el ceño con indignación.

—Lali: Lo preguntas como si no supieses la respuesta. Sabes perfectamente que sería más práctico encontrar un internado por aquí cerca. Algo accesible, y así podrías tenerla controlada. Es tu hermana, no pondría ninguna pega si quisieses que nos visitase durante las vacaciones.

Eso supondría trabajo y preocupaciones adicionales, y Lali prefería que no hubiese nadie alrededor para inmiscuirse en su relación con Peter. Pero ¿cómo iba a negarse a que Alai ocupase un pedazo de la vida de su marido? ¿Tenía algún derecho a entrometerse entre ellos? Por supuesto que no. Y si ella no se lo tomaba con filosofía, él podría enfadarse con ella por mostrarse inflexible.

—Lali: ¿Por qué no la traes al Norte? —dijo tranquilamente, y supo al instante que eso era justo lo que él quería escuchar.

—Peter: Gracias.

Continuará...

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Me parece que se nos viene otro factor desencadenante!! ustedes q dicen??... :o

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