Peter la estaba esperando en su dormitorio, vestido con
ropa limpia, con el pelo todavía húmedo y brillante. Se miraron a los ojos, sin
sonreír, y entre ellos se estableció una corriente de señales invisibles. Peter
estaba tenso. Ella estaba furiosa. El se preparó para resistir, y ella también.
Bajo todo eso, yacía una sobrecogedora sensación de
frustración. No habían hecho el amor desde hacía semanas, y todos los canales
de comunicación que habían mantenido siempre abiertos ahora estaban cerrados.
La mezcla del deseo y la rabia formaba una frontera entre ellos.
—Lali: Preferiría hablar en la biblioteca —dijo tensa—.
Será más difícil que nos oigan.
—Peter: Supongo que tienes pensado ponerte a gritar—dijo secamente.
—Lali: Espero que no sea necesario. Pero si no quieres
escucharme, entonces tendré que hacerlo. Y si tienes la intención de tomarte
esto a la ligera y reírte de mí, entonces saldré por la puerta y no regresaré
hasta que ella haya salido de esta casa.
Cualquier rastro de bueno humor desapareció del rostro de
Peter.
—Peter: Intentaré aceptar sus sentimientos, señora
Lanzani... si tú aceptas los míos. ¿Bajamos a la biblioteca?
El atardecer teñía la biblioteca de tonos rosados que se
mezclaban con la luz de las lámparas.
Peter se sirvió una copa, y al ver que Lali le tendía la
mano, le sirvió una aguada versión de lo mismo. Lali recibió de buen grado el
calor y el efecto sedante del licor, y dio un trago tras otro hasta notar que
sus dientes ya no golpeteaban el cristal del vaso al beber. Cerró los ojos y
esperó a que el licor se asentase en su estómago, después miró a su marido con
una indescriptible mezcla de emociones.
—Lali: ¿Cómo has podido traerla aquí?
—Peter: No me dijo que vendría con nosotros hasta que fue
demasiado tarde para hacer otra cosa. Pero la mañana en la que nos íbamos...
—Lali: Alai ya me ha contado los problemas que ha tenido
con su familia —dijo—. Una lástima. Tengo mucho en común con los parientes de Nina:
yo tampoco quiero que viva conmigo.
Peter echó la cabeza hacia atrás y bebió de un trago el
whisky que quedaba en el vaso; un movimiento preñado de gracia masculina.
Después la miró con intensidad.
—Peter: No va a quedarse con nosotros mucho tiempo.
Cuando Victoria se fue a Inglaterra, les dijo a Alai y a Nina que se fuesen con
ella. Victoria tiene familia allí que se haría cargo de ellas. Pero ambas se
negaron. Alai sabía que yo iría a buscarla. Y Nina... Bueno, supongo que no
quería cambiar de país, pero aparte de eso no creo que pensase en nada más.
Lali podría haberlo estrangulado. «Sí que pensó. Nina
sabía a la perfección lo que estaba haciendo: sabía que volvería a verte.
¡Quería saber si podía hacerte volver a su lado, idiota!»
—Peter: Pero ahora —prosiguió—, Nina está pensando
seriamente en la posibilidad de irse a Inglaterra. Va a quedarse unos días
hasta que encontremos algo para Alai, y después se reunirá con Victoria.
—Lali: ¿Y por qué no se ha quedado en el Sur mientras se
hacía a la idea?
—Peter: No tenía lugar en el que quedarse. Y pensé que
para Alai sería mejor tener compañía aquí arriba. Tú y yo somos extraños para Alai,
Nina es la única familia que...
—Lali: Oh, déjate de historias —le interrumpió encaminándose
hacia la ventana—. Nina no ha venido aquí por el bien de Alai. Y tendrías que
haberte dado cuenta de que Nina disponía de los medios necesarios para alojarse
en un hotel durante unos días.
—Peter: Sí, claro, eso habría sido sumamente caballeroso.
Dejar a una mujer joven, viuda reciente, sola en un hotel...
—Lali: Pero ambos sabemos también que no la has traído
aquí porque seas un maldito caballero.
—Peter: Entonces, dime por qué la he traído aquí —dijo
con falsa amabilidad.
Lali apoyó la frente en el frío cristal de la ventana,
intentando tragar saliva a pesar del nudo que se le había formado en la
garganta.
—Lali: Cuando estabas enfermo y tenías aquellas
fiebres... —empezó a decir, y la habitación quedó sumida en un completo
silencio—, creías estar reviviendo el pasado, la época justo anterior a la
guerra y también durante la misma. Hablabas sin parar de las batallas, de tus
padres, de tus amigos... Pero de lo que más hablabas... era de ella. Nina.
