De camino a la sala, el pánico se apodera de mí. ¿Qué he
hecho? Le he revelado el secreto más íntimo de Peter a una pervertida moral,
ansiosa de venganza y vestida de Prada.
«Cálmate —me digo por millonésima vez—. Todavía no lo
sabe. Seguramente el periodista no averiguará nada. Lo cierto es que no dispone
de datos.» Pero ¿y si lo descubre? ¿Qué pasará si por casualidad se entera de
la verdad y le dice a Peter que he sido yo quien lo ha puesto en la dirección
adecuada? La simple idea me pone mala. Tengo el estómago encogido.
¿Por qué le mencionaría nada de Escocia a Belén? ¿Por
qué?
Nuevo propósito: no contar jamás un secreto. Incluso si
no parece importante o estoy enfadada.
De hecho, no voy a volver a hablar y punto. Cada vez que
digo algo acabo teniendo problemas. Si no hubiera abierto la boca en aquel
estúpido avión, ahora no estaría metida en este lío. Seré muda. Un enigma
silencioso. Cuando alguien me haga una pregunta, moveré la cabeza o garabatearé
notas crípticas en una hoja de papel. La gente las cogerá e intentará
descifrarlas en busca de significados ocultos...
-Peter: ¿Ésta es Cande? —me pregunta Peter señalando un
nombre en el programa, y doy un respingo. Miro hacia donde indica y asiento,
con la boca cerrada.
-Peter: ¿Conoces a alguien más del grupo?
Me encojo de hombros como diciendo: «Quién sabe.»
-Peter: ¿Cuánto tiempo lleva practicando tu amiga? Dudo
un momento y luego le muestro tres dedos.
-Peter: ¿Tres? ¿Tres qué?
Hago un gesto con la mano que pretende representar
«meses» y luego lo repito. Peter está desconcertado.
-Peter: Te pasa algo?
Busco un bolígrafo en el bolsillo, pero no llevo. A paseo
el no hablar.
-Lali: Unos tres meses —digo en voz alta.
-Peter: Ah —exclama, y se concentra de nuevo en el
programa.
Está tranquilo y no parece sospechar nada, por lo que
vuelve a invadirme un sentimiento de culpabilidad. Quizá debería decírselo.
No, no puedo. ¿Cómo iba a explicárselo? «Por cierto, Peter.
¿Te acuerdas de ese gran secreto que me pediste que no contara? Pues adivina
qué...»
Lo que necesito es represión. Como en esas películas de
guerra en las que se cargan a la gente que sabe demasiado. Pero ¿cómo reprimo a
Belén? He lanzado un Exocet humano, que pasa silbando por Londres resuelto a
causar la mayor devastación posible, y ahora quiero que regrese, pero el botón
no responde.
Vale, piensa con sensatez. Que no cunda el pánico. Esta
noche no va a ocurrir nada. Seguiré intentando llamarla al móvil y en cuanto
consiga hablar con ella, le explicaré con monosílabos que si no despide a ese
tipo le romperé las piernas.
Comienza a oírse un redoble por los altavoces, y me
sobresalto. Estoy tan distraída que he olvidado a qué hemos venido. Se apagan
los focos y todo el mundo enmudece a nuestro alrededor. El redoble aumenta en
intensidad, pero no pasa nada en el escenario, que continúa oscuro como boca de
lobo.
El sonido va creciendo y empiezo a sentirme tensa. Todo
esto es un poco siniestro. ¿Cuándo comenzarán a bailar? ¿A qué esperan para
abrir el telón?
De repente, unas luces cegadoras inundan el local y casi
me deslumbran. Suena una música atronadora y sale a escena una figura vestida
con un traje negro y reluciente, que se pone a hacer piruetas y dar saltitos.
Joder, quienquiera que sea es estupendo. Parpadeo para ver mejor. Casi no
distingo si es un hombre o tina mujer. ¡Cielo santo! ¡Es Cande!
