Durante las dos semanas siguientes nada puede atravesar mi aureola de felicidad. Nada. Voy flotando al trabajo, me siento, me paso el día sonriendo frente al monitor y vuelvo a casa como en una nube. Los sarcásticos comentarios de Paul rebotan en mí como pompas de jabón. Ni siquiera me doy cuenta de que Eugenia me presenta a unos publicistas que están de visita como su secretaria personal. Que digan lo que quieran, porque lo que no saben es que cuando sonrío al ordenador es porque Peter me ha enviado algún correo electrónico gracioso. No tienen ni idea de que la persona para la que trabajan está enamorada de mí. Lali Espósito. La ayudante.
-Euge: Por
supuesto, he mantenido varias conversaciones exhaustivas con el señor Lanzani
sobre ese tema —dice por teléfono mientras yo ordeno la estantería de las
pruebas— Sí, al igual que yo, está convencido de que hay que cambiar el enfoque
de todo el proyecto.
Mentira,
nunca ha hablado en profundidad con Peter. Tentada estoy de mandarle un mensaje
ahora mismo y contarle la forma en que ella utiliza su nombre.
Pero eso
sería mezquino.
Además, no es
la única. Todo el mundo lo menciona en sus charlas y presume de que es muy
amigo suyo y de que su idea le pareció perfecta.
Excepto yo,
que mantengo la cabeza baja y jamás lo nombro.
En parte
porque sé que me ruborizaría o esbozaría una enorme y bobalicona sonrisa. Y en
parte porque tengo la horrible sensación de que si empiezo a hablar de él, no
podré parar. Pero, sobre todo, porque nadie saca el tema en mi presencia.
Porque ¿qué voy a saber yo de él? Sólo soy una pésima auxiliar.
-Nick: ¡Eh!
—exclama levantando la vista del teléfono— Peter Lanzani va a salir en la
televisión.
¿Qué?
Me llevo una
buena sorpresa.
¿Cómo es que
no me ha dicho nada?
-Euge: ¿Va a
venir una unidad móvil? —pregunta arreglándose el pelo.
-Nick: Ni
idea.
-Paul: Bueno,
chicos —dice entrando en la oficina— Peter Lanzani ha concedido una entrevista
a Business Watch y la retransmiten a las doce. Han puesto
un televisor en la sala de reuniones; si alguien lo desea, puede ir a verla,
pero necesitamos que una persona se quede y atienda los teléfonos. —Su mirada
se fija en mí— Tú, Lali.
-Lali: ¿Qué?
-Paul: Que te
quedes y contestes las llamadas, ¿vale?
-Lali: No. Yo
también quiero verlo. ¿Por qué no se encarga otro? Eugenia, ¿podrías...?
-Euge: No
—contesta rápidamente— No seas egoísta. A ti no te interesa en absoluto.
-Lali: Sí que
me interesa.
-Euge: No.
-Lali:
También es mi jefe.
-Euge: Sí,
pero hay una pequeña diferencia. Tú casi no has hablado con él.
-Lali: Pues
claro que lo he hecho —digo sin poder contenerme. Me callo y me sonrojo—. Una
vez fui a una reunión en la que estaba él...
-Euge: ¿Y le
serviste una taza de té?
Eugenia clava
la vista en Nick con sonrisa de satisfacción.
La miro a punto
de estallar, deseando que se me ocurra algo mordaz e inteligente para bajarle
los humos.
-Paul: Ya
basta, Eugenia —interviene— Lali, te quedas tú y se acabó.
A las doce
menos cinco la oficina está vacía, aparte de mí, una mosca y un ruidoso fax.
Desconsolada, busco en el cajón y saco una chocolatina Aero, y luego una Flake,
por si acaso. Estoy quitándole el envoltorio a una para darle un buen bocado
cuando suena el teléfono.
-Cande: He
programado el vídeo —dice su voz al otro lado de la línea.
-Lali:
Gracias, sos un ángel.
-Cande: Es
increíble que no te dejen verlo.
-Lali: Ya, es
una injusticia.
Me hundo aún
más en la silla y doy un mordisco.
