En sólo cinco segundos toda la gente empezó a hablar otra
vez, los clientes que esperaban a ser atendidos rodearon a Peter, saludándolo,
y Emilia se apresuró a salir de detrás del mostrador y, con la habilidad de un
jugador de rugby, se abrió paso entre ellos para llegar hasta él.
-Emi: Siéntese, señor Lanzani, por favor —le dijo,
tomándolo del brazo y llevándolo a una mesa vacía cerca del mostrador— Gastón
le servirá una taza de café.
Gastón farfulló algo por lo bajo, pero Lali le lanzó una
mirada de aviso. De una confrontación pública entre ambos sólo se derivarían
problemas.
-Peter: De veras que se lo agradezco mucho, señora Espósito,
pero puedo esperar mi turno.
-Emi: Ni hablar —replicó, empujándolo hacia abajo por los
hombros para que se sentara— ¿Qué le apetece?, ¿un cortado, un expreso, un
capuchino?
Lali puso los ojos en blanco, sorprendida de que de paso
no añadiera: «ala mano de mi hija Rocío en matrimonio?».
-Peter: Em...
gracias —contestó— pero no tiene por qué...
-Emi: Tenemos pastel de manzana recién sacado del horno
—continuó sin darle más opción a protestar— Lali, tráele una porción al señor Lanzani.
-Peter: No quisiera ser una molestia —le insistió a Emilia.
Pero le lanzó luego una a Lali una breve mirada con una sonrisa que dejaba ver
a las claras que la situación lo divertía.
-Emi: No es ninguna molestia, señor Lanzani —le aseguró alegremente—
¿Verdad que no, Lali?
Lali forzó una sonrisa.
-Lali: No, por supuesto que no.
-Emi: Bueno, y dígame —instó su madre a Peter, sentándose
a su lado— ¿va a ayudarle su esposa con la campaña?
¡Por amor de Dios! Lali agachó la cabeza avergonzada
mientras cortaba una porción de tarta de manzana. Su madre no habría podido ser
menos sutil si hubiera sacado un calendario y le hubiera preguntado cuándo le
iría bien para reservar la iglesia y el salón para el banquete de bodas.
-Peter: No estoy casado —respondió— pero estoy buscando
voluntarias...
Lali levantó la cabeza, y vio que todas las féminas en la
tienda habían contenido el aliento.
-Peter: Perdón, quería decir voluntarios; para la
campaña, quiero decir —se corrigió con una sonrisa.
Una ola de decepción recorrió la tahona.
-Emi: Ah —dijo. Pero sus hombros, que se habían encorvado
al oírlo responder, se irguieron de nuevo y sonrió ampliamente— Claro que mis
hijas, por supuesto, están dispuestas a ayudarle —le dijo con entusiasmo— En
nuestra familia estamos todos decididos a apoyar a su padre. La política nos
interesa muchísimo.
«¿Qué?» Lali no podía dar crédito a lo que estaba oyendo.
¿Desde cuándo les interesaba la política?
-Peter: Es muy generoso por su parte, señora Espósito
—contestó Peter, mirando de reojo a Lali— pero quizá debería preguntarle a sus
hijas si ellas quieren colaborar en la campaña.
-Emi: Por supuesto que querrán —le aseguró, moviendo la
mano como diciéndole «no sea tonto»— Eugenia y Rocío estarán encantadas de
ayudarlos —y añadió al cabo de un segundo— y mi Lali, naturalmente.
Lali apretó la mandíbula ante los murmullos y
asentimientos de los clientes que estaban alrededor. Por si no fuera ya
bastante humillación que su padre le hubiese alquilado el local a un extraño y
no a ella, ¿ahora también tenía que ayudarle? Tenía que detener a su madre
antes de que aquello se le fuese de las manos. Tomando en una mano el plato con
la porción de tarta de manzana, y la taza de café que Gastón le tendió en la
otra, Lali se apresuró a rodear el mostrador e ir hasta la mesa donde su madre
se había sentado con Peter.
-Lali: Mamá —le dijo en un tono lo más dulce posible—
estoy segura de que el señor Lanzani está buscando voluntarios con experiencia,
gente que entienda de esas cosas.
-Peter: Oh, no, en absoluto —intervino él, recostándose en
el asiento y mirándola— Mañana por la tarde, a las seis y media vamos a hacer
una pequeña merienda a modo de reunión informativa para voluntarios. Si queres
podés venir con tus hermanas.
