Da igual. No pasa nada, porque me van a ascender.
Entonces Nev tendrá que tragarse sus chistes sobre mi trabajo y podré
devolverle el dinero a mi padre. Los dejaré a todos de piedra; va a ser
fantástico.
El lunes por la mañana me despierto inusitadamente
enérgica y positiva, y me pongo el conjunto habitual para ir a trabajar, que
consiste en vaqueros y una camiseta linda, por ejemplo, una de French
Connection. Bueno, para ser sincera, la encontré en una tienda de segunda mano,
pero aún conserva la etiqueta. Mientras le deba dinero a mi padre no tengo
muchas opciones a la hora de comprarme ropa. Es decir, una nueva vale unas
cincuenta libras, y la mía me costó siete cincuenta y está prácticamente nueva.
Subo las escaleras del metro corriendo, el sol brilla y
me siento llena de optimismo. Imaginen que me ascienden, que se lo digo a todo
el mundo. Mi madre me preguntará: «¿Qué tal te ha ido la semana?», y yo le
contestaré: «Bueno...»
No, lo que haré será esperar a estar en casa y entonces
les entregaré mi nueva tarjeta de visita sin darle ninguna importancia.
O tal vez vaya a verlos con mi nuevo coche de la empresa.
Bueno, no sé si el resto de los ejecutivos de marketing tiene uno, pero nunca
se sabe. Puede que a partir de ahora nos lo den. O quizá me digan: «Hemos
elegido uno especialmente...»
—¡Lali!
Me giro y veo a Rochi, mi amiga de Personal, que sube
jadeando detrás de mí. Lleva alborotada su rizada y rubia melena y va con un
zapato en la mano.
-Lalo: ¿Qué te ha pasado? —le pregunto cuando llega arriba.
-Rochi: El zapato éste —dice desconsolada— Me lo
arreglaron el otro día y ya se me ha vuelto a romper el tacón. Me costó seis
libras. Vaya día más desastroso. El lechero ha olvidado dejarme las botellas y
he pasado un fin de semana horrible.
-Lali: Creía que habías estado con Charlie —comento
sorprendida—. ¿Qué ha sucedido?
Charlie es el último novio de Rochi, con el que sale
desde hace unas cuantas semanas. Habían planeado ir a la casa que él tiene en
el campo y que arregla en sus ratos libres.
-Rochi: Ha sido una pesadilla. En cuanto llegamos dijo
que se iba a jugar al golf.
-Lali: Bueno, está a gusto contigo y actúa con toda
normalidad —insinúo, intentando ver el lado positivo.
-Rochi: Puede —acepta dubitativa— Después me preguntó si
me importaría hacer algo mientras él estaba en el club. Le contesté que no y
entonces me dio una brocha y tres botes de pintura. Me aseguró que si era
rápida, podría acabar el cuarto de estar.
-Lali: ¿Qué? No me digas que pintaste la habitación.
-Rochi: Pues... sí—contesta fijando en mí sus enormes
ojos azules— Lo hice para ayudarlo, pero ahora que lo pienso, creo que me
utilizó.
No tengo palabras.
-Lali: Pues claro que se estaba aprovechando de ti —consigo
articular por fin— Quiere un pintor que le salga gratis. Debes mandarlo a paseo
enseguida. ¡Ya mismo!
Se queda en silencio unos segundos y la miro, nerviosa.
Su cara no refleja nada, pero bajo la superficie veo un montón de cosas. Es
como cuando en Tiburón el bicho desaparece en el agua y sabes que en cualquier
momento...
-Rochi: ¡Tienes razón! —exclama— Me ha estado utilizando.
Y es culpa mía. Cuando me preguntó si sabía algo de fontanería o de arreglar
tejados, tendría que haberlo sospechado.
-Lali: ¿Cuándo te dijo algo así? —suelto sin poder
creerlo.
-Rochi: En la primera cita. Pensé que sólo estaba, ya
sabes, dándome conversación.
-Lali: La culpa no es tuya —le aseguro apretándole el
brazo— ¿Cómo ibas a saberlo?
-Rochi: ¿Pero por qué me ocurren estas cosas? —se lamenta
parada en medio de la calle—. ¿Por qué sólo atraigo a auténticos
impresentables?
-Lali: Eso no es verdad.
-Rochi: Sí que lo es. Fíjate en los hombres con los que
he salido —dice empezando a contar con los dedos— Daniel me pidió un montón de
dinero prestado y luego se largó a México. Gary me dejó plantada en cuanto le
encontré trabajo. David me engañaba con otra... ¿No crees que la historia se
repite demasiado?
-Lali: Esto... Bueno, es posible.
