Paralizada, Lali observó cómo Peter se hacía con una
manta empapada que había en el suelo y subía los escalones. Nadie movió un dedo
para detenerlo.
—Lali: No —dijo, aunque no con la suficiente fuerza para
que le oyese, a medida que se acercaba a aquel infierno—. ¡No!
Si Peter oyó su grito, lo ignoró por completo, pues
desapareció en el interior de la casa en llamas.
Cuando intentó dar un paso hacia delante, su padre la
detuvo, susurrándole al oído que todo el mundo los estaba mirando. Le costaba
respirar, tenía un nudo en la garganta; su corazón latía con tanta fuerza que
le dolía el pecho. En algún lugar dentro de la casa se escuchó un poderoso
estruendo, el sonido de otro pedazo de techo al caer. Su padre apoyó una mano
sobre su brazo al notar su estremecimiento. No apartaría la vista de la puerta
hasta que Peter apareciese. Dio la impresión de que pasaban horas, pero aun así
no hubo signo de Peter.
—Lali, ¿qué sucede? —Escuchó la voz de Benjamín y se
volvió. Parecía exhausto, pues respiraba con dificultad y no dejaba de estirar
los músculos de sus hombros.
—Lali: El... Yo... El señor Lanzani está ahí dentro —dijo
escuetamente—. ¿Es que no te preocupa?
—Benja: ¿Preocuparme? —repitió aferrándola por los codos
y mirándola de frente. La confusión y la irritación se entremezclaban en sus
ojos—. A todos nos preocupa... pero a nadie tanto como a ti. ¿Por qué, Lali?
—Lali: ¡Es un ser humano! ¿Por qué a nadie parece
importarle lo que pueda sucederle? ¿Es que nadie lo entiende?
La voz de Benjamín sonó tranquila y mordaz cuando le
respondió.
—Benja: Tú eras una niña durante la guerra... Eres tú la
que no lo entiende. Dios mío, ¿sabes todo lo que nos hicieron los rebeldes
durante la guerra? ¿Sabes las cosas que nos hicieron en aquellas horribles prisiones?
Nos trataron como animales, nos dejaban morir sin darnos comida ni medicinas...
Oh, no, yo no quiero olvidar ni perdonar. Y por lo que respecta a ese
confederado en particular... Tal vez sea guapo y encantador como el mismísimo
diablo, pero bajo la superficie es tan indeseable y sucio como todos los de su
clase. No se merece que nos preocupemos por él.
—Lali: Pero ellos no fueron los únicos. También he oído
hablar de lo que los soldados de la Unión hicieron a los sudistas —dijo enjugándose
las lágrimas que le corrían por las mejillas—. Les quemaban las casas y los
campos, y les hicieron cosas a sus mujeres que...
Benjamín no movió un solo músculo.
—Benja: ¿Qué estás diciendo? —le preguntó con cara pétrea
y los ojos encendidos.
—Lali: No creo que se tratase de una guerra entre buenos
y malos...
—Benja: Estás conmocionada por todo esto —interrumpió con
frialdad— es por ese motivo por lo cual voy a olvidar esta conversación. No
intentes pensar en cosas que van más allá de tu entendimiento, Lali. Si hubieses
luchado en la guerra sabrías el tipo de gente que son esos sudistas, y te
aseguro que los odiarías. Y si fuese tú, dejaría de preocuparme por tu infame
rebelde, porque lo único que podría sacarlo con vida de esa casa es un milagro.
Lali se mordió el labio cuando Benjamín se alejó. ¿Por
qué de repente todo el mundo le parecía ajeno? Benjamín, su padre, el pueblo al
completo... Lo único que tenía claro era
que Peter estaba dentro de la casa en llamas y que le preocupaba con auténtica
desesperación lo que podría sucederle. No le importaba quién era o qué había
hecho en el pasado: no quería que muriese.
Presionó las palmas de las manos contra sus sienes para
intentar aplacar el terrible dolor de cabeza que sentía y miró hacia el fuego.
Apreció movimiento en la puerta. Peter salió por ella, se
deshizo de la manta y apretó con fuerza la caja blanca. Un nuevo pedazo del
tejado y varias paredes se desplomaron a su espalda. La multitud lo miró sin
decir palabra, y algunos se apartaron a su paso. Su rostro, su pecho y sus
brazos estaban cubiertos de hollín. Miró con cautela a los que le rodeaban y
después caminó hacia Emerson y le entregó el manuscrito.
