Capítulo 8

Relajando las manos, se las metió en los bolsillos y avanzó hacia los tortolitos con paso tranquilo.

-Peter: Bonita noche —dijo.

La pareja se separó sobresaltada, y ella se ocultó detrás de él. A esa distancia más corta, Peter corroboró que el hombre, como había supuesto, era Gastón. Pero, ¿por qué se escondía Lali? Lo último que hubiera esperado de ella era que fuera a comportarse corno un avestruz, ocultando la cabeza bajo tierra. A menos que la preocupara que su novio se enterara de que había estado besando a otro hombre.

-Gas: Sólo estábamos.., tomando un poco de aire fresco —dijo con voz entrecortada.

-Peter: Perdón si interrumpo algo —farfulló.

En un intento por ver detrás del joven, dio un par de pasos hacia la izquierda, pero Gastón también se movió.

-Gas: No pasa nada —respondió, pero el tono de su voz delató una vez más su nerviosismo

-Peter: Escucha —suspiró, cansado de aquel juego ridículo— ¿Por qué no...?

—Se puede saber qué están haciendo acá fuera, Gastón?, ¿Se volvieron locos?

Peter se volvió patidifuso al oír la voz de Lali detrás de ellos, que estaba saliendo en ese momento del edificio, y cerrando la puerta tras de sí. Si Lali estaba allí, entonces... ¿quién había detrás del dependiente? Mientras Lali avanzaba hacia ellos, Peter volvió la mirada hacia Gastón, y la mujer que se escondía detrás de él salió con paso vacilante entre las sombras, ¡Rocío!

-Lali: Mamá está buscándote, Rochi —le dijo a su hermana en un siseo— Tenes que volver dentro antes de que...

-Emi: ¿Qué está pasando aquí?

La voz de su madre hizo que Lali se quedara rígida, y que Rochi se pusiera pálida. Lali se volvió, y vio a su madre allí de pie, con los brazos en jarras y los ojos entornados con suspicacia.

-Lali: Um... yo estaba... la verdad es que estábamos...—balbució atropelladamente.

-Peter: Rocío dijo que le dolía la cabeza —intervino en un tono firme y seguro, colocándose junto a Rocío y rodeándole los hombros con el brazo— así que la traje aquí fuera para que le diera un poco el aire.

Lali no podía creer que Peter estuviera mintiendo por ellos, pero se sintió agradecida de todos modos.

-Lali: Exacto —se apresuró a secundarlo— Y Gas y yo vinimos a ver cómo estaba.

Emilia frunció el entrecejo un instante. Miró a Rocío, luego a Peter, y después abrió mucho los ojos, y sonrió entusiasmada.

-Emi: Oooh, ya veo. Sí, claro, claro, el aire fresco viene muy bien para el dolor de cabeza.

Rochi asintió.

-Rochi: Sí, ya me siento un poco mejor.

Alzó el rostro hacia Peter, y esbozó una sonrisa un tanto forzada, aunque su madre, que estaba oyendo campanas de boda, no lo advirtió. Lo que su madre no sabía, pensó Lali, era que estaba mirando al novio equivocado.

-Emi: Bueno, pues nada —dijo Emilia Espósito alegremente— vuelvo a decirle a tu padre que estás bien.

-Peter: Nosotros entraremos enseguida.

Cuando Emilia hubo regresado dentro, Gastón se volvió hacia Rochi y la tomó de ambas manos.

-Gas: Rochi, tenemos que arreglar esto ahora. Voy a ir a hablar con tus padres y...

-Rochi: ¡No! —exclamó sacudiendo la cabeza— No podemos, no podemos...

Con los ojos llenos de lágrimas, y el labio inferior temblándole, apartó el rostro, soltó sus manos, y corrió dentro.

Gastón hizo ademán de seguirla, pero Lali lo detuvo.

-Lali: Gas, no —le rogó poniéndole una mano en el hombro— por favor, ahora no es el momento.

