Lali despertó poco a poco. Lo primero que notó fue que
reinaba la oscuridad dentro del carruaje. Lo siguiente en lo que reparó fue en
que estaba tendida cuan larga era sobre los suaves almohadones de terciopelo. Después
se dio cuenta de que Peter yacía a su lado, rodeándola con los brazos. Ella
estaba parcialmente encima de él, y tenían las piernas entrelazadas. Intentó
apartarse, pero él la abrazó con más fuerza, inmovilizándola donde estaba.
-Peter: ¿Adónde vas? —preguntó él con un susurro ronco
que le provocó una serie de escalofríos a Lali.
-Lali: Debo de estar aplastándote.
-Peter: En absoluto. De hecho, estoy muy cómodo.
Tranquilizada por estas palabras se recostó de nuevo,
cerró los ojos y aspiró el maravilloso olor de él. Olía a... al paraíso. A
sándalo y a límpida luz del sol. Olía a Peter.
Respiró hondo de nuevo y suspiró.
-Lali: ¿Cuándo llegaremos a Londres?
-Peter: Estaremos en casa en menos de una hora. De hecho,
aunque me encanta estar aquí acostado, más vale que nos sentemos como es debido
y nos recompongamos antes de llegar.
Ella se incorporó y se puso de nuevo su chaqueta corta.
-Lali: ¿En qué parte de Londres está tu casa?
-Peter: Nuestra casa —corrigió— está en Park Lane, la
misma calle donde se encuentra la residencia de tu tía. Estamos al lado de Hyde
Park, en una zona llamada Mayfair. También estaremos muy cerca de Bond Street,
así que podrás ir de compras tan a menudo como quieras.
-Lali: Oh, ir de compras. No puedo esperar.
Su evidente falta de entusiasmo la delató.
-Peter: ¿Ni siquiera te importan las tiendas? —preguntó
él, ostensiblemente sorprendido.
-Lali: La verdad es que no. Para mí, ir de tienda en
tienda mirando los artículos sin necesidad de comprar nada concreto es una
pérdida de tiempo. Sin embargo, si se trata de uno de los deberes de una
duquesa, me esforzaré por cumplir con él.
-Peter: Seguro que querrás comprar alguna fruslería o
algún artículo personal. Después de todo, en algo tendrás que gastarte tu
asignación.
-Lali: ¿Asignación?
-Peter: Sí, es una palabra que usamos en Inglaterra para
referirnos a sumas de dinero que se dan con regularidad. Recibirás una
asignación trimestral que podrás gastar en lo que más te apetezca.
-Lali: ¿De qué suma estamos hablando? —inquirió ella,
preguntándose qué podría comprar que no tuviese ya. Él le dijo una cifra y ella
se quedó boquiabierta— No hablarás en serio, ¿verdad? —Era imposible que
pretendiese darle tanto dinero.
Incluso en la penumbra, él advirtió que se ponía muy
seria.
-Peter: ¿Qué ocurre? ¿Te parece insuficiente?
Ella lo miró, asombrada, parpadeando.
-Lali: ¿Insuficiente? Dios santo, Peter, ya me imaginaba
que estabas lejos de ser pobre, pero no tenía la menor idea de que pudieras
permitirte darme tanto dinero cada diez años, y menos aún cada trimestre
—Extendió el brazo y le tocó la manga— Agradezco tu oferta, pero no hace falta.
Ya tengo todo lo que necesito.
Esta vez fue Peter quien se quedó boquiabierto. ¿No sabía
que pudiera permitírselo? ¿De verdad acababa de decir que no era necesario que
le concediera una asignación? ¿Que ya tenía todo lo que necesitaba? Pensó en la
legión de mujeres superficiales, avariciosas, intrigantes y maquinadoras que había
en la alta sociedad e intentó imaginar a una sola de ellas pronunciando las
palabras que acababa de oír de boca de Lali. Sacudió la cabeza. Dios santo.
¿Era su esposa una persona real?
Continuó mirándola, escrutando sus ojos, y llegó a una
conclusión clara: sí. Esa mujer, su esposa, era absolutamente real. Era
bondadosa, amable y desinteresada. Aunque él no lo había estado buscando, de
hecho había encontrado un auténtico tesoro. «Y yo que creía que ella había
reaccionado así porque la asignación le parecía escasa», se dijo. Hizo un gesto
de contrariedad ante su propia estupidez.
La suave voz de Lali interrumpió sus cavilaciones.
-Lali: Te he disgustado. Lo siento.
-Peter: No estoy disgustado, Lali. Estoy... asombrado.
-Lali: ¿En serio? ¿Por qué?
Él le tomó la mano y se la llevó a los labios.
-Peter: Porque eres asombrosa —Mientras le besaba el
centro de la palma, el carruaje se detuvo, señal de que habían llegado a su
destino— Continuará —prometió él en un tono lleno de sobreentendidos que encendió
las mejillas de Lali.