Lali abrió la boca para decirle que iba a estar ocupada,
pero su madre fue más rápida.
-Emi: Allí estarán —dijo con firmeza— Y mi marido y yo iremos
también. Y llevaremos pastas de té y bollos.
Cuando Emilia se levantó, él hizo otro tanto y le tendió
la mano sonriente.
-Peter: Gracias, señora Espósito. Es usted en extremo
generosa.
Emilia se puso roja como una colegiala y prorrumpió en
risitas, dejando a Lali boquiabierta. Nunca había visto a su madre reaccionar
así, se dijo estremeciéndose mientras la veía rodear el mostrador y desaparecer
tras la puerta de vaivén que llevaba a la trastienda ¿Tendrían todos los
hombres de la familia Lanzani la habilidad de hacer que las mujeres se
comportaran como si fueran tontas?, se preguntó. Si hubiera una vacuna contra
esa sonrisa, ella sería la primera en ir a que se la pusieran.
-Lali: Tu tarta de manzana y tu café —farfulló deslizando
el plato sobre la mesa y colocando al lado la taza de café.
-Peter: Gracias.
-Lali: No hay de qué.
Lali iba a volver al mostrador, pero antes de que pudiera
girarse, él la retuvo por el brazo. «¡Otra vez!», pensó inquieta al sentir un
extraño cosquilleo, como el día anterior, cuando le había dado la mano.
-Peter: Ten —le dijo tomando su mano y poniendo en ella
una llave— He hecho una copia. Había venido por eso.
A cualquiera que hubiera estado mirando le habría
parecido un gesto totalmente inofensivo. Para ella, en cambio, era algo
personal. El tacto de las yemas de sus dedos sobre su piel, la presión de la
llave contra su palma, el modo en que retiró la mano lentamente... Cerró los
dedos en torno a la llave y apartó la mano.
-Lali: Gracias.
-Peter: De nada. Bueno, entonces, mañana por la tarde nos
veremos, ¿no?
-Lali: Um... sí, mañana —balbució.
Irritada consigo misma, se giró sobre los talones y,
mientras se alejaba hacia el mostrador, juraría que lo había oído reírse entre
dientes. ¡Condenado Peter Lanzani! ¡Ojalá se le atragantara el pastel de
manzana!
--
Tumbado de espaldas en el suelo bajo un escritorio, Peter
estaba intentando conectar el cable de la impresora en la CPU del ordenador. Si
tan sólo el dichoso cable midiera un par de centímetros más y tuviera un poco
más de espacio para maniobrar lo habría conseguido diez minutos atrás, pero
claro, entonces no estaría maldiciendo para sus adentros. Y, después de la
mañana que había tenido, ¿por qué iba a ser mejor la tarde? Se había hecho un
buen arañazo cambiando una rueda pinchada, había dejado caer una taza de café
sobre el comunicado de prensa que le había dicho a Melody que iba a mandar al
periódico, no sabía dónde había puesto unos papeles que necesitaba, y hacía
cinco minutos, al tantear buscando el cable de la impresora por detrás del
escritorio, se había clavado en la uña una astilla del tamaño de un alfiler.
Había logrado sacársela, pero todavía le dolía.
Sin embargo, lo que lo irritaba de verdad era que no
lograba sacarse de la cabeza a cierta joven de cabello castaño claro y lengua
afilada. ¿Qué tenía Lali Espósito que no tuvieran otras mujeres que había
conocido? Los ojos ambarinos, los delicados rasgos de su rostro, y la sonrisa
que la hacían hermosa, pero claro no era como las mujeres que estaba acostumbrado
a tratar, era un poco baja de altura, quizá un poco delgada para su gusto, y
encima era fría como la brisa del Ártico, así que, ¿qué diablos había visto en
ella?
Quizá fuera su rechazo lo que lo intrigaba; claro que
tampoco era estúpido, y desde luego no estaba ciego. La había sentido
estremecerse cada vez que la había tocado, y la había visto apartar la mirada.
Algo le decía que bajo esa fachada de mujer de hielo había un verdadero volcán.
Por fin había logrado enchufar el cable cuando...
—¿Hola?
Al oír aquella voz femenina, Peter se incorporó, dándose
un tremendo golpe en la cabeza con la parte de debajo del escritorio. No estaba
seguro de si el crujido que sonó había sido su cráneo o la madera. Articuló una
palabrota, y a medida que su visión volvía a enfocarse, vio un par de torneadas
piernas aparecer junto a una esquina de la mesa.
