«Continuaremos donde lo hemos dejado.» Eso podría
significar... O también...
¡Dios mío! Cada vez que me acuerdo me da un vuelco el
corazón. No puedo concentrarme en el trabajo ni pensar en otra cosa. «El Día de
la Familia es una fiesta de la empresa, no una cita», me repito una y otra vez.
Es una celebración estrictamente profesional y no creo que haya ninguna
posibilidad de que Peter y yo hagamos algo más que saludarnos como jefe y
empleada. Nos daremos la mano, eso es todo.
Pero nunca se sabe lo que puede pasar después.
«Continuaremos donde lo hemos dejado.»
¡Dios mío! ¡Dios mío!
El sábado por la mañana me levanto muy pronto, me froto
con fuerza por todas partes, me depilo las axilas, me pongo mi crema corporal
más cara y me pinto las uñas de los pies.
Sólo porque ir arreglada es lo más normal, no por otra
cosa.
Elijo mi sujetador Gossard de encaje, unas braguitas a
juego y mi vestido de verano más favorecedor.
Luego, con un ligero sonrojo, meto unos condones en el
bolso. Simplemente porque siempre hay que estar preparada. Es una lección que
aprendí en las exploradoras cuando tenía once años, y no la he olvidado. Bueno,
entonces nos aconsejaban llevar pañuelos de repuesto y aguja e hilo, pero el
principio es el mismo, ¿no?
Me miro en el espejo, me aplico una última capa de brillo
de labios y me vuelvo a rociar con perfume. Soy la seducción en persona. Muy
bien, lista para el sexo.
Es decir, para Peter.
Es decir... Bueno, da igual.
La fiesta se celebra en la Mansión Panther, una casa de
campo que la empresa tiene en Hertfordshire. Suelen utilizarla para cursillos,
conferencias y sesiones de puesta en común de procesos creativos, a los que
jamás me invitan. Así que no he estado nunca en ella. He de confesar que cuando
bajo del taxi me quedo gratamente impresionada. Es un edificio muy bonito, con
muchas ventanas y columnas en la parte delantera, de estilo... muy antiguo.
—Una magnífica arquitectura georgiana —comenta alguien
que pasa a mi lado por el sendero de grava.
A eso me refería.
Guiada por la música, rodeo la casa. En la extensa
explanada de la parte trasera, engalanada con banderitas de colores, la fiesta
está en pleno apogeo. Sobre el césped han instalado varias casetas de lona, un
grupo de música toca sobre un pequeño escenario y los niños juegan y chillan en
un castillo inflable.
-Cyril: ¡Lali! ¿Y tu disfraz? —pregunta, que avanza hacia
mí vestido de bufón, con un sombrero rojo y amarillo acabado en punta.
-Lali: ¡Vaya! —exclamo intentando parecer sorprendida— No
sabía que hubiera que traer uno.
Lo que no es del todo cierto. Ayer por la tarde, a eso de
las cinco, Cyril envió un correo electrónico urgente a todos los empleados que
decía: «Recuerden que el Día de la Familia es obligatorio acudir disfrazado.»
Pero, la verdad, ¿cómo iba a hacerme uno con tan poco
tiempo? Y de ninguna manera me pondría hoy un horrible modelito de nailon
comprado en una tienda. Además, ¿qué puede pasarme?
-Lali: Lo siento —me disculpo distraída mientras busco a Peter
a mi alrededor— De todas formas...
-Cyril: ¡Sos de lo que no hay! Lo decía bien claro en el
memorándum y en el boletín informativo. Tendrás que ponerte uno de los que han
sobrado —añade agarrándome por el hombro cuando trato de escabullirme.
-Lali: ¿Qué?
-Cyril: Me imaginaba que ocurriría algo así y he sido
previsor —me informa con un sutil tono de triunfo.
Un escalofrío me recorre el cuerpo. No estará insinuando
que...
-Cyril: Tenemos un montón entre los que elegir.
Ni hablar. He de huir como sea.
Lucho por zafarme, pero su mano es como un cepo. Me
empuja hacia una caseta en la que hay dos señoras de mediana edad junto a un
colgador lleno de... ¡Santo cielo! Son los disfraces caseros más horrorosos y
chillones que he visto en mi vida. Peores que los de las tiendas. ¿De dónde los
habrán sacado?
-Lali: La verdad es que preferiría seguir como estoy —suplico
espantada.