-Rochi: Debería darme por vencida —afirma derrotada—
jamás encontraré a nadie que valga la pena.
-Lali: No, no lo hagas. Sé que tu vida va a cambiar por
completo y que te cruzarás con un hombre encantador, amable y maravilloso. Te
voy a dar una idea. ¿Por qué no pruebas a comer en un sitio diferente? Puede
que allí conozcas a alguien.
-Rochi: ¿Tú crees? —pregunta indecisa— Vale, lo
intentaré. —Suelta un sonoro suspiro y echa a andar por la acera—. Lo único
bueno del fin de semana —añade cuando llegamos a la esquina— es que conseguí
acabar mi nuevo top. ¿Qué te parece?
Se abre la chaqueta orgullosa y da una vuelta. La miro
durante unos segundos sin saber qué responder. No es que no me guste el
tejido... Bueno. La verdad es que no me gusta en absoluto. Sobre todo los
jerséis de escote generoso y calados. A través de los agujeros se le ve el
sujetador.
-Lali: Es... fantástico —consigo decir al final—
Absolutamente encantador.
-Rochi: ¿Verdad que sí? —corrobora con una sonrisa
agradecida—. Los hago en un periquete. Ahora me voy a hacer una falda a juego.
-Lali: Estupendo —murmuro—. Te salen divinos.
-Rochi: No me cuesta nada. Me divierte.
Sonríe con modestia y vuelve a abrocharse la chaqueta.
-Rochi: ¿Qué tal te ha ido a ti? —pregunta mientras
cruzamos la calle— ¿Has pasado un buen fin de semana? Seguro que sí. Pablo
estuvo maravilloso y romántico contigo. ¿A que te llevó a cenar o algo así?
-Lali: La verdad es que me pidió que me fuera a vivir con
él.
-Rochi: ¿De verdad? —exclama con melancolía—. ¡Qué bien!
Son la pareja perfecta. Me dan esperanzas de que algún día me suceda algo
igual. Para ustedes debe de ser muy sencillo.
No puedo reprimir un cosquilleo de satisfacción en mi
interior. Pablo y yo. La pareja perfecta. Modelo para los demás.
-Lali: No es fácil —aseguro con una risilla humilde—.
También nos peleamos, como todo el mundo.
-Rochi: ¿Si? —Parece sorprendida— Nunca los he visto
discutir.
-Lali: Pues claro que lo hacemos.
Me estrujo el cerebro e intento recordar la última vez
que Pablo y yo tuvimos una bronca. Evidentemente las tenemos. Muchas. Como
todas las parejas. Es muy sano.
Venga, esto es ridículo. Seguro que... Sí, una vez
estábamos en el río y yo afirmaba que aquellos pájaros blancos eran gansos
mientras Pablo mantenía que eran cisnes. ¿Ven? Somos normales. Lo sabía.
Estamos cerca de la sede de Panther. Cuando subimos los
escalones de piedra, en los que hay una pantera de granito saltando, empiezo a
ponerme un poco nerviosa. Paul querrá que le haga un informe completo de la
reunión con Glen Oil. ¿Qué le voy a decir?
Seré franca y sincera, pero sin contarle la verdad.
-Rochi: ¡Mira! —me reclama, y vuelvo la vista hacia donde
indica.
Tras el cristal distingo un gran revuelo en el vestíbulo.
Esto no es normal. ¿Qué estará pasando?
¿Habrá habido un incendio o algo así?
Mientras empujamos la pesada puerta giratoria nos miramos
desconcertadas. El caos es absoluto. La gente corre de un sitio para otro,
alguien está sacándole brillo a la barandilla de latón, otro limpia las plantas
de plástico y Cyril, el gerente de la empresa, apremia a nuestros compañeros
para que vayan hacia los ascensores.
-Cyril: ¿Quieren ir a sus oficinas, por favor? No debe
haber nadie en recepción —dice con voz estresada— Aquí no hay nada que ver. Por
favor, vayan a sus puestos de trabajo.
-Lali: ¿Qué ocurre? —le pregunto a Dave, el guarda
jurado, que está apoyado contra la pared con una taza de té, como de costumbre.
Él toma un sorbo, lo paladea y sonríe.
-Dave: Va a venir Peter Lanzani.
—¿Qué? —exclamamos Rochi y yo, y nos quedamos con la boca
abierta.
-Lali: ¿Hoy?
-Rochi: ¿En serio?
