Capítulo 4

Sábado, 6:27 P.M.

De Nebraska, reflexionó Peter cuando cogió el ascensor para subir tres pisos e ir a ver a sus compañeros de equipo. Lo habrían podido tumbar de un soplo de lo asombrado que se había quedado. Había montado una elaborada historia llena de fantasía alrededor de Lali, una en consonancia con la profesional adinerada y mundana con una sonrisa tan brillante que se le paraba el corazón cada enero cuando entraba en el vestíbulo del hotel.

Según la fantasía de Peter, Lali era hija única de unos padres de la alta sociedad. Había crecido sola y aislada en Newport, ansiando compañía humana y poder relacionarse. El padre de ella quería que asumiera el control de la naviera. Ella se había negado y la habían repudiado. Obligada a apañárselas ella sola, había conseguido un trabajo en el Barchester. Sublevándose contra las clases sociales se había hecho recepcionista, un trabajo que le encantaba porque la ponía en contacto con la gente. La atracción que sentía por él era el resultado directo de todos los aburridos niños ricos con los que sus padres habían intentado emparejarla, niñatos con tres nombres como Justin St. Millonario o Repipi von Bogus. Lali se había rebelado y había puesto los ojos en un robusto muchacho obrero proveniente del bosque de Canadá. Claro que ella no podía saber de dónde era él, pero eso daba igual.

Esa era la Lali con la que él soñaba durante todo el año. Esta otra Lali, la que probablemente había crecido dando de comer a las vacas, lo acobardaba un poco porque hacía que tuvieran cosas en común, y para bien o para mal, eso le atraía. Ella era de campo, igual que él. Lo sabía todo sobre espacios abiertos y el enorme aburrimiento que ello implicaba, igual que él. Había huido a la ciudad, igual que él. Era desconcertante. Lo último que necesitaba era que hicieran buena pareja fuera del dormitorio. En ese caso su dedicación exclusiva al deporte se iría a la mierd%&$.

Al salir al sexto piso, vio a dos de sus compañeros de equipo «Halcón» Victorio y «Rasta» Maxi. Era evidente el porqué de sus apodos: Halcón podía descubrir el balón en cualquier parte de la cancha, mientras que Rasta tenía el cabello alborotado y lleno de rastas.

-Maxi: Si éste no es Peter Lanzani, entonces es el Hombre Internacional del Misterio —lo llamó lanzando el bagel y enviándolo directamente a la cabeza de Peter.

-Peter: Ya tengo que hacer esto en la cancha. ¿Crees que podrías evitarlo en mi tiempo libre?

-Vico: Quisquilloso, quisquilloso. Ahora en serio, ¿dónde has estado?

-Peter: Por aquí y por allá.

Maxi esbozó una amplia y maliciosa sonrisa.

-Maxi: ¿Desordenando tu habitación con alguna chica? ¿Camelándola con el gran discurso de «Soy un jugador de rugby y estoy solo en una ciudad extraña»?

-Peter: Algo así.

Peter no les había hablado a sus compañeros de equipo de la cita anual con Lali, ni tenía intención de hacerlo. No quería que ninguno de sus compañeros le hiciera pasar un mal rato a Lali cuando llegasen cada año a la ciudad.

-Vico: ¿Dónde está ahora la chica de tus sueños?

-Peter: Durmiendo.

-Maxi: ¿También ella se ha quedado bloqueada en el hotel como los otros?

-Peter: Puede que sí, puede que no.

Vico miró a Maxi.

-Vico: El misterio se hace cada vez más profundo.

-Peter: No es un misterio. Lo único que pasa es que no necesito proclamarlo a los cuatro vientos cada vez que duermo con alguien —Le dio una patada al bagel hacia Vico— ¿Dónde están los otros?

-Maxi: Repartidos entre Nico en la 615 y Agus en la 621. Nico ha montado una partida de póquer. Agus ha puesto el canal de telenovelas. Están viendo el episodio de Dulce Amor que nos perdimos ayer.

-Peter: Creo que iré con Nico.

-Vico: Oye —su sonaba indiferente, pero Peter vio la preocupación en esos agudos ojos que no se perdían nada ni dentro ni fuera de la cancha— ¿Estás bien?

-Peter: Sí —contestó con cautela— ¿Por qué?

-Vico: Pareces preocupado

-Peter: No es nada —empezó a alejarse, pero luego volvió atrás— ¿Te ha pasado alguna vez que has creído que una cosa es de una manera, pero luego averiguas que es de otra y eso hace que te pongas nervioso?

Maxi se entusiasmó.

-Maxi: ¿Queres decir como cuando crees que los cacahuetes son verduras, pero entonces averiguas que en realidad no son verduras, y claro, ya no estás seguro de si podrás volver a comer mantequilla de cacahuete?

Peter y Vico intercambiaron una mirada de incredulidad.

-Vico: ¿Qué estás comiendo tú, hermano?

Peter frunció el entrecejo mientras empezaba a andar hacia la 615.

-Peter: Cacahuetes —refunfuñó.

Sábado, 8:00 P.M.

-Lali: ¿Te suena de algo Saskatchewan?