-Lali: Siento haberte asustado —dijo bajando la vista—
¿Estás bien?
Peter salió de debajo de la mesa con una mano en la
cabeza y se quedó sentado en el suelo.
-Peter: Oh, sí, estupendamente —contestó— Todos los días
me doy cabezazos con las mesas porque me divierte.
Su sarcasmo hizo sonreír a Lali, que se arrodilló y se
inclinó sobre él.
-Lali: Déjame ver.
-Peter: Estoy bien —farfulló.
Pero cuando Lali le tomó la cabeza entre las manos el
corazón empezó a latirle con tal fuerza que parecía que quisiera salírsele del
pecho.
-Lali: Bueno, no veo sangre por ninguna parte —dijo,
abriendo suavemente los mechones de cabello con los dedos.
«Porque se me ha bajado toda a cierto sitio del tronco
para abajo», pensó él. Los dedos de Lali le hacían cosquillas, y sintió que una
oleada de calor invadía todo su cuerpo. Quizá estuviera alucinando, se dijo, o
quizá se había dado tal golpe que había perdido el conocimiento y aquello no
era más que un sueño erótico. Si era así, no quería despertarse.
-Lali: ¿Dónde te duele? —inquirió.
Sus uñas le rozaban levemente el cuero cabelludo mientras
lo inspeccionaba, y Peter notó que la garganta se le había puesto
increíblemente seca.
Dudando que fuera capaz de articular palabra, se limitó a
señalar el sitio.
-Lali: Llamé a la puerta —murmuró ella, tocando con
cuidado esa zona— pero no has debido oírme.
En ese momento apenas si podía oírla tampoco, con el
zumbido que tenía en los oídos.
-Lali: Además, la puerta estaba abierta —continuó al ver
que no respondía— así que creí que estarías en la parte de atrás.
Las yemas de sus dedos describieron un movimiento
circular, y Peter tuvo que morderse la lengua para reprimir un gruñido de placer.
Estaban a menos de medio metro, y el hecho de que justo delante de sus narices
estuviera su pecho, y que la posición de sus brazos extendidos estirara la tela
de la blusa, marcando la turgencia de sus senos, estaba haciendo que le costara
respirar, y que le costara pensar.
El dulce olor a vainilla y canela que desprendía, el
tacto increíblemente suave y erótico de sus manos, y el tono seductor de su voz
hicieron que deseara agarrarla por la cintura y besarla hasta dejarla sin
aliento en aquel suelo polvoriento, levantarle la falda, acariciarle las piernas
y...
Apretando los dientes, la tomó de las muñecas. No la
atrajo hacia él, pero tampoco la apartó. Lali estaba mirándolo sorprendida, con
los labios entreabiertos, pero no se movió.
Peter le sostuvo la mirada, y lentamente, dándole tiempo
a rechazarlo si era lo que quería, la fue atrayendo hacia sí. En el instante
anterior al momento en que sus labios se encontraron, vio cómo cerraba los
ojos, y notó su cálido aliento en la mejilla. Los labios de Lali eran suaves
como los pétalos de una rosa. Tiró de ellos con los suyos, y los masajeó con
delicadeza aún ansioso por hacer el beso más profundo. Lali no respondió en un
principio, pero tampoco lo apartó, y Peter no necesitó más.
Trazó el arco del labio inferior con la lengua,
introduciéndola después en su boca, y no lo sorprendió el latigazo de deseo que
lo golpeó al hacerlo. Se había sentido atraído por ella desde el primer momento
en que la había visto, y tampoco le respondió su apasionada respuesta después
de la inicial vacilación. También desde el primer momento había intuido que ella
se sentía igualmente atraída por él.
Sin embargo, de pronto, como una avispita que estuviera
picándolo en la conciencia, se acordó de algo.
-Peter: ¿Qué diría Gastón de esto? —murmuró cuando se
hubieron separado, y estaban tratando de recobrar el aliento.
Lali se puso tensa y lo miró a los ojos.
-Lali: ¿Gastón?
-Peter: Sí —insistió él con cierta aspereza— ¿Te has
olvidado de él?
Lali frunció el entrecejo, confundida, y después esa
mirada pareció tornarse en suspicaz.
-Lali: ¿Qué sabes vos de Gastón?
-Peter: No mucho —respondió él. Sin duda no se alegraba
precisamente de que se lo hubiera recordado cuando estaba haciendo algo
indebido, se dijo irritado— Esperaba que tú me dijeras algo más de lo que sé.
