Capítulo 65

Pablo había pasado por la casa a menudo para hablar con Peter acerca del Examiner. Si se dio cuenta de que las cosas entre Lali y Peter no iban bien, no lo mencionó.

El periódico era lo que le preocupaba por encima de todo. Sin la presencia de Peter para dirigir y motivar al personal, los empleados del periódico tendían a mostrarse más irritables y descuidados con su trabajo. Pablo era un encargado duro, exigente, sarcástico e impaciente con la debilidad de los demás. Admitía abiertamente que no tenía la paciencia de Peter, ni su habilidad para hacer que los reporteros diesen lo mejor de sí mismos.

Todo el mundo recibió con gran alivio el regreso de Peter al Examiner. En cuanto se oyeron sus familiares pasos por el suelo de la redacción, todos se deshicieron en felicitaciones y preguntas, de las que él se libró alzando las manos y sonriendo.

—Peter: Estaré en mi oficina. Hablaré con ustedes de uno en uno. Lo haré por orden alfabético, de la «a» a la «z»... Supongo que saben cómo va la cosa.

Pablo alzó una ceja cuando Peter pasó junto a su mesa.

—Pablo: Esperaba un regreso más ceremonial.

Peter se detuvo y lo miró, ampliando su sonrisa.

—Peter: ¿Crees que debería haber hecho un discurso?

—Pablo: Me parece que no. Me alegro de que hayas dejado de hacer el vago y vuelvas a ponerte manos a la obra en esto de dirigir un periódico. No sé si te merecías un descanso tan largo.

—Peter: Después de leer el periódico de ayer y de ver cómo estabas llevando las cosas, decidí que era el momento de volver.

—Pablo: ¿Crees que podrías mejorar el número de ayer? —le preguntó con una condescendiente expresión que habría enorgullecido al clan de los Martínez.

—Peter: Por supuesto que sí. Me quemé las pestañas intentando encontrar, sin éxito, una mención a los Red Stockings de Cincinnati.

—Pablo: No creo que tenga nada de especial el hecho de que un equipo de béisbol se haga profesional...

—Peter: Y que empiece una gira de ocho meses desde Nueva York a la costa Oeste... Lo leí en el Journal... Han empezado a editar una columna semanal sobre béisbol.

—Pablo: El béisbol no tiene ningún sentido.

—Peter: Por supuesto que lo tiene. El béisbol es americano. Le voy a encargar a Bartlett que escriba algo para la página uno sobre los Red Stockings.

—Pablo: La próxima semana será el patinaje —gruñó.

—Peter: A la gente le gusta leer sobre deportes.

—Pablo: Otra de tus teorías sobre lo que le gusta leer a la gente. Si vas a escribir sobre deportes, entonces hagamos algo sobre criquet. El deporte de los caballeros.

Peter hizo una mueca burlona.

—Peter: Típico. Típico de un bostoniano como tú. No sé cómo te las has ingeniado para mantener el periódico sin mí.

—Pablo: A decir verdad, he disfrutado de la paz y la serenidad de tu ausencia —le informó, y ambos fruncieron el ceño, encantados de que las cosas volviesen a la normalidad.

El resto del equipo editorial se puso en marcha con renovada energía. Lanzani y Martínez no hicieron sino trabajar para estar a su altura. 

Por separado, los dos hubiesen llevado el periódico a un indeseado extremo. Sin la influencia de Pablo, Peter se habría encaminado a un desastre creativo, y sin Peter, Pablo lo habría convertido en un inimaginable fracaso. 

Pero juntos, llevaban el periódico como nadie en el mundo del periodismo, con deslumbrantes innovaciones y una buena dosis de frescura y rigor.

Continuará...

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