-Cande:
Bueno, no te preocupes, ya lo verás esta noche. Belén también va a programar el
de su habitación, así que es imposible que te lo pierdas.
-Lali: ¿Qué
está haciendo en casa?
-Cande: Ha
cogido una baja para poder desestresarse. Ah, y ha llamado tu padre.
-Lali: ¿Qué
te ha dicho? —pregunto un poco azorada.
Todavía no he
hablado con mis padres desde el Día de la Familia. No me siento con valor
suficiente. Fue demasiado doloroso y violento, y, que yo sepa, se han puesto de
parte de Paula.
Así que
cuando papá llamó aquí el lunes siguiente, le dije que estaba muy ocupada y que
hablaría con él en otro momento, pero no lo hice.
Sé que algún
día tendré que dar el paso, pero ahora no puedo. No mientras esté así de feliz.
-Cande: Al
parecer, ha visto el anuncio de la entrevista y ha reconocido a Peter; me ha
preguntado si sabías algo. Y me ha dicho que quería hablar contigo de unas
cuantas cosas.
-Lali: Ah.
Miro la
libreta, en la que acabo de garabatear una espiral sobre un número de teléfono
que se suponía que debía guardar.
-Cande: Tus
padres van a verlo y tu abuelo también.
Estupendo.
Todos menos yo.
Tras colgar,
me acerco a la nueva máquina para sacar un capuchino, que, por cierto, son
estupendos. Luego observo la silenciosa oficina y le echo zumo de naranja a la
planta de Eugenia, y un poco de tóner de la fotocopiadora de propina.
Después me
siento un poco ruin. Al fin y al cabo, la pobre planta no tiene ninguna culpa.
-Lali:
Perdona —le digo en voz alta tocando una de las hojas— Tu dueña es una
auténtica bruja, seguro que ya lo sabes.
—¿Estás
hablando con tu misterioso amigo? —pregunta una sarcástica voz a mi espalda, y
me doy la vuelta. Es Pablo.
-Lali: ¿Qué
haces aquí?
-Pablo: Voy a
ver la entrevista, pero antes quería decirte algo. —Da unos pasos hacia el
interior y me lanza una mirada acusatoria— Me has mentido.
Mierda. ¿Se
habrá enterado? ¿Vería algo el Día de la Familia?
-Lali: ¿A qué
te refieres? —pregunto nerviosa.
-Pablo: Acabo
de hablar con Tristan, el de Diseño, y es gay. No estás saliendo con él
—asegura con indignación.
No puede
estar hablando en serio. ¿De verdad pensaba eso? Tristan no podría tener más
gay aunque se pusiera mallas de leopardo, llevara bolso y se pasease
canturreando temas de BarbraStreisand.
-Lali: No, no
salgo con él —afirmo manteniéndome seria.
-Pablo: Muy
bien —dice como si hubiera conseguido cien puntos y no supiera muy bien qué hacer
con ellos—. No hay necesidad de que me mientas. Eso es todo. Creía que
podríamos ser sinceros el uno con el otro —continúa, levantando la barbilla con
herida dignidad.
-Lali: Es un
poco complicado, ¿vale?
-Pablo: Bien,
tú verás. Es tu techo.
Hay un silencio.
-Lali: ¿Qué?
-Pablo:
Tejado —se corrige, molesto—. Quería decir que la pelota está en tu tejado.
-Lali: Ah,
vale —respondo, quedándome igual que estaba—. Lo tendré en cuenta.
-Pablo:
Estupendo.
Me mira como
un santo martirizado y me da la espalda.
-Lali: Espera
—le digo de repente— Un momento. ¿Podrías hacerme un gran favor? —Cuando se
gira, pongo cara mimosa— ¿Te ocuparías de los teléfonos para que vaya a ver la
entrevista?
Sé que en
este momento Pablo no es precisamente mi fan número uno, pero no tengo muchas
opciones.
-Pablo: ¿Qué?
—pregunta estupefacto.
-Lali: Que si
no te importa contestar si llama alguien. Será sólo media hora. Te lo
agradecería muchísimo.
