Sábado, 11:53
P.M.
—En una oscura carretera del desierto / Un tranquilo
encuentro en mi…
Al entrar en el bar del hotel, Peter se horrorizó al oír
a los chicos de Bangalore destrozar «Hotel California». Por lo visto los otros
clientes estaban demasiado bebidos como para que les importara. O eso, o
simplemente no tenían la energía suficiente para exigirles a aquellos borrachos
que le dejaran el sitio a alguien que supiera tocar el piano. Se preguntó dónde
estaría el pianista del hotel. Escondiéndose, seguro. O sin poder salir de su
casa.
No se podía creer que todavía nevara. Había pasado en su
vida por algunas malas ventiscas, tanto en su casa de Canadá como más
recientemente en Nueva York, pero la tormenta de ese fin de semana era casi una
catástrofe. Otro día atrapado en el hotel y podría volverse loco. Vale, de
acuerdo, tenía a Lali para ayudarle a pasar el tiempo, pero ahora que se habían
abierto un poco el uno al otro, no estaba muy seguro de si pasar más tiempo con
ella era una buena idea. Ya había perdido un partido pensando en ella. ¿Qué
pasaría si llegaba a descubrir que le gustaba de verdad e iniciaran alguna
clase de relación? Ya se lo podía imaginar: llamadas telefónicas, expectativas,
visitas… o sea, lo que más odiaba: pérdida de concentración.
No, lo que debía hacer es entretenerse como lo hacían el
resto de compañeros de equipo, viendo la televisión hasta hartarse. Escudriñó
el bar buscando a Halcón y a Rasta, que un poco antes habían ido a hacerle una
visita a su habitación para invitarle a tomar una copa. Los vio al otro lado de
la sala, sentados en una mesa pequeña parloteando con avidez con dos chicas que
parecían estar pendientes de cada una de sus palabras. Vico divisó a Peter y le
hizo gestos con las manos. Peter, con el corazón en los pies, también le hizo
gestos. Ahora que lo habían visto, no había manera de irse disimuladamente, que
era lo que quería hacer. No se podía imaginar nada más incómodo que ver a sus
compañeros tratando de anotarse un tanto. Conociendo a Maxi intentarían
conseguir una tercera mujer para él y entonces estaría atrapado con alguna
tonta que se reiría a carcajadas de todos sus chistes mientras por debajo de la
mesa le pasaría la mano por el muslo. Maldito idiota, se maldijo Peter. Tendría
que haberse quedado en la habitación viendo Dulce Amor con sus compañeros.
Se abrió camino hacia la barra —exactamente trece pasos y
medio desde la puerta hasta donde se detuvo— y esperó a que Jasper, el barman,
le atendiera. Todos los jugadores del equipo querían a Jasper. Era un viejo
brusco que lo sabía todo sobre Chicago. Si alguien quería saber algo sobre la
Ciudad Ventosa, Jasper era su hombre.
Al ver a Peter, Jasper sonrió ampliamente.
-Japer: Vaya, vaya, vaya, pero si es mi capitán favorito.
He oído decir que te dieron una patada en el trasero.
-Peter: No me lo restriegues, viejo.
-Jasper: Siempre habrá un próximo año… si tienen suerte
—le recordó— ¿Qué te apetece tomar? —Señaló hacia la mesa donde estaban
sentados Halcón y Rasta— Tus compañeros están bebiendo sangría. ¿Quieres lo
mismo?
-Peter: No, me apetece una vodka con tónica. Gracias,
Jasper.
-Jasper: Enseguida, machote.
Apenas Jasper se había alejado un paso cuando Peter
sintió un golpecito en el hombro. Se dio ánimos, estaba seguro que se giraría y
se encontraría a Erizo sonriéndole y balbuceando algo sobre «haber encontrado a
alguna gatita». Pero lo que se encontró fue al futuro marido que aquella misma
mañana él había pronosticado que se largaría.
-Peter: ¡Ey! —saludó inseguro.
—Gatón Dalmau —declaró el novio, tendiéndole a Peter una
mano húmeda y pegajosa— Vos sos, hmm, el tipo que estaba en recepción esta
mañana, ¿verdad?