—Sofocó una risotada—. Odio ese nombre. Lo he oído tanto... Le suplicabas que
no se casase con Clay. Hablabas de su hermosura... Dijiste que... que tú... la
amabas. —Se dio la vuelta muy despacio. El rostro de Peter mostraba una
expresión pétrea, como una estatua—. ¿Por qué no me hablaste de ella? —le
preguntó con un hilo de voz.
—Peter: No era necesario.
—Lali: ¿Qué pasó? ¿Por qué se casó con Clay?
—Peter: Porque era un Price. Un Price legítimo. Los Price
eran una influyente familia antes de la guerra. Yo era un don nadie. Nina y yo
habríamos cuidado el uno del otro, pero cometí el error de presentarle a mi
medio hermano... No tardaron mucho tiempo en prometerse.
Oh, Dios. Si podía haber perdonado a Nina por algo así,
sin duda tenía que importarle mucho. Lali se retorció ante semejante
injusticia. ¿Cómo podía mirar a Nina a la cara después de lo que le había
hecho?
—Lali: No pareces culparla por haber elegido a Clay —dijo
cortante.
—Peter: En su momento, claro que la culpé. —La sombra de
una sonrisa cruzó su cara—. Dios, claro que sí, la culpé, la maldije, y planeé
un centenar de maneras de recuperarla. Pero mis sentimientos han cambiado con
el paso del tiempo. Ahora entiendo por qué lo hizo. No comprendía lo desvalidas
y dependientes que son las mujeres... Nina tomó la única decisión que podía
tomar. No tenía libertad para escoger otro camino. Era obvio que Clay, con su
apellido y su dinero, podía ocuparse de ella de un modo en que yo no podía.
—Lali: La estás excusando. No tenía por qué escoger a
Clay. Su apellido, su dinero, su familia... no tenía por qué suponer una
diferencia...
—Peter: No creo que tú seas la persona más adecuada para
juzgarla por lo que hizo. Ibas a casarte con Benjamín por el mismo motivo que
ella lo hizo con Clay.
—Lali: ¡Eso no es cierto! —exclamó sorprendida—. Hay una
gran diferencia. Yo amaba a Benjamín.
—Peter: ¿En serio? —negó con la cabeza muy despacio y
esbozó una cansada sonrisa—. Eso ya no importa. Cuando estaba en prisión lo
entendí todo. Aprendí un montón de cosas en Governor's Island, en particular
todo lo relacionado con sentirse indefenso. No tenía ningún control sobre lo
que me sucedía. Aceptaba lo que me daban, intentaba aprovecharme de cualquier
situación, pero en última instancia estaba indefenso. Por primera vez en mi
vida. Bueno, también era el caso de Nina. Y el tuyo.
—Lali: ¡Yo no estoy indefensa!
—Peter: Ya no. Has cambiado. Pero Nina no. Ella siempre
estará indefensa.
—Lali: ¿Y por qué tienes tú que protegerla? ¿Has pensado
ocuparte de ella el resto de su vida?
—Peter: No. No tardará en encontrar alguien que se haga
cargo de ella. Es lo que mejor se le da. Lo único que te pido es que aguantes
la situación durante unos cuantos días. No durará para siempre.
—Lali: Doy por hecho que tú estarás trabajando, como es
normal. —Al ver que asentía, Lali no pudo evitar una mueca de desprecio—. Eso
me temía. Dime, ¿qué se supone que tengo que hacer con Alai y Nina? ¿Qué debo
decirle a Nina? ¿Cómo voy a mirarla y mantener una conversación civilizada si
no puedo olvidar que durante tus delirios no hacías más que nombrarla?
—Peter: Ten presente una cosa —dijo con una dulzura
sobrecogedora—. No hay nada entre Nina y yo. No lo hay desde hace mucho tiempo.
Recuerda que ella ha pasado por un infierno durante los últimos años. Recuerda
que mientras tú estabas sentada junto al pote de las chucherías en la tienda de
tu padre flirteando con los clientes, ella temía que los yanquis quemasen su
casa con ella dentro, o que la violasen, o que la matasen. Ha tenido que
enterrar a su marido, y ha visto cómo sus vecinos y amigos se peleaban por
asuntos relacionados con la Reconstrucción, temas de los que tú conversabas
tomándote un café y unas pastas. Recuerda cuando sentías lástima de ti misma,
recuerda eso.
—Lali: Qué afortunada es —replicó con una helada mirada—
de tenerte para que la defiendas de mí.
Peter maldijo y se pasó la mano por el pelo. Se volvió
para servirse otra copa.
—Lali: Tal vez no resulte difícil encontrar temas de
conversación con ella. Tenemos mucho en común. ¿No es así, Peter? —Lo miró
hasta que él dejó el vaso sobre la mesa.