En el mundo de Panther Corporation es como si viniera el
Papa, o Santa Claus. Es el cofundador de la compañía, el que inventó la Panther
Cola. Lo sé porque he mecanografiado datos sobre él un millón de veces. «En
1987, los emprendedores socios Peter Lanzani y Agustín Sierra compraron la
deficitaria empresa de refrescos Zoot, embotellaron la Zoot cola con el nombre
de Panther Cola, inventaron el eslogan "Que nada te detenga" y
marcaron un hito en el mercado.»
No me extraña que Cyril esté nervioso.
-Dave: Llegará en cinco minutos —apunta mirando el reloj—
Más o menos.
-Rochi: Pero ¿cómo...? —pregunta— Es decir, ¿así sin más?
Los ojos del guarda parpadean. Seguramente lleva toda la
mañana repitiendo lo mismo y se está divirtiendo de lo lindo.
-Dave: Al parecer, quiere ver cómo va la sucursal del
Reino Unido.
—Creía que se había alejado del mundo de los negocios —interviene
Jane, de Contabilidad, que se ha puesto detrás de nosotras y escucha muerta de
curiosidad— Pensaba que desde que murió Agustín Sierra, se sumió en la tristeza
y se recluyó. En su rancho, o donde sea.
-Rochi: Eso fue hace tres años —puntualiza— Puede que ya
esté mejor.
-Jane: ¿Querrá vender la empresa? —sugiere en tono
amenazador.
-Rochi: ¿Por qué iba a hacerlo?
-Jane: Nunca se sabe.
-Dave: Yo creo —dice, y todas estiramos el cuello para
escucharlo— que quiere ver si las plantas brillan lo suficiente. —Mira hacia
Cyril, y nos echamos a reír.
-Cyril: Tenga cuidado, no rompa los tallos —regaña
nuestro gerente a la limpiadora, y después se gira hacia nosotras— ¿Qué hacen
ahí todavía?
-Rochi: Ya nos vamos —responde, y nos dirigimos hacia las
escaleras, que siempre utilizo para no tener que ir al gimnasio. Además, por
suerte, el departamento de Marketing está en la primera planta.
Y las tres subimos corriendo los escalones intentando no
reírnos.
El ambiente de Marketing recuerda un poco al de mi
habitación cuando estábamos en el instituto y preparábamos una fiesta. La gente
se peina, se perfuma y arregla sus papeles cotilleando entusiasmada. Cuando
paso ante la oficina de Neil Gregg, que se ocupa de la estrategia publicitaria,
me fijo en que está colocando cuidadosamente su premio a la eficacia en marketing
sobre la mesa, mientras su ayudante, Fiona, saca brillo a las fotografías en
las que Neil estrecha la mano de gente famosa.
Cuando estoy dejando el abrigo en la percha, Paul, el
jefe de nuestro departamento, me lleva a un lado.
-Paul: ¿Qué rayos pasó en Glen Oil? Esta mañana he
recibido un correo electrónico muy extraño de Doug Hamilton. ¿Le echaste algo
encima?
Lo miro horrorizada. Se lo ha dicho. Pero si me prometió
que no lo haría.
-Lali: No fue exactamente así —aclaro enseguida— Sólo
intentaba demostrarle las cualidades de Panther Prime y... derramé el líquido
de la lata.
Paul arquea las cejas con un gesto nada amistoso.
-Paul: Esta bien, era pedirte demasiado.
-Lali: No, no lo era. Es decir, todo habría ido bien
si... Si me das otra oportunidad, te prometo que lo haré mejor.
-Paul: Ya veremos —zanja mirando el reloj— Será mejor que
te pongas en marcha. Tienes la mesa hecha un desastre.
-Lali: Muy bien. Esto, ¿a qué hora es mi evaluación?
-Paul: Lali, por si no te has enterado, Peter Lanzani ha
venido a vernos —me informa con todo el sarcasmo de que es capaz— Pero si crees
que tu evaluación es más importante que la persona que fundó la empresa...
-Lali: No es eso. Sólo...
-Paul: Ordena tu escritorio —me pide con voz cansada— Y
si le tiras a Lanzani una Panther Cola encima, estás despedida.
Mientras voy a toda prisa hacia mi puesto, Cyril entra
con cara de pocos amigos.
-Cyril: ¡Atención! —grita dando una palmada— Atención
todo el mundo. Esto es una visita informal, nada más. Quizá el señor Lanzani
hable con alguno de ustedes y vea lo que están haciendo. Así que trabajen con
normalidad, aunque, evidentemente, lo mejor que puedan. ¿Qué son estos papeles?
—inquiere de pronto mirando un montón de pruebas que hay en un rincón de la
mesa de Fergus Grady.
—Son... esto... material gráfico para la nueva campaña del
chicle Panther —contesta Fergus, que es muy tímido y creativo— Me falta sitio.
