-Peter: Ponte cómoda —dijo retirando uno de los taburetes
de roble que había ante la encimera de granito verde que separaba la cocina del
pequeño comedor diario— Vuelvo enseguida. He de cambiarme la camisa.
-Lali: Perfecto —aceptó ella con una sonrisa. Fue a su
dormitorio y después de cerrar la puerta, se apoyó contra el panel de madera y
respiró hondo varias veces.
¿Qué diablos le pasaba? Peter tenía el corazón desbocado,
las manos algo temblorosas y mil mariposas en el estómago. Pero ya conocía la
respuesta. Estaba nervioso. De un modo que no había experimentado, desde que
invitó a salir a la chica que le gustaba siendo un adolescente. Lo que era una
locura. Apartándose de la puerta, se quitó la camiseta sucia de tierra y entró
en el cuarto de baño adyacente. Después de tirar la camiseta en el cubo de la
ropa sucia, se lavó las manos y se miró en el espejo. Sabía que se le daban mal
las charlas intrascendentes, sociales, y cuando volviera a la cocina, tendría
que entablar una, ya que no podía decirle a Lali: «Tú simplemente come
chocolate y dedícate a gemir de esa forma tan sexy, que yo escucharé y lo
dejaremos en eso, ¿de acuerdo?».
Se secó las manos y regresó al dormitorio. Eligió un polo
negro de la cómoda y, después de ponérselo, se pasó los dedos por el pelo y se
obligó a reconocer que la perspectiva de charlar no era lo único que le
perturbaba. No, estaba el ofrecimiento del masaje. La idea de tener las manos
de Lali sobre él… soltó el aire contenido. Lo mejor era no pensar en ello en
ese momento. No, en ese momento tenía que encargarse del café y de la
conversación. Si empezaba a pensar en que ella lo iba a tocar, volvería a
quedarse sin respiración.
Volvió a respirar hondo antes de abrir la puerta. Al
regresar por el pasillo, vio a Lali de perfil sentada en el taburete, con las
piernas cruzadas, los codos apoyados en la encimera y el mentón en una mano. El
corazón le dio un vuelco. Se la veía preciosa. Como si su lugar fuera ése. Al
entrar en la cocina, ella sonrió.
-Lali: Tu cocina está impresionantemente limpia y
ordenada. Creía que los solteros eran unos torpes.
-Peter: No puedo decir que sea un fanático del orden
—recogió la cafetera y fue al fregadero— pero tengo que mantener el lugar impecable
o corro el riesgo de que me ataque mi agente inmobiliario. Al parecer, los
platos sucios acumulados son malos para la venta de una propiedad.
-Lali: ¿Cuánto tiempo has vivido aquí?
-Peter: Seis años. Crecí a unas horas de aquí, en
Cartersville. Está a las afueras…
-Lali: De Sacramento —concluyó ella con voz sorprendida—
Yo soy de Farmington.
El añadió agua y luego colocó un filtro.
-Peter: De modo que hemos crecido a menos de veinte
kilómetros el uno del otro.
-Lali: Eso parece —ella sonrió— Seguro que nos vimos
docenas de veces en el centro comercial.
-Peter: Lo dudo. Rara vez iba al centro comercial;
además, habría recordado verte.
-Lali: Un amable y apreciado intento de halago, pero si
me hubieras visto en el instituto, habrías salido corriendo en la otra
dirección.
-Peter: He de repetir que lo dudo. Pero ¿por qué lo decis?
-Lali: Puedo describir mi aspecto con una palabra:
aterradora. Pelo al estilo de La Novia de Frankenstein, aparato en los dientes…
no era la clase de chica que atraía mucha atención masculina —movió las
pestañas con exageración— Mejoré con la edad.
-Peter: No hace falta que lo digas —él sonrió.
Esa sonrisa hizo que Lali contuviera el aliento. Se fijó
en las manos de Peter. Eran bonitas. Grandes, anchas, de dedos largos. Fuertes
y capaces. La imagen de ellas subiéndole por los muslos le desbocó la
imaginación… Decidió que lo mejor era volver a poner la conversación en marcha.
-Lali: ¿Por qué te mudas? —preguntó, centrando la
atención en la cafetera.
-Peter: Un trabajo nuevo.
-Lali: Creía que eras autónomo. Algo relacionado con la
informática, ¿no?
Él asintió.
-Peter: Desarrollo y mantengo sitios web.
Le cautivó el modo en que sus gafas se deslizaron por su
nariz cuando asintió. Como aún tenía las manos ocupadas con la cafetera, y a
ella le daba la impresión de no poder detenerse, alargó una mano y con suavidad
volvió a colocárselas.