La impresión me deja clavada en el asiento. Todo lo demás
se borra de mi mente. No puedo apartar la vista de mi amiga.
No me imaginaba que fuera capaz de moverse así. Es decir,
aprendimos un poco de ballet juntas y algo de claqué, pero nunca... ¿Cómo es
posible que la conozca desde hace veinte años y no tuviera ni idea de que
sabía bailar?
Tras un número lento y enérgico con un tipo enmascarado,
que supongo que es Jean—Paul, salta y gira con una cinta, y todo el mundo la
mira emocionadísimo. Está radiante. Hacía meses que no la veía tan feliz. Estoy
muy orgullosa de ella.
Para mi sorpresa, los ojos se me llenan de lágrimas. La
nariz me empieza a moquear y no tengo pañuelo. Me da mucha vergüenza. Tendré
que sorber, como las madres en las obras navideñas. Sólo me falta ir corriendo
hacia el escenario con una cámara de vídeo y decir: «Cariño, saluda a tu
padre.»
Debo controlarme o me pasará como cuando fui con mi
ahijada Amy a verla película de dibujos animados Tarzán. Cuando se encendieron
las luces ella estaba dormida y yo, hecha un mar de lágrimas, rodeada de niños
de cuatro años que me miraban boquiabiertos. (He de decir en mi defensa que era
una historia muy romántica y que Tarzán era muy sexy.) Noto que algo me roza la
mano con suavidad. Peter me está ofreciendo un pañuelo. Al cogerlo, sus dedos
se entrelazan brevemente con los míos.
Cuando acaba la actuación estoy alucinada. Cande sale a
saludar como una estrella, y Peter y yo aplaudimos como locos con una sonrisa
de oreja a oreja.
-Lali: No le digas a nadie que he llorado —le pido
elevando la voz por encima de la ruidosa ovación.
-Peter: No lo haré, te lo prometo —asegura sonriendo con
arrepentimiento.
El telón cae por última vez y la gente empieza a
levantarse para buscar sus chaquetas y sus bolsos. Ahora que hemos vuelto a la
normalidad, mi alegría se esfuma y la reemplaza la preocupación. Tengo que
ponerme en contacto con Belén otra vez.
Fuera, el público cruza el patio para ir hacia un salón
iluminado.
-Lali: Cande me ha dicho que me reuniera con ella en la
fiesta. ¿Por qué no te adelantas? Voy a hacer una llamada rápida.
-Peter: ¿Estás bien? Pareces un poco nerviosa.
-Lali: Sólo estoy emocionada.
Le sonrío tan convincentemente como puedo y espero hasta
que no pueda oírme. Marco el número de Belén de inmediato y salta el
contestador.
Lo intento de nuevo, y lo mismo.
Me entran ganas de gritar. ¿Dónde está? ¿Qué está
haciendo? ¿Cómo voy a pararla si no la encuentro?
Me quedo inmóvil, luchando contra el pánico que me invade
para poder pensar.
Bueno, supongo que tendré que ir a la fiesta, actuar con
normalidad y seguir llamándola. Si no funciona, esperaré a verla más tarde. No
puedo hacer otra cosa. No pasará nada. Todo irá bien.
La celebración está muy animada, llena de luz y alboroto.
Están todos los bailarines, que no se han cambiado de ropa, el público y un
buen número de personas que parece haberse apuntado por el morro. Los camareros
ofrecen bebidas y se oye un estruendoso parloteo. Al entrar no veo a nadie
conocido. Cojo una copa de vino y empiezo a bordear a la multitud sin poder
evitar oír sus conversaciones.
—... preciosos vestidos...
—... tiempo para ensayar...
—... juez intransigente...
De pronto veo a Cande, sonrojada y fulgurante, en medio
de un montón de chicos guapos con aspecto de ser abogados. Uno de ellos le está
mirando las piernas con todo descaro.
