Peter retiró la mano al ver que la joven se había quedado
petrificada, con los ojos abiertos como platos tras las gafas de montura
plateada, y las mejillas teñidas de un creciente rubor. Podría haber distendido
la situación encogiéndose de hombros y diciéndole algo así como «todos
cometemos errores, ha sido sólo un malentendido, lo entiendo», pero le
sobrevino un impulso malicioso de hacerla sufrir un poco más. Algo le decía que
Lali Espósito era una de esas personas a las que les gustaba tenerlo todo bajo
control, y le divertía la idea de pincharla un poquitín para hacerla saltar.
Además, se lo merecía después de haberle dicho que era demasiado mayor.
«Diablos, demasiado mayor con treinta y dos años!».
Sin embargo, cuando la vio soltar lentamente entre
dientes el aliento que había estado conteniendo, comprendió que su sonrojo no
se debía a que estuviera azorada, sino a que estaba profundamente irritada.
-Lali: Usted… usted... ¡sabía perfectamente que estaba
haciéndole una entrevista de trabajo! —exclamó indignada— ¿Por qué no me
interrumpió y me dijo quién era en realidad y a qué había venido?
Vaya, vaya... pensó Peter enarcando una ceja, al minino
se le estaba erizando el lomo.
-Peter: Lo siento, es que... bueno, me hizo gracia —contestó
con una media sonrisa— y no pude evitar seguirle la corriente.
Aunque no lo dijo, lo cierto era que también le había
gustado que, por una vez, alguien no lo hubiese reconocido. Detestaba que la
gente le hiciese la pelota o se mostrasen amables con él sólo por ser quien
era. Claro que «amable» no era exactamente la palabra que utilizaría para
describir la actitud de Lali Espósito hacia él en ese momento. Sus labios
estaban apretados formando una fina línea, y sus ojos parecían relampaguear.
-Lali: Me alegro de haberle divertido durante unos
minutos —farfulló estrujando entre sus manos el formulario que había estado
rellenando y tirándolo a una papelera que había junto a la mesa— Bien, ya que
obviamente no está aquí por nuestra oferta de empleo, ¿hay algo que pueda hacer
por usted? —inquirió con aspereza.
-Peter: He venido por el local del edificio contiguo.
Lali contrajo el rostro.
-Lali: ¿Qué pasa con él?
-Peter: Mi agente inmobiliario se puso en contacto ayer
con el propietario, Nicolás Espósito, que no sé si tiene algún parentesco con
usted, para alquilarlo.
-Lali: Nicolás es mi padre —respondió Lali entornando los
ojos recelosa— pero debe haber algún error, porque no tenemos ninguna intención
de alquilar ese local.
-Peter: Pues tienen puesto un gran cartel, y mi agente no
sólo firmó el contrato en nombre de mi familia, sino que le dijo que podía
pasarme hoy por aquí para echarle un vistazo al local por dentro y darme la
llave.
-Lali: Pero… pero es imposible —balbució con la voz
quebrada.
-Peter: Y mi agente le ha entregado un cheque por el
valor que su padre le pidió —respondió contrariado ¿Por qué le importaría a
ella que fuera a alquilar el local? — ¿Hay algún problema?
Lali se quedó mirándolo fijamente, mientras sentía que un
ataque de histeria la invadía. Aquello no podía estar ocurriendo, se dijo. Su
padre se lo habría dicho si de verdad tuviera intención de alquilar el local.
Su local.
Muy despacio, se quitó las gafas, extendió las palmas
sobre la mesa y se levantó, apoyándose en ellas.
-Lali: ¿Me disculpa un momento?
Salió del despacho y se dirigió a la cocina. Su padre
estaba inclinado sobre la gran isleta con superficie de mármol, escarchando el
piso inferior de la que iba a ser una tarta de fresas de tres pisos con nata
montada.
Lali se puso frente a él con los brazos en jarras.
-Lali: ¿Cómo podes hacer algo así?
-Nico: Muy sencillo —contestó sin levantar la vista— Se
cortan las fresas en rodajas muy finas, y se añade la cantidad exacta de
gelatina a la nata montada... y sale perfecto.
-Lali: No me refería a eso y lo sabes —masculló ella
agarrando el bol de nata montada y apartándolo de él para que la mirara —Me
prometiste que me alquilarías a mí el local de al lado.
-Nico: No te prometí nada —replicó él, frunciendo el
ceño, y cruzando los gruesos brazos sobre el ancho tórax —Te dije que lo
pensaría.
-Lali: Es el sitio perfecto para mi cafetería —insistió
ella, esforzándose por no alzar la voz y controlar el arranque de ira que estaba
formándose en su interior— Tenía... tenía muchísima ilusión en ese proyecto. Me
he pasado meses diseñando el interior, los posibles menús… me dijiste que
estabas impresionado.