-Peter: El mismo —respondió, deseando que Jasper se diera
prisa con la bebida. Estaba seguro de que Gastón quería pelearse con él por
haberle dicho a su prometida que dejara de avasallar a Lali.
Gas se tambaleó ligeramente.
-Gas: Yo solo, hmm, quería pedirte disculpas por el
comportamiento de mi prometida, ya sabes, cuando te preguntó que quién diablos
eras. Estaba un poco alterada.
-Peter: Sí, ya me había dado cuenta —Jasper le dio la
bebida y éste le pagó. No estaba seguro de lo que tenía que hacer: tratar de
rehuir al tipo o continuar hablando con él hasta que se le ocurriera una manera
discreta para no ir junto a Vico y Maxi.
-Gas: ¿Estás casado?
-Peter: No
-Gas: ¿Soltero?
-Peter: Es lo habitual si no estás casado. —Gastón
parecía un poco borracho y Peter intentó dar un paso atrás, pero lo tenía
difícil: el bar estaba abarrotado. No quería estar cerca de Gas si éste de
repente empezaba a vomitar.
-Gas: ¿A qué te dedicas?
-Peter: Soy jugador de rugby. Juego con Las Águilas de
Nueva York.
-Gas: Wow —parecía impresionado, una reacción que siempre
sorprendía a Peter. Tendía a dar por supuesto que tenía una profesión normal,
olvidándose que para la mayoría de la gente, ganarse la vida como atleta
profesional era algo exótico— Debes tener a muchas chicas tras tuyo…
-Peter: Un poco.
En realidad Peter atraía su buena parte de las fans, pero
sólo de vez en cuando aprovechaba los placeres que ellas le ofrecían. Algunas
eran bobas y ninguna se podía comparar a Lali cuando se trataba de buen sexo.
La verdad era que ya hacía tiempo que no había encontrado a alguien que le
interesara… aparte de Lali, y era mejor no continuar con aquello. Al pensarlo
se deprimió.
-Gas: Deja que te pida un consejo —siguió con voz de
borracho— ya que tú tenes mucha experiencia con las mujeres… Mi prometida,
Rocío ¿recuerdas? —Peter asintió— Nosotros, hmm, hemos reservado la suite
nupcial para mañana por la noche, que es nuestra noche de bodas. Pero, hmm, ya
que puede que la boda no se celebre, creo que deberíamos usarla ahora. ¿No
estás de acuerdo?
-Peter: Totalmente —dijo. Desvió los ojos hacia Vico y
Maxi. Vico tenía un brazo alrededor de una de las mujeres y Maxi murmuraba en
el oído de otra. Peter no podía ir allí ahora, aunque quisiera; no quería
estropearles el plan a sus amigos.
-Gas: Bien, entonces, ¿cómo la convenzo? —preguntó— Ella
no cambiará de opinión. Ya conoces a las mujeres. ¿Cómo puedo persuadirla?
¿Acaso no era irónico que el tipo le pidiera consejo
cuando la única «relación» de la que podría alardear era una cita anual de una
sola noche? Estupendo, ahora estaba haciendo de señor Romance, qué bien. Pero
el tipo le pareció tan desesperado que Peter se obligo a pensar en algo.
-Peter: Cautívala.
-Gas: Lo he intentado y no he conseguido nada. Lo único
que hace es mirar el parte del canal meteorológico y llorar, o llamar a la
familia y a los amigos que están atrapados en el aeropuerto y ponerse
histérica. Yo sigo diciéndole que el sexo la relajará, pero ella dice nooooo,
tenemos que esperar a que estemos casados —Gas hizo una mueca.
-Peter: Dile que son compañeros del alma, que ya estás
casado con ella a los ojos de Dios
Gas se lo pensó.
-Gas: No está mal. Pero no la convencerá —La irritación
apareció en su expresión— Vamos, hombre, necesito que me des tu consejo como
experto.
-Peter: Deja que te haga una pregunta.
Gas le dio un sorbo a la cerveza.
-Gas: Dispara.
-Peter: ¿Amas a, er…?
-Gas: Roció.
-Peter: ¿La amas?
-Gas: Con todo mi corazón —declaró con los ojos húmedos.