-Lali: ¡Cande! —grito. Ella se vuelve y le doy un fuerte
abrazo— No tenía ni idea de que bailaras tan bien. Has estado fantástica.
-Cande: No, no es cierto —replica enseguida poniendo una
de sus caras—. Me he equivocado un montón de veces.
-Lali: Calla, lo has hecho estupendamente. Ha sido
maravilloso.
-Cande: Pero si me ha salido fatal lo de...
-Lali: Qué va. Di que lo has hecho todo muy bien. Dilo.
-Cande: He estado divina. —Suelta una eufórica carcajada—.
No me había sentido tan bien en mi vida. Y, adivina, hemos pensado en salir de
gira el año que viene.
-Lali: Pero si antes me has dicho que no querías
repetirlo jamás y que si lo mencionabas, tenía que detenerte...
-Cande: Bueno, eso ha sido miedo escénico —asegura con un
gesto despreocupado. Después baja la voz y me mira con avidez— Por cierto, he
visto a Peter. ¿Qué ha pasado?
Me da un vuelco el corazón. ¿Le cuento lo de Belén?
No, sólo conseguiría aguarle la fiesta. Y, de todas formas,
en este momento tampoco podemos hacer nada.
-Lali: Ha venido a hablar conmigo. A contarme su secreto.
-Cande: ¿En serio? —Da un respingo y se lleva una mano a
la boca—. ¿Y de qué se trata?
-Lali: No puedo decírtelo.
-Cande: ¿No? —replica incrédula— Después de todo lo que
ha ocurrido, ¿no me lo vas a contar?
-Lali: No puedo, de verdad —le repito angustiada—. Es
algo complicado.
Estupendo, ahora me parezco a Peter.
-Cande: Muy bien —gruñe un poco malhumorada—. Supongo que
podré soportar no saberlo. ¿Vuelven a estar juntos?
-Lali: No lo sé, quizá.
—¡Cande! Ha sido fantástico —la alaban un par de chicas
con traje de chaqueta que se han acercado a ella.
Sonrío y me alejo mientras las saluda.
No veo a Peter por ningún lado. ¿Llamo a Belén otra vez?
Saco el móvil con disimulo, pero vuelvo a guardarlo rápidamente al oír que me
llaman.
—¡Lali!
Me giro y me llevo un buen susto. Pablo está frente a mí,
trajeado y con una copa de vino en la mano. Su pelo brilla bajo la luz de los
focos. Se ha puesto una corbata nueva, de lunares amarillos sobre fondo azul,
que no me gusta nada.
-Lali: ¿Qué haces aquí?
-Pablo: Cande me envió un folleto —contesta en actitud
defensiva— Siempre me ha caído bien y he decidido venir a verla. Me alegro de
haberte encontrado. Me gustaría hablar contigo.
Indica hacia la puerta, lejos de la gente, y lo sigo un
poco nerviosa. No hemos hablado seriamente desde que Peter salió en televisión.
Lo que podría deberse a que cada vez que lo he visto, he salido corriendo en
dirección contraria.
-Lali: Tú dirás.
Se aclara la voz, como si fuera a pronunciar un discurso.
-Pablo: Tengo la sensación de que no siempre fuiste
sincera conmigo cuando éramos novios.
Me temo que se ha quedado corto.
-Lali: Tenés razón —admito avergonzada—. Lamento mucho
todo lo que ha sucedido.
Levanta una mano con dignidad.
-Pablo: Eso ha pasado a la historia, pero te agradecería
mucho que ahora me hablaras con franqueza.
-Lali: Por supuesto —acepto asintiendo vigorosamente con
la cabeza.
-Pablo: Hace poco he empezado a salir con alguien.
-Lali: Eso es genial. ¿Cómo se llama?
-Pablo: Francesca.
-Lali: ¿Y qué...?
