Para Peter el mundo quedó reducido a esas palabras que resonaban en sus oídos. «Sé dónde podemos encontrar a Benjamín»
La sujetó por los hombros.
-Peter: ¿Dónde está?
-Lali: No estoy segura... pero he descubierto a alguien
que lo sabe.
-Peter: ¿Cómo? ¿Dónde?
-Lali: En el muelle. Mientras Agustín ayudaba a Molly a
subir al coche, he visto a un hombre entrar en un bar. Aunque no lo he tocado,
he percibido con mucha intensidad que tiene un vínculo con Benjamín.
Peter la apretó con más fuerza sin darse cuenta. Dios
santo, si Agustín la había dejado entrar en ese antro en pos de ese hombre se
lo haría pagar muy caro.
-Peter: No habrás intentado hablar con él, ¿verdad?
-Lali: No. Nos hemos marchado inmediatamente —Le posó las
manos sobre los antebrazos— Pero sigue allí, Peter, lo percibo. Es un hombre
corpulento y calvo que va vestido de marinero. Cojeaba ostensiblemente y
llevaba un arete de oro en la oreja derecha.
A continuación le indicó el emplazamiento del edificio.
-Peter: Lo encontraré —declaró.
Le soltó los hombros y apartó las manos de ella de sus
antebrazos. Durante un rato permanecieron mirándose. A él le pareció vislumbrar
en sus ojos un destello de la Lali afectuosa y efusiva que creía haber
conocido, y luchó contra el torrente de sentimientos que lo inundó. Maldición,
esos ojos grandes y marrones con matices dorados lo desarmaban. Pero luego fue
como si un velo descendiese entre ambos, y su férrea determinación desterró
cualquier rastro de cariño.
Pero esa expresión que había brillado por una fracción de
segundo en los ojos de su esposa... Diablos, de no ser porque él era consciente
de la realidad, habría jurado que ella lo quería. ¿Por qué estaba ayudándolo?
Sin duda no era porque se lo hubiese prometido. Peter había averiguado del modo
más doloroso posible que ella no cumplía sus promesas.
Bueno, tal vez ella sí que lo quisiera un poquito. Pero
no lo suficiente para que encontraran la manera de compartir la vida.
Y él no debía olvidarse de eso.
-Peter: Debo irme —dijo, retrocediendo un paso.
-Lali: Lo sé, Peter... Ten cuidado.
El ligero tono de súplica en su voz hizo que a Peter se
le formara un nudo en la garganta que lo dejó sin habla. Se despidió con un
movimiento de cabeza y salió de la habitación.
Lali lo observó marcharse y se quedó mirando la puerta
por la que acababa de salir. Sabía que Peter no tardaría en encontrar las
respuestas que buscaba. Rezó porque no le ocurriese nada malo. Y porque algún
día pudiera perdonarla.
--
Peter entró en la ruinosa taberna del barrio ribereño y
esperó a que los ojos se le adaptaran a la penumbra del interior. Su mirada
recorrió a la media docena de clientes del local y se detuvo en un hombre
sentado solo en un rincón, con las anchas espaldas encorvadas de forma
protectora en torno a su copa. Era calvo, y Peter vislumbró un destello dorado
en su oreja derecha. Era la única persona que encajaba con la descripción que
le había hecho Lali.
Peter se acercó a la mesa y se sentó enfrente del hombre.
El marinero lo miró con fijeza achicando los ojos castaño oscuro.
—¿Quién diablos eres tú?
Por toda respuesta, Peter colocó el puño sobre la mesa,
entre los dos. Al abrir la mano reveló un saquito de cuero.
-Peter: Aquí hay cincuenta libras de oro. Tienes
información que me interesa. Si me la das, el dinero será tuyo.
El hombre echó una ojeada a la bolsita, y una sonrisa
desagradable se dibujó en su huesudo rostro, dejando al descubierto varios
dientes podridos. Con un movimiento rápido de la muñeca, se sacó de la manga
una navaja de aspecto letal. Se inclinó hacia delante y dijo:
—Tal vez me quede con las monedas y también con la
información.