-Pablo: Me
parece increíble que me pidas algo así. Sabes de sobra lo importante que Peter
Lanzani es para mí. No entiendo muy bien lo que te pasa.
Después de
que Pablo se haya marchado, ofendidísimo, trabajo durante unos veinte minutos.
Recojo varios mensajes para Paul, uno para Nick y otro para Caroline. Archivo
dos cartas y le pongo la dirección a un par de sobres. Ya lo he hecho todo.
Esto es una
tontería, más aún, es ridículo. Amo a Peter, él me ama a mí. Debería estar allí
para apoyarlo. Cojo la taza de café y la Flake y salgo corriendo por el
pasillo. La sala de reuniones está abarrotada, pero consigo abrirme paso en la
parte de atrás y me cuelo entre dos tipos que, en vez de atender a la emisión,
están hablando de fútbol.
-Euge: ¿Qué
haces aquí? —me pregunta cuando me coloco a su lado—. ¿Qué pasa con los
teléfonos?
-Lali: No
puede haber impuestos sin representación —contesto con toda calma, lo que quizá
no sea la respuesta más apropiada (ni siquiera sé muy bien qué significa), pero
surte el efecto deseado porque se calla.
Estiro el
cuello para poder ver por encima de las cabezas y clavo los ojos en la
pantalla. Ahí está, sentado en un estudio de televisión, con vaqueros y
camiseta blanca. Hay un brillante fondo de color azul en el que resaltan las
palabras «CREATIVIDAD EMPRESARIAL» y dos elegantes entrevistadores frente a él.
Ahí está, el hombre
del que estoy enamorada.
De repente,
pienso que es la primera vez que lo veo desde que nos acostamos, pero la
expresión de su cara es tan cálida como siempre y, a la luz de los focos, sus
ojos oscuros brillan.
¡Dios mío!
¡Cómo me gustaría darle un beso!
Si estuviera
sola, me acercaría al televisor y lo haría. Lo digo en serio.
-Lali: ¿Qué
le han preguntado? —le susurro.
-Euge: Están
hablando de la forma en que trabaja, de sus ideas, de su asociación con Agustín
Sierra, cosas así.
—¡Shhh!
—ordena alguien.
-Peter: Sí,
la muerte de Agustín fue un golpe muy duro —está diciendo— para todos, pero
últimamente... —Hace una pausa— Últimamente, mi vida ha cambiado por completo y
vuelvo a estar inspirado y a divertirme.
Un ligero
cosquilleo me recorre el cuerpo.
Seguro que se
refiere a mí. ¡Le he cambiado la vida! ¡Dios mío! Eso es aún más romántico que
lo de: «Me cautivaste.»
—Su firma ocupa un puesto clave en el mundo de
las bebidas tonificantes y, según creo, en la actualidad tiene la intención de
introducirse en el mercado femenino —comenta el presentador.
¿Qué?
Sus palabras
producen un estremecimiento generalizado y todo el mundo empieza a mover la
cabeza.
—¿Ése es
nuestro objetivo?
—¿Desde
cuándo?
-Euge: Yo ya
lo sabía. Unos cuantos estábamos al tanto —afirma con petulancia.
Miro la
pantalla, y de pronto me acuerdo de toda la gente que había en la oficina de
Peter. Para eso eran los ovarios. Madre mía, qué apasionante. Un nuevo reto.
—¿Podría
darnos más detalles al respecto? ¿Se trata de una bebida orientada al sector
femenino? —continúa el entrevistador.
-Peter:
Todavía está en fase de preparación, pero pretendemos ofrecer una línea
completa: refrescos, ropa, perfume... Tenemos una visión muy creativa. Estamos
entusiasmados.
—Así pues, en
esta ocasión, ¿cuál es su mercado objetivo? ¿El de las deportistas? —inquiere
el hombre consultando sus notas.
-Peter: En
absoluto. Nos proponemos llegar a la mujer de la calle.
La
entrevistadora se endereza, un tanto ofendida.
—¿A qué se
refiere? ¿Quién es exactamente esa mujer? —pregunta.