-Pablo: Quería preguntarte algo relacionado con el sexo —me
interrumpe, un tanto azorado.
-Lali: ¡Ah!... Está bien —murmuro consternada, e intento
disimular tomando un trago de vino.
-Pablo: ¿Fuiste sincera conmigo en esa... cuestión?
-Lali: ¿A qué te referís? —digo para ganar tiempo.
-Pablo: ¿Fingías en la cama? —me suelta poniéndose rojo
como un tomate.
¿Eso es lo que cree?
-Lali: Jamás he fingido un orgasmo contigo —contesto
bajando la voz—. Te lo digo con el corazón en la mano.
-Pablo: Muy bien. —Se frota la nariz con torpeza— ¿Y
alguna otra cosa?
Lo miro con incertidumbre.
-Lali: No sé muy bien lo que...
-Pablo: ¿Aparentabas disfrutar con alguna de mis...
técnicas?
Por favor, no me hagas esa pregunta.
-Lali: Pues es que no me acuerdo muy bien. Mira, tengo
que irme.
-Pablo: Dímelo —me apremia con un súbito arrebato— He
iniciado una nueva relación y merezco poder aprender de mis errores.
Observo su brillante cara y, de repente, me siento
culpable. Debería confesarle la verdad.
-Lali: Vale —acepto, y me acerco más a él— ¿Recuerdas lo
que solías hacer con la lengua? —susurro—. ¿Aquello de deslizarla por...?
Bueno, pues a veces me entraban ganas de reírme. Así que si quieres un consejo,
a tu nueva novia no se lo...
Me callo al ver la expresión de su rostro. Joder, ya se
lo ha hecho.
-Pablo: Francesca dice que la excita mucho —replica con
voz afectada.
-Lali: Y será cierto. Todas las mujeres no somos iguales.
Cada una tiene un cuerpo... distinto... y... hay gustos para todo.
Me mira apesadumbrado.
-Pablo: Dice que adora el jazz.
-Lali: Bueno, seguro que es verdad. Hay un montón de
gente a la que le gusta.
-Pablo: Y que le encanta la forma en que repito las
frases de Woody Allen. ¿Me ha mentido?
-Lali: No, estoy convencida de que... —Me callo,
impotente.
-Pablo: Lali, ¿todas las mujeres tienen secretos?
¿Habré destruido su confianza en el género femenino para
siempre?
Pobrecito, tal vez debería pagarle un psicólogo.
-Lali: No, claro que no. En serio, Pablo. Debo de ser la
única.
Las palabras se debilitan en mis labios cuando vislumbro
tras la puerta una melena negra que me es familiar.
Se me hiela el alma. No puede ser.
-Lali: Tengo que irme —me despido, y salgo a toda prisa
en esa dirección.
-Pablo: ¡Dice que usa la talla cuarenta! —me grita— ¿Qué
significa eso? ¿Cuál tengo que comprarle?
-Lali: La cuarenta y dos —contesto por encima del hombro.
Es ella, Belén. ¿Qué está haciendo aquí?
La puerta se abre, y me llevo tal sorpresa que estoy a
punto de desmayarme. La acompaña un tipo con vaqueros, el pelo cortado al rape
y tina extraña mirada. Va con una cámara al hombro y lo observa todo con gran
interés.
No.
No es posible.
—Lali —dice una voz a mi espalda.
-Lali: ¡Peter!
Me doy la vuelta y lo encuentro frente a mí, sonriendo,
con sus hermosos ojos verdes llenos de cariño.
-Peter: ¿Estás bien? —pregunta tocándome la nariz con
delicadeza.
-Lali: Estupendamente —le aseguro soltando un gritito.
Tengo que controlar la situación— ¿Puedes traerme un vaso de agua? Te espero
aquí, estoy un poco mareada.
Me mira alarmado.
-Peter: Sabía que te pasaba algo. Deja que te lleve a
casa, llamaré al coche.