-Peter: Puedes intentarlo —respondió en tono amenazador—
pero no te lo recomiendo.
El marinero soltó una risotada estruendosa.
—¿Ah sí? ¿Y por qué?
-Peter: Porque hay una pistola apuntándote a la barriga
por debajo de la mesa.
Observó al marinero bajar la mirada hacia la otra mano de
Peter, que estaba oculta bajo la mesa.
La duda asomó a los ojos del marinero, pero rápidamente
la disimuló con una actitud burlona.
—¿Esperas que me crea que un encopetado como tú se
atrevería a pegarme un tiro delante de un montón de gente? Te colgarían.
-Peter: Al contrario, el magistrado sin duda me recompensaría
por librar a la ciudad de un rufián como tú. Además, no me costaría mucho
comprar el silencio de tus supuestos testigos —Se reclinó en la silla y retiró
la mano de debajo de la mesa durante un momento para que su compañero pudiese
ver su pistola— Puedes salir de aquí convertido en un hombre rico o con los
pies por delante. Tú decides.
El marinero lo estudió durante unos segundos. Peter le
sostuvo la mirada, empuñando la pistola con firmeza, pero convencido de que la
avaricia acabaría por imponerse.
Un brillo codicioso apareció en los ojos vidriosos del
marinero.
—Prefiero ser rico. Más rico de lo que me harían
cincuenta libras.
-Peter: Si considero que tu información lo vale, te daré
cincuenta más.
—¿Y si no?
Una sonrisa glacial se desplegó en los labios de Peter.
-Peter: Entonces dejarás de resultarme útil. Y no creo
que te recuperes del agujero que te haré en la panza.
El miedo asomó a la mirada del marinero, pero rápidamente
lo disimuló encogiéndose de hombros.
—¿Qué quieres saber?
-Peter: Conoces a un francés llamado Benjamín. Quiero
saber dónde puedo encontrarlo —Agitó deliberadamente el saquito lleno de
monedas— Dímelo y el dinero será tuyo.
El marinero tomó un gran trago de whisky y luego se
enjugó la boca con el dorso de una de sus manazas.
—¿Benjamín Amadeo?
Peter pugnó por conservar la calma. Benjamín Amadeo.
Finalmente oía el nombre completo del hombre que estaba buscando.
-Peter: ¿Dónde está?
El marinero volvió a encogerse de hombros.
—Estuvo un tiempo aquí en Londres, pero luego regresó
precipitadamente a su tierra, en Francia.
-Peter: ¿Dónde vive?
—En un pueblo cerca de Calais.
Peter se inclinó hacia delante.
-Peter: ¿Qué pueblo?
El marinero lo ojeó con aprensión.
—No recuerdo el nombre exacto. Es como si fuera el nombre
de un tío.
Peter reflexionó por unos instantes.
-Peter: ¿Marck?
El marinero abrió mucho los ojos, en señal de
reconocimiento.
—Eso es —respondió.
-Peter: ¿Por qué estaba en Londres?
—Dijo que se traía un negocio entre manos. Buscaba a
alguien. No sé a quién. Se jactaba todo el rato de que iba a conseguir mucho
dinero —Miró a Peter achicando los ojos— Es todo lo que sé. He cumplido con mi
parte del trato. Ahora suelta el dinero.
Peter depositó dos bolsitas sobre la rayada mesa y se
guardó la pistola en el bolsillo. El marinero abrió los saquitos para verificar
su contenido, y Peter aprovechó su distracción para escabullirse por la puerta.
Resguardándose en las sombras, avanzó a paso rápido por el laberinto de
callejuelas hasta el coche que lo esperaba. Una euforia amarga se apoderó de
él.
Benjamín Amadeo.
Ahora sabía cómo se llamaba su enemigo. Y dónde vivía. Sabía
dónde encontrar las respuestas que buscaba. Y esperaba con toda su alma que
esas respuestas lo llevasen hasta Pablo.