-Peter: Tiene
unos veintitantos años, trabaja en una oficina, coge el metro, sale por las
noches y vuelve a casa en autobús nocturno. Una mujer normal y corriente, sin
nada especial.
—Hay miles
así —apunta el periodista sonriendo.
—Sin embargo,
la marca Panther siempre ha estado asociada al mundo masculino y a sus valores
—interviene la presentadora con tono escéptico— Como la competitividad. ¿Cree
que podrán dar semejante giro a su marca?
-Peter: Hemos
llevado a cabo un estudio y conocemos bien nuestro mercado.
—¡Estudio!
—se burla la presentadora— ¿Se trata de otro caso de hombres diciéndoles a las
mujeres lo que tienen que querer?
-Peter: No
creo —contesta con amabilidad, aunque noto una ligera irritación en su cara.
—Hay muchas empresas
que han intentado reorientar sus ventas sin éxito. ¿No pasará lo mismo con la
suya?
-Peter:
Espero que no.
Joder, ¿por
qué lo ataca de esa forma? Él sabe muy bien lo que está haciendo.
—Ha reunido a
un grupo de mujeres para un sondeo y les ha hecho unas cuantas preguntas. ¿Qué
fiabilidad tienen esas conclusiones?
-Peter: Eso
ha sido solamente una mínima parte del proyecto.
—¡Por favor!
—continúa ella echándose hacia atrás y cruzando los brazos—. ¿Puede una empresa
como Panther...? ¿Puede un hombre como usted penetrar de verdad en la mente de,
tal como la ha llamado, una mujer de la calle?
-Peter: Sí,
claro. La conozco bien —contesta mirándola a los ojos.
—¿Ah, sí? —se
extraña arqueando las cejas.
-Peter: Sé
muy bien cómo es, cuáles son sus gustos, qué colores prefiere. Sé lo que come,
lo que bebe, lo que espera de la vida. Su talla es la cuarenta y dos, pero le
gustaría usar la treinta y ocho. Desayuna Cheerios y moja chocolatinas Flake en
los capuchinos.
Me miro la
mano, con la que estoy a punto de meter la chocolatina en el café. Y... esta
mañana he tomado Cheerios.
-Peter: En la
actualidad nos bombardean con imágenes de gente perfecta y brillante, pero esta
mujer es real. Hay días en que el pelo le queda bien y días en que no. Se pone
tangas, a pesar de que le parecen incómodas. Tiene un plan de ejercicios
físicos que luego no cumple. Simula leer periódicos de economía, pero en
realidad esconde en ellos revistas del corazón...
Miro la
pantalla sin poder creérmelo.
Un momento.
Todo esto me resulta muy familiar.
-Euge: Es
justo lo que haces tú, Lali—comenta— He visto el ejemplar del OK' que llevas
dentro del Marketing Week.
Se vuelve
hacia mí con sonrisa burlona y se fija en lo que tengo en las manos.
-Peter: Le
gusta la ropa, pero no es una esclava de la moda —continua— Lleva vaqueros...
Eugenia mira
mis Levi's sin dar crédito a sus ojos.
-Peter: … y
una flor en el pelo.
Desconcertada,
me toco la rosa de tela que me he puesto en la cabeza.
No puede
estar hablando de...
-Euge: ¡Por
todos los santos! —exclama.
-Caroline:
¿Qué? —inquiere, que está a su lado. Sigue la mirada de Eugenia y le cambia la
expresión—. ¡Cielo santo, Lali! ¡Sos vos!
-Lali: No
—niego, sin conseguir que mi voz funcione como es debido.
-Euge: Sí que
lo sos.
Unas cuantas
personas empiezan a darse con el codo y a observarme.
-Peter: Lee
quince horóscopos diarios y elige el que más le gusta...
-Caroline:
Igual que tú, exactamente igual.
-Peter: ...
le echa un vistazo a la contracubierta de los libros cultos y finge que los ha
leído...
-Euge: Sabía
que no habías acabado Grandes esperanzas —concluye triunfalmente.
-Peter: ...
le encanta el jerez dulce...