-Cyril: Bueno, pues ahí no pueden quedarse —replica
cogiéndolos y entregándoselos— Deshágase de ellos. Si les pregunta alguna cosa,
contesten con amabilidad y naturalidad. Cuando llegue, quiero que todos estén
haciendo lo que harían en un día cualquiera. Algunos pueden estar llamando por
teléfono; otros, tecleando en el ordenador; un par, discutiendo ideas.
Recuerden que este departamento es el eje de la empresa. Panther Corporation es
famosa por su eficacia en cuestión de marketing.
Se calla y todos lo miramos sin atrevernos a decir nada.
-Cyril: ¡Vamos! —exige dando otra palmada— No se quede
ahí parada —añade dirigiéndose a mí— ¡Venga, muévase!
¡Dios mío! Tengo la mesa llena de cosas. Abro un cajón y
meto un montón de papeles. Después, intranquila, empiezo a ordenar los
bolígrafos. En el escritorio de al lado, Eugenia se retoca los labios.
-Euge: Conocerlo va a ser muy inspirador —dice mirándose
en un espejito de mano— ¿Sabes?, mucha gente cree que transformó el mundo del
marketing él solito. ¿Camiseta nueva, Lali? ¿De dónde es?
-Lali: De French Connection.
-Euge: Este fin de semana estuve allí —Entrecierra los
ojos—. Y no vi ese modelo.
-Lali: Puede que se les hubiera acabado —sugiero dándome
la vuelta y fingiendo que estoy organizando el cajón superior.
—¿Cómo debemos llamarlo? ¿Señor Lanzani o Peter? —pregunta
Caroline.
—Cinco minutos con él —suplica febrilmente por teléfono
Nick, uno de los ejecutivos de marketing— Es lo único que necesito para comentarle
la idea de la página web. Si la aceptara...
Wow, este ambiente tan entusiasta es contagioso. Con una
subida de adrenalina, saco el cepillo para el pelo y compruebo mi brillo de
labios. Nunca se sabe, a lo mejor advierte mi potencial. Puede que, de todos,
se fije en mí.
-Paul: Muy bien, chicos —dice entrando en el departamento—
Está en esta planta. Primero va a ir a Administración.
-Cyril: Sigan con sus tareas cotidianas —nos ruega— ¡Ya!
Joder, ¿qué es lo que hago todos los días? Cogeré el teléfono
para escuchar los mensajes.
Miro a mi alrededor y veo que a todo el mundo se le ha
ocurrido lo mismo.
Todos no podemos estar con el auricular pegado a la
oreja. Esto es ridículo. Vale, encenderé el ordenador y aguardaré a que esté a
punto.
Mientras contemplo cómo cambia de color la pantalla, Eugenia
empieza a hablar en voz alta.
-Euge: Creo que la esencia del concepto es la vitalidad —comenta
mirando hacia la puerta sin cesar por el rabillo del ojo— ¿Entiende lo que
quiero decir?
-Nick: Sí, claro —afirma— En un entorno moderno de
marketing es preciso buscar una... fusión de estrategias y tener una visión
progresista.
Pues sí que va lento el ordenador hoy. Cuando llegue
Peter Lanzani todavía estaré esperando como una tonta.
Ya sé lo que voy a hacer. Seré la persona que sirve los
cafés. ¿Hay algo más natural?
-Lali: Voy a por un café —anuncio tímidamente, y me
levanto de la silla.
-Euge: ¿Puedes traerme uno? —me pide alzando la vista un
momento— De todas formas, en el máster que hice sobre administración de empresas...
La máquina está cerca de la puerta, en un hueco. Mientras
espero que el nocivo líquido llene el vaso, veo que Graham Hillingdon sale de
Administración, seguido de otras dos personas. ¡Jodeme! Vienen hacia aquí. Esta
bien, mantén la calma. Aguarda a que esté listo el otro vaso, simpática y
natural. Ahí está: rubio, con un traje que parece muy caro y con gafas oscuras.
Pero, para mi sorpresa, retrocede para dejar el camino libre.
De hecho, nadie lo mira. Toda la atención se centra en
otra persona. Un tipo que lleva vaqueros y jersey negro de cuello alto.
Mientras lo observo fascinada, él se gira. Cuando le veo
la cara siento un tremendo impacto en el pecho, como si me hubiera golpeado uña
bola de billar.
¡Oh, no! ¡Es él!
Los mismos ojos verdes. Se ha afeitado, pero es él.
El hombre del avión.
¿Por qué estarán todos pendientes de él? Ahora ha
empezado a hablar y todo el mundo se deleita con sus palabras.
