Lali tenía sus propios problemas con los que lidiar.
Estaba en el pasillo cuando empezaron a llegar los
muebles y desplegaron los rollos de papel para las paredes, y no dejó de dar
vueltas mientras la acribillaban a preguntas.
—Señora Lanzani, ¿dónde tenemos que colocar esta mesa?
—Señora Lanzani, ¿este papel va en la primera habitación
del segundo piso, o en la segunda habitación del primer piso?
—Señora Lanzani, lamento molestarla, pero ¿quiere que el
sofá vaya apoyado en la pared o en el centro de la estancia?
—Lali: ¡Un momento! —gritó alzando las manos para
detenerlos. Respiró hondo, los miró a todos a la cara y dijo a toda prisa—: Esa
mesa va entre las dos sillas tapizadas de terciopelo en el salón. El papel:
primera habitación, segundo piso. Sofá contra la pared. Los adornos tendrían
que ser color crema.
En cuanto el grupo se dispersó, aparecieron dos hombres
más cargados con paquetes.
—Señora Lanzani...
—Señora Lanzani...
Si alguien más pronunciaba su nombre, ¡se echaría a
gritar!
—Señor Lanzani, ¿quería verme?
—Peter: Sí —dijo dejando su pluma sobre la mesa y
descansando los antebrazos—. Siéntese, Bartlett.
—Sí, señor.
—Peter: ¿Recuerda la discusión que mantuvimos acerca de
realizar entrevistas personales?
—Sí, señor.
—Peter: Se trata de algo nuevo en este negocio y nadie
las hace realmente bien; excepto el Sun de Chicago y, tal vez, el Tribune de
Nueva York. Pero las entrevistas van a convertirse en algo fundamental para el
Examiner, Bartlett. A la gente le gusta leer sobre otra gente.
—Recuerdo que me dijo...
—Peter: Y cuando usted las realiza, su trabajo resulta
bastante... satisfactorio. Por eso le encargué que entrevistase al alcalde
Shurtleff.
El joven se removió incómodo en su asiento al sentir la
fiereza de la mirada de Peter.
—Señor, me gustaría decirle que...
—Peter: Lo que tal vez no recuerde, Bartlett, es otra
cosa que también le dije.
—¿A qué se refiere?
—Peter: A la gente no le gusta leer noticias pasadas. —se
detuvo y dio una palmada sobre la mesa para crear un efecto, provocando que
Bartlett saltase de su silla. Peter no dudaba a la hora de ponerse un poco
teatral para llegar a donde quería. —Maldita sea, todo el mundo sabe que
Shurtleff fue a Harvard. Todo el mundo sabe que abrió varias calles por aquí y
por allí. Todo el mundo sabe que pertenece a casi todas las sociedades
históricas del estado. ¿Qué sentido tiene, maldita sea, escribir sobre eso?
Tras leer la entrevista que me entregó, queda claro que no le preguntó por qué
le dedica más tiempo a la historia que a crear un departamento de bomberos
decente. ¿Por qué no hace algo con los parques públicos? ¿Qué opina del acta
Morrill Tariff y lo que se ha hecho con los pobres? ¿Qué opina de la actitud de
los bostonianos respecto a la legislación de Reconstrucción? ¡No le hizo esas
preguntas!
—Pero, señor... Había otras personas presentes en la
sala.
—Peter: ¿Y qué tiene eso que ver —preguntó perdiendo la
paciencia— con lo que acabo de decir?
—Un caballero no haría que otro caballero se sintiese
incómodo en público.
—Peter: Bartlett —gruñó—. ¡Dios bendito! Su trabajo
consiste en eso. ¿Es que no lo entiende...? No, es obvio que no. —Suspiró,
recapacitó durante unos segundos, y después volvió a mirar al amedrentado
reportero—. De acuerdo. Esto sí lo entenderá. Vuelva a ver a Shurtleff y dígale
que hay un par de cuestiones que quiere aclarar...
—Pero...
—Peter: Si es necesario, recuérdele que lo último que
necesita es publicidad negativa. Y cuando hable con él, pregúntele sobre el departamento
de policía, o sobre el acta Tariff, o sobre cualquier tema igual de
controvertido. Si no regresa con una respuesta para alguna de esas incómodas
preguntas, solo una, le bajaré el salario en un diez por ciento. ¿Ha quedado
claro?
—¡Sí, señor!
—Peter: Ahora, váyase. Y por ese diez por ciento, será
mejor que haga esas malditas preguntas.
Ahora que la casa ya estaba prácticamente arreglada y
había contratado todo el servicio, que incluía un cochero, un cocinero, dos
criadas y un mayordomo, Lali disponía de un montón de horas libres.
En una de sus expediciones de compra había conocido a una
mujer que la invitó a una conferencia con aperitivos, organizada por el club
Mujeres de Nueva Inglaterra. Disfrutó tanto en ese encuentro que empezó a
acudir a otras reuniones y charlas sociales.
Oh, ¡qué diferentes eran de las reuniones de clubes a las
que había asistido en Concord! La moda, los escándalos pueblerinos o los
asuntos amorosos jamás eran tratados en los salones de Boston. Allí, las
mujeres hablaban de literatura y política, escuchaban las conferencias que
daban las figuras sociales y los educadores y discutían —con mucha educación,
por descontado— sobre los aciertos, los errores y los cambios que conllevaría
el futuro. Lali escuchaba siempre con total atención, entusiasmada tanto por un
debate entre dos profesores de Harvard como por el monólogo de algún estadista
extranjero, que no paraba de hablar mientras todos comían pastel y bebían té en
tazas tan exquisitas como conchas marinas.