-Cyril: Todo el mundo tiene que llevar uno. Las
instrucciones lo decían bien claro —replica con firmeza.
-Lali: Pero si ya voy disfrazada. Me había olvidado de
decírselo. Es un vestido de verano para celebraciones al aire libre de los años
veinte, un auténtico...
-Cyril: Lali, hoy es un día para divertirse y eso se
consigue en parte cuando vemos a nuestros compañeros y parientes con trajes
graciosos. Y ahora que me acuerdo, ¿dónde está tu familia?
Pongo la cara de pesar que he estado ensayando toda la
semana.
-Lali: No ha podido venir.
Lo que podría ser verdad, porque no les he contado nada.
-Cyril: Se lo dijiste, ¿verdad? Les enviaste el folleto —inquiere
con ojos llenos de recelo.
-Lali: Sí —contesto con los dedos cruzados por detrás de
la espalda—. Por supuesto. Les habría encantado estar aquí.
-Cyril: Pues entonces tendrás que alternar con los
familiares de tus compañeros. Toma, serás Blancanieves —me ordena mientras me
mete por la cabeza un espantoso vestido de nailon con mangas abombadas.
-Lali: No quiero ser... —protesto, pero me callo al ver
que a Moira, de Contabilidad, le están poniendo un disfraz de gorila— Vale, de
acuerdo.
Estoy a punto de echarme a llorar. Mi hermoso y
favorecedor vestido está en una bolsa de percal, listo para que lo recoja al
acabar la fiesta, y llevo un modelito con el que parezco una niña de seis años,
sin ningún gusto y daltónica.
Cuando salgo desconsolada de la caseta, el grupo está
tocando Um—pa—pa, de la película Oliver, y alguien anuncia algo ininteligible
por los altavoces. Miro a mi alrededor, entrecerrando los ojos por el sol, y
trato de adivinar quién se esconde detrás de cada disfraz. Paul pasea por el
césped vestido de pirata, con tres niños que corretean a la altura de sus
piernas.
—Tío Paul, tío Paul. Pon tu cara terrorífica otra vez —grita
uno de ellos.
—Quiero un chupa-chups. Cómprame un chupa... —le pide
otro.
-Lali: Hola —lo saludo— ¿Lo estás pasando bien?
-Paul: Deberían fusilar al que inventó esta fiesta —asegura
sin rastro de buen humor— ¡Aparta de mi camino! —le espeta a uno de los críos,
y todos se echan a reír encantados.
Eugenia pasa a nuestro lado disfrazada de sirena, junto a
una autoritaria mujer que lleva un enorme sombrero.
-Euge: Mamá, no tengo ganas de ir al servicio —sisea.
—No es necesario que te ofendas —brama su madre.
Esto es muy extraño. Cuando la gente está con su familia,
se comporta de una manera completamente distinta. Gracias a Dios que la mía no
ha venido.
¿Dónde estará Peter? Puede que dentro de la casa. A lo
mejor debería...
—¡Lali! —me llama Rochi, que se acerca con un
estrafalario traje de zanahoria del brazo de un hombre mayor con pelo gris, que
supongo que será su padre.
Lo que me parece muy raro porque me dijo que acudiría
con...
-Rochi: Te presento a Phillip —dice sonriente— Phillip,
ésta es mi amiga Lali. Gracias a ella nos conocimos.
¿Qué?
No entiendo nada.
¿Éste es su nuevo novio? Pero si debe de tener setenta
años.
Atónita, estrecho una mano seca y apergaminada como la de
mi abuelo y consigo a duras penas hacer algún comentario sobre el tiempo,
aunque sigo sin salir de mi asombro.
No me malinterpreten. Para mí, la edad no es importante.
No estoy en contra de nada. Creo que todo el mundo es igual, sean blancos o
negros, hombres o mujeres, jóvenes o...
¡Pero si es un anciano!
-Rochi; ¿A que es encantador? —comenta con cariño cuando
Phillip se va a buscar algo de beber— Es tan atento... Nada le parece
demasiado. Jamás había salido con un hombre como él.
-Lali: Eso me lo creo. ¿Cuántos años te lleva?
-Rochi: No estoy segura. No se lo he preguntado nunca.
¿Por qué?
Su expresión es radiante y risueña, de genuina
inconsciencia.
-Lali: Por nada. Ahora que me acuerdo, ¿dónde lo
conociste?