«Voy a por ti, desgraciado.»
--
Cuando Peter entró en su casa, encontró a Lali caminando
impaciente de un lado a otro del vestíbulo. La joven se detuvo nada más verlo y
lo miró de arriba abajo como para cerciorarse de que seguía entero.
-Peter: Estoy bien —dijo, entregándole su sombrero a
Jasper.
Ella exhaló un suspiro de alivio. Dirigió la vista al
mayordomo y luego la posó de nuevo en su marido.
-Lali: ¿Podemos hablar en privado?
Peter titubeó. Dios sabía que no quería estar a solas con
ella, pero desde luego no podía relatarle su encuentro con el marinero allí en
el vestíbulo. Indicándole con un movimiento de cabeza que lo siguiese, echó a
andar por el pasillo hacia su estudio particular. Una vez dentro cerró la
puerta, y el silencio los rodeó de inmediato.
Ella estaba de pie en el centro de la habitación, con las
manos enlazadas y los ojos clavados en él. Un montón de recuerdos se arremolinaron
en la mente de Peter. Lali sonriéndole. Lali con los brazos abiertos para él.
Alzando la cara para besarlo. Acostada debajo de él, trémula de deseo. Dormida
entre sus brazos. Intentó ahuyentar esas imágenes, pero volvían a asaltarlo, a
desarmarlo con su implacable nitidez. Bajó la vista a la alfombra que se
extendía bajo sus pies. Habían hecho el amor justo en el lugar donde ella se
encontraba ahora, la noche que él le había enseñado a bailar el vals y le había
mostrado dónde había colgado el retrato que ella le había dibujado.
Se obligó a mirar ese espacio, ahora vacío, en la pared
revestida de madera, delante de su escritorio. Había retirado el bosquejo
porque no soportaba verlo, pues le hacía revivir mil recuerdos cada vez que
entraba en el estudio. Cuando devolvió su atención a Lali, advirtió que ella
tenía la mirada fija en el hueco que había dejado su esbozo en la pared. Le
pareció percibir un destello de dolor en sus ojos, pero se esforzó por no
dejarse enternecer. Ella había hecho su elección. Y no lo había escogido a él.
-Peter: ¿Querías hablar conmigo en privado? —preguntó.
Ella apartó la vista de la pared y la posó en él, con una
expresión tan serena que lo sacó de quicio.
-Lali: ¿Qué ha ocurrido en el muelle?
-Peter: Ah, ¿es que no lo sabes? —dijo él arqueando una
ceja.
Ella palideció al oír esta pregunta sarcástica, y negó
con la cabeza.
-Lali: Percibo que has encontrado las respuestas que buscabas,
pero eso es todo.
Con la esperanza de que una copa aliviaría la tensión que
le agarrotaba los hombros, Peter se acercó a la mesita donde estaban los
frascos de licor. Después de tomar un buen trago de brandy, le comunicó la
información que le había dado el marinero. Ella escuchó con atención, con el
entrecejo fruncido debido a la concentración.
-Lali: Supongo que ahora estarás planeando viajar a
Francia —dijo cuando él hubo terminado.
-Peter: Así es. De hecho, si me disculpas, debo pedirle a
Jasper que haga mi maleta.
-Lali: ¿Partirás pronto?
-Peter: De inmediato. El viaje a Dover me llevará al
menos cinco horas. Quiero embarcar en el buque que zarpará con la marea alta de
la mañana.
Se quedó quieto, incapaz de apartar la vista de ella,
consciente de que no podría marcharse sin antes decirle algo.
-Peter: Lali —Tosió para aclararse la garganta— Te estoy
muy agradecido por ayudarme a encontrar a Benjamín. Siempre estaré en deuda
contigo. Gracias.
-Lali: De nada —Lali contempló su hermoso y adusto rostro,
y el corazón se le rompió en mil pedazos. Dios, cuánto lo amaba— Yo... haría
cualquier cosa por ti.