-Nico: Y lo estaba —asintió él.
-Lali: ¿Y entonces por qué? —exigió saber su hija
sintiendo que la voz le temblaba mientras sus dedos aferraban el bol de metal—
¿por qué me haces esto?
-Nico: Sos demasiado joven para abrir tu propio negocio, Lali
—respondió en un tono condescendiente— Cuando seas un poco mayor volveremos a
hablar de ello.
-Lali: Deja de tratarme como a una nena, papá, tengo veinticuatro años —replicó
ella apretando los dientes— Euge, Rochi y yo ya hemos crecido. ¿Por qué no
querés verlo ni mamá ni vos?
-Nico: Porque soy tu papá —le dijo Nicolás con firmeza— y
es mi deber cuidar de mi familia.
-Lali: Papá... —suplicó, luchando por controlar las
lágrimas—He trabajado en la tahona contigo desde los diez años. Sabes que puedo
poner en marcha mi propio negocio.
-Nico: Es demasiado dinero.
-Lali: La tía Gime me dijo que me ayudaría...
-Nico: No es de tu tía de quien depende la decisión —replicó
su padre alzando la voz —Mi hermana tiene sangre gitana en sus venas, y es una
inconsciente que va de ciudad en ciudad, de país en país. ¿Qué sabrá ella de
negocios y responsabilidad?
-Lali: Tía Gime se toma muy en serio su trabajo —la defendió—
El que viaje no significa que...
-Nico: ¡Ya está bien, Lali! —la cortó su padre levantando
una mano para callarla— Está hecho y punto. Voy a alquilar el local por un año,
y cuando haya pasado ese tiempo volveremos a hablar.
-Lali: Pero...
-Nico: Y ahora sé una buena chica que siempre sos y ve a
enseñarle el local al señor Lanzani —le dijo su padre dándole unas palmaditas
en la cabeza.
-Lali: ¿Qué? —contestó ella sin dar crédito— ¿Esperas que
yo...?
-Nico: Harás lo que yo te diga y se acabó —respondió su
padre quitándole el bol de las manos— Y serás atenta con el señor Lanzani,
¿entendido? No quiero discusiones.
Lali abrió la boca para protestar, pero al momento volvió
a cerrarla, sabiendo que de nada le serviría. El contrato del alquiler estaba
firmado, y sabía que si seguía insistiéndole a su padre, jamás le alquilaría el
local. Pero, aun así, le repateaba tener que ser amable con aquel tipo que se
había burlado de ella.
Apretando los dientes, regresó al pequeño despacho. Al
llegar a la puerta inspiró profundamente. Lo cierto era que ya había quedado
como una idiota, y no quería parecer también patética, así que lo mejor sería
intentar sobrellevar el mal trago lo mejor posible. Forzó una sonrisa, y abrió
la puerta.
-Lali: Bueno —dijo entrando y sacando una llave del
primer cajón de la mesa— parece que había habido un malentendido, señor Lanzani,
pero ya está aclarado. ¿Cuándo tiene intención de empezar a usar el local?
-Peter: Mañana.
A pesar de su resolución de mantener la calma, Lali no
pudo evitar mirarlo boquiabierta.
-Lali: Mañana? —repitió en un tono aflautado.
-Peter: Dentro de unos días vamos a anunciar la
candidatura de mi padre. No sé si habrá oído que se presenta a las elecciones
al Senado —explicó él— y nos ha llevado mucho encontrar un local que se
adaptara a nuestras necesidades, así que me gustaría empezar cuanto antes con
las mudanzas.
-Lali: Ya veo —balbució Lali, recobrando la compostura—
Vamos, le enseñaré el local.
Qué repentino cambio de actitud, pensó Peter,
levantándose y siguiéndola. En unos minutos había pasado de ser la señorita
Tempestad a la señorita Hospitalidad. Claro que tampoco se tragaba que ese
cambio fuera auténtico. Podía leer la tensión en sus ojos, y el matiz de
ansiedad no había desaparecido de su voz. Estaba claro que bajo la serena
fachada se estaba formando una tormenta.
Salieron de la tahona por la puerta trasera a un pequeño
jardín rodeado por altos muros de ladrillo y estuco. Había bancos de piedra
rodeados de flores y helechos, y estatuas de sonrientes querubines y un pequeño
estanque bordeado de piedras.
-Lali: Por aquí se va a un callejón que conduce de un
edificio a otro —le dijo mientras atravesaban el jardincillo.
Llegaron a una verja de hierro que abrió, y salieron al
callejón. Peter miró hacia arriba, siguiendo las escaleras de hierro forjado
que subían al segundo y tercer piso del edificio contiguo.
-Peter: Están alquilados los dos pisos superiores? —inquirió.