-Rochi: Ya lo sabes, tonta —me reprende en broma— Tú me
sugeriste que fuera a comer a otro lugar. Bueno, pues encontré uno de lo más
curioso, escondido en un callejón. De hecho, se lo recomendaría a todo el
mundo.
-Lali: ¿Un restaurante? ¿Un café?
-Rochi: No exactamente. No había estado nunca en un sitio
como ése. Entras, te dan una bandeja y tienes que cogerte tú la comida. ¡Y sólo
cuesta dos libras! Después hay algo de diversión. A veces es una partida de
bingo o de cartas. Otras, cantar alrededor de un piano. Un día organizaron un
bonito baile. He hecho un montón de amigos.
-Lali: Rochi, ¿no será un centro de día para la tercera
edad?
-Rochi: Esto... —balbucea desconcertada.
-Lali: Intenta recordar. ¿Toda la gente que va es un
poco... mayor?
-Rochi: ¡Vaya! —exclama arrugando el entrecejo— Ahora que
lo dices, sí que son todos un poquito... maduros. Pero, de verdad, deberías
venir algún día. Nos lo pasamos en grande.
-Lali: ¿Seguís yendo?
-Rochi: A diario. Estoy en el comité social.
-Phillip: Hola de nuevo —saluda alegremente, que ha
aparecido con tres vasos.
Sonríe a Rochi y le da un beso en la mejilla, y ella
sonríe también. De pronto me emociono. Sé que es muy raro, pero dan la
impresión de ser una pareja muy enamorada.
-Phillip: El tipo del puesto parecía agobiado, pobre
chico —comenta él mientras tomo un sorbo de delicioso Pimm's cerrando los ojos
para saborearlo.
Humm. No hay nada más agradable en un día de verano que
un buen vaso de...
Un momento. Abro los ojos. ¡Pimm's!
Mierda, le prometí a Pablo que lo ayudaría. Miro el reloj
y veo que ya llego diez minutos tarde. Maldita sea, no me extraña que esté
estresado.
Me disculpo ante Rochi y Phillip y corro tan rápido como
puedo hacia la caseta que hay en uno de los rincones de la explanada. Pablo se
enfrenta con valentía a una larga fila él solito. Va vestido de Enrique VIII,
con mangas abombadas, calzones y una poblada barba postiza de color rojo. Debe
de estar asándose.
-Lali: Perdona —me excuso colocándome a su lado— He tenido
que ponerme el disfraz. ¿Qué se supone que debo hacer?
-Pablo: Servir vasos de Pimm's —replica con brusquedad— A
una libra y media. ¿Crees que podrás?
-Lali: Por supuesto que sí —le aseguro un tanto molesta.
Durante un buen rato estamos demasiado ocupados para hablar.
Después, la cola desaparece y nos quedamos solos.
Pablo ni siquiera me mira y ordena los vasos con tanta
fuerza que temo que rompa alguno. ¿Por qué estará de mal humor?
-Lali: Lamento haber llegado tarde.
-Pablo: No pasa nada —contesta fríamente, y comienza a cortar
hojas de menta como si quisiera matarlas— ¿Lo pasaste bien la otra noche?
Era eso.
-Lali: Sí, gracias.
-Pablo: Con tu nuevo y misterioso amigo.
-Lali: Así es —confirmo mientras miro de reojo el
atestado césped en busca de Peter.
-Pablo: Es alguien del trabajo, ¿verdad? —pregunta de
improviso, y siento una sacudida en el estómago.
-Lali: ¿Por qué lo dices?
-Pablo: Por eso no quieres contarme quién es.
-Lali: No es por... Pablo, ¿podrías respetar mi
intimidad?
-Pablo: Creo que tengo derecho a saber por quién me has
dejado —afirma lanzándome una mirada cargada de reproche.
-Lali: No lo tienes —replico, pero me suena un poco
mezquino— Es que no creo que hablar de esa cuestión nos ayude.
-Pablo: Bueno, pues ya lo averiguaré. No me costará nada.
-Lali: Por favor, Pablo.
-Pablo: Lali, no soy tonto. Te conozco mucho mejor de lo
que piensas.
Vacilo por un momento. Puede que lo haya subestimado. A
lo mejor sí que me conoce.
¡Santo cielo! ¿Qué pasará si se entera?
Empiezo a cortar un limón mientras observo la multitud.
¿Dónde está Peter?