Aquella sincera declaración hizo que Peter, de repente,
sintiera envidia. ¿Cómo podía ser que este hombre sentimentaloide, hubiera
encontrado a alguien con quien compartir su vida y él no? No es que quisiera a
una mujer como Rocío, pero de todas formas, esos dos tenían algo ¿no? El amor,
el Canal del Tiempo, los familiares atrapados, un sueño de futuro compartido. Que
era más de lo que tenía Peter. Pero, ¿de quién era la culpa? Era él el que
siempre ponía barreras a una relación emocional, sobre todo con Lali. ¿Qué
maldito consejo podía ofrecer él?
Gastón dio golpecitos a su reloj de pulsera.
-Gas: Tenemos poco tiempo, amigo mío —dijo— Si tienes
algún sabio consejo, habla ahora o calla para…
-Peter: ¿Quieres mi consejo? —Gas asintió impaciente— Espera.
Deja que sea cómo ella quiere. Sólo queda esta noche, ¿verdad?
Gas puso mala cara.
-Gas: Sí, pero…
-Peter: Está claro que ella quiere que sea especial. Y el
que sea especial está bien, ¿verdad? A las mujeres les gusta que sea especial
—Y especial era lo que tenían Lali y él. Muy especial. O al menos lo era antes
de que ellos descorrieran el velo del misterio. Le palmeó a Gas en el hombro—
Debo irme, tengo a unos amigos que me esperan. Buena suerte.
Domingo, 12:13
A.M.
-Maxi: ¿Qué diablos pasaba? —le pregunto a Peter cuando
se sentó en la mesa. Las chicas que sus compañeros se habían ido, para gran
sorpresa de Peter.
-Peter: Se casa mañana… o eso se suponía antes de que
llegara la tormenta, y quiere usar la suite nupcial ahora.
Vico lo miró completamente confundido.
-Vico: ¿Y para qué diablos hablaba contigo?
-Peter: No estoy seguro. Nos hemos conocido esta mañana
en el vestíbulo. Supongo que lo único que buscaba era un oído comprensivo
—Estiró las piernas por debajo de la mesa— ¿Qué les ha pasado a sus maravillosos
ligues?
-Vico: Han dicho que estaban cansadas y tenían que dormir
porque mañana era un gran día. Algo acerca de encontrar el edificio de
apartamentos de Oprah.
-Peter: Así que no
se han quedado encantadas por el hecho de que podes quitarte los dientes de
delante, ¿eh? Puede que si les hubieras enseñado las abolladuras que tenés en
la cabeza…
-Maxi: Oye —resopló Erizo— al menos lo estamos
intentando, que es más de lo que puede decirse de ti.
-Vico: Eso, ¿dónde está tú chica misteriosa? —preguntó,
sirviéndose otro baso de sangría.
-Maxi: Es probable que esté dobladita en la maleta hasta
la próxima vez que él la hinche —se rió con satisfacción.
Peter no pensaba contestar, pero su chica misteriosa
acababa de entrar en el bar con una mujer morocha y flaquita de mirada tensa.
Al principio no estuvo seguro de que fuera Lali. Estaba tan acostumbrado a
verla con el uniforme que aquella imagen en vaqueros descoloridos que moldeaban
su figura y un jersey ceñido lo despistó. Estaba buenísima. Y el darse cuenta
le sorprendió. Hasta ahora, había estado seguro que era la imagen de Lali, una
sofisticada chica de ciudad, lo que le excitaba. En estos momentos lo comprendió:
a él le excitaba Lali, de cualquier manera. Ojalá nunca se hubieran hecho
confidencias.
-Vico: ¡Hey! ¿No es la recepcionista? —dijo, señalando a
Lali con la cabeza. Peter permaneció tranquilo mientras Maxi y él recorrían a
Lali con la mirada.
-Peter: Creo que sí.
-Maxi: Madre mía, ¿vieron ese trasero? —se maravilló,
prácticamente babeando— ¿Quién se habría imaginado que debajo de aquel traje de
recepcionista se escondía este bombón?
-Vico: Yo no —estuvo de acuerdo— Y su amiga no está nada
mal.
-Maxi: No me importaría pegarle un buen mordisco.