Se apearon y él la guió a través de la elaborada verja de
hierro forjado. En cada ventana de la elegante casa de ladrillo brillaban
velas, inundando el edificio de una luz cálida, acogedora y matizada. Cuando se
acercaron, las enormes puertas dobles se abrieron de par en par para
recibirlos.
—Bienvenido a casa, excelencia —dijo el mayordomo, y los
acompañó hasta el vestíbulo revestido de mármol.
-Peter: Gracias, Jasper. Ésta es la señora de la casa, su
excelencia la duquesa de Bradford.
El mayordomo hizo una profunda reverencia.
-Jasper: La servidumbre le expresa su más sincera
enhorabuena por vuestro desposorio, excelencia —le dijo a Lali, con una
expresión muy seria en el adusto semblante.
-Lali: Gracias, Jasper —respondió ella sonriendo.
Peter siguió su mirada hacia el grupo de criados que
estaban colocados en fila detrás de Jasper, esperando para saludarlos. No cabía
en sí de orgullo cuando ella dio un paso al frente y les sonrió. Jasper le
presentó uno a uno a todos los componentes del servicio, y todos ellos quedaron
encantados con esa nueva patrona que repetía sus nombres y dedicaba a cada uno
de ellos una sonrisa amistosa. La esposa de Peter compensaba con creces su
falta de refinamiento y sofisticación con su forma de ser afectuosa y
espontánea.
-Peter: Es tarde, Jasper. Les sugiero a ti y al resto del
servicio que se retiren —le indicó una vez que acabaron las presentaciones— Yo
acompañaré a la duquesa a sus aposentos.
-Jasper: Por supuesto, excelencia.
Jasper se inclinó de nuevo y se marchó con los demás,
dejando a Peter en el enorme vestíbulo, a solas con su esposa.
-Lali: Jasper me intimida un poco —susurró— ¿No sonríe
nunca?
-Peter: Nunca, al menos que yo recuerde.
-Lali: ¿Dónde diablos encuentras a gente tan
terriblemente seria?
Incapaz de resistirse a tocarla, Peter retorció uno de
sus rizos color castaño entre sus dedos.
-Peter: La familia de Jasper ha estado al servicio del
duque de Bradford desde hace tres generaciones. Nació serio.
La tomó del brazo y la condujo a la primera planta por la
escalera curva. Ella volvía la cabeza de un lado a otro, inspeccionando su
nuevo hogar.
-Lali: Cielos, esto es fabuloso. Como Bradford Hall. ¿Son
así de magníficas todas tus residencias? ¿No posees algo más... pequeño?
Peter reflexionó unos instantes.
-Peter: Hay una casita modesta en Bath.
-Lali: ¿Cómo de modesta?
-Peter: De unas veinte habitaciones, más o menos.
-Lali: Una casa de veinte habitaciones difícilmente puede
calificarse de modesta —rió ella.
-Peter: Me temo que es lo más sencillo que tengo. Si
quieres, puedes comprar una choza o una casucha con tu asignación —Le dedicó un
guiño travieso— Algo de sólo diez habitaciones —Hizo una pausa y abrió una
puerta— Hemos llegado.
Ella cruzó el umbral y dio un grito ahogado. La alcoba
estaba decorada con marfil y oro, desde los cortinajes de terciopelo color
crema hasta la suntuosa alfombra persa bajo sus pies. Varias lámparas colocadas
a baja altura bañaban la estancia entera en una luz suave, y un fuego acogedor
ardía en la chimenea de mármol.
-Lali: Qué habitación tan hermosa —exclamó ella,
encantada. Deslizó los dedos sobre el brocado de oro del sofá y los sillones a
juego. Abriendo los brazos comenzó a girar sobre sí misma, haciendo ondear los
pliegues de su falda— ¿Qué hay ahí? —preguntó, señalando una puerta que se veía
al fondo.
-Peter: Un cuarto de baño contiguo a mis aposentos. Forma
parte de las reformas que he realizado hace poco y resulta bastante innovador.
Tu doncella está preparándote un baño ahora. Te esperaré en mi habitación.
Le acarició la mejilla y se marchó, cerrando la puerta
tras sí. Lali abrió la puerta del baño y se encontró con una joven tímida.
—Buenas tardes, excelencia. Me llamo Katie. Soy vuestra
doncella.
Gracias a Dios no había nadie más en la habitación, pues
de lo contrario Lali habría torcido el cuello en una y otra dirección, buscando
a «su excelencia», como había hecho en el vestíbulo cuando Jasper le había
presentado sus respetos. Sin duda tardaría un tiempo en acostumbrarse al
tratamiento.
Katie la ayudó a desvestirse y a meterse en la bañera,
que, para sorpresa de Lali, no sólo estaba empotrada en el suelo, sino que era
lo bastante grande para dos o incluso tres personas. Exhaló un suspiro de
felicidad mientras se sumergía en el agua con aroma a lilas. Cuando emergió,
quince minutos más tarde, la piel le cosquilleaba de placer.