Fue fascinante, a la vez que frustrante, observar cómo el
fuego del deseo que había relumbrado momentos antes en los ojos de Lali se
transformaba en frío hielo. Levantando la barbilla con arrogancia, se apartó de
él, se levantó, y se alisó la falda.
-Lali: Mi madre me mandó aquí para preguntarte cuánta
gente va a ir a ese evento mañana por la tarde —dijo con sequedad.
-Peter: Escucha, Lali, lo siento —farfulló, poniéndose
también en pie. La tomó por el brazo, pero ella se soltó— Sé que no debería...
-Lali: ¿Cincuenta? ¿Cien? —inquirió ella en el mismo
tono.
-Peter: Unas cincuenta —respondió él, pasándose una mano
por el cabello, lo que le recordó inmediatamente el golpe que se había dado al
sentir una aguda sensación de quemazón— Maldita sea, Lali, ya sé que no es
asunto mío, pero...
-Lali: Exacto; vos lo dijiste —masculló ella, echándose
el cabello hacia atrás— Y ahora, si me disculpas, tengo que volver al trabajo.
Peter la observó girarse y alejarse hacia la puerta con
la espalda rígida.
-Peter: Genial, Lanzani —farfulló para sí mismo—
sencillamente genial.
Apoyándose en el escritorio, Peter se quedó mirando la
puerta por la que Lali había salido. Lo mejor sería olvidarse de ella, se dijo,
y concentrarse en la campaña. Claro que, pensó sin poder reprimir una sonrisa
al recordar el beso que acababan de compartir, eso sería algo casi imposible.
Continuará...
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Besoooooooooo!!! ^-^
+ 20 firmas y + nove
gracias por las firmas :
noves laliter, leti, lomejor_laliter vale, vsyasabs_laliter, Alexa, Myprettylanzani Ros, anónimo, Gioia!!!
noves laliter, leti, lomejor_laliter vale, vsyasabs_laliter, Alexa, Myprettylanzani Ros, anónimo, Gioia!!!
:D
ohh mi Dioss
ResponderEliminarmasss
ResponderEliminarpeter esta celosoo
ResponderEliminary piensa cualqueira
ResponderEliminarnose porque tengo la sensasion de que la mama de lali ve a rochi y a euge mas capaces de conseguir a peter que a lali
ResponderEliminarespero que emilia se lleva una buena sorpresa
ResponderEliminarquiero mas mas mass
ResponderEliminarme encanta
ResponderEliminarasdhfubdasl amo que todo el mundo quiera a peter y que peter quiera a lali
ResponderEliminarUUUUUUUUUUUUUUUU beso beso buenicomo el capi !!!
ResponderEliminarVamos por mas !!!!!
leti
mas noveeee
ResponderEliminarme encanto la nove
ResponderEliminarmassssssssssssssssssssssssssss noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarmas mas mas mas mas
ResponderEliminarotro capi porfa !!!
ResponderEliminar:) me encantan tus noves
ResponderEliminarme encanta mas nove por favor....
ResponderEliminaruna preguntica tienes twitter ???
maaaas
ResponderEliminarotrooo
ResponderEliminar:D
ResponderEliminarMe encanto el capítulo :)
ResponderEliminarMe encanto
ResponderEliminarNoveeee
ResponderEliminar:O se besaron q lindo... pero ahora eentiendo lo de gaston espero no estar equivocada =D
ResponderEliminarMe voy a comer de estar checando el blog casi cada 5 min y tu posteas ee
ResponderEliminarJjaja ne encanto que peter sigue oensando que lali tiene algo con gaston cuando nada que ver ajajaj se va a morir cuando sepa la verdad peter :p y si peter le reclama despues de besarla :)
Abril
más nove por fa
ResponderEliminarpor favor peter! no te olvides de lali!!!!
ResponderEliminarespero que descubra que en realidad gaston esta con rochi!
Lo de Gastón es un malentendido...pero Lali se aferró a eso para escapar.Gastón es el amor de Rochi,no?Y ellos son FUEGO PURO!
ResponderEliminarla mama de lali es una jodida jajaa!!
ResponderEliminarCon lo bien k ibas Lanzani ,lo estropeaste en un segundo.Facilmente Emi es la mama d la cenicienta.Loca x casar a sus tres hijas ,con gente rica.
ResponderEliminarhayy me encantaa ♥
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