-Nick: ¡No
puede ser! —interviene girándose horrorizado.
—¡Es Lali!
¡Lali Espósito! —corean varias voces al fondo de la sala.
-Rochi: Pero...
—balbucea mirándome sin entender lo que está oyendo.
-Pablo: No es
Lali —bufa Pablo entre carcajadas, apoyado en una de las paredes— No sean
ridículos. Para empezar, ella usa la talla treinta y ocho, no la cuarenta y
dos.
-Euge: ¿La
treinta y ocho? —repite echándose a reír.
-Caroline:
Ésa sí que ha sido buena —suelta con una risita tonta.
-Pablo: ¿No
es verdad? —me pregunta él desconcertado—. Pero si me dijiste...
-Lali: Esta
bien… —me defiendo con la cara como un horno—. Pero fue...
-Peter: ...
compra toda su ropa en tiendas de segunda mano y luego dice que es nueva...
-Caroline:
¿En serio? —pregunta, muy interesada.
-Lali: No. O
sea, sí. A veces.
-Peter: ...
pesa cincuenta y un kilos, pero, según ella, son sólo cuarenta y seis...
¿Qué?
Siento un
espasmo de puro horror.
-Lali: No es
cierto —grito en dirección a la pantalla— No estoy tan gorda. Como mucho serán
cincuenta y ocho y medio.
Me callo al
darme cuenta de que toda la habitación se ha dado la vuelta para mirarme.
-Peter: ...
odia el ganchillo...
Oigo un grito
ahogado junto a mí.
-Rochi: ¿Eso
es verdad? —pregunta con voz incrédula.
-Lali: No —le
aseguro, horrorizada—. Se equivoca. Me encanta. Lo sabes muy bien.
Pero ella se
va de la sala muy enfadada.
-Peter: ...
se echa a llorar cuando oye a los Carpenters. Le encanta Abba y no aguanta el
jazz...
No, por
favor, no.
Pablo me está
mirando como si le hubiera clavado una estaca en el corazón.
-Pablo: ¿No
te gusta?
Es como uno
de esos sueños en los que todo el mundo puede verte en ropa interior y quieres
echar a correr, pero estás paralizada. Soy incapaz de moverme. Sólo consigo
mirar desesperada la pantalla mientras Peter continúa inexorable su discurso.
Todos mis
secretos. Mis más personales e íntimos secretos. Revelados en televisión. Ni
siquiera me entero de todo.
-Peter: Se
pone su ropa interior de la suerte en las primeras citas... Coge prestados los
zapatos de diseño de su compañera de piso y los usa como si fueran suyos...
Asegura practicar el kickboxing, aunque no es cierto... Tiene muchas dudas en
materia de religión... Le preocupa que sus senos sean demasiado pequeños...
Cierro los
ojos, sin poder soportarlo. ¡Mis pechos! ¡Ha hablado de ellas delante de las
cámaras!
-Peter:
Cuando sale se comporta con sofisticación, pero sobre su cama...
Estoy a punto
de desmayarme. No, por favor, eso no.
-Peter: ...
hay una colcha de Barbie.
Una enorme
carcajada estalla en la sala y escondo la cara entre las manos, muerta de
vergüenza. Eso no tenía que saberlo nadie.
—¿Es sexy?
—le pregunta la entrevistadora, y el corazón me da un vuelco.
Miro la
pantalla, sin poder respirar por el miedo. ¿Qué irá a decir?
-Peter: Muy
sexy. También es muy sexual. Es una chica moderna que lleva condones en el
bolso —contesta rápidamente, y todos los ojos se clavan en mí, llenos de
curiosidad.
Muy bien.
Cada vez que pienso que no puede ser peor, lo es. Mi madre estará viéndolo,
seguro.
-Peter: Pero
puede que no haya desarrollado todo su potencial, es posible que una parte de
ella se sienta frustrada...
No me atrevo
a mirar a Pablo, ni a nadie.
-Peter: Tal
vez quiera experimentar. Quizá haya tenido, no sé, una fantasía lésbica con su
mejor amiga...