Él se quedó absolutamente quieto. Detrás de la montura
negra, le clavó la vista. Durante varios segundos ninguno habló. Fue como si un
vapor sexualmente cargado los hubiera envuelto y el corazón de Lali latió tan
fuerte que se preguntó si él lo oiría.
Al final, Peter carraspeó.
-Peter: Gracias —dijo.
-Lali: De nada —musitó.
-Peter: No dejan de resbalar todo el tiempo.
Probablemente, debería ponerme lentes de contacto…
-Lali: ¡No! —exclamó con celeridad. Él enarcó las cejas y
ella tosió para ocultar la exclamación y luego añadió con más suavidad— Quiero
decir, las gafas… te sientan bien.
Él sonrió y devolvió su atención a la cafetera.
Ella esperó que terminara, admirando de paso esas manos,
y luego preguntó:
-Lali: ¿Cuál es tu nuevo trabajo?
-Peter: Director del Departamento de Tecnología de la
Información de Allied Computers. En Boston.
-Lali: Un cambio muy grande. ¿Y qué pasa con tu negocio
de las páginas web?
-Peter: No estoy aceptando clientes nuevos, pero seguiré
manteniendo los sitios que ya he diseñado. Actualizarlos no lleva tanto tiempo,
al menos no como diseñarlos y construirlos, además de que me reportará unos
interesantes ingresos secundarios.
Lo estudió varios segundos mientras él se dedicaba a
tapar el bote de café.
-Lali: Debe de ser difícil dejar atrás esta ciudad.
Peter alzó la cabeza y la miró sorprendido.
-Peter: ¿Lees la mente?
Le encantaría saber si en ese momento estaba en su mente.
-Lali: No. Sólo… es empatía. Apenas llevo en Austell tres
meses y ya me encanta.
-Peter: Es un lugar estupendo en el que vivir —convino
con voz melancólica.
-Lali: Eso creo. Estoy contenta de haber decidido
trasladarme aquí.
-Peter: ¿No ibas a hacerlo?
Ella movió la cabeza.
-Lali: Mi compañera de casa se fugó con su novio después
de que yo hubiera firmado el contrato y, si me hubiera echado para atrás,
habría perdido tres meses de alquiler. Económicamente, la renta representa una
carga, en especial con lo caros que son los libros de texto y la matrícula,
pero me gustan tanto la casa y el patio, que decidí recurrir a mis ahorros y
quedarme todo el año hasta terminar la carrera.
-Peter: ¿Qué estudias?
-Lali: Terapia ocupacional.
-Peter: He oído hablar de eso, pero no puedo decir que
sepa qué es lo que realmente hace un terapeuta ocupacional.
-Lali: Ayudamos a personas cuyas habilidades de vida se
hayan visto comprometidas por accidentes, enfermedades o defectos de nacimiento.
Rodeó la encimera y se sentó en un taburete al lado de
ella.
-Peter: ¿Cómo es que te interesaste en eso?
Quizá porque parecía auténticamente interesado, comenzó a
hablar, y antes de darse cuenta, le había hablado del ataque al corazón sufrido
por su abuelo y de Marlene, la increíble terapeuta que había influido tanto en
la calidad de vida de su abuelo.
-Lali: Después de ver la diferencia que había marcado
Marlene en la recuperación del abuelo, supe la carrera que quería hacer
—respiró hondo y disfrutó con el aroma a café— Por desgracia, la facultad a la
que soñaba ir era cara y el dinero estaba muy justo. De modo que en vez de
empezar la universidad de inmediato, decidí sacarme una licencia de
fisioterapeuta. De esa manera, podría ganar dinero para la universidad y seguir
trabajando en cuanto comenzara a estudiar. Ahora voy a la universidad a tiempo
parcial y trabajo media jornada en el spa del Delaford, aparte de aceptar
clientes privados.
-Peter: ¿En el Delaford no les importa que hagas eso?
-Lali: No, ya que al spa sólo tienen acceso los
huéspedes. Una de las razones por las que Austell es perfecta para mí. Se halla
a mitad de camino del hotel y la universidad. Ya sólo me queda encontrar un
modo de atraer más clientes. Ahora mismo, todo funciona por el boca a boca. No
me gusta anunciarme en el periódico porque, sin importar cómo se redacte el
anuncio, sigue dando la impresión de que ofrezco «otros servicios».