-Pablo: Ya lo tengo —exclama de repente con una expresión
triunfal— Es Paul, ¿verdad?
-Lali: ¿Qué? —pregunto boquiabierta con ganas de echarme
a reír— No, no es él. ¿Cómo se te ha ocurrido algo así?
-Pablo: Pues porque lo miras cada dos minutos —argumenta
indicando hacia donde está mi jefe.
-Lali: Sólo estoy... contemplando el ambiente.
-Pablo: ¿Y por qué merodea por aquí?
-Lali: No lo está haciendo. Te lo digo en serio, no salgo
con él.
-Pablo: ¿Crees que soy estúpido o qué? —pregunta
enfadado.
-Lali: No, no lo creo, pero esto no tiene sentido. Jamás
te...
-Pablo: ¿Es Nick? Siempre ha habido cierta chispa entre
ustedes.
-Lali: No, no es él —niego exasperada.
De verdad, las historias clandestinas ya son lo bastante
difíciles como para que tu ex novio te interrogue. No debería haberme
comprometido a ayudarlo.
-Pablo: ¡Santo cielo! —susurra— ¡Mira!
Lo obedezco y siento un tremendo escalofrío. Peter avanza
por la explanada directamente hacia nosotros, vestido de cowboy, con zahones de
cuero, camisa de cuadros y sombrero.
Está tan sexy que creo que voy a desmayarme.
-Pablo: Viene hacia aquí. Rápido, retira esas cáscaras de
limón. Buenos días, señor. ¿Le apetece un vaso de Pimm's?
-Peter: Muchas gracias, Pablo. Hola, Lali, ¿disfrutando
del día?
-Lali: Hola —saludo con una voz seis tonos más aguda que
de costumbre— Sí, es fantástico.
Con manos temblorosas, lleno un vaso y se lo entrego.
-Pablo: Te has olvidado de la menta —masculla.
-Peter: No te preocupes —dice con sus ojos clavados en
los míos.
-Pablo: Puedo ponérsela si quiere —digo.
-Peter: Está bien así. —Sus ojos brillan un instante y
toma un buen trago.
Esto es irreal. No podemos quitarnos la vista de encima.
Seguro que todo el mundo se está dando cuenta de lo que pasa. Pablo lo va a
notar. Aparto la mirada rápidamente y finjo ocuparme del hielo.
-Peter: Lali —dice con tono despreocupado— ¿recuerdas el
trabajo extra que te encargué? El del expediente Leopold.
-Lali: ¿Sí? —contesto nerviosa, y se me cae un cubito en
el mostrador.
-Peter: ¿Tendrás tiempo para que lo comentemos un poco
antes de que me vaya? En la casa hay habitaciones adecuadas.
-Lali: Sí, claro —afirmo con el corazón a mil.
-Peter: ¿A eso de la una?
-Lali: Muy bien.
Se aleja tranquilamente con el vaso en la mano y me quedo
mirándolo mientras los cubitos se esparcen por la hierba. Habitaciones. Eso
sólo puede significar una cosa. Peter y yo vamos a hacer el amor.
De pronto, sin previo aviso, empiezo a ponerme nerviosísima.
-Pablo: Soy un idiota —gruñe dejando el cuchillo— He
estado ciego. Ya sé quién es —añade con ojos llenos de tristeza.
Ahora sí que me asusto.
-Lali: No es posible. No tenés ni idea. De hecho, no es
nadie del trabajo. Eso me lo he inventado. Es un chico que vive en la parte
oeste de Londres, al que no conoces. Se llama... Gary y es cartero.
-Pablo: No mientas. Sé perfectamente quién es. Es
Tristan, el de Diseño, ¿verdad? —pregunta cruzando los brazos y lanzándome una
mirada penetrante.
En cuanto acabo mi turno en la caseta, me libro de Pablo
y voy a sentarme bajo un árbol con un vaso de Pimm's. Miro el reloj cada dos
minutos. Estoy hecha un flan. A lo mejor Peter sabe un montón de trucos. Quizá
espere que sea sofisticada y que le haga todo tipo de acrobacias de las que ni
siquiera he oído hablar.
No es que sea mala en esas cuestiones. En términos generales,
teniéndolo todo en cuenta. ¿Pero de qué nivel estamos hablando? De repente
siento como si hubiera estado compitiendo en pruebas locales y me llevaran a
las Olimpiadas. Peter es multimillonario. Debe de haber salido con modelos,
gimnastas y mujeres con enormes y airosos pechos que practican juegos
pervertidos para los que hay que utilizar músculos que no creo que yo tenga.