-Lali: No, no es nada, prefiero quedarme. Tráeme un poco
de agua, por favor.
En cuanto se aleja, voy a toda velocidad hacia el
vestíbulo, tropezando.
—¡Lali! —me saluda Belén con alegría—. Estaba buscándote.
Éste es Mick y quiere hacerte unas cuantas preguntas. Hemos pensado que
podríamos entrar en esa habitación.
Se dirige hacia una pequeña oficina vacía.
-Lali: No. —La sigo y la cojo del brazo—. Tienes que irte
ahora mismo.
-belén: No me voy a ningún sitio. —Se suelta y mira a su
acompañante, que ya ha cerrado la puerta— Ya te dije que era algo reacia.
—Mick Collins —se presenta él, y me pone una tarjeta de
visita en la mano—. Encantado de conocerte, Lali. No te preocupes. ¿Está Lanzani
aquí? —pregunta sonriendo de forma tranquilizadora, como si estuviera
acostumbrado a tratar con mujeres histéricas. Lo que seguramente será verdad—.
Vamos a sentarnos con calma y a charlar un rato.
Habla sin parar de masticar chicle y el olor a menta me
da ganas de vomitar.
-Lali: Escucha, ha sido un malentendido —digo forzándome
a parecer educada—. Me temo que no hay ninguna historia.
-Mick: Bueno, eso ya lo veremos. Cuéntamelo todo.
-Lali: No ha pasado nada. —Me vuelvo hacia Belén—. Te
dije que no quería que intervinieras. Me lo prometiste.
-Belén: No seas sosa. —Mira exasperada a Mick—. ¿Ves por
qué me he visto obligada a tomar medidas? Ya te conté lo mal que se había
portado con ella Peter Lanzani. Necesita aprender la lección.
-Mick: Estoy completamente de acuerdo contigo —aprueba
él, y ladea la cabeza, como evaluándome—. Creo que también podríamos publicar
una entrevista complementaria, tipo: «Retozando con el jefe.» Ganarías un montón
de dinero, Lali.
-Lali: ¡No! —exclamo horrorizada.
-Belén: Déjate de remilgos —me ordena Belén— En realidad
lo estás deseando. Ya verás, esto puede ser el principio de una nueva carrera.
-Lali: No la quiero.
-Belén: Pues deberías. ¿Sabes cuánto gana Monica Lewinsky
al año?
-Lali: Estás enferma, totalmente enferma, y eres una loca.
-Belén: Lo hago por tu bien.
-Lali: ¡No es verdad! —grito notando que me pongo
colorada— Puede que vuelva con Peter.
Nos quedamos treinta segundos en silencio. La miro conteniendo
la respiración. Luego, el robot asesino parece revivir y empieza a disparar sus
rayos letales de nuevo.
-Belén: Con mayor razón. Así espabilará. Esto le enseñará
quién manda. Adelante, Mick.
-Mick: Entrevista con Lali Espósito. Martes quince de
julio, nueve cuarenta.
Estoy rígida por el terror. Mick ha sacado una grabadora
y me la acerca.
-Mick: Su primer encuentro con Peter Lanzani fue en un
avión. ¿Podría explicar de dónde procedía y adónde se dirigía dicho vuelo?
Habla con naturalidad, como si estuvieras al teléfono con una amiga.
-Lali: Para ese trasto. ¡Vete!
-Belén: ¡Lali, no seas niña! —exclama con impaciencia—.
Mick va a enterarse de cuál es su secreto, lo quieras o no, así que...
Se calla al oír el ruido de la manija de la puerta. Toda
la habitación parece girar a mi alrededor. Por favor, que no sea...
Me quedo inmóvil, incapaz de respirar.
-Peter: ¿Lali? ¿Estás bien? —pregunta, que ha entrado con
los vasos en la mano—. Te he traído agua con gas y sin gas porque no sabía...