¡No! Estoy
agarrotada por el horror. De repente me imagino a Cande viendo la tele, con los
ojos como platos y una mano en la boca. Sabrá que se refiere a ella. No podré
volver a mirarla a la cara en la vida.
-Lali: ¡Sólo
fue un sueño! —grito desesperada cuando todo el mundo se gira hacia mí,
boquiabierto— No una fantasía; son cosas diferentes.
Me entran
ganas de abalanzarme sobre el televisor, taparlo con los brazos, detenerlo.
Pero no serviría de nada. Hay un millón de aparatos encendidos en otros tantos
lugares. En todas partes hay gente viéndolo.
-Peter: Cree
en el amor y en el romanticismo, en que un día su vida será maravillosa y apasionante.
Tiene esperanzas, miedos y preocupaciones, como cualquier persona. En ocasiones
está asustada. —Se detiene un momento, y añade con voz más suave— Unas veces
siente que nadie la quiere; otras, que nunca la valorará la gente que más le
importa.
Mientras
contemplo la seria y cálida cara de Peter en la pantalla, noto que me escuecen
los ojos.
-Peter: Pero
es valiente, tiene buen corazón y se enfrenta a la vida de cara. —Sacude la
cabeza aturdido y sonríe a la periodista— Disculpe. No sé qué me ha ocurrido.
Creo que me he dejado llevar. ¿Podríamos...?
La
entrevistadora lo corta.
Se ha dejado
llevar.
Eso es como
decir que Hitler fue ligeramente agresivo.
—Muchas
gracias por habernos acompañado, señor Lanzani. La próxima semana conversaremos
con el carismático rey de los vídeos motivadores, ErniePowers. Hasta
entonces...
Mientras
acaba su perorata y comienza la sintonía del programa, todo el mundo sigue
pendiente del televisor. Luego, alguien se acerca y lo apaga.
Durante unos
segundos reina un absoluto silencio. Todos los ojos están puestos en mí, como
esperando que pronuncie un discurso, baile o haga algo. Algunos rostros parecen
comprensivos; otros, curiosos; otros se regodean; y unos pocos reflejan: «Me
alegro de no estar en tu pellejo.»
Ahora sé cómo
se sienten los animales del zoo.
No volveré a
visitar uno en la vida.
-Pablo: No lo
entiendo. —Como en un partido de tenis, todas las cabezas se vuelven con avidez
hacia Pablo, rojo por la confusión—. ¿Cómo sabe tantas cosas de ti?
Joder, sé que
sacó buenas notas en la universidad de Manchester y todo lo demás, pero a veces
parece de lo más corto.
La atención
se desplaza a mi persona; todo el cuerpo me arde por la vergüenza.
-Lali:
Porque...
No puedo
decirlo en voz alta.
Aunque no
tengo por qué hacerlo. Poco a poco, la cara de Pablo va cambiando de color.
-Pablo: ¡No!
—exclama mirándome como si hubiera visto un fantasma. Y no uno cualquiera, sino
uno enorme y con cadenas que gritara: «Uhhh»— Es imposible.
—Pablo —le
dice alguien poniéndole la mano en el hombro, pero él lo mueve para
sacudírsela.
-Lali: Lo
siento mucho —me disculpo con impotencia.
—¡Nos estás
tomando el pelo! —suelta un tipo que está en un rincón y que, obviamente, es
incluso más zoquete que Pablo. Pero en cuanto esas palabras salen de su boca,
me mira con fijeza y pregunta—: ¿Cuánto tiempo llevan saliendo juntos?
De repente,
como si se hubiera abierto una compuerta, todos empiezan a interrogarme, y el
estruendo de voces no me deja pensar.
—¿Por eso
vino a Gran Bretaña? ¿Para verte?
—¿Van a
casarse?
—¿Sabes? No
parece que peses cincuenta y un kilos.
—¿De verdad
tienes una colcha de Barbie?
—En tu
fantasía lésbica, ¿estaban solas o...?
—¿Tuvieron
relaciones en la oficina?
—¿Por eso
cortaste con Pablo?