Sedienta de conocimiento, a Lali le encantó comprobar que
podía sorprender a veces a su marido con sus ideas.
De vez en cuando, Peter invitaba a Pablo a cenar con
ellos, por lo general en días que habían trabajado hasta muy tarde.
Tras la primera ocasión en la que Peter apareció con el
inesperado invitado, Lali habló con su marido y le dijo que no le gustaba que
no avisase con antelación y, además, le dijo que no le agradaba especialmente
la compañía de Pablo Martínez.
Peter replicó explicándole que Pablo no tenía esposa que
cuidase de él, y que desde que había dejado de cenar con su familia, comía
cualquier cosa y, además, tenía que hacerlo solo. Eso hizo que Lali sintiese
algo de lástima por Pablo, y algo de culpa por no quererlo allí, por lo que, a
partir de entonces, se esforzó por mostrarse hospitalaria con él.
Las ocasionales cenas con Pablo fueron mucho más
agradables que la primera que compartieron en Parker House. Pablo se acostumbró
a la desinhibición que Lali mostraba con su marido y a su sincero interés por
el periódico, por lo que aprendió a disfrutar de sus discusiones con Peter.
Relatándole retazos de noticias que la dejaban con la boca abierta, Pablo la
hacía reír con su cortante humor.
Empezó a mostrarse más relajado a su lado, menos
cauteloso y más generoso con sus sonrisas. Así que, a veces, cuando Lali le
contaba a Peter algo que había oído en una conferencia a la que había acudido o
algún acontecimiento relacionado con sus clubes, si le echaba una mirada a Pablo
descubría que él la miraba con total concentración.
Para Lali, Pablo era un misterio. A pesar de su
impresionante legado y su distinguido apellido, parecía no tener hogar ni
familia; estaba solo, tal como lo había estado Peter antes de casarse con ella.
Y al ser consciente de ello, Lali le ofreció su tímida simpatía, lo que
consiguió ablandarle un poco más en su trato con ella.
Fue gracias a la influencia de Pablo —a pesar de que él
no dijo nada ni aceptó el agradecimiento de Lali— por lo que la invitaron a
ella y a Peter a una de las cenas con baile para celebrar la elección del nuevo
comisario de la ciudad. Oficialmente, semejante evento requería de un año de
establecimiento en Boston, por lo que una invitación tan exclusiva no habría
incluido a dos recién llegados. Una noche, Pablo se presentó a cenar con dos de
las anheladas invitaciones en el bolsillo, y se las entregó a Lali en cuanto se
sentaron a la mesa.
—Lali: ¡Oh, señor Martínez! —exclamó radiante sin apartar
los ojos de las invitaciones—. Qué amable de su parte... qué considerado y...
Bueno, ¡no sabía que fuesen transferibles! ¿Cómo ha conseguido que...?
—Pablo: Lo he hecho por puro egoísmo —admitió encogiéndose
de hombros—. Tengo la suficiente experiencia con este tipo de veladas para
saber cuándo una de ellas tiene pinta de ser una auténtica pesadez. Lo he hecho
para que alivien ustedes mi aburrimiento.
Lali miró a Peter con una sonrisa y le pasó las
invitaciones.
—Lali: ¿Debemos aceptar el regalo aunque él admita
haberlo hecho con segundas intenciones? —preguntó, y Peter le guiñó el ojo al
tiempo que respondía:
—Peter: Yo no sé tú, cariño, pero yo pienso hacer caso
del dicho: a caballo regalado...
Continuará...
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Cap!!!
MAÑANA MARATÓON!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! :D
yo pense que era hoy :( pero bue espero mas manana gracias por avisar @novesdierentes
ResponderEliminarPablo se está dulcificando .Espero k no traiga problemas xk se enamore d LAli.Así k reclamo una pareja para él.
ResponderEliminarMe encanta como LAli se ha integrado totalmente.
ResponderEliminarPablo cada vez me resulta más extraño,sospechoso!
ResponderEliminarAaa yo qeria mas caps hoy jajaj espero qe pablo.no traiga problemas.. Es qe Lali y peter son mas lindos juntos :DD
ResponderEliminarBesotee y espero mas caps pronto,,
Arii - @AriadnaAyelen
MAAS!
ResponderEliminarYo tambien creo qe talvez se enamorará de Lali
Algo me dice que Pablo se enamora de Lali, espero que Peter este alerta y me gusta que Lali se haya adaptado.
ResponderEliminarPor fin te firmo luego de mucho tiempo ando en casa de hermana y tengo compu, sabes que te leo desde el cel.
@Masi_ruth
Pensaba k el maraton era hoy.....desilusion!!!
ResponderEliminarMaaaaaaaaaaaaaaas
Estoy deseando saber qué pasará! :D
ResponderEliminarMil gracias por promocionar mi blog ^^
Besos :3
http://fanficslibros.blogspot.com/
Adal. ¿Puedes poner la forma fácil d comentar?.Nombre/URL ,y sin verificación d palabras ,d la forma en k lo tienes ,no puedo dejar el comentario.Gracias.
EliminarEsta muy buena haha quiero mas espero la mAraton ;)
ResponderEliminarMaratooooooooooooooooooooonn!!!!!:)
ResponderEliminarMe encanta!! Pablo no será un problema para la pareja no?? Más!
ResponderEliminarmas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeee!
ResponderEliminarhaa qe ira a pasar con pabl¿? mass!! :$
ResponderEliminarMmmm... espero que el acercamiento de Pablo no traiga problemas aunque no creo pero por las dudas :| una nunca sabe jajaja muchas gracias por subir cap!!!! me re gusta que Peter no sea como los otros hombres eran con Lali que no la dejaban opinar o participar -.- me encantoooo @LuciaVega14
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