El apretó la mandíbula, farfulló algo incomprensible entre dientes, y se apartó bruscamente de ella. Se dio media vuelta, alejándose hacia la verja del jardín que llevaba al callejón, y desapareció tras ella, dejando que se cerrase con un ruidoso ruido metálico que reverberó en el silencio de la noche.

Lali suspiró. La situación se había salvado por un pelo. Forzando una sonrisa, se giró hacia Peter.

-Lali: Gracias. No tenés idea de la magnitud del desastre que acabas de evitar.

-Peter: ¿Y por qué no me lo cuentas?

Aunque su primer impulso fue decirle que no era asunto suyo, después de todo los había ayudado. En fin, suponía que se merecía saber de qué iba todo aquello.

-Lali: Gastón y mi hermana Rocío están enamorados.

Peter la miró de un modo sarcástico, con las cejas enarcadas, como diciéndole «¿encerio?».

-Lali: A Rochi no le gustan las confrontaciones —añadió— Sabe que mis padres no aprobarán jamás su relación con Gastón, y por eso lo mantienen en secreto.

-Peter: ¿Por qué no iban a aprobarla?

-Lali: Para empezar, Gastón trabaja para mi familia—respondió— y mi padre no quiere que mis hermanas o yo tengamos ninguna relación con los empleados.

-Peter: ¿Y por qué no deja el trabajo?

-Lali: No es tan sencillo —suspiro— También es cantante en un grupo llamado Controversy.

-Peter: Un joven músico intentando abrirse camino que no tiene donde caerse muerto —murmuró, adivinando por dónde iba— ¿es eso?

Lali asintió.

-Lali: Mi padre siempre dice que la gente del mundo de la «farándula» son unos vagos, y que van sin rumbo por la vida, así que, hazte una idea. Y, por otra parte, Rochi no quiere que deje el grupo porque sabe lo importante que es la música para él.

-Peter: ¿Es bueno?

-Lali: Eso dice Rochi —respondió— pero ni siquiera para la gente con talento es fácil abrirse camino en ese mundo —añadió. Se levantó una ligera brisa, que creó un remolino de hojarasca a sus pies, y se rodeó el cuerpo con los brazos.

-Peter: Tenes frío —murmuró— Espera, te dejaré mi chaqueta.

-Lali: No, no hace falta... de verdad.

Pero Peter ya se había quitado la chaqueta y se la estaba echando por encima de los hombros, y cuando agarró las solapas y la atrajo hacia él, las palabras de protesta murieron en sus labios. La chaqueta aún conservaba el calor de su cuerpo, y el olor de su colonia. El corazón de Lali pareció detenerse un instante, y después empezó a latir apresuradamente.

-Peter: Hace un rato, cuando salí aquí —murmuró bajando la vista hacia ella— creí que eras vos a quien Gastón estaba besando.

Si no hubiera sido porque parecía como si se hubiese quedado sin aire en los pulmones, Lali se habría reído.

-Lali: ¿Yo?

Peter asintió con la cabeza.

-Peter: Creía que estaban saliendo juntos.

Esa vez Lali sí se rió.

-Lali: Por eso me preguntaste qué pensaría Gastón después de... —no acabó la frase, y sintió que le ardían las mejillas.

-Peter: ¿Después de que me besaras? —inquirió él divertido.

-Lali: ¿De que te besara? —repitió ella enarcando una ceja indignada. Ladeó la cabeza y lo miró a los ojos— No es así como yo lo recuerdo.

-Peter: ¿Ah, no? —murmuró, bajando la vista a sus labios— ¿Y cómo lo recuerdas?

Ignorando la vocecilla que le decía que volviera dentro, Lali puso las palmas de las manos sobre el pecho de Peter, y se inclinó hacia delante. Podía notar los fuertes latidos de su corazón bajo las yemas de los dedos, y el calor de su piel a través de la camisa de algodón.

-Lali: ¿Cómo recuerdo qué?

Sonriendo, Peter acortó la distancia entre sus labios y la besó. Y, como horas antes, despertó en ella un ansia incontenible, y sintió que la inundaba una tremenda oleada de calor.