Estas palabras se le escaparon casi sin darse cuenta,
pero se encogió al ver que el atisbo de expresión cariñosa en el semblante de
Peter cedía el paso a la frialdad.
-Peter: ¿Cualquier cosa? —El soltó una carcajada
desprovista de humor— Si no fuera una mentira tan descarada, tal vez me
resultaría divertido.
Se acercó a la puerta y la abrió. Vaciló, intentando
decidir si añadir algo más, pero al cabo de unos segundos salió al pasillo y
cerró la puerta tras sí.
Lali respiró profundamente y se llevó las manos al
estómago, que tenía revuelto. Estaba claro que su marido pensaba que ya no
tenía más asuntos que tratar con ella. Alzó la barbilla con determinación. Estaba
claro que su marido no sabía toda la verdad.
--
Peter salió a grandes zancadas de la casa, felicitándose
en su fuero interno por marcharse tan deprisa. Había garabateado unas notas a
su madre y a Nico, informándoles de que unos asuntos reclamaban su atención en
Francia. Le remordía la conciencia por el modo en que había dejado a Lali, pero
no tenía elección. Si se hubiese quedado en el estudio con ella un segundo más,
habría dicho o hecho algo de lo que se habría arrepentido, como postrarse de rodillas
y suplicarle que lo amara.
Soltó un gruñido de impaciencia y se obligó a desechar
esos pensamientos. Tenía que concentrarse en el asunto que traía entre manos:
viajar a Francia, encontrar a Benjamín y, con un poco de suerte, también a
Pablo. Tenía que dejar de pensar en Lali.
El criado le abrió la portezuela del carruaje. Peter puso
un pie dentro y se quedó helado.
Lali, ataviada con su traje de viaje azul verdoso, estaba
sentada dentro del coche.
-Peter: ¿Qué demonios haces aquí? —preguntó.
Ella enarcó las cejas.
-Lali: Estaba esperándote.
-Peter: Si quieres hablar conmigo tendrás que esperar a
que vuelva. Tengo que irme ahora mismo.
-Lali: Lo sé. Y cuanto antes te acomodes en el asiento,
antes nos pondremos en marcha.
-Peter: ¿«Nos»? —Una risotada de incredulidad escapó de
sus labios— «Nosotros» no vamos a ninguna parte.
Ella lo miró con gesto desafiante.
-Lali: Lamento discrepar. «Nosotros» vamos a Francia.
La ira se adueñó de él. Con un gesto seco de la cabeza
despidió al criado. Después se inclinó hacia el interior del carruaje y dijo
con una voz tensa pero controlada:
-Peter: El único sitio al que tú vas a ir es a la casa.
Ahora mismo.
-Lali: ¿De verdad crees que es lo más conveniente?
-Peter: Sí.
Ella asintió con la cabeza, pensativa.
-Lali: Me parece una terrible pérdida de tiempo.
Piénsalo: si me obligas a salir del coche te retrasarás más aún descargando mi
equipaje. Y entonces yo tendré que agenciarme otro medio de transporte para ir
a Dover.
Peter apretó los labios hasta que quedaron reducidos a
una línea muy fina.
-Peter: No harás nada por el estilo.
La determinación relampagueó en los ojos de Lali.
-Lali: Claro que lo haré.
-Peter: Y un cuerno. Te lo prohíbo.
-Lali: Iré de todas maneras.
-Peter: Lali —dijo, conteniendo a duras penas una
palabrota— tú no vas...
-Lali: ¿Cómo está tu francés?
Peter se quedó desconcertado.
-Peter: ¿Mi francés?
-Lali: Según Euge, entiendes el idioma, pero no lo hablas
de forma inteligible.
Aunque mentalmente dedicó a su hermana un par de
lindezas, no podía negar que esas palabras eran ciertas. Su francés era
lamentable.
-Peter: Y ahora me dirás que tú lo hablas con fluidez,
¿no? —comentó con sarcasmo.