Se vuelve otra vez, e instintivamente me escondo para que
no me vea. ¿Qué estará haciendo aquí? No puede... Es imposible que...
Temblorosa, regreso a mi mesa intentando no derramar el
café.
-Lali: ¡Eh! —llamo a Euge con una voz dos tonos más alto
de lo normal— Esto... ¿Sabes qué aspecto tiene Peter Lanzani?
-Euge: No —contesta cogiendo el vaso—. Gracias.
—Tiene el pelo oscuro —apunta alguien.
-Lali: ¿No es rubio? —pregunto tragando saliva.
—¡Ya viene! —susurra otro.
Me dejo caer en la silla y tomo un trago sin saborearlo.
—Nuestro jefe de marketing y publicidad, Paul Fletcher
–dice Graham.
-Peter: Encantado de conocerte —responde una voz seca con
acento norteamericano.
Es él, no cabe duda.
Bueno, tranquila. Puede que no me recuerde. Fue un vuelo
corto. Seguro que viaja muchísimo.
-Paul: Atención todo el mundo —anuncia llevándolo al
centro de la oficina— Tengo el placer de presentarles al fundador de esta
empresa, el hombre que ha influido e inspirado a toda una generación de especialistas
en marketing, Peter Lanzani.
Estalla una ovación y el aludido mueve la cabeza
sonriendo.
-Peter: Por favor, no es para tanto. Continúen con lo que
suelen hacer normalmente.
Comienza a andar por la sala y se detiene de vez en
cuando para hablar con alguien. Paul va delante haciendo las presentaciones, y
detrás, silencioso, camina el tipo rubio.
-Euge: ¡Ya llega! —susurra, y en nuestra parte de la
oficina todo el mundo se pone rígido.
El corazón empieza a latirme con fuerza y me encojo en la
silla para ocultarme tras el ordenador. Quizá no me reconozca. Es posible
que...
Rayos, me está mirando. Noto la sorpresa en sus ojos;
levanta las cejas.
Me ha visto.
«Por favor, que no venga —rezo en silencio— No te
acerques.»
-Peter: ¿Y ella quién es? —le pregunta a Paul.
-Paul: Lali Espósito, una de nuestras jóvenes auxiliares
de marketing.
Se aproxima. Eugenia ha dejado de hablar. Todo el mundo
está observando. Me he puesto roja como un tomate.
-Peter: Hola —me saluda él con amabilidad.
-Lali: Hola, señor Lanzani —consigo decir.
Bueno, me ha reconocido, pero eso no significa que
necesariamente recuerde lo que dije. Fueron unos simples comentarios al azar,
dichos por la persona que estaba sentada a su lado. Puede que ni siquiera
estuviera escuchando.
-Peter: ¿Y qué trabajo desempeñas?
-Lali: Esto... colaboro con el departamento de Marketing
y ayudo a poner en marcha iniciativas promocionales —farfullo.
-Paul: Lali estuvo en Glasgow la semana pasada, en viaje
de negocios —añade con una sonrisa falsísima— Estamos convencidos de que hay
que dar responsabilidades a nuestro personal más joven cuanto antes.
-Peter: Muy inteligente —dice asintiendo. Pasea la vista
por mi mesa y la detiene en mi vaso de poliestireno con sumo interés. Levanta
la cabeza y clava sus ojos en los míos— ¿Qué tal es el café? ¿Bueno?
De repente parece como si tuviera una grabadora en la
cabeza y me oigo parlotear como una estúpida: «El café de la oficina es la cosa más repugnante que he bebido en mi
vida, un auténtico veneno...»
-Lali: Es estupendo. Realmente... delicioso.
-Peter: Me alegra oírlo —comenta con mirada risueña, y
siento que me ruborizo aún más.
Se acuerda, noooooooo.
-Paul: Y ésta es Eugenia Suárez —le presenta— Una de
nuestras ejecutivas de marketing más brillantes.
-Peter: Eugenia —repite pensativo, y da unos pasos hacia
su mesa— Tienes un bonito escritorio. ¿Es nuevo?
«... el otro día
llegó un escritorio nuevo y se quedó con él...»
¡Dios mío! ¿Qué más dije?
Permanezco inmóvil con sonrisa de buena empleada mientras
Eugenia responde dándose autobombo. Pero mi mente rebobina con frenesí,
intentando reconstruir mis palabras. Se lo conté todo sobre mí. ¡Todo! Qué tipo
de bragas llevo, el helado que me gusta, cómo perdí la virginidad y...
Me quedo helada.
«... no debería
haberlo hecho, pero tenía tantas ganas de que me dieran el puesto...» Le
confesé que había falsificado el sobresaliente de mi currículum.