-Katie: He preparado su bonito camisón, excelencia.
-Lali: Muchas gracias. Es un regalo de mi tía. Estoy
deseando verlo.
-Katie: Es increíblemente bonito.
Lali decidió que «increíble» era, desde luego, una
palabra apropiada. La prenda era bonita, sin duda, un modelo diáfano en un tono
muy pálido de azul, pero se le pegaba a cada una de sus curvas de un modo que
sólo podría describirse como indecente.
-Lali: ¡Cielos! ¿En qué diablos estaría pensando tía
Julia? —exclamó, consternada por la extensión de piel que el escote dejaba al
descubierto. La tela apenas le cubría los pezones. Por detrás, la prenda no era
más recatada: tenía toda la espalda desnuda hasta las caderas— No puedo ponerme
esto.
-Katie: Está impresionante, excelencia —le aseguró.
-Lali: Tal vez la bata lo arregle un poco —Pero no lo
arreglaba en absoluto. La bata a juego sólo consistía en unas mangas largas y
una espalda hecha de metros de una tela que colgaba hasta el suelo. Estaba
ribeteada con un encaje color crema que únicamente servía para resaltar su piel
desnuda.
-Lali: Nunca había visto una bata como ésta —intentando
en vano juntar ambos lados para cubrirse— ¿Qué demonios voy a hacer? Y, lo que
es más importante, ¿qué va a decir mi marido?
-Katie: Por alguna razón, creo que su excelencia estará
encantado.
--
Su excelencia, efectivamente, se mostró encantado cuando
abrió la puerta de sus aposentos en respuesta a sus golpecitos. De hecho, se
quedó sin aliento.
Ante él se alzaba una visión envuelta en seda de un color
azul muy pálido. Una visión de cabello castaño, cuya nívea piel brillaba bajo
un tentador salto de cama que apenas la cubría. Su mirada comenzó a descender
desde el rostro arrebolado de ella por su escote atrevido y la prenda que se
adhería provocativamente a su figura. Inmediatamente sintió una presión en la
entrepierna.
-Peter: Estás deslumbrante —comentó en voz baja,
llevándose una mano de Lali a los labios.
Ella carraspeó.
-Lali: Me siento bastante... desnuda. No logro entender
qué pretendía mi tía al regalarme semejante conjunto.
Peter se esforzó por no reír y la condujo a su espaciosa
alcoba. Sabía exactamente qué pretendía lady Penbroke y se lo agradeció para
sus adentros.
-Peter: Deslumbrante —le aseguró de nuevo.
-Lali: De modo que ¿está contento el duque?
-Peter: El duque está muy contento.
-Lali: Entonces supongo que estoy cumpliendo con mi deber
de duquesa.
-Peter: ¿Lo ves? Te dije que sería sencillo —Le señaló
una mesa pequeña y dispuesta con esmero junto a la chimenea—¿Tienes hambre?
-Lali: No.
-Peter: ¿Sed?
-Lali: No.
-Peter: ¿Estás nerviosa?
-Lali: Hum... —Una sonrisa compungida se dibujó en sus
labios— Sí. Pero estaba haciendo un gran esfuerzo por disimularlo.
-Peter: Me temo que la expresividad de tus ojos te
delata... como también el rubor que tiñe tus mejillas y el hecho de que estás
retorciéndote los dedos.
Lali bajó la vista hacia sus manos y desenlazó los dedos.
-Peter: ¿Sabes qué es lo que va a ocurrir entre nosotros,
Lali? —preguntó él, deslizándole la punta del dedo por la tersa mejilla.
Ella alzó los ojos para mirarlo a la cara.
-Lali: Claro —respondió, sorprendiéndolo con su
naturalidad— Estoy familiarizada con el estudio de la cría de animales y la
anatomía humana.
-Peter: Ah..., entiendo —Se acercó a ella y le posó las
manos sobre los hombros— Bueno, no sé si te servirá de consuelo, pero yo
también estoy nervioso.
Ella abrió los ojos como platos.
-Lali: ¿Quieres decir que tampoco has hecho esto nunca?
Peter ahogó una carcajada.
-Peter: No, no es eso lo que quiero decir.
-Lali: Mi aprensión deriva del miedo a lo desconocido. Si
no es éste tu caso, ¿por qué estás nervioso?
«Porque quiero que esta noche sea perfecta para ti, en
todos los sentidos. Nunca imaginé que sería tan importante para mí que tú
quedaras satisfecha», pensó él. Además, se sentía inseguro ante la idea de
seducir a una inocente. Siempre había evitado a las vírgenes como a la peste,
pero ahora debía afrontar la inquietante tarea de desflorar a su esposa.
-Peter: La primera vez que dos personas hacen el amor
siempre resulta un poco incómoda —dijo— No quiero hacerte daño.