Ella le dirigió una sonrisa radiante.
-Lali: Oui. Naturellement.
-Peter: ¿Y quién te enseñó?
-Lali: Mi madre, estudió el idioma como todas las damas
de Inglaterra —Su sonrisa se desvaneció, y una expresión a la vez implorante y
decidida asomó a sus ojos— Por favor, entiéndelo. No puedo dejar que te marches
solo. Prometí ayudarte y eso es lo que haré. Si rehúsas llevarme contigo, me
veré obligada a viajar a Calais por mi cuenta.
Por el ángulo de su barbilla y la determinación de su
mirada, Peter concluyó que ella cumpliría su amenaza a menos que él la atara a
una silla. Y aunque lo hiciese, no le cabía la menor duda de que Agustín,
Nicolás, Eugenia o incluso su propia madre la desatarían. Maldición, seguro que
la familia entera la acompañaría a Francia.
Consciente de su derrota, aunque no le gustaba un pelo,
subió al carruaje. Sin esperar al criado, cerró de un portazo y le indicó al
cochero que se pusiera en camino.
Continuará…
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Bueno por lo menos están pegados durante el viaje!! :)
veremos que pasa entre ellos, no se desesperen!!
Quiero hacer mención especial a HappinessLIP sii a vos Aleny!!!! jjiji aunque a veces no te mencione al final igual seguis siendo grossa!! :P Fandelaliypipi siento que si nos reconcilio ya! el siguiente mensaje que me dejes será "sé donde vivís" ?? jajaja me alegra que te gustan las demás noves! :) Silvia de España OLE!! :D gracias por leer las noves!! :) besos ca_amorlaliter me dan una ganas locas de contarles el final! pero nooo! jaja será mejor que ustedes mismas lo lean! ^-^
más tarde les subo otro!!! :)
a ver que pasa! jajaja
ResponderEliminarmas noveeeeee
besos
@porLali_ITALIA
YA QUIERO LA RECONCILIACIÓN
ResponderEliminarACASO PETER NO SE DA CUENTA QUE LALI LO AMAAAA
ResponderEliminarESTARA EMBARAZADA?
ResponderEliminarMASSSSSSSSSS
ResponderEliminarNOVEEEEEE
ResponderEliminarhay van en el mismo carruaje !!!
ResponderEliminarskladnaskldnas
RECONCILIACION RECONCILACION!!!
Me mata como Lali desafia a peter y peter como todo enamorado la deja hacer lo que quiera dsnñadaslkmd
awwwwwwwwwwww!!
Okey ahora si me emocione que me mencionaste ya no me siento forever alone!! jajaa!
maaaaaaaaaaaas :D!!
mas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarmeeencantttooo qiierooo maaas
ResponderEliminarMAAAAAAAAAAAAAAAAAAS , pofrias hacer maraton un dia de estos jejeje
ResponderEliminarque mal por Peter, el ve el amor que le tiene Lali, pero el orgullo y el dolor no lo dejan- Sube más nove por favor
ResponderEliminarsube tempranico que en España son las 00'30h y no puedo esperar
ResponderEliminarjo y este finde tampoco podre leer ni comentar porque me voy a mi pueblo y alli no hay internet. cuando llegue el domingo por la noche me los leere del tiron
ResponderEliminarpero aunque yo no este puedes hacer maraton
ResponderEliminarfalta mucho para que vuelvan?? es que etoy ansiosa! soy una romantica! :D jaja
ResponderEliminarEstoy segura que en este viaje habran varias peleas pero tambien que los va a unir!
ResponderEliminarPD: por que si no los une... boee Danii ya sabes!
:P jajajajaja
Persevera y triunfarás!Bien ahí Lali!Es un angel con una fortaleza increible!
ResponderEliminarLa resistencia d Peter esta flaqueando.Lali unica, desestabiliza los esquemas d Peter,y termina logrando irse con el a Francia.
ResponderEliminarjajaj q capa lali
ResponderEliminarmass novee