-Lali: No. En el segundo piso está el apartamento de mi
tía, y en el tercero su estudio de fotografía —respondió Lali. Atravesaron una
segunda verja, y entraron a otro jardín— La mayor parte del tiempo está de
viaje… si es que le preocupa que pueda molestarlos.
Mientras la seguía a través del segundo jardín hasta la
entrada trasera del edificio, no pudo evitar fijarse en el ligero contoneo de
sus caderas, y en que tenía unas bonitas piernas. Algo que le decía que no
sería su tía lo que lo distrajera.
Cuando llegaron a la puerta trasera Lali introdujo la
llave en la cerradura, la giró, y Peter observó cómo se erguía e inspiraba
profundamente antes de girar el pomo, como reacia a hacerlo.
El olor a pintura fresca inundó las fosas nasales de Peter
al entrar, y cuando encendió las luces vio que la disposición del local era
similar a la de la tahona. El sol del atardecer entraba por la puerta abierta,
haciendo relucir el brillante suelo de madera del pasillo.
-Lali: La parte de atrás está dividida en varios cuartos,
un baño, y una cocina —dijo mientras avanzaban por el pasillo— y la parte
delantera es un gran salón.
Mientras recorrían el local, Peter advirtió una expresión
de anhelo en los ojos de la joven, como quien observa algo muy deseado que está
a punto de perder. Y entonces lo comprendió.
-Peter: Quería este local para usted, ¿no es verdad? —inquirió
quedamente.
Lali se detuvo y se volvió hacia él, alzando la barbilla.
-Lali: Lo que yo quisiera ya no es importante —respondió
tendiéndole la llave— El local es suyo por un año. Felicidades.
-Peter: Lo siento —murmuró él, cerrando su mano sobre la
de ella al tomar la llave, y maravillándose de la suavidad de su piel— no lo
sabía.
-Lali: ¿Le habría importado algo si lo hubiese sabido?
-Peter: Si se refiere a si habría cambiado de idea
respecto a alquilar el local, la respuesta es no —contestó él con sinceridad—
¿Qué iba a hacer con el local?
-Lali: Nada que no pueda esperar —respondió ella,
paseando la vista por el salón—… otro año al menos. Que su padre y usted tengan
suerte, señor Lanzani.
Intentó retirar la mano, pero él la retuvo, apretándosela
ligeramente. Lali alzó la mirada y enarcó una ceja.
-Peter: Vamos a ser vecinos, Lali —murmuró él— ¿Qué tal
si nos tuteamos y me llamas Peter?
Lali ladeó la cabeza, escrutando su rostro, y aunque
aquello no era exactamente lo que podía llamarse una sonrisa, sus labios
perdieron la rígida expresión que habían tenido hasta ese momento, y sus ojos
brillaron divertidos.
-Lali: Buena suerte, Peter.
Continuará...
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pronto se pone más interesante!!! ;)
DaniiCardozo Danú!! como andás?? jaja reeeeeeee ocupadas andamos!! :P espero q andes bienn!! ^-^ CHARI jaja tenés razón!!! pasamos del chocolate a las masitas, media lunas!! jaja any garcia por ahora no tengo twitter! :O jeje
mas tarde les subo otro cap!! :)
medio malo el papa de Lali!! ¬¬
ResponderEliminarmasssss noveeee
ResponderEliminarQue jodida que es la familia de Lali, pobre de ella tener ese "titulo" de chica correcta.
ResponderEliminarEspero el proximo cap :)
un beso!
Juli♥
Maas noveela1 pobre laluu! de que se va a tratar la nove maso menos¿
ResponderEliminarMás nove! Que malo nicolas pq no se lo dejo a ella, aunque pensándolo mejor no lo hubiera conocido si se lo hubiera alquilado je!
ResponderEliminarmassssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss
ResponderEliminarnoveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarmassssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss
ResponderEliminarpeter ya se esta enamorando de lali pero ellase hace la fuerte
ResponderEliminarmas nove grosa¡¡¡¡
GABY
noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarQué frustración pobre lali con el local,pero algo me dice q salió ganando con el cambio!
ResponderEliminarEstoy amando la nove . Mih Brasil
ResponderEliminarlo bueno es que lali no le guarda rencor ni nada por el local y son amigos!! muy buena tu nove!
ResponderEliminarmass novee ♥
ResponderEliminarbueno a mi me parece interesante ya por que es ocmo si se estuvieran peleando con las mirada y con las pocas palabras que se dicen :P
ResponderEliminarY hoy el postre es, tarta de fresas con nata.Peter esta encantado,ya se ha fijado en el caracter d Lali,sus curvas,etc..y con una pequeña entrevista parece k la conoce ,en todos los sentidos bastante bien, x sus expresiones.El padre d Lali un ogro, x Dios si ella se conoce el negocio mejor k nadie d su familia.
ResponderEliminarpobre lali,me encantò el capitulo
ResponderEliminarmas noveeeee
besos
Mas Novee
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