¿Con quién habré de rivalizar? ¿Y cómo? Empiezo a ponerme
mala. No ha sido una idea genial. Jamás seré tan buena como la presidenta de
Origin Software. Me la imagino, con unas piernas larguísimas, ropa interior de
cuatrocientas libras y un cuerpo bronceado; quizá con un látigo en la mano y
una glamourosa y bisexual amiga modelo, lista para estimular aún más las cosas.
Basta ya. Esto es ridículo. Irá bien. Estoy segura. Será
como un examen de ballet: una vez que estás en ello, te olvidas de los nervios.
Mi profesora solía decirme: «Mientras mantengas las piernas levantadas y
sonrías, lo harás de maravilla.»
Lo que supongo que también puede aplicarse a esta
situación.
Miro el reloj y siento un espasmo nervioso. Es la una, en
punto. Hora del amor. Me levanto y hago unos cuantos ejercicios de
calentamiento con disimulo, por si acaso. Inspiro profundamente y echo a andar
hacia la casa con el corazón a toda velocidad. Cuando llego al final de la
explanada, oigo una voz aguda.
—¡Aquí, Lali! ¡Eh!
Parece mi madre. Qué raro. Me paro y me giro, pero no veo
a nadie. Debe de haber sido una alucinación. Quizá sea la culpabilidad
subconsciente, que intenta confundirme o algo así.
—¡Aquí, Lali!
Un momento, ésa parece Paula
Perpleja, escudriño la muchedumbre parpadeando por el
sol. No veo a nadie. Miro a todas partes, pero nada.
De repente, como en uno de esos dibujos de ilusiones
ópticas en los que hay que concentrarse para que aparezca la imagen, los
descubro. Paula, Nev, y mis padres avanzan hacia donde estoy. Van disfrazados.
Mamá se ha puesto un kimono y lleva una cesta de picnic; papá va de Robin Hood
y sujeta dos sillas plegables; Nev es Superman con una botella de vino; y Paula
luce un modelito completo de Marilyn Monroe, con peluca color platino y zapatos
de tacón, con el que, orgullosa, atrae todas las miradas.
¿Qué está pasando?
¿Qué hacen aquí?
No les dije nada. Estoy segura.
-Paula: Hola —saluda cuando está cerca— ¿Te gusta mi
disfraz?
Se contonea un poco y se toca la peluca.
-Rachel: ¿Quién se supone que eres tú, cariño? —pregunta
mi madre mirando perpleja mi vestido de nailon— ¿Heidi?
-Lali: ¿Qué hacen aquí? No les... esto, se me olvidó
decírselo.
-Paula: Si, pero cuando te llamé el otro día, me lo contó
tu amiga Eugenia —aclara
La miro incapaz de pronunciar palabra. La mataré. Voy a
asesinar a Eugenia.
-Paula: ¿A qué hora es el concurso de disfraces? No nos
lo hemos perdido, ¿verdad? —se interesa mientras le guiña el ojo a dos
adolescentes que la contemplan embobados.
-Lali: No hay —digo una vez recuperada el habla.
-Paula: ¿En serio? —se lamenta decepcionada.
Esto es increíble. Para eso ha venido, ¿no? Para ganar un
estúpido concurso.
-Lali: ¿Has venido hasta aquí solamente por eso? —pregunto
sin poder contenerme.
-Paula: Pues claro que no —contesta adoptando su habitual
expresión de desdén— Nev y yo vamos a llevar a tus padres a Hanwood Manor y
como esto cae de paso, hemos pensado en parar un momento.
Siento un gran alivio. Gracias a Dios. Hablaremos un rato
y después se irán.
-Rachel: Hemos traído algo para comer. Busquemos un sitio
bonito —propone mamá.
-Lali: ¿Tienen tiempo? A ver hay un atasco. Casi
deberíais marcharos ya para estar más seguros.
-Paula: Hemos reservado una mesa para las siete —interviene,
que me mira con extrañeza— ¿Qué les parece debajo de aquel árbol?
Observo en silencio a mi madre, que extiende una manta
escocesa para picnic, y a mi padre, que abre las dos sillas. No puedo sentarme
y disfrutar de una comida familiar mientras Peter está esperándome ardiendo en
deseo. He de hacer algo rápidamente. Piensa.