—Gracias —dijo Emerson, asintiendo y aceptando la caja
con un gesto parecido al de una partera que recibe a un recién nacido—. Estoy
en deuda con usted...
—Peter: No lo está. Esto no significa que esté de acuerdo
con usted o con sus opiniones más de lo que lo estaba antes —dijo con
brusquedad, y se apartó cojeando hasta llegar a los árboles que crecían cerca del
jardín trasero de la casa.
Lali bajó la vista para ocultar sus sentimientos, pues la
sensación de alivio casi pudo con ella.
Capítulo 21
A medida que se aproximaba la mañana, la gente del pueblo
empezó a organizar las cosas que había en el jardín y a recoger los papeles,
las cartas y las notas que el viento había desperdigado sobre la hierba.
Disimuladamente, Lali miró hacia el lugar por donde Peter se había ido y lo
siguió cuando nadie la observaba.
—Lali: No debería haberlo hecho —dijo con vehemencia al
tiempo que le alargaba un cazo con agua. Él lo tomó y bebió con ansia; el agua
le corrió con el pecho y la camisa. Ella se acuclilló a su lado y sacó un
pañuelo, dudando durante unos segundos antes de usar una punta para limpiarle
el mentón. Peter descansó la cabeza en el tronco y la miró con cautela—. Un
puñado de papeles no merecían que usted perdiese la vida —prosiguió Lali con el
mismo tono severo—, sin importar lo que se haya escrito en ellos.
—Peter: Hay alguien que no estaría de acuerdo con eso...
—respondió con voz rasposa, y después empezó a toser.
—Lali: Eso es ridículo —replicó ella con mordacidad; sus
ojos color avellana resplandecían. Ahora le limpiaba la cara con mayor
confianza.
Peter habría sonreído ante semejante muestra de cuidado
de no haberse sentido totalmente agotado. Se preguntó si ella sería consciente
del aspecto que tenía allí, a su lado, limpiándole las mejillas.
—Peter: Hace mucho tiempo que nadie me limpiaba así —dijo
con voz ronca.
—Lali: ¿Cuánto?
—Peter: Hará unos veinte años. Mi madre casi me borraba
la cara de tanto como la frotaba.
Lali dejó de frotar.
—Lali: Cierre los ojos —dijo tranquilamente, y limpió el
hollín que los rodeaba—. ¿Por qué ha arriesgado su vida? Debería usted haberse
quedado en casa —dijo, y él la agarró por la muñeca con una de sus grandes
manos.
—Peter: Ya está bien.
Ambos sabían que no se estaba refiriendo al pañuelo. Sin
embargo, ella dejó que el pañuelo colgase de su mano y no se resistió hasta que
él la soltó.
—Lali: ¿Por qué todo lo que tiene que ver con usted es
tan misterioso?
—Peter: No hay misterio alguno...
—Lali: Nunca ha querido contarme nada sobre su vida.
—Peter: ¿Qué es lo que desea saber? —preguntó frunciendo
el ceño.
Ambos permanecieron en silencio durante unos segundos.
Lali sabía que estaba pisando terreno prohibido.
—Lali: ¿De dónde es usted exactamente, de qué lugar de
Virginia? ¿Y a qué se dedicaba su padre?
—Peter: Soy de Richmond. Mi padre era abogado. Tuvo que
dejar de ejercer y dedicarse a la plantación de la familia en el condado de Henrico.
—Lali: ¿La plantación de los Lanzani?...
—Peter: Los Price. El nombre de mi padre era Haiden
Price. Nunca viví con los Price en la plantación. Vivía en un hotel de Richmond
con mi madre, Elizabeth Lanzani.
—Lali: Su madre y su padre... ¿no llegaron a casarse?
—Peter: No. Ella era una prima lejana que conoció a mi
padre durante una visita familiar. Él ya estaba casado. La instaló en Richmond
al descubrir que la había dejado embarazada. Como es lógico, nadie de la
familia quiso saber nada de nosotros.
Lali se preguntó cómo habría sido para él crecer en un
hotel, caído en desgracia sin haber hecho nada para merecerlo.
—Lali: ¿Su padre iba a visitarlo?