No puedo más,
tengo que salir de aquí ahora mismo.
Sin mirar a
nadie, me levanto y me alejo con paso vacilante. Mientras recorro el pasillo,
estoy demasiado aturdida como para pensar en otra cosa que no sea coger el
bolso y largarme enseguida.
Entro en el
vacío departamento de Marketing, en el que los teléfonos no paran de sonar. La
costumbre me vence.
-Lali: ¿Diga?
—respondo en uno al azar.
-Belén: Así
que: «Coge prestados los zapatos de diseño de su compañera de piso y los usa
como si fueran suyos.» ¿Y de quién se supone que son? ¿De Cande? —brama la voz
acusadora.
-Lali: Mira,
lo siento. No puedo atenderte —contesto débilmente y cuelgo.
No más
teléfonos. He de salir pitando.
Mientras
cierro el bolso con manos temblorosas, los compañeros que me han seguido hasta
la oficina empiezan a contestar las llamadas.
-Euge: Es tu
abuelo —susurra tapando el auricular— Dice algo sobre un autobús nocturno y que
no te creerá nunca más.
-Caroline: Un
tipo del departamento de Publicidad de las bodegas Harvey's Bristol Cream
quiere saber dónde pueden enviarte una caja de jerez de regalo —me informa.
¿Cómo se han
enterado de quién soy? ¿Ya se ha corrido la voz? ¿Se lo están contando a todo
el mundo las chicas de recepción?
-Nick: Lali,
tu padre —dice—. Necesita hablar contigo urgentemente.
-Lali: No
puedo. No quiero hablar con nadie. Tengo que...
Cojo la
chaqueta y salgo a toda velocidad. Los demás han regresado a sus oficinas y
miran cómo huyo.
Cuando me
acerco a las escaleras, una mujer que se llama Fiona y que casi no conozco me
agarra del brazo. Pesa unos ciento cuarenta kilos y siempre está haciendo
campañas para conseguir sillas y puertas más grandes.
—No te
avergüences nunca de tu cuerpo. Disfrútalo. Te lo ha dado la madre naturaleza.
Si quieres asistir a nuestro taller de los sábados...
Alarmada, me
suelto y comienzo a bajar a toda prisa, pero en el primer rellano me detiene
una chica que apenas reconozco.
—¿Podrías
decirme a qué tiendas de segunda mano vas? Siempre he pensado que vestías muy
bien.
—A mí también
me encanta Barbie —confiesa Carol Finch, de Contabilidad, que me bloquea el
paso—. ¿Montamos un club de fans?
-Lali: Tengo
que... irme.
Me aparto e
intento seguir bajando, pero la gente no para de abordarme.
—Yo no me di
cuenta de que era lesbiana hasta los treinta y tres.
—Hay muchas
personas con dudas religiosas. Toma, un folleto sobre nuestro grupo para el
estudio de la Biblia.
-Lali:
¡Dejenme en paz! —grito angustiada.
Voy corriendo
hacia la salida, y sus voces me persiguen rebotando en el mármol del suelo.
Cuando empujo la puerta, frenética, Dave se me acerca con calma y me mira los
pechos.
-Dave: A mí
parece que están muy bien, preciosa —asegura para animarme.
Por fin
consigo abrir y me lanzo hacia la calle sin mirar ni a izquierda ni a derecha.
Al poco me detengo, me siento en un banco y escondo la cabeza entre las manos.
Aún me
tiembla todo el cuerpo por la conmoción.
No puedo
pensar con claridad.
Jamás me
había sentido tan completa y absolutamente abochornada.
Continuará…
MAÑANA MARATÓN!
Espero que les guste el cap!
Chicas si quieren que les avise por tw por fa dejen su twitter! Gracias!
Chicas si quieren que les avise por tw por fa dejen su twitter! Gracias!
Me encanto!
ResponderEliminarBesos Danii!
@vagomi
me encanto pobre lali¡¡
ResponderEliminarque verguenza¡¡
GABY
naa q momentooo juro q casi muero cuando lei el cap! como pudo contar todo eso peter!!