Bueno, ya está. Es el final.
Ahora me despedirá. Me abrirán un expediente por mentir,
nadie volverá a contratarme nunca más y acabaré en un documental sobre los
peores trabajos de Gran Bretaña, limpiando desperdicios de vaca y diciendo:
«Pues tampoco es para tanto.» Vale, que no cunda el pánico. Seguro que puedo
hacer algo. Sí, me disculparé. Diré que fue un error, que lo lamento
profundamente, que nunca pretendí engañar a la empresa y...
No. Aseguraré que sí que lo saqué, y después falsificaré
el certificado con típex. A fin de cuentas, es norteamericano, nunca se
enterará de la verdad.
No, eso es imposible. ¡Dios mío!
Bueno, puede que mi reacción sea exagerada. Veamos las cosas
con perspectiva. Peter Lanzani es un pez gordo. Tiene limusinas, lacayos y una
gran compañía que mueve muchos millones al año. Le traerá sin cuidado que uno
de sus empleados tenga un puñetero sobresaliente o no. La verdad...
Me echo a reír por culpa de los nervios y Eugenia me mira
extrañada.
-Peter: Quiero deciros que estoy encantado de estar aquí —dice
mirando a la silenciosa oficina— Me gustaría presentaros a mi ayudante, Nicolás
Riera —añade indicando al hombre rubio— Me quedaré unos días, así que espero
tener la oportunidad de conoceros mejor. Como ya saben, Agustín Sierra, con quien
fundé Panther Corporation, era británico. Por esa razón, entre otras, este país
ha sido siempre muy importante para mí.
Se oye un espontáneo murmullo. Él levanta una mano,
saluda con la cabeza y se va, seguido por Nicolás y todos los ejecutivos.
Permanecemos en silencio hasta que ha salido y después estallan los
comentarios.
Siento que todo mi cuerpo se relaja. Gracias a Dios.
La verdad es que soy tonta. Por un momento he pensado que
se acordaría de lo que dije. Ni que le importara. ¿Cómo iba a perder tiempo de
su valiosa y ocupada agenda en algo tan insignificante como una nota falsa?
Cuando le doy al ratón para abrir un nuevo documento, la sonrisa ha vuelto a mi
cara.
—Lali —Levanto la vista y veo a Paul al lado de mi mesa—
Peter Lanzani quiere verte.
-Lali: ¿Qué? —pregunto, y mi risueña expresión se
desvanece— ¿A mí?
-Paul: En la sala de reuniones, dentro de cinco minutos.
-Lali: ¿Sabes por qué?
-Lali: No.
Dicho lo cual se aleja, y yo me quedo frente a la
pantalla del ordenador con la mirada perdida y ganas de vomitar. Tenía razón
desde un principio.
Voy a perder el trabajo por culpa de un estúpido
comentario en un ridículo vuelo.
¿Para qué querría que me ascendieran? ¿Por qué tuve que
abrir la boca? Soy una imbécil, una bocazas.
-Euge: ¿Por qué querrá verte? —pregunta un tanto
desconcertada.
-Lali: No sé.
-Euge: ¿Va a ver a alguien más?
-Lali: No tengo ni idea —contesto vagamente.
Aturdida, empiezo a escribir tonterías en el ordenador para
que deje de interrogarme. No puedo perder este empleo y arruinar otra carrera
profesional. No puede despedirme. No es justo. Yo no sabía quién era. Si me
hubiera dicho que era mi jefe, no le habría mencionado lo del currículum ni...
nada de nada.
De todas formas, no es que haya falsificado mi título ni
que tenga antecedentes penales. Soy una buena trabajadora. Me esfuerzo, no me
escaqueo muy a menudo, me quedé un montón de horas extra para hacer la
promoción de la ropa deportiva y organicé la rifa de Navidad.
Cada vez tecleo con más fuerza y mi cara va adquiriendo
una tonalidad más rojiza.
—Lali—me llama Paul mirando de forma significativa su
reloj.
-Lali: Voy.
Inspiro profundamente y me pongo de pie. No voy a dejar
que me eche. No permitiré que ocurra algo así.
Cruzo la oficina y recorro el pasillo hasta la sala de
reuniones, llamo y abro la puerta.
Peter Lanzani está sentado en una silla cerca de la mesa
de conferencias, escribiendo algo en una libreta. Cuando entro, tiene una
expresión tan seria que el estómago me da un vuelco. Debo defenderme. He de
conservar mi puesto.
-Peter: Hola. ¿Puedes cerrar la puerta? —Espera hasta que
lo he hecho y luego me dice— Lali, tenemos que hablar de una cosa.