Se interrumpe y mira confuso a Belén y a Mick.
Desconcertado, se fija en la tarjeta que todavía sostengo. Después ve la
grabadora, y se le desencaja el rostro.
-Mick: Creo que será mejor que me vaya —murmura arqueando
las cejas en dirección a Belén.
Guarda el aparato en el bolsillo, coge su mochila y sale.
Durante un instante, nadie pronuncia una palabra. Lo único que oigo son mis
latidos.
-Peter: ¿Quién era ése? ¿Un periodista? —pregunta
finalmente. El brillo ha desaparecido de sus ojos, como si alguien acabara de
pisotearle el jardín.
-Lali: Esto..., Peter... No es... —trato de excusarme con
torpeza.
-Peter: ¿Por qué? —Se frota la frente como si intentara
entender la situación—. ¿Por qué estabas hablando con él?
-Belén: ¿Tú qué crees? —interviene muy orgullosa.
-Peter: ¿Qué?
-Belén: Crees que sos muy importante y que podés utilizar
a las personas, contar sus secretos, humillarlas públicamente y salirte con la
tuya. Bueno, pues no es así. —Avanza unos pasos hacia él cruzando los brazos y
levantando la barbilla con satisfacción— Lali ha estado esperando una
oportunidad para vengarse, y la ha encontrado. Sí, era un periodista, por si te
interesa saberlo. Y te está investigando. Y cuando veas tu secretillo escocés
publicado en los diarios, sabrás cómo se siente la gente cuando la traicionan.
Entonces a lo mejor te arrepientes. Díselo, Lali.
Estoy paralizada.
En cuanto Belén ha pronunciado la palabra «escocés», he
visto que a Peter le cambiaba la cara. Como si se le quebrase. Parece haberse
quedado sin aliento por la impresión. Me mira y noto que su incredulidad va en
aumento.
-Belén: Pensas que conoces a Lali, pero no es así —continúa
con gran regocijo, como el gato que juega con su presa— La has subestimado. No
has sabido ver de lo que es capaz.
«Cállate —grito para mis adentros—. No es verdad, Peter.
Jamás haría algo así.»
Pero no puedo mover parte alguna de mi cuerpo. Ni tragar
saliva. Estoy mirándolo inmovilizada, consciente de que mi rostro expresa
culpabilidad.
Él abre la boca y después la cierra. Se dirige a la
puerta y se va. Durante un momento, la habitación se queda en silencio.
-Belén: ¡Bien! —exclama dando una palmada triunfal—. Así
aprenderá.
Es como si eso rompiera el hechizo. De repente puedo
moverme otra vez, respirar.
-Lali: Sos... —comienzo, temblando tanto que me cuesta
hablar—una bruja, loca e inconsciente.
La puerta vuelve a abrirse y entra Cande con los ojos
como platos.
-Cande: ¿Qué está pasando aquí? Acabo de ver salir a Peter
hecho una furia y con cara de pocos amigos.
-Lali: Ha traído un periodista —le explico señalando a Belén—.
Un maldito reportero de la prensa amarilla. Peter nos ha visto aquí encerrados
y ha creído... Sabe Dios lo que habrá imaginado.
-Cande: ¿En qué estabas pensando?
-Belén: ¡Ay! Sólo intentaba ayudar a Lali a vengarse de
su enemigo.
-Lali: No es mi enemigo —me lamento a punto de echarme a
llorar— Cande, ¿qué voy a hacer ahora?
-Cande: Corre —me anima— Todavía puedes alcanzarlo.
Salgo como un rayo y cruzo el patio con el corazón
desbocado y los pulmones a punto de estallar. Cuando llego a la calle, miro
angustiada a izquierda y derecha, y por fin lo veo.
-Lali: ¡Peter, espera!
Va andando con el móvil pegado a la oreja, y al oírme se
gira, tenso.
-Peter: Así que por eso te interesaba tanto Escocia.