ResponderEliminarmassss noveeeeeeeeeeeeeeeeee
no te pasaste como la pudiste humillar tanto pobre lali mas vale que arregles esto porque me niego a leer otro cap si no le das un poco mde dignidad a la pobre lali
ResponderEliminarmas nove
ResponderEliminarNoooooooo tte pasaste const capp pobre laliiisi yo fuera ella estaria odiando a peter en este momenttoooooo
ResponderEliminary q a peter se le ocurrio decir eso q le pasaaaa
ojala que lalii ni lo pesue no le conteste nada para que el se la tnga q jugar por ella despues de todo lo que ha hecho
subiii mas
NOOOOOOOOOO!!!!! Matate ser Lali en ese instante seria bueno que se abriera la tierra, la compadesco, no me gustaria ser ella.
ResponderEliminarCapitulon!!!!
Mi TW Linamar0428, no te sigo porque no se tu Tw.
Te leo bastante pero soy de comentar poco!!!
=)
Peter la ama estoy segura despues de esto!!
ResponderEliminarPobre de lali, peter se paso como cuenta todos sus secretos por television ahora haz que lali ya no pase tanta verguenza y que no regrese a trabajar ahi
ResponderEliminarEn el avion ,Lali lo conto en un momento d panico,pero Peter se paso,ahora todo el mundo la reconoce ,jajaja,y casualidad,cada uno tiene una anecdota como las d ella.Me matas d risa con los caps.Veremos k tiene Peter para decirle,xk tiene k dar la cara,sera k a el tambien lo van a mirar raro?,jajaja.Pablo ,k lento ,y ni siquiera sabia ni un dato d la k fue su novia,jajaja,eso si k es vivir en otro mundo.
ResponderEliminarjajajja peter se paso le tendra que dar una buena explicacion a lali como cuenta por television todos sus secretos queiro maas novela
ResponderEliminarNoooooooooo, a Peter se le escapó todo, pobre Lali, qué vergüenzaaaa! ahora todos saben sus secretos!
ResponderEliminarMe encantó el cap, mañana maratón que geenial!
Pobre Lali,me dolió hasta a mí lo q pasó!Peter la expuso más q si caminara desnuda por la calle,quisiera creer q fue efecto de la emocion q le causó estar en tv más la fuerza de lo q siente por ella ,pero me temo q tal vez la este usando como "prueba#Espero más!
ResponderEliminarQue verguenza con estos lali va estar mas insegura que antes. @chiki_87
ResponderEliminarhay no pobre de lali creo que no tenia por que entrar a ver la netrevista asi nadie se hubiera dado cuenta, o bueno no hubiera sido tan obvio
ResponderEliminarMe encanto este cap! Pero peter se paso, no deberia haver dicho tantas cosas secretas sobre lali :/ ... Ahora todos saben que es lali!
ResponderEliminarque maloooo , yo lo mato , pobre lali masssssssssssssssssss
ResponderEliminarPara mi Peter se dejo llevar!
ResponderEliminarno pretendía hacerle mal a Lali :/
pero ahora que la reme!
nooo pobre Lali... Peter metio la pata mal.... somo no enso q eso q dijo la podria haber afectado a Lali... me da mucha pena lo q tuvo q soporas casi me imagino a toda esa gente abarrotandola..!!!
ResponderEliminarEspero q subas ms nove..!!!
Besos q estes bien..!!!!
Es como para matar a Peter!!!!! Me fascino!!!
ResponderEliminarNOOO YO TE JURO LO MATO!!!! entiendo qe lo haya dico porqe esta enamorado y todo le parece perfect pero decir todo lo qe ella le dijo en la tele??? no yo me muero pobre Lali !!!! :| te juro me muero aunqe no te voy a decir qe no me encanto el cap porqe te miento :P jajajaj buenisisisisismo!!! ♥
ResponderEliminaryo si fuera ella no lo perdonaria aunque la reme, lo que hiso no tiene nombre
ResponderEliminar!aunque yo a peter lo amó si fuera ella nó lo perdonaria nunca despues de todo lo q hiso! :'( :-\ :-(