—Peter: De vez en cuando. Iba para comprobar si vestía
del modo adecuado y si estaba recibiendo una buena educación... Eso fue todo lo
que hizo por su hijo ilegítimo. Me enviaron al extranjero cuando cumplí los
dieciocho, pero un mes después de que me fuese, Carolina del Sur declaró la
secesión y... bueno, ya conoce el resto de la historia.
—Lali: ¿Y después de la guerra...?
—Peter: Acudí a la plantación como un maldito estúpido,
creyendo que no les irían mal otro par de manos para ayudar. Y es cierto que
necesitaban ayuda. Pero no mi ayuda.
—Lali: ¿Cómo... cómo murió? —le preguntó, pero él negó
con la cabeza en silencio negándose a responder. El la miró con un deje retador
en los ojos—. ¿Por qué vino aquí?
—Peter: No puedo decírselo.
—Lali: ¿Por qué no? ¿Acaso no lo sabe?
—Peter: Porque no quiero decírselo.
Ella sonrió de repente.
—Lali: Es usted muy terco.
Él se relajó y cerró los ojos.
—Peter: Supongo que tiene razón.
—Lali: Hizo que me temblasen las piernas cuando volvió a
entrar en la casa —dijo en tono reprobatorio—. ¿Por qué lo hizo? ¿Quería
demostrar algo?
—Peter: Quería preservar el manuscrito de Emerson para la
posteridad —respondió imitando con tal perfección el modo pomposo con el que
hablaba Bronson Alcott que casi la hizo reír.
—Lali: No diga tonterías.
—Peter: No le temo al fuego, y parecía evidente que todos
aquellos que podían ir a buscar el manuscrito sí lo temían.
—Lali: ¿Por qué no le da miedo?
—Peter: Cuando has sufrido lo peor, ya no hay nada que
temer.
Aquellas palabras, dichas con aquella suficiencia, la
conmovieron. Lali no pudo dejar de limpiar el hollín que se había acumulado en
su frente. El no dijo nada respecto al amable roce de su mano.
—Lali: ¿Lo peor? ¿Qué fue eso «peor» que le ocurrió a
usted?
—Peter: Cuando era adolescente, el hotel se incendió. Yo
volvía tarde después de una noche de... ¿Cómo lo diría...? Una noche de
comportamiento poco caballeroso, y vi el humo a kilómetros de distancia. Mi
madre estaba durmiendo en el piso de arriba. No llegaron a tiempo.
Ella murmuró algo inaudible. Deslizó los dedos
ligeramente varias veces por entre los mechones de su pelo negro.
—Peter: ¿La? —dijo tras unos cuantos segundos de
silencio. Su voz tenía un matiz soñoliento debido a los efectos del cansancio
unido a las caricias de Lali.
—Lali: ¿Humm?
—Peter: Sigo muy enfadado con usted por haber entrado en
la maldita casa.
—Lali: Tenía que hacerlo. Usted lo hizo.
—Peter: Son cosas diferentes —respondió alzando las
oscuras pestañas para mirarla. Lali apartó de golpe la mano como si algo la
quemase—. Tengo más experiencia en lo que a cuidar de mí mismo se refiere.
Ella frunció el ceño.
—Lali: Peter... ¿Cree usted que soy una niña?
—Peter: No. Ojalá lo fuese.
—Lali: ¿Porqué?
—Peter: Porque no sentiría lo que siento por una niña.
Peter se inclinó hacia delante y rozó con las puntas de
los dedos la curva de su cuello. Antes de que Lali se diese cuenta, la atrajo
hacia sí y se sintió rodeada por el aroma de su piel desnuda.
—Peter: Lali —susurró, y ella se estremeció ante el
sonido cautivante de su voz—, no debería haber venido hasta aquí.
—Lali: Tenía que comprobar si se encontraba bien.
—Peter: No debería haberlo hecho.
¿Cuándo, con anterioridad, la había abrazado con tanto
cuidado, de un modo tan posesivo? Parecía disfrutar del mero hecho de sentirla
contra su pecho. Provocaba cierto mareo sentirse deseada de ese modo. Su manera
de tocarla era diferente, especial, y durante un terrible segundo se preguntó
por qué no podía ser así con Benjamín. Los abrazos de Benjamín eran familiares
y confortables, pero nunca le habían hecho sentir que crecía en su interior una
dulce y cálida corriente de disfrute.