-Lali: ¡No! —replico horrorizada— No, créeme, no saben
nada. No se lo he contado, te lo prometo. No les he dicho... Lo único que sabe Belén
es que estuviste allí. Nada más.
No contesta. Me mira un instante y sigue su camino.
-Lali: Ha sido ella quien ha llamado a ese tipo, no yo —grito
desesperada corriendo tras él— He intentado detenerla. Me conoces. Sabes que
jamás te haría algo así. Sí, es verdad que le conté que habías estado en
Escocia. Estaba dolida y enfadada, pero tú también cometiste un error, y te he
perdonado.
Ni siquiera me mira. No va a darme una oportunidad. Un
coche plateado se para junto a Peter, y él abre la puerta trasera.
Siento un dolor punzante.
-Lali: No fui yo. Tenés que creerme. No te lo pregunté
por eso. No planeaba vender tu secreto. —Las lágrimas me caen por la cara y las
limpio con la mano— Ni siquiera quería que me confiaras algo tan importante.
Sólo deseaba que me contaras tus pequeños secretos. Tus cosas. Sólo ansiaba
conocerte como tú a mí.
Pero él no vuelve la cabeza. La portezuela se cierra, el
coche comienza a alejarse y me quedo en la acera, sola.
Continuará...
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+ 20 firmitas y se viene el penúltimo cap ;)
mas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarnovela
ResponderEliminarqueremos....
ResponderEliminarotro.....
ResponderEliminarcapitulo.....
ResponderEliminary que a belen.....
ResponderEliminarla lleven al loquero....
ResponderEliminarque peter.....
ResponderEliminarla perdone.....
ResponderEliminary que se.....
ResponderEliminararreglen pronto.....
ResponderEliminarque no salga ninguna nota....
ResponderEliminarmas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarque la corran a belen del departamento.....
ResponderEliminarpor favor mas que esa belen es una estupida como se le ocurre
ResponderEliminarque le rompan las carteras y zapatas a belen por vengativa y loca jajajja
ResponderEliminarque peter frene el auto y la suba a laly
ResponderEliminarque puedan silenciar al periodista
ResponderEliminary que se lo hagan pasar mal a belen
ResponderEliminary que se arreglen en el proximo
ResponderEliminarotro
ResponderEliminarsbi mas
ResponderEliminarsuubiiii mas
ResponderEliminarMe encanto el cap!
ResponderEliminarEs como para matar a Belen que hp mas loca! E insoportable!
Besos
@vagomi
Esperando el cap!
que estupido peterr
ResponderEliminarEspero que el pendejo reportero con e que estaba Belen no averigüe nada de lo de la niña!
ResponderEliminarojala lali se busque a alguien q confie en ella
ResponderEliminarAAAAAAAAA TEJURO QUE TU NOVE YA ME ESTA DANDO RABIA NO SE ARREGLA NUNCA SE ME ESTA ACABANDO LA PACIENCIA Y ESO QUE TRABAJO CON BEBES ASIQUE PACIENCIA TENGO MAS VALE QUE SE ARREGLE TODO LUEGO O ME VA A DAR ALGO
ResponderEliminarYa pon otro
ResponderEliminarLali fue una idiota en no haberle contado a peter lo de belen! Y tambien una idiota por confiar en belen, que és una estúpida, algo tan importante!
ResponderEliminarMataria a Belen con mi propias manos!(instinto asesino)METIDA y CHUSMA si las hay!
ResponderEliminarNOOOO malvada porqe porqe Belen te ODIO te juro qe te ODIO!!!! me arruino toda la felicidad!!!! :'(
ResponderEliminarNo sale d una, cuando ya se encuentra en otra.Parece k los lios la persiguen.
ResponderEliminarhayyy pobree me mueroo
ResponderEliminarBELEN Y LA RE PUTA MADRE Q T RE MIL PARIOOOOO
mass novee :(