Él asintió despacio, mirándola. Lali se obligó a
detenerse para respirar. Después de varios segundos de silencio, durante los
que continuó estudiándola, un rubor embarazoso subió por su cuello. Seguro que
pensaba que era una cotorra. Con un risa nerviosa, añadió:
-Lali: Lo siento, no era mi intención hablar sin parar.
Seguro que te he contado más de lo que alguna vez quisiste llegar a saber.
El movió la cabeza.
-Peter: Me gusta escucharte. Es… fácil hablar contigo. Y
resulta refrescante oír que a alguien le gusta lo que hace, que su objetivo es
ayudar a otras personas. Es evidente que eres apasionada acerca de lo que haces
con tu vida y eso me parece encomiable. Muy admirable —alargó la mano y le rozó
el dorso de la mano con un dedo— Muy atractivo.
Esa gentil caricia encendió una tormenta de fuego bajo su
piel.
-Peter: De hecho —continuó, acariciándola lentamente otra
vez— no me has contado suficiente.
-Lali: ¿Yo… no?
-Peter: No —otra caricia pausada.
Otra explosión bajo su piel.
Se humedeció los labios súbitamente secos.
-Lali: Me encantará contarte lo que quieras saber. En
especial si, mmm, sigues haciendo eso.
Peter le tomó la mano y no dejó de acariciarla con el
dedo pulgar.
-Peter: Es un placer. Tu piel es asombrosamente suave.
-Lali: Yo… gracias —luchó contra la necesidad de
abanicarse con la mano libre— ¿Había algo más sobre mí que quisieras saber?
Será mejor que lo preguntes deprisa, antes de que me derrita sobre tu suelo. Me
vuelven loca los masajes de manos.
-Peter: Es bueno saberlo. Y, sí, me gustaría saber cómo
es que alguien como tú no tiene novio.
-Lali: ¿Alguien como yo?
-Peter: Alguien con esa piel —le alzó la mano y llevó los
labios a la parte interior de la muñeca. Inhaló profundamente— Alguien que
huele tan bien. Que es inteligente y está comprometida con su trabajo —bajó la
mano, sin dejar de acariciarla.
Ella tuvo que contenerse para no ponerse a ronronear.
-Lali: Rompí con mi último novio hace unos seis meses,
después de dos años juntos. Luego decidí que prefería tener cachorros antes que
un novio.
-Peter: Mi patio estaría en desacuerdo contigo —le guiñó
un ojo para indicarle que bromeaba.
-Lali: ¿Te he mencionado lo increíblemente paciente que
has sido?
-Peter: Soy un tipo encantador.
-Lali: ¿Quién lo dice…? ¿tu madre? —bromeó.
-Peter: De hecho, sí. Entonces, ¿qué pasó con
como-se-llame? ¿O preferirías no hablar de él?
Se encogió de hombros.
-Lali: Me presionaba para casarnos porque estaba
preparado para formar una familia… ya. Le dije que aunque llegara a casarme,
querría esperar para tener hijos. Acabar mi carrera y luego ganar un par de
años de experiencia laboral antes de lanzarme a la maternidad.
-Peter: Suena razonable.
-Lali: Eso creí yo. Pero él no. Después de darle más y
más vueltas, me lanzó un ultimátum… casarnos y tener hijos ya o nunca. Elegí
esto último.
-Peter: Debió de ser doloroso.
-Lali: Sí. También me irritó que después del tiempo que
llevábamos juntos, anhelara tanto cambiarme, que no pudiera aceptarme como soy.
-Peter: ¿Te arrepientes?
-Lali: Nada. Bueno, salvo por el siguiente chico con el
que salí. Duró dos horas. Acabé con él después de que me dijera que estaría
realmente bien si fuera más alta. Fue ahí cuando decidí ponerle fin a mi
desgraciada tendencia de encontrar hombres que quieren convertirme en alguien
que no soy, y lo conseguí con los cachorros. Siempre están contentos de verme,
no les importa que no sea una supermodelo, les encanta arrebujarse contra mí y
no hablan. Cualidades perfectas en un varón… no te ofendas.
Él rió.
-Peter: No me ofendo. Y el tipo que te dijo que
necesitabas ser más alta es un idiota.
-Lali: Gracias. Lo mismo pensé yo.
-Peter: ¿Cómo terminaste con M.C. y G.?
-Lali: Los adopté de un refugio. Mi intención sólo era la
de conseguir un perro, pero eran los últimos de la camada y me fue imposible
elegir. Supuse que dos perros guardianes son mejor que uno.
-Peter: Sin duda. Entre los dos, no dejarían ni un hueso
de un ladrón.
Ella rió.
