Capítulo 68

Lali se encogió de hombros y apartó la vista contenta de que él fuese lo bastante sensible para dar por supuesto su ofrecimiento. En ese momento, no podría haber soportado su gratitud. No, pues se sentía frustrada y contrariada.

—Peter: No estaré fuera más de una semana, La. 

—Lali: No me importaría ir contigo. —Sabiendo que él rechazaría su oferta, pronunció aquellas palabras con la intención de incomodar más que debido a un deseo real de acompañarle. Pero tenía que decirlo. Oh, ¿por qué no podía ser amable, simpática y comprensiva? ¿Por qué prefería enfadarse en lugar de ofrecerle su apoyo?

—Peter: Bastante malo es que tenga que ir uno. Tienes que quedarte aquí para hacer que todo siga su curso.

—Lali: ¿Y qué hay del periódico?

—Peter: Odio tener que irme —gruñó de frustración—. Maldita sea, lo odio. Pero tengo que delegar en Pablo otra vez.

—Lali: Tendrás que llevarte una camisa para dormir —dijo sin darle inflexión alguna a su voz, revisando lo que iba a llevar en la bolsa—. Sé que no te gusta ponerte nada para dormir, pero como vas a estar de viaje...

—Peter: No sé si tengo camisas para dormir.

—Lali: Sí que tienes —dijo sin énfasis—. Una. Debe de estar por ahí. La vi una vez que estaba buscando unos pañuelos. —Se detuvo y añadió con delicadeza—: Siempre me sorprende las cosas que voy encontrando por la casa.

Silencio. Lali arregló las cosas de la bolsa con mucha meticulosidad, consciente de que él la estaba mirando con suspicacia. Entonces lo miró y alzó las cejas interrogativamente. El juego del gato y el ratón era una novedad; nunca lo habían practicado hasta ese momento.

Peter parecía dispuesto a atosigarla con unas cuantas preguntas difíciles, pero en lugar de eso rebuscó en los cajones y sacó un par de calcetines que lanzó sobre la cama.

—Peter: Si necesitas algo durante mi ausencia —dijo—, los Markham viven en esta misma calle, y David me debe un par de favores. Si tienes problemas, acude a ellos.

—Lali: ¿Por qué no los Martínez?

—Peter: Pablo va a estar muy ocupado con el periódico.

—Lali: Pero cuando estabas enfermo me dijo que si necesitaba algo…

—Peter: No —la interrumpió—. No discutas. No molestes a Pablo. Y no me lleves la contraria en esto.

A Lali le enfurecieron sus malos modos. Y de la ira se sirvió para acabar de hacer la bolsa, para escuchar las últimas instrucciones de Peter y para hacer todo lo necesario hasta el momento de despedirse de él. Y entonces, mientras el carruaje esperaba fuera y ambos estaban frente a la puerta de la casa y los sirvientes tosían con incomodidad y se retiraban al interior, Lali sintió cómo toda su rabia se diluía al instante.

Fijó la mirada en las solapas del abrigo de Peter, dolorosamente consciente del silencio que se extendió entre ellos. Sabía que era ella la que tenía que romperlo, que él no podía irse sin hablar.

—Lali: Hace mucho tiempo que no vas a Virginia —dijo tensa.

—Peter: Tres años.

—Lali: ¿Cómo sé que no querrás quedarte allí? —Habló secamente, pero había un deje de auténtica preocupación en su voz.

—Peter: Porque allí abajo no saben hacer la tarta de manzana al estilo de Nueva Inglaterra.

Ella sonrió a duras penas.

—Lali: Esa no es una buena razón.

—Peter: La verdadera razón —dijo él con voz ronca—. Porque hice una elección cuando me casé contigo, y la hice estando convencido de que era lo que deseaba.

—Lali: Yo también.

Ambos rememoraron la noche anterior, y pensaron en lo podría haber sucedido esa misma noche.

—Peter: Es posible que todo sea más rápido de lo que parece —destacó.

—Lali: Nunca antes te habías separado de mí. —Fue incapaz de mirarlo—. No durante tanto tiempo.

—Peter: Y no lo haría si tuviese otra elección.

—Lali: Vuelve pronto.

—Peter: Sí, señor.

Apoyó las manos sobre los hombros de Lali y se inclinó para besarla.

Iba a ser un beso ligero y afectuoso, pero los labios de Lali temblaron y tuvo que sofocar un gemido en su garganta, por lo que él la abrazó con fuerza. Sorprendida por la repentina oleada de calor que creció entre ellos, Lali intentó apartarse, pero él la atrajo con más fuerza, forzándola a separar los labios.

Un placer indeseado, suave e irresistible, la invadió. Recorrió la espalda de Peter con las manos antes de posarlas en los hombros, con los senos apretados contra su pecho. La besó con fuerza, con una cálida y aterciopelada fricción que no parecía tener fin. Ella tragó saliva con dificultad y respiró un poco, aunque tuvo la impresión de que sus pulmones se llenaban de fuego y no de aire. Sentía el cuerpo ligero y cálido, los brazos débiles, temblorosos debido a la necesidad de tenerlo cerca. Incluso cuando lo soltó, sintió como si siguiesen juntos gracias a una invisible corriente; podía notar el tirón mientras él se alejaba.

Peter masculló algo inaudible y cerró la puerta con una tranquilidad antinatural. Lali se acercó a la ventana y observó con un escalofrío cómo se alejaba el carruaje.

Continuará...

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Mañana continuamos!! :D

no me di cuenta pero ya nos estamos acercando al final!!! 

que creen que pase??? Peter lejos de Lali... con Nina... :S

BESOS y gracias por las firmitas... :)))) <3