Cande la miró con ojos inexpresivos, lo que fue una respuesta suficiente para Lali. Después de la última cita con Peter, se había dado una ducha y había dormido un rato antes de presentarse ante Mariano para saber si necesitaban su ayuda en alguna parte del hotel. Elogiada por «hacer hasta ahora un trabajo ejemplar» Mariano la envió a la cocina. Afirmó que «el sector culinario» del hotel necesitaba toda la ayuda que pudiera conseguir. Lali confió en que no hubiera soltado aquella opinión delante de Cande, o era muy probable que el hombre encontrara cianuro en su sopa.

No podía dejar de pensar en que Peter había admitido ser de Saskatchewan. Ella ya sabía que era canadiense, pero se había imaginado que se había criado en Nueva York. Quería saber más cosas, lo que no era bueno, total, ¿para qué? Ella vivía en Chicago, él vivía en Nueva York y ahí acababa todo. Saskatchewan… una imagen de Peter cubierto con una piel de oso con raquetas de nieve en los pies, atravesando un enorme llano cubierto de nieve apareció en su mente, seguida de otra en la que él estaba metido hasta las rodillas en un río helado, atrapando un salmón con las manos desnudas. Soltó una risita.

-Cande: ¿Qué es tan gracioso?

-Lali: Nada. He venido a ayudar —le dijo a Cande que parecía que se había vuelto loca. El gorro de cocinero estaba torcido y había una desesperación en sus ojos que Lali nunca había visto. De hecho, toda la cocina parecía una casa de locos— ¿Hay algo que pueda hacer?

-Cande: Sí. Haz que la nieve se derrita para que me puedan llegar los pedidos; clávale al señor Estrella del Rock una estaca al corazón; mete a Mariano en el armario de los trastos; amordaza a esa novia histérica, y dile a Las Águilas que a no ser que yo misma vaya y mate a uno de ellos no van a conseguir un solomillo para cenar.

-Lali: Pues sí que van bien las cosas, ¿eh?

-Cande: Oh, por favor ¿Te hago un resumen? No tengo bastante comida. Mariano me ha dicho que puede, sólo puede, que consiguiera algunos productos básicos, pero que me olvidara de alimentos frescos. Mientras tanto nuestro intrépido líder no me deja tocar nada del montón de cosas que tengo por si el tiempo mejora y esa estúpida boda se celebra mañana tal como estaba planeado ¿Es que Mariano no se ha molestado en mirar por la ventana? ¿Es que no se ha dignado a escuchar el parte meteorológico? ¡Se supone que no dejará de nevar hasta mañana por la tarde! ¡Ni siquiera un trineo tirado por perros podría llegar hasta aquí! —Agotada se dejó caer contra la pared.

-Lali: Tiene que haber algo que podamos hacer

-Cande: Claro, que los invitados se dediquen al canibalismo.

-Lali: En serio. ¿Qué tenes pensado hacer para cenar?

Cande suspiró.

-Cande: Patatas. Zanahorias. Cebollas. Especias. Haré un guiso. ¿Por qué?

-Lali: ¿Tienes cerveza? ¿Guiness?

-Cande: No lo sé. Podría comprobarlo con Jasper en el bar. ¿Por qué?

-Lali: Ponle cerveza al guiso y dale un nombre falso. Llámalo «Cassoulet de Dublín». Y si quieres que cunda más mézclalo con pasta. Es lo que mi madre hacía cuando el dinero escaseaba.

-Cande: ¿Y si no se lo comen?

-Lali: Pues claro que se lo comerán. Sos una cocinera fabulosa, Can. Estoy segura de que cualquier cosa que cocines será deliciosa.

-Cande: Tenes razón —estuvo de acuerdo, pasando completamente de la modestia, que era una de las cosas que a Lali le encantaba de ella— Pero eso no nos soluciona el postre.

-Lali: ¿No puedes hornear algo? Debes tener cosas para el pastel de boda.

-Cande:  La verdad es que tengo biscuits. Y unas cuantas latas de tamaño industrial de cóctel de fruta. Si hago algunos bizcochos y luego le echó la fruta y encima de todo pongo un poco de merengue, tengo… ¡«Frutta Di Barchester»!

-Lali: Eso es. Oye, pues no ha sido tan difícil.

-Cande: Pero ¿y el desayuno de mañana? ¿Y si todavía estamos aquí incomunicados? Aún tendremos menos con lo que cocinar.

-Lali: No pienses ahora en eso. Intenta pensar en sólo una comida a la vez.

-Cande: Mariano quiere conseguir que los clientes vayan al bar después de cenar. Al parecer, cree que si se emborrachan no se darán cuenta de que están atrapados en un iglú de primera clase.

-Lali: Es una buena idea a no ser que nos quedemos sin bebidas —agarró un delantal limpio y se lo puso— ¿Qué hago?

-Cande: Dime por qué demonios me has preguntado si me sonaba de algo Saskatchewan.

-Lali: Peter es de allí.

-Cande: ¿Peter el jugador de rugby? —preguntó sorprendida mientras le pasaba a Lali un manojo de zanahorias y le instruía sobre cómo pelarlas— ¿Es que ustedes hablaron de algo? ¿Alguna otra frase que no fuera «Oooh, cariño, sí»?