-Lali: La cuestión es que... —comienzo en un momento de
inspiración— me resulta imposible quedarme. Todos los empleados tenemos
asignada una tarea.
-Brian: No me digas que no van a darte ni media hora
libre —se sorprende papá.
-Paula: Lali es la piedra angular de toda la
organización, ¿no se dan cuenta? —suelta con una risita sarcástica.
-Cyril: Lali, ¡tu familia ha venido al final! ¡Y
disfrazada! Estupendo —exclama, que se ha acercado y nos sonríe mientras la
brisa mueve los cascabeles de su gorro de bufón—. Asegúrate de que compren
números para la rifa.
-Rachel: Lo haremos, no se preocupe. Nos preguntábamos si
Lali podría dejar un rato sus ocupaciones para almorzar con nosotros —comenta
mi madre.
-Cyril: Por supuesto. Ya has acabado en la caseta de
Pimm's, ¿verdad? Pues ahora, descansa.
-Brian: Fantástico. ¿No te parece una buena noticia, Lali?
-Lali: Genial —consigo decir con una sonrisa petrificada.
No tengo elección. No hay escape. Me dejo caer en la
manta con las rodillas rígidas y acepto un vaso de vino.
-Rachel: ¿Está Pablo? —pregunta mi madre mientras sirve
muslos de pollo en un plato.
-Brian: Shhh, no lo menciones —susurra papá imitando la
voz de Basil en Fawlty Towers.
-Paula: Creía que iban a vivir juntos —interviene tomando
un trago de champán— ¿Qué ha pasado?
-Nev: Lali le preparó el desayuno —se burla, y mi prima
suelta una carcajada.
Intento sonreír, pero no lo consigo.
Es la una y diez y Peter estará esperando. ¿Qué puedo
hacer? En el momento en que mi padre me ofrece un plato, veo que Nicolás pasa a
nuestro lado.
-Lali: ¡Nicolás! El señor Lanzani me ha preguntado antes
por mis familiares. ¿Podría decirle que han aparecido de improviso?
Lo miro con desesperación, y en su cara veo que ha
captado el mensaje.
-Nico: Enseguida se lo comunico.
Continuará…
---------------------------
+20 firmas y subo el siguiente! :D
Subiiiiiii mass
ResponderEliminaray no me muero pobre lali mas vale que salga bien de esta o te mato ti jjaj a y porfis que paula tenga su merecido quiero que quede en verguenza la odio
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarpaula es una hija de puta! te juro! la odio! peter resgata a lali!
ResponderEliminarhayy diosss me encantaa! q capo nico menosmal q entendio el mje x dios!!
ResponderEliminaryo mao a euge y mi flia, q insoportables q son!!!
masss novee
me encantaa lalii
ResponderEliminarodiiooo a paula no me la banco
ResponderEliminarquieroo mass
ResponderEliminarNove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove
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ResponderEliminarMaaaaaaaaaaasss
ResponderEliminarMaaaaaaaaaaasss Maaaaaaaaaaasss Maaaaaaaaaaasss
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ResponderEliminarAMOO LA NOVEE
ResponderEliminarES UNA ADICIÓN
ResponderEliminarNove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove
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ResponderEliminarMaaaaaasss NOVEE:)
ResponderEliminarmas noveeee
ResponderEliminar"Mi profesora solía decirme: «Mientras mantengas las piernas levantadas y sonrías, lo harás de maravilla.»
ResponderEliminarLo que supongo que también puede aplicarse a esta situación." JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove Nove
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ResponderEliminaraSSSHH QUE VIEJA MAS CANSONA!
ResponderEliminarME ENCANTO EL CAP
@VAGOMI
oo pobre de lali no poder ver a peter y tenqr qeu soportar a pablo con un cuestionamiento sobre quien sera con quein sale
ResponderEliminarmas noveee!!! que odiosaa paulaaa!!
ResponderEliminarNo soporto a Paula,k insoportable.Lali cuando vio a su familia ,no sabria donde meterse,Me encanto ,Rochi se metio en un centro d ancianos,jajaja,y esta feliz.
ResponderEliminarMe mori con lo de Pablo como no me di cuenta antes... es Tristan(? JAJAJAJAJAJA por dios!!!! pobre Lali siempre le pasa de todo ahora le aparece la familia xD JAJAJAJAJAJ
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