-Lali: Ya lo sé —respondo intentando mantener firme la
voz— Pero me gustaría dar mi versión primero, si es posible.
Durante un momento parece perplejo, pero luego arquea las
cejas.
-Peter: Sí, claro. Adelante.
Avanzo tomando aire y lo miro a los ojos.
-Lali: Señor Lanzani, ya sé para qué desea verme. Me
equivoqué; fue un error de cálculo que lamento sinceramente. Lo siento
muchísimo y le aseguro que nunca volverá a suceder —Noto que cada vez elevo más
la voz— Pero he de alegar en mi defensa que durante aquel vuelo no sabía quién
era usted y creo que no debe condenarme por un fallo.
Se produce un silencio.
-Peter: ¿Eso crees que voy a hacer? —pregunta por fin
arrugando el entrecejo.
¿Como puede ser tan insensible?
-Lali: Sí. Estará de acuerdo conmigo en que si hubiera
sabido con quién hablaba, jamás habría mencionado nada de mi currículum. Fue
como... una trampa. Si esto fuera un juicio, desestimarían el caso. Ni
siquiera...
-Peter: ¿El currículum?
Ah, la calificación —Me lanza una penetrante mirada— Mejor dicho, la
falsificación —Oírlo en voz alta me deja muda. Siento que cada vez me arde más
la cara— Mucha gente lo llamaría fraude —añade recostándose.
-Lali: Ya lo sé. Fue un error. No debería... Pero eso no
afecta en absoluto a mi forma de trabajar. No significa nada.
-Peter: ¿Eso crees? —replica moviendo la cabeza pensativo—
No sé, pasar de un suficiente a un sobresaliente es un salto muy grande. ¿Qué
ocurrirá si necesitamos que hagas alguna cuenta?
-Lali: Sé hacerlas —aseguro desesperada— Pregunte lo que
quiera.
-Peter: Muy bien. ¿Ocho por nueve?
El corazón me late a toda velocidad y tengo la mente en
blanco. A ver, nueve por uno, nueve; nueve por dos...
Ya está. Diez por ocho es ochenta, así que nueve por ocho
será...
-Lali: ¡Setenta y dos! —grito, y me estremezco al verlo
sonreír.
-Peter: Estupendo —me alaba indicándome una silla— ¿Has
acabado con lo que tenías que decirme o hay algo más? Me paso una mano por la
cara, confundida.
-Lali: ¿No me va a despedir?
-Peter: No —responde con paciencia— ¿Podemos hablar ya?
Me siento y me invade una terrible sospecha.
-Lali: ¿Quería verme por mi currículum?
-Peter: No —contesta con suavidad.
Me gustaría morirme.
Aquí, ahora mismo.
-Lali: Muy bien —digo apartándome el pelo en un intento
por recobrar la compostura y parecer profesional— ¿Qué desea entonces?
-Peter: Tengo que pedirte un pequeño favor.
-Lali: Bien —acepto ilusionada— Lo que quiera. ¿De qué se
trata?
-Peter: Por varias razones —empieza a decir lentamente—
preferiría que nadie supiera que la semana pasada estuve en Escocia. ¿Podrías
no mencionar que nos vimos?
-Lali: Sí, claro —digo al cabo de un rato— Por supuesto.
-Peter: ¿No se lo has contado a nadie?
-Lali: No. Ni siquiera a mi... A nadie.
-Peter: Estupendo. Te lo agradezco. —Sonríe y se levanta—
Ha sido un placer conocerte, Lali. Estoy seguro de que volveremos a vernos.
-Lali: ¿Eso es todo? —pregunto sorprendida.
-Peter: Sí, a menos que haya otra cosa que quieras
comentar.
-Lali: No.
Me pongo de pie rápidamente y me doy en el tobillo con la
pata de la mesa.
¿Qué esperaba? ¿Que me encargara la dirección de un
importante proyecto internacional?
Lanzani abre la puerta y la sujeta para que pueda salir.
Estoy casi fuera cuando me detengo.
-Lali: Un momento.
-Peter: ¿Sí?
-Lali: ¿Qué respondo si alguien me pregunta de qué hemos
hablado?
-Peter: ¿Por qué no les dices que hemos estado charlando
de logística? —me aconseja levantando las cejas, y después cierra la puerta.
Continuará....
------------------------------
Espero que les guste!!!
Besos :D
@Fics_Laliter
JAJAJAJAJAJAJAJAJA CASI MUERO DE LA RISA CON ESTA FRASE: "Seré franca y sincera, pero sin contarle la verdad." JAJAJAJAJA ME ENCANTO!
ResponderEliminarJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA ME FASCINO ESTE CAPITULO! ME REÍ DEMASIADO! ESTUVO GENIAL!