¿Deseaba a Peter porque era algo prohibido? Apretó con
fuerza los restos de su camisa.
—Lali: ¿Qué me está pasando? —susurró.
—Peter: Nada. Eres una mujer... y quieres que te
necesiten. —Sonrió ligeramente—. Necesitas que te deseen.
—Lali: Pero Benjamín siente eso por mí...
—Peter: ¿Entonces por qué está empeñado en cambiar lo
mejor de tu carácter?
—Lali: ¿Lo mejor? —repitió con incredulidad—. Mi
temperamento...
—Peter: Me gusta tu temperamento.
—Lali: Y lloro...
—Peter: Eres sensible.
—Lali: Y no dejo de soñar despierta...
—Peter: Tienes imaginación —la corrigió con tacto—. No me
gustaría que cambiases nada de eso. Excepto una cosa. No pareces sentirte
amada, Lali... No pareces satisfecha.
El dolor que notó en su pecho la obligó a apartar la
mirada.
—Lali: No diga eso. Tenía usted razón, no debería haber
venido...
—Peter: Pero lo has hecho. Y ambos sabemos por qué.
Quieres que vuelvan a rescatarte.
Sus palabras lo sorprendieron.
—Lali: ¿Q-qué?
—Peter: Finge que eres mía —prosiguió, abrazándola—. Solo
durante unos segundos. Finge que nunca ha habido nadie más que yo, que soy yo
con quien estás prometida. Hazlo por mí... Jamás volveré a pedírtelo.
Era su fantasía secreta. ¿Cómo había podido él
descubrirlo?
Intentó pensar en Benjamín, pero su imagen se borró como
el humo, y algo sobre lo que ella no ejercía control alguno la impulsaba a
inclinar la cabeza y a fundir sus labios con los de Peter. El la besó muy
despacio, apasionadamente, haciendo desaparecer el resto del mundo. Fue tan
cálido, tan dulce... Lali olvidó que no era a Peter a quien pertenecía, olvidó
que no estaba bien desearle. Arrastrada por la magia de su beso, la realidad se
le escurrió entre los dedos.
Peter se inclinó hacia delante hasta apoyar a Lali contra
la superficie de la roca, colocando el antebrazo bajo su nuca. Ella pudo ver
los primeros destellos del sol en el cielo, y supo entonces adonde iba a
llevarles estar tan cerca si no lo detenía e intentó librarse de su abrazo.
—Peter: No. Todo está bien. No te preocupes —murmuró él
contra su cuello, apreciando el sabor de su piel.
Continuará...
__________________________________________________________
mmmmmmmm.... :O
próximos caps IMPERDIBLES!!!
Noooooooo nos dejes asi!
ResponderEliminarNOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO MALVADA!!! ME LO DEJAS PICANDOOOOOOOOOOOO @LuciaVega14
ResponderEliminarNO SEAS CRUEL DANIII SUBI UNO MASSSS, POR FAS, TE LO RUEGO, TE LO SUPLICO, TE LO... RUEGO(? JAJAJAJAJAJ
ResponderEliminarQue cruel! Nos vas a dejar así?
ResponderEliminarAMO a este Peter, es tan ahssgdhjsfkh.
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Vos queres qe yo me qede con la intriga cuando Lali esta tan tierna con Peter y el esta tan ejlqedjlwejlwidl ♥ POR FAS!!!!
ResponderEliminarno qe eso fue injusto otro!! jijijiji :$
ResponderEliminarMAS NOVE MAS NOVE MAS ME ENCANTA
ResponderEliminar@DaniiVasqueez
massssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss
ResponderEliminarNooo!!! Por favor no me dejes con la duda
ResponderEliminarMas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee! no nos dejes asi
ResponderEliminar@suugustinaa
NO PODESS! subi mas nos dejas mega intrigadisimaas please te lo rogamos estaa buenisimaa la novee para mi que lali ya se enamoro de peter *-*
ResponderEliminar@mf_lazaro
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ResponderEliminarLali porq no aceptas la realidad a quien deseas es a Peter,las miradas venden,el cuerpo traiciona no todo puede ser gobernado por el cerebro,JAJA#Q es un gran amor?Es vivir tranquila?o es sentir q se mueve tu piso?Q no podes despegar tus ojos y tus manos de esa persona?
ResponderEliminarSe deja llevar x la dulzura d Peter.
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