—Peter: ¿A qué te refieres?
—Lali: Nina y yo te tenemos a ti, Peter. —¿Realmente era
capaz de hablar así, con aquella envenenada dulzura?—. Pero ¿en qué medida?
¿Cuánto llegó a conocerte? ¿Tanto como yo? ¿Fueron amantes?
La miró como si no pudiese reconocerla.
—Peter: ¿Cómo eres capaz de preguntar algo así?
—Lali: ¿Fueron amantes?
—Peter: Si eso es lo que marca la diferencia para ti,
entonces ¡vete al infierno!
—Lali: ¿Lo fueron? —susurró.
—Peter: No —dijo respirando con dificultad. Parecía más ofendido
de lo que jamás lo había visto— No lo fuimos entonces y no lo somos ahora.
—Lali: Deja de mirarme de ese modo. Eres tú el que ha
provocado todo esto trayéndola aquí. La tienes metida en la cabeza, así que no
me culpes por preguntarte.
—Peter: Eres increíble —dijo en voz baja, y no se trataba
de un cumplido—. Me sorprende que hubiese un tiempo en que no fueses tan dura.
—Lali: ¿Preferirías a una mujer más... indefensa?
Incluso Lali tuvo que admitir que había ido demasiado
lejos. Peter se dio la vuelta dándole la espalda y apretó los puños; estaba tan
furioso que no podía mirarla a los ojos.
Un tanto
atemorizada, Lali pasó a su lado y se detuvo ante la puerta mirándole la
espalda.
—Lali: No quiero que esta situación se extienda
indefinidamente, Peter. No voy a tolerar tenerla aquí más que unos pocos días,
eso es todo. Si esto se convierte en una guerra de resistencia por saber quién
se quedará más tiempo, te garantizo que ganará ella, porque yo no podré
soportarlo.
—Peter: ¿En qué demonios te has convertido?
En una mujer que te ama, pensó. Una mujer que temía
perderlo.
—Lali: Intento ser sincera contigo —dijo.
—Peter: No sé a quién pretendes engañar. ¿Por qué no
admites que estás celosa? Si te sientes tan insegura, si no puedes confiar en
mí, entonces no te conozco tan bien como creía. Creía conocerte lo suficiente
para hacer que este matrimonio funcionase.
—Lali: Este matrimonio funcionaba muy bien hasta que la
trajiste aquí. ¿Crees que es razonable pedirme algo así? ¿Crees que es justo?
—Peter: No —dijo lacónico—. No lo creo.
Que lo admitiese la desconcertó.
—Lali: Entonces... no entiendo por qué me pides que
aguante.
Peter permaneció en silencio durante un buen rato. Cuando
habló, parecía tan tranquilo y convencido que Lali se sintió como una niña.
—Peter: No siempre puedo darte una razón de por qué hago
las cosas. Pero tampoco te pido que justifiques todo lo que tú haces. ¿Quién ha
dicho que las cosas entre nosotros siempre tengan que ser justas? El matrimonio
no funciona de ese modo. No hemos firmado contrato alguno. La única garantía es
la que te di cuando puse un anillo en tu dedo.
Continuará...
__________________________________________
:0
+15 +NOVE
NOOOO... otroo otrooo otrooo
ResponderEliminar:O!!!!!!
ResponderEliminarmaaaaaaaaaaaaas!!!!
ResponderEliminaruuuh, asi nooo.. !!! mas nove
ResponderEliminar;0 ooo x dios esto esta mal muy mal ;0
ResponderEliminarMAS NOVE!!!
ResponderEliminarMaaaaaaas!!!!!
ResponderEliminarMas mAs mas mas
ResponderEliminarVEZ QUE LA ODIOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!! L A
ResponderEliminarO D I O !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
OTRO OTRO OTRO
ResponderEliminarNINA ANDATE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!1
ResponderEliminarEL PROXIMO!!!!
ResponderEliminarM
ResponderEliminarA
S
S
S
S
S
S
N
ResponderEliminarO
V
E
E
E
E
E
E
E
P
ResponderEliminarO
R
R
R
R
R
R
R
R
Maaaaas! ODIO A NINA y como PETER no se da cuenta de las cosas!!!
ResponderEliminarMaaaaas!:DD
F
ResponderEliminarA
S
S
S
S
S
S
S
por lo menos se lo admitio a Lali es un avance! porqe no es JUSTO ¬¬
ResponderEliminarOdio q por culpa de ella se pelen!! Más!!
ResponderEliminarMas Masss
ResponderEliminarmas noveeeeeee
ResponderEliminarK patuo y necio ,trayendo con él a Nina,debería saber k desencadenaría en eso,una pelea k traerá consecuencias.
ResponderEliminar