ResponderEliminarBesos, que estés bien!
@vagomi
Pobre Rochi,no tiene suerte con los "tipos",x llamarlos d alguna manera.Un cague d risa Lali,sus pensamientos ya la hacen bastante divertida.Peter si k estuvo pendiente d tooooooooodo el monologo d Lali en el avion.¿k esconde k no quiere k nadie sepa k estuvo en Escocia?.Me diverti un monton,con este cap.Quiero mucho mas.
ResponderEliminarJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAA AME EL CAPÍTULO....Me hizo reír bastantee.
ResponderEliminarMuchas Gracias
eres una genia jajaj me encanto
ResponderEliminarGABY
Jajaja subiras mas? Me encanta
ResponderEliminarComo me rei con este cap! Jajajajajajajaj
ResponderEliminarhayy no de verdad lali hace y dice cada cosa jaja :P
ResponderEliminarBuenísima,leer este cap era como verlos a ellos en esa situación,me encantó y me super entretiene!
ResponderEliminarxD Ni siquiera sabia hacer 8 por 9! xD Es genial este personaje! Espero el proximo encuentro!!
ResponderEliminarFresy07
ajajajjajaja!! que bueno el capitulo!! me rei desde el comienzo hasta el final!! quiero massss!! jaaja! espero el proximoo
ResponderEliminarbesos
faty****
Que buena historia como me reido.. te felicito y estoy encantada contigo nunca he conocido a nadie que lea tanto y le guste mucho leer como a mi jaja aunque sinceramente creo que has leído el doble de lo que yo por lo que vi por ahí.. igual gracias por tomarte el tiempo de compartir estas historias con sus respectivos autores.. debo de confesar que gracias a ti he leído ya algunos libros de Jacquie D`Alessandro me ha encantado y cuando creí que eso era todo me sorprendes con este nuevo autor y con todo lo que has leído, en serio que te felicito!!!1
ResponderEliminarKarla :)
jajaj me moriii de la risa con lali no praba d reir jajajaj
ResponderEliminarmasss noveee :D
Jajajajajaja me he reído demasiadoooooo!! Es muy divertida! Qué habrá pasado en Escocia que no quiere que sepan que estuvo ahí??
ResponderEliminarmas nove porfaaaa!
@jeissymori
jajjaja Menudo cago de risa con Lali!
ResponderEliminarMas Novee!
@sarapinyana
me encantooo es Lo Mas :) ya veo que en esta nove a alali le pasan unas cosas locas y que dan risa ..!
ResponderEliminarEstubo buenisimoo el capitulo este , Me encanto cuando aparecio Peter , Yo me muero sii al que le conte todo es el Duño de la empresa. osea que pena :)
ResponderEliminarMas Lindo el . Y lali toda nerviosa No seria para menos :) Me encanto de de verdad . Ya quiero otra capituloooooooooooooooooooooo , Quiero Mas Mas Mas ..!
ResponderEliminarsuper amigacha yo tambiien ando ocupadisima con la uni y las cosas de mi casa ..! y bueno cuando puedo me meto y comento y publico la nove :) necesito hablar con vos *_* quiero contarte algo Mas Lindo :)
ResponderEliminarTe Quiero Super amigacha Sos Una genia:) sos una loca total pero bien chebre :)
ResponderEliminarte quiero Super amigacha . Besos
Te quiero *_*
Como me he reído en este capítulo esa lali me mata jajaja
ResponderEliminarMass nove, xfa ;DD
ResponderEliminarjajaj me super encanto el capiutulo no sabes lo que me reiii quiero mas novelaaa es hermosa y graciosa
ResponderEliminarque te paso q ya no escribes??' quiero mas nove plisss¡¡¡
ResponderEliminarquiero mas nove... es genial... me encanto el cap...
ResponderEliminarEspero q subas pronto ..
Besos q estes bien...!!! ♥
????
ResponderEliminardonde estas amor, amor? donde no estas amor, amor? donde estes, te buscareee...
ResponderEliminarno, en serio, donde estas? xD
que ya nos has subido nove ;c
Estas viva, te enfermaste, te ganaste un crucero y no avisaste donde estas? Espero que estes bn
ResponderEliminarHace falta la nove
Me encantaaa! maaas
ResponderEliminarJAJAJAJAJAJAJ te juro qe estuvo buenisimo me mori de la risa! ;) encima todo lo que hablo con Peter en el escritorio. Si fuera ella me hubiera despedido porque la tabla del nueve me re cuesta y tengo 16 asi qe imaginate JAJAJAJAJ xD me encantoooo!!!
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