-Lali: Y yo no quiero decepcionarte.
La miró de arriba abajo. Eso no era muy probable. Ofrecía
un aspecto maravilloso e increíblemente dulce. Y tan inocente... y atractiva.
Además, su atuendo era de lo más provocativo. Su mirada se perdió en su pronunciado
escote y vio la rosada parte superior de sus pezones que asomaban por el borde.
Su sexo se hinchó inmediatamente, y él tuvo que recurrir a toda su fuerza de
voluntad para no soltar un quejido.
-Lali: Tienes el ceño fruncido —observó ella, apartándose
intranquila— ¿Te preocupa algo? Con gusto hablaré contigo de tus problemas.
-Peter: ¿En serio?
-Lali: Por supuesto. Es obligación de una esposa aliviar
las preocupaciones de su marido, ¿no es cierto?
Se moría de ganas de que ella aliviase sus preocupaciones.
-Peter: En ese caso, te diré en qué estoy pensando— La
atrajo delicadamente hacia sí hasta que sólo los separaban unos centímetros.
Ella alzó la barbilla y lo miró con ojos inquisitivos —Estaba pensando —empezó
a decir él— que me gustaría que te soltaras el pelo.
Alargó el brazo y le desabrochó el prendedor incrustado
de perlas que le sujetaba el cabello en lo alto de la cabeza. Cientos de ondas
largas y suaves se desparramaron cayéndole a Lali por la espalda, hasta que las
puntas le rozaron las caderas.
-Peter: Tienes un cabello increíble —susurró, aspirando
la fragancia floral de sus bucles— He deseado tocarlo, deslizar las manos por
él, desde la primera vez que te vi— Ella lo miraba fijamente, inmóvil, con los
ojos muy abiertos —También estaba pensando en el aspecto tan suave que tiene tu
piel —prosiguió él, siguiendo con los dedos la línea que descendía desde las
mejillas hasta el cuello, y de ahí hasta el hoyuelo situado entre las
clavículas. Un débil gemido escapó de los labios de ella cuando sus dedos
descendieron aún más y rozaron la turgencia de sus senos casi desnudos.
Peter colocó las manos sobre los hombros de ella y
deslizó con suavidad la bata hacia abajo a lo largo de sus brazos caídos, hasta
que la prenda se arrebujó a sus pies. Peter se quedó sin palabras, incapaz de
apartar la vista de su sobria belleza, del brillo de deseo que empezaba a
asomar en sus ojos.
-Lali: ¿En qué estás pensando ahora? —preguntó ella en un
susurro al ver que él continuaba contemplándola en silencio.
-Peter: Prefiero enseñártelo.
Le tomó el rostro entre las manos y notó que a Lali el
pulso le latía a gran velocidad en la base de la garganta, casi tan deprisa
como a él. Bajó la cabeza y la besó, moviendo los labios con delicadeza al
principio, y después con presión creciente. Cuando su lengua buscó el camino al
interior de su boca, ella la recibió con la suya. Él soltó un gemido y la
abrazó con fuerza, deslizando las manos por la espalda que el atrevido camisón
dejaba al descubierto.
Bajó las manos hasta sus nalgas y la levantó, apretando el
muslo de ella con su miembro excitado. Ella emitió un jadeo que se convirtió en
un gruñido gutural cuando él se frotó suavemente contra ella.
-Peter: Dios, tocarte es delicioso —le susurró al oído.
Ella se estremeció entre sus brazos... Era un estremecimiento de placer que la
recorrió de la cabeza a los pies—. Tan increíblemente delicioso...
Sus manos se apartaron de las tentadoras nalgas y
subieron, explorando sus curvas, su tronco, hasta apretar entre sus palmas los
lados de sus generosos pechos. Ella pronunció su nombre con un suspiro cuando
él comenzó a mover lentamente los pulgares en círculo en torno a sus pezones
cubiertos de seda. Tomó los pechos en sus manos, acariciando suavemente sus
puntas excitadas a través de la vaporosa tela de su vestido, sin apartar la mirada
de su rostro. A Lali la sangre le subió a las mejillas y los ojos se le
cerraron cuando él introdujo los dedos en el escote de su camisón y le tocó la
sensible piel.
Ella levantó despacio los párpados y clavó en él una
mirada vidriosa y soñadora. Él deslizó los dedos bajo los tirantes de su
camisón y lo hizo bajar muy despacio por su cuerpo. Centímetro a centímetro,
ella se reveló ante él, en una tortura lenta y sensual que aumentaba junto con
su deseo. Sus pechos turgentes y voluptuosos, con los pezones erectos, parecían
suplicarle que los tocara. Su estrecha cintura daba paso a unas caderas
sutilmente redondeadas. El camisón resbaló de entre los dedos de Peter y cayó a
los pies de Lali, dejando al descubierto una tentadora mata de rizos castaños
entre sus muslos y unas piernas largas y esbeltas. De inmediato él se imaginó
esas piernas alrededor de su cintura y sintió una explosión de deseo en su
interior.