-Peter: ¡Eh! —espetó con brusquedad— Ten un poco más de
respeto, ¿eh?
Vico y Maxi lo miraron al mismo tiempo.
-Vico: ¿Qué diablos pasa contigo?
-Peter: Nada —rebatió, pero por dentro estaba que echaba
humo. ¿Cómo se atrevían sus compañeros de equipo a hablar así de Lali? Ella
era… casi había pensado «suya», pero se detuvo a tiempo. Era «suya» sólo una
vez al año, y además sólo era sexo. Pero aún así, le molestó que Maxi hablara
de ella como si solo fuese un objeto. Estuvo a punto de decirlo cuando
comprendió de golpe su propia hipocresía y soltó una carcajada.
Maxi lo miró alarmado.
-Maxi: ¿Estás teniendo uno de esos momentos de portero
chiflado o qué?
-Peter: Tal vez —continuó observando a Lali lo más
disimuladamente posible. La amiga ya no estaba. Lali todavía revoloteaba en la
puerta del bar, era como si no pudiera decidir si entraba o no.
-Maxi: Podríamos invitarla a la mesa ¿no? —sugirió.
-Vico: Si y que traiga a su amiga con ella. Mostrémosles
el buen rato que pueden pasar —añadió dándole un codazo a Peter en las costillas
y brindando con Maxi mientras reían.
Peter se levantó con brusquedad. Si lo iban a hacer él no
quería verlo. No iba a poder soportar la tensión de tenerla sentada allí y
fingir que no había nada entre ellos. Incluso la idea de dejarla con sus amigos
hizo que se le retorcieran las tripas. Ninguno de ellos respetaba mucho a las
mujeres. No como él que dormía con ella una vez al año, sin ninguna clase de
compromiso. Jesús, estaba hecho un lío.
-Peter: Tengo dolor de cabeza. Ya los veré más tarde,
payasos —anunció, acabándose la bebida. Empezó a abrirse paso entre el gentío.
A mitad del bar, vio a Lali. El deseo lo inundó, innegable y fuerte. Ladeó la
cabeza inquisitivamente. Lali hizo un leve gesto de asentimiento y levantó la
mano para indicar «cinco minutos». Peter parpadeó para mostrar que estaba de
acuerdo y siguió su camino.
Cinco minutos más tarde, estaba en su habitación,
esperándola.
------------------------------------
Les dejo el primer capitulo de la maratón!...
+10 firmas y les subo el siguiente! ^-^
espero que les guste.
MÁS!!!!
ResponderEliminarMe da mucha intriga quiero más capitulos, Un beso!!:)
ResponderEliminarme encanta la nove !!!!
ResponderEliminarSí me encanyó,Petr moría de celos por lo q decían sus amigos,esto ya no es lo q era antes un encuentro sin compromiso,se esta poniendo cada día mejor!
ResponderEliminarmas nove
ResponderEliminarayy que lindo,de nuevo maraton! jajaja
ResponderEliminarMas noveeeeeeee
Besos
@porLali_ITALIA
Rama ebrio, Peter celoso, Maxi desubicado... me encantá!
ResponderEliminarMAS NOVE
ResponderEliminarmas novee
ResponderEliminarmas nove!
ResponderEliminarmaas nove!!!!
ResponderEliminarMaaaaasssss
ResponderEliminarMAS NOVEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE
ResponderEliminarsube más nove por fa
ResponderEliminarPeter esta re celoso jajajaja
ResponderEliminarOtro otro !!!
Leti2311
Holaaaa!! despues de unos días!! tengo tiempo para firmarte jiji ♥.. Me encanto los primeros caps de la nueva novela!!.. esta re geniaaal! me qede re enganchada leyendo esta nove!!.. subi maaaas..!! :D espero con ansias el prox cap
ResponderEliminarte re extrañé :( , te adoro amichii :D
DanÜ
Me encanto =)
ResponderEliminarquiero mas!
esta genial la nove!
un beso
Juli♥
5 minutos.k babas Vico y Maxi.
ResponderEliminarAi estoy lendo haora .
ResponderEliminarhayy me muerooo me encantaron los celos de peter ♥
ResponderEliminarmassss