-Lali: Muy graciosa. Hemos hablado otras veces. O algo parecido.

Can cogió un afilado cuchillo y empezó a picar cebollas.

-Cande: Así que quedaron otra vez —Lali asintió— Deja que adivine: el sexo ha sido mejor que el de anoche.

-Lali: Mucho mejor.

-Cande: Estupendo. Yo estoy aquí atrapada, rompiéndome la cabeza para hacer algo creativo con cerezas al marrasquino y tú estás teniendo un sexo de infarto. No hay justicia en el mundo.

-Lali: El sexo no es lo que importa —la regañó  en voz alta. Las cabezas se giraron hacia ellas.

-Cande: ¿Por qué me has dicho que el sexo no es lo que importa? Creía que se trataba únicamente de sexo. Sólo sexo, sexo todo el tiempo. Sexo, sexo, sexo, sexo, sexo.

Lali la miró furiosa por encima del montón cada vez más grande de peladuras de zanahoria.

-Lali: ¿Has acabado?

-Cande: Perdona —refunfuñó— Sigue contando.

-Lali: Hemos vuelto a tener sexo —dijo Lali en voz baja— y después mantuvimos una conversación de verdad. Sobre nosotros.

-Cande: La mayoría de la gente suele hacerlo al revés, pero sigue.

-Lali: ¿Sabes por qué tiene una habitación para él solo cuando el equipo está de viaje?

-Cande: ¿Porque ronca? ¿Porque se hace pipí en la cama? ¿Por problemas de higiene?

-Lali: No, porque es el capitán. Tiene algo así como rituales.

-Cande: ¿Aparte de que lo despierten exactamente a las 7:13? —Lali asintió y Cande la miró preocupada— ¿Cómo qué? ¿No estarás hablando de rociar polvo gris sobre un montón de huesos de pollo, verdad?

-Lali: No, no, no. Rituales como que tiene que ducharse exactamente a las 7:18. Y tiene que abrir y cerrar la cortina del baño siete veces antes de entrar en la ducha. Es algo que tiene que ver con los partidos de desempate.

-Cande: ¿Te ha contado todo eso?

Lali asintió.

-Lali: Dice que los capitanes de rugby están un poco chiflados.

-Cande: Bueno, debe de ser verdad. Parece que él no está muy bien de la cabeza, La.

-Lali: Bueno, a mí me parece que es algo bastante tierno —admitió de mala gana— Creo que podríamos tener en común más cosas de las que creíamos. No ha parecido importarle que fuera de Nebraska.

-Cande: ¿Le has dicho? Creía que ese era un tema que intentabas evitar.

-Lali: Y lo he intentado, de verdad. Pero ha sido muy insistente. No se ha dado por vencido.

-Cande: ¿Y qué ha hecho Pedro Ritual con esa información? ¿Ofrecerse a disfrazarse de espantapájaros?

-Lali: Peor. Quería saber cómo he acabado en Chicago y si tenía novio. Parecía que le interesaba.

-Cande: Vaya. —parecía intrigada— ¿Y le has dicho la verdad?

-Lali: Sí.

-Cande: Mal movimiento. Deberías haber dicho que sí. Ahora estaría comiéndose las uñas, preguntándose si el otro tipo era mejor que él en la cama.

-Lali: También estaría preguntándose si yo era una mujerzuela.

Cande resopló.

-Cande: ¡Peter tiene un ritual que incluye una cortina de baño, ¿y a ti te preocupa lo que piense?!

-Lali: Lo sé, lo sé.

-Cande: Además, apenas lo conoces.

-Lali: Sé que es de Saskatchewan. Sé que no tiene novia. Y sé que quiero averiguar más cosas de él, aunque es algo que me pone nerviosa.

-Cande: ¿Por qué?

-Lali: Él vive en otra ciudad, Can. Y me gustaba jugar ser una chica de ciudad, ¿sabes? Era algo seguro, y divertido.

-Cande: ¡Eh! Si quieres conseguir algo, tienes que sufrir, cariño.

-Lali: Es eso precisamente. No sé si quiero conseguir algo, y desde luego no quiero sufrir.

-Cande: Entonces, ¿qué quieres?

Lali suspiró.

-Lali: No lo sé. Pero cuando lo averigüe, te lo diré.

Continuará...

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Espero que les guste el capitulo! ^-^ 

parece que Lali y Peter podrían tener más en común de lo que creían!... :O

Y MAÑANA MARATÓN!! a partir del medio día! esta nove no es mui larga así que no creo que tardemos tanto en acabarla (así que nuestras amigas españolas pueden dormir temprano jaja). 

Pero para adelantar un poco si hay + 18 FIRMAS subo otro esta noche ok??... :)

-CHARI: Si pobre Cande está sola, bueno tal vez la enganchamos con algun sexy rugbier amigo de Peter jaja ;)

-HappinessLIP: Sipppp!! mañana MARATÓN TÓN TÓN!! yeeeeeee :)

Besotess a todas!! 

^-^