-Peter: Lali... eres preciosa..., perfecta.
Sabía que desnuda sería muy bella, pero literalmente lo
dejaba sin aliento. Se agachó, la levantó en brazos, la llevó a la cama y la
depositó con cuidado sobre la colcha. Se quitó la ropa tan rápidamente como se
lo permitieron sus manos trémulas y se acostó a su lado. Ella se acomodó de
inmediato sobre el lecho, recorriendo el cuerpo de Peter ávidamente con la
mirada. Él se obligó a permanecer quieto, dejando que ella lo contemplara hasta
hartarse.
-Lali: Nunca antes había visto a un hombre desnudo
—reconoció ella, posando la vista en todos los rincones de su cuerpo,
abrasándole la piel.
-Peter: Me alegro de oírlo.
Lali se quedó observando su miembro, tan erecto que
incluso la mirada de ella le dolía.
-Lali: Dime una cosa: ¿son todos los hombres tan...
impresionantes como tú?
-Peter: Me temo que no lo sé —soltó él, aunque no creía
que ningún otro hombre hubiera estado nunca tan excitado como él en ese
momento. Y ella ni siquiera lo había tocado aún.
Necesitaba sentirla, saborearla. Entre sus brazos, en su
boca, ahora mismo.
Empujándole suavemente la parte superior del cuerpo para
que la apoyara de nuevo en la cama, bajó la cabeza y rodeó uno de sus pezones
endurecidos con sus labios. Ella profirió un quejido y enredó sus dedos en su
pelo, arqueando la espalda, ofreciéndose más todavía a su boca. Él atendió a su
ruego silencioso, dedicando generosamente su atención a un pecho y luego al
otro, con sus labios y su lengua.
-Lali: Me siento tan... —Su voz se perdió en un suspiro
etéreo.
Él alzó la cabeza.
-Peter: Tan... ¿qué?
La visión de ella, con su magnífica cabellera dispersa
alrededor, los pezones húmedos y erectos por la acción de su lengua, sus ojos
llenos de pasión, casi lo dejó sin sentido.
-Lali: Tan temblorosa. Y... llena de deseo.
Comenzó a moverse sin parar, y Peter apretó los dientes
cuando su suave vientre le rozó la virilidad. Dios, sí, entendía perfectamente
esas sensaciones, pero él estaba quemándose vivo. Estremecido. Desesperado.
Nunca había deseado tanto a una mujer, hasta el extremo de que le temblasen las
manos, de que no pudiese pensar con claridad. Le acarició el abdomen y ella
exhaló un suspiro largo.
-Peter: Abre las piernas para mí —le susurró al oído.
Ella obedeció, separando los muslos para darle acceso a la parte más íntima de
su cuerpo.
En el instante en que la tocó, los dos gimieron. Con
infinito cuidado, la estimuló con un movimiento suave y circular hasta que las
caderas de ella empezaron a moverse en círculos bajo su mano. Peter se sentía
tan inflamado de deseo que estaba a punto de abandonar su determinación de
avanzar poco a poco.
Le introdujo un dedo con suma delicadeza, y de inmediato
sintió una presión cálida y aterciopelada. Estaba tan apretada... tan caliente
y tan húmeda... Su miembro excitado se tensó, y una fina capa de sudor apareció
en su frente.
Sus miradas se encontraron. Ella alzó la mano y le tocó
la cara con ternura.
-Lali: Peter...
Él había imaginado que oírla pronunciar su nombre con una
voz susurrante y llena de pasión aumentaría su deseo, pero la realidad le hizo
perder el control por completo. Se colocó entre sus muslos y, despacio y con
reverencia, la penetró. Intentó traspasar la barrera sin causarle dolor, pero
era imposible. Consciente de lo que había que hacer e incapaz de esperar un
segundo más, aferró sus caderas con las manos y empujó con ímpetu, hundiéndose
en ella hasta lo más hondo.
El gemido de ella le atravesó el corazón.
-Peter: Lo siento mucho, cariño —musitó él, reuniendo las
fuerzas suficientes para permanecer totalmente quieto— ¿Te he hecho daño?
-Lali: Sólo por un instante. Más que nada, me has
sorprendido —Una sonrisa jugueteó en sus labios— Me has sorprendido de un modo
maravilloso. Por favor, no pares.
No hizo falta que se lo pidiera dos veces. Apoyando el
peso de su tronco en las manos, se deslizó lentamente adentro y afuera de su
sexo húmedo y caliente. Se retiraba hasta casi abandonarla, sólo para
sumergirse profundamente en su calor. Lali lo miraba fijamente, y él observó en
la profundidad dorada de sus ojos castaños todos los matices del placer. Ambos
movían las caderas rítmicamente, y él apretó los dientes, pugnando por
recuperar el control, decidido a darle placer antes de liberar el suyo propio.
Pero por primera vez en su vida este propósito le pareció imposible de cumplir.
El sudor le cubría la piel, y los hombros le dolían a causa del esfuerzo de
retrasar su clímax.
Cuando el sexo de ella se apretó en torno al suyo él la
miró, como hipnotizado. Lali arqueó la espalda y se entregó por completo a la
pasión. Su reacción desinhibida era una visión tan increíble, tan erótica, que
él perdió todo control. Incapaz de contenerse más, la embistió y palpitó
durante un momento interminable en el que casi perdió el sentido, y se derramó
en su cálido interior.
Cuando la hinchazón remitió por fin, la abrazó y rodó de
manera que los dos quedaron de costado. Sus cuerpos encajaban perfectamente el
uno en el otro. Ella lo estrechó con fuerza y colocó la cabeza bajo su barbilla,
con los labios pegados a su garganta.
Su dulce beso lo deleitó como una caricia, y el «efecto
Lali» se apoderó de él. Todavía respiraba de forma irregular, por lo que se
obligó a hacer inspiraciones profundas y pausadas. Ella posó la mano sobre su
corazón desbocado y se acurrucó contra él, como para sentirse más segura. Dios.
Ella era tan deliciosa... Y era suya. Toda suya. Sus labios se curvaron en una
sonrisa de satisfacción. Le acarició la espalda y esperó a que su pulso se
normalizara.
Su ritmo cardíaco tardó un buen rato en volver a la
normalidad, y como Lali guardaba un silencio insólito en ella, Peter pensó que
se había quedado dormida. Se recostó ligeramente para contemplarla y se
sorprendió al ver que alzaba la barbilla y lo miraba a los ojos, con expresión
seria e inmutable.
-Lali: Debo decirte, que mis estudios de anatomía no me
habían preparado en absoluto para las maravillosas sensaciones que acabamos de
compartir.
«Mis experiencias previas tampoco me prepararon en
absoluto», pensó Peter. Le apartó con delicadeza un rizo rebelde de la frente,
sin saber qué decir. Lo cierto es que su esposa lo había dejado sin habla.
Ella le atrapó la mano, se la llevó a la mejilla y luego
le dio un beso.
-Lali: Ha sido como si hubieras encendido una cerilla y
me hubieras prendido fuego. Como si cayese desde un precipicio y flotara
suavemente hasta el suelo rodeada de nubes de algodón. Como si nuestras almas
se fundiesen en una —Sacudió la cabeza y arrugó la frente— ¿Tiene algún sentido
todo eso?
Él nunca había sentido nada remotamente parecido a lo que
acababa de experimentar al hacerle el amor a esa mujer. Nunca antes lo había
consumido un impulso tan posesivo, una increíble sensación de ternura.
-Peter: Tiene todo el sentido del mundo —aseguró— Y es
algo que mejora con el tiempo.
Lali puso cara de pasmo al oír esas palabras.
-Lali: ¿Mejora? Cielo santo, ¿cuánto puede llegar a
mejorar?
-Peter: Estaré encantado de mostrártelo.
Lali soltó un gritito ahogado, sobresaltada, cuando él se
colocó boca arriba y ella de pronto se encontró sentada a horcajadas sobre sus
musculosos muslos. Al bajar la vista hacia él, el corazón le dejó de latir por
unos instantes. Era el hombre más apuesto que hubiese visto jamás.
-Peter: Al parecer me tienes bajo tu poder, esposa —dijo
él con una media sonrisa traviesa— Me pregunto qué piensas hacer al respecto
—Entrelazó las manos bajo la cabeza y la observó con sus ojos negros y centelleantes.
Ella bajó la mirada lentamente, estudiando el fascinante
cuerpo masculino. Los remolinos de vello negro que le cubrían el pecho se
estrechaban en su abdomen hasta formar una delgada línea que volvía a
ensancharse hacia la entrepierna.
Al contemplar esa parte de él, a Lali se le cortó el
aliento. Ansiaba tocarlo... tocar esa parte de su cuerpo... tocarlo por todas
partes. Poco a poco, volvió a fijar la vista en sus ojos ardientes.
-Peter: Estoy totalmente a tu disposición. Explora todo
lo que desees.
Sin esperar a que la incitase más, ella se inclinó hacia
delante, le colocó las manos en los sobacos, bajo sus brazos, y deslizó los
dedos muy despacio por su cuerpo. Fascinada, observó cómo se le estremecían los
músculos a su contacto. Él gimió y la miró a través de los párpados entornados
con sus ojos oscuros y tormentosos.
-Lali: ¿Te gusta? —susurró ella.
-Peter: Hum...
Animada por su muestra de asentimiento, Lali se dejó
llevar por la curiosidad. Le pasó los dedos por el crespo vello del pecho,
maravillándose de la combinación de texturas: la flexibilidad del vello sobre
la piel cálida que cubría sus duros músculos. Cada contracción de esos músculos
y cada gemido que él emitía aumentaban la confianza de Lali.
Peter apretó las mandíbulas y rogó al cielo que le diera
fuerzas. Cuando había invitado a Lali a explorar su cuerpo, no era consciente
de la dulce tortura a la que lo sometería. Su miembro, dolorosamente
estimulado, ansiaba hundirse en ella, imploraba desahogo, pero si él sucumbía a
su irrefrenable impulso, sin duda la asustaría. Además, interrumpiría la
minuciosa exploración que ella llevaba a cabo, a todas luces una espada de
doble filo. No sabía cuánto más podría soportar, pero de ninguna manera quería
que su esposa se detuviese.
Se las arregló de algún modo para mantener las manos
enlazadas tras la cabeza, pero se le habían entumecido los dedos de apretarlos
tan fuerte. Hasta esa noche había creído poseer un gran control de sí mismo; su
mente dominaba a su cuerpo y no viceversa. Siempre había sido capaz de aplazar
su clímax tanto como quisiera.
Pero esa noche no.
No mientras las dulces manos de Lali recorriesen su
cuerpo, mientras su suave lengua lo acariciara, mientras su miembro se tensara,
duro como una piedra y a punto de estallar. No mientras... Ella le rozó el
miembro con las puntas de los dedos, y Peter sintió una fulminante oleada de
deseo.
Apretó los dientes y cerró los ojos con fuerza mientras
las manos de ella lo acariciaban, moviéndose arriba y abajo a lo largo de esa
parte de él que ardía y palpitaba por ella. El deseo lo acometió en sucesivos
embates, ahogándolo en un mar de sensaciones. Si ella no se detenía pronto, él
explotaría en sus manos. Segundos después ella le rodeó el tallo con los dedos,
apretó ligeramente y él supo que estaba perdido. Ningún hombre podía aguantar
tanto.
No podía contenerse más.
Con un gemido de agonía, tendió a Lali boca arriba y se
hundió en ella con una acometida profunda y potente. No podía creer que la
hubiese embestido con la falta de delicadeza de un jovencito atolondrado. Y
todo porque no había podido evitarlo no había logrado controlarse. Había
perdido el dominio de sí mismo. Sin embargo, comprendió con irritación que si
hubiera esperado un poco más antes de penetrarla habría eyaculado como no lo
había vuelto a hacer desde que era un muchacho. Una fuerza que no podía dominar
ni entender lo tenía en su poder. Apoyó la frente en la de Lali y luchó por
controlar lo incontrolable.
Ella le tomó la cara entre sus delicadas manos.
-Peter: ¿Te he... molestado de alguna manera?
Su tono denotaba confusión e inquietud, y Peter se habría
reído de su ridícula pregunta si hubiera tenido el aliento suficiente.
-Lali: No. Me has causado mucho placer. Demasiado —musitó
con una voz ronca que no reconoció. Empezó a moverse con ella, con un vaivén
largo y enérgico— Lali... rodéame con las piernas.
Ella alzó sus piernas y, entrecruzando los tobillos tras
la espalda de Peter, se balanceó al compás de cada uno de sus movimientos al
tiempo que él la acometía, cada vez más deprisa y con más ímpetu. Peter, sumido
en una vorágine de sensaciones, la oyó murmurar su nombre una y otra vez, la
sintió latir alrededor de él, apretándolo con su sexo aterciopelado y caliente.
Abandonándose por completo, se hundió en ella
repetidamente, con el corazón golpeándole el pecho. Su clímax lo asaltó con
tanta fuerza que su última embestida estuvo a punto de lanzar a Lali contra la
cabecera. Se desplomó sobre ella, agotado, y dejó caer la cabeza en su hombro.
Tenía la piel empapada en sudor, y su respiración entrecortada le quemaba los
pulmones. No habría podido moverse aunque le fuera la vida en ello.
Al cabo de un rato ella se removió debajo de él y logró
levantarle la cabeza. Él miró sus bellos ojos, que irradiaban una ternura que
le llegó a lo más hondo.
Ella le pasó las puntas de los dedos por los labios.
-Lali: Eres maravilloso —susurró.
Sus palabras fluyeron sobre él, lo envolvieron, y el
corazón le brincó en el pecho. «Eres maravilloso.» Había oído esas palabras
antes, de boca de alguna amante satisfecha, pero esta vez sabía que era
distinto. Porque la persona que las pronunciaba también era distinta. Y porque
intuía que no se refería a sus dotes amatorias. Ninguna otra mujer se lo había
dicho refiriéndose en realidad a él, a que él era maravilloso. Diablos, sabía
que no lo era, pero el placer lo invadió de todas maneras.
Una sensación de... ¿de qué?... lo rodeaba. ¿De
bienestar? Sí, pero había algo más. Otro sentimiento que no acertaba a
identificar y que lo llenaba de satisfacción y calidez. Tardó un momento en
descubrir de qué sentimiento se trataba.
Hacía tanto que no lo experimentaba que al principio no
lo había reconocido.
Era la felicidad. Ella lo hacía feliz.
Pero se recordó que todavía había preguntas sin respuesta
sobre su esposa. Lali guardaba secretos de su pasado que no había compartido
con él. Y su matrimonio era de conveniencia.
Aunque resultaría tan fácil persuadirse de lo contrario...
Continuará...
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Les dejo cap bastante hot!! :O
-LovexLaliyPeter: Juli puede ser!! no puedo decirte nada perooo! tenes mucha intución! jaja
-Anónimo te mataste firmando!! gracias!
Gracias todos por esperar! me distraje! perdooonn
+25 firmas y les dejo el siguiente! :)
me encantoo qiiero mas! aunq los leere mañanaa! pq me voy a dormiir q mañana tngooo clase! Me encanta como escribiis!
ResponderEliminarmas novee
ResponderEliminarque linda noche de bodas! jajaja
ResponderEliminarmassssssssssss
besos
@porLali_ITALIA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!! ESTE CAPTULOOO FUE.... ME DEJOOO....AAAAAAAAAAA!! ME ENCATA!!!! ES PERFECTO!! ME ENCANTA ESTA PRIMERA VEZ TAN DETALLADA...ES IN-CRE-I-BLE!! AAAAA!! SORRY POR NO FIRMARTE ANTES PERO DESDE EL CELU NOS SOY CAPAZ! UN BESOO GIGANTE!!
ResponderEliminarFATY****
me encanta la nove quiero mas me encanta como escribes y como me ases emocionar encerio te lo digo y me sorprendes mucho de verdad te digo quiero mas noveeeeeeeeeeeee porffiiis porque a verdad me encanta un beso
ResponderEliminarMuy bueno, y yo quiero conocer los secretos q se guardan los dos!! Más Nove!
ResponderEliminar@vale_cadenas
maaas
ResponderEliminarotroooo
ResponderEliminarme,encantooo
ResponderEliminarbuenísimo! Más Nove!
ResponderEliminarGrace
como cuantos capitulos tiene la novee?
ResponderEliminarsaludos desde republica dominicana
mass:)
ResponderEliminarmas noveee
ResponderEliminarmaaaas noveeee!!!!
ResponderEliminarMAS :)
ResponderEliminarIN-CRE-I-BLEE!
ResponderEliminarbellos
ResponderEliminarparece que la espera ha valido la pena!!
ResponderEliminarme ha costado perome he puesto a la par
ResponderEliminarOk, o sea que algo parecido debe haber pasado!
ResponderEliminarLei el capitulo miles de veces te juro!
Me ENCANTO =D
espero el proximo!
un beso
Juli♥
estaba haciendo cosas y no me habia dado cuenta de que habias subido
ResponderEliminarespero el proximo.
ResponderEliminar:):):):)
ResponderEliminarcuando se resolvera lo de pablo?
ResponderEliminarme encanta como escribis
ResponderEliminarme encanto eres increible escribiendo tus noves son todas geniales te admiro sigue asi y masssss novesssss plis
ResponderEliminaraaaaa Super Hot Hot este capitulo (:
ResponderEliminarMe encantooooo Ya peter no se aguntaba Mas y bueno, con semejante Mujer :D
ResponderEliminarMe encanto la Boda de ellos *_* Muy liindos pero debo de leer Toda la nove para entenderla mejor ..!!!
ResponderEliminarMas Liindos *_* LALITER ..!
ResponderEliminarBesos Super amigacha ...
no puedo creer que apeter en un momento le importe la vida pasada de lali y mas cuando estan juntos asi en la cama por dios y me encnata que lali toda sorprendida por el regalo de la tia :P
ResponderEliminarme encanto el capitulo, muy tierno
ResponderEliminarsube más nove por favor
Me encanto!
ResponderEliminarEstuvo buenísimo! Enserio que si!
ResponderEliminarMe alegra que Peter vuelva a conocer la felicidad!
ResponderEliminarME ENCANTO!! ESE PETER MUY CALENTON!!
ResponderEliminarAJAJAA MAS :D RECIEN LO TERMINO DE LEER Y YA TIENES EL CAP 15 JAJA!
Yo también tengo las mismas dudas que Peter!
ResponderEliminarRe hot realmente,pero Lali lo vuelve loco,y Lali no sé q secreto guarda pero con él parece realmente "casi un angel"
ResponderEliminarDespues d encontrarse feliz¿x k demonios,tiene k acodas d k no sabe todo d ella?.Matrimonio d conveniencia?,para el ,sera.
ResponderEliminarMe encantó el capitulo!
ResponderEliminarq cap hot!! me encantooo mas
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