Al principio los labios de Peter besaron los suyos con tanta delicadeza que Lali no alcanzaba a entender por qué tenía la impresión de que sus rodillas fueran a ceder, y por qué de pronto era como si se le hubiese nublado la mente. Peter cambió el ángulo del beso, trazando con la lengua el contorno de sus labios, y la introdujo después en su boca para ir al encuentro de la lengua de ella. La respiración de Lali se tomó entrecortada.

Peter deslizó las manos por dentro de la chaqueta, y le rodeó la cintura, atrayéndola hacia sí de modo que quedara pegada a su cuerpo. El deseo recorrió sus venas como lava ardiente, haciendo que un gemido escapara de su garganta y, temiendo que las piernas no la sostuvieran, le rodeó el cuello a Peter con los brazos.

La vocecilla dentro de su cabeza volvió a decirle que aquello era un error, pero cuando él hizo el beso más profundo y las yemas de sus pulgares rozaron sus pezones, el deseo la acalló. Se escuchó a sí misma gemir otra vez, pero estaba demasiado perdida en las sensaciones que la envolvían como para sentir rubor por ello. El propio Peter estaba experimentando un ansia que hasta entonces no había conocido. Cuando finalmente despegó sus labios de los de ella y levantó la cabeza para mirarla, vio esa misma pasión en los ojos de ella. Sus labios húmedos e hinchados hicieron que deseara volver a inclinar la cabeza y tomarlos de nuevo. Quería más aún, quería alzarla en volandas y llevarla al apartamento de su tía y hacerle el amor, pero las risas del interior del edificio le recordaron por qué estaba allí.

Maldijo para sus adentros, pero, con una fuerza de voluntad que ignoraba que tuviera, apoyó su frente en la de Lali y le dijo:

-Peter: Deberíamos… deberíamos volver dentro.

Lali estaba mirándolo como si acabara de despertar de un sueño.

-Lali: ¿Qué?

-Peter: Mi padre llegará en cualquier momento —dijo con un suspiro— y se preguntará dónde estoy.

Lali se apartó de él.

-Lali: Oh, sí, claro —balbució, quitándose la chaqueta de los hombros y devolviéndosela— Gracias.

Se estaba dando la vuelta cuando él la llamó.

-Peter: Lali...

-Lali: No pasa nada, Peter —murmuró ladeando la cabeza y esbozando una sonrisa— Nos hemos dejado llevar un poco, eso es todo. A veces pasa.

Ese «a veces pasa» hirió a Peter en su pundonor.

-Peter: Pues ya es la segunda vez que nos pasa, por si no llevas la cuenta —le dijo en un tono algo áspero.

Lali al menos le dio la satisfacción de mostrarse avergonzada.

-Lali: Lo... lo siento —murmuró, bajando la vista y cruzándose de brazos— Ya sé que no estoy llevando esto muy bien. Es sólo que no quiero darte una impresión equivocada, eso es todo.

-Peter: ¿Y qué impresión es ésa?

-Lali: Pues que yo... que nosotros... —respondió ella incómoda— bueno que esto puede ir a más.

-Peter: De modo que lo que estás tratando de decirme...—murmuró él, mirándola a los ojos mientras avanzaba y se quedaba parado a sólo unos centímetros de ella— es que no vas a acostarte conmigo.

Lali se sonrojó profusamente.

-Lali: Sí, eso es lo que quería decir —farfulló apartando la vista.

-Peter: Ya veo —murmuró Peter esbozando una media sonrisa— Pero creo que olvidas... —añadió en un tono seductor, acariciando suavemente el lóbulo de su oreja—...que yo no te lo he pedido.

Satisfecho al ver su aturdimiento, Peter dejó caer la mano.

-Peter: Nos vemos dentro —le dijo sin perder la sonrisa.

Y se dirigió a la puerta deseando tener ojos en la espalda para poder ver la expresión de su rostro mientras se alejaba.

Continuará…

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any garcia no tengo twitter!! jeje :)