-Lali: Bueno, ahora que te he aburrido con toda esta
cháchara, es tu turno. Cuando me trasladé aquí, tenías novia… —dejó la frase
sin acabar y lo miró con curiosidad.
Él asintió y bajó la vista hasta donde su pulgar trazaba
círculos hipnóticos sobre la piel de Lali.
-Peter: Nina. Quería más de lo que yo podía darle.
-Lali: ¿Emocionalmente?
-Peter: Económicamente. Mi trabajo no le impresionaba,
tampoco mi casa, esta ciudad pequeña y mi poco espectacular coche. Siempre
quería… más. Cuando al fin se dio cuenta de que yo no aspiraba a ser el próximo
Bill Gates, se despidió.
-Lali: ¿Te dejó el corazón roto? —preguntó, esperando que
respondiera que…
-Peter: No.
Respuesta correcta.
-Lali: ¿Está al corriente de tu ostentoso nuevo trabajo?
Él movió la cabeza.
-Peter: No. No hemos mantenido el contacto —con gentileza
le soltó la mano. Luego bajó del taburete y rodeó la encimera— El café está
listo. ¿Estás lista tú para unas trufas?
-Lali: Es una de esas preguntas retóricas, ¿verdad?
Él sonrió y Lali sintió una oleada de calor desde el
centro de su ser. Mientras él servía las tazas, le preguntó:
-Lali: ¿Encontraste un regalo de cumpleaños para tu madre
en Dulce Pecado?
-Peter: Sí. Una fondue de chocolate. Es para un chocolate
de fundido especial, y es parecida a una de esas fuentes de champán que se usan
en las bodas, sólo que más pequeña. Se pueden mojar todo tipo de cosas. Le va a
encantar.
-Lali: Suena a fantasía hecha realidad. La promoción del
día de San Valentín es una idea original, ¿no te parece? Si encuentras esa
mitad de corazón de chocolate que encaje con el tuyo ganas una cena para dos.
¿Te entregó la mitad del chocolate envuelto en celofán azul?
-Peter: Sí. Aunque aún no lo he abierto. ¿Y tú el rosa?
-Lali: Sí. Lo escondí en un rincón, detrás de las latas
de sopa en la estantería superior de mi alacena, en un esfuerzo por lograr que
al menos me dure toda la noche.
-Peter: Buena suerte con eso.
-Lali: Gracias. Voy a necesitarla.
Después de añadir leche a ambas tazas, dejó la caja envuelta
en celofán de plata sobre la encimera.
-Peter: Puedes hacer los honores.
Ocultó su diversión mientras veía a Lali abrir la caja
con una reverencia inusitada. Era evidente que le encantaba el chocolate.
Después de quitar la tapa, se inclinó sobre el contenido e inhaló
profundamente. Cerró los ojos y emitió un «oooooh» apenas audible. La diversión
se desvaneció de Peter, reemplazada por un deseo que prácticamente lo dejó sin
aliento. Ella abrió los ojos y observó las trufas como si contemplara un alijo
de joyas.
-Lali: Todas parecen tan deliciosas… —dijo con voz ronca—
¿Cuál quieres tú? —preguntó sin dejar de mirar las trufas.
La temperatura de Peter se elevó un poco más.
«La sexy, del cabello ondulado». Apretó los labios antes
de llegar a pronunciar esas palabras en voz alta. Después de carraspear, miró
las trufas y señaló una.
-Peter: ¿De qué sabor es ésa?
Ella consultó el interior de la caja de chocolate, que
proporcionaba una guía en imágenes.
-Lali: Chocolate de avellanas con leche.
-Peter: ¿Y ésta? —señaló otra.
-Lali: Mmmm… veamos… cappuccino.
Doble hmmmm.
Con la vista clavada en su expresión arrobada, eligió una
al azar.
-Peter: Tomaré ésta.
Después de consultar la guía, ella asintió con
aprobación.
-Lali: Praliné con doble de chocolate. Buena elección.
Creo que yo me decantaré por la de vainilla francesa —cuando la tuvo en los
dedos, alzó la mano para hacer un brindis— Por tu generosidad compartiendo.
Gracias.
-Peter: De nada —tocó ligeramente su trufa con la de
ella.
Despacio, Lali se la llevó a los labios y dio un mordisco
pequeño. Él la observó, fascinado, mientras cerraba los ojos y unos sonidos
eróticos y sensuales comenzaban a salir de su garganta. Echó la cabeza hacia
atrás y de pronto Peter no sólo quiso darse un festín de chocolate.
-Lali: Es… increíblemente delicioso.
Se habría movido para aliviar la presión en la parte
frontal de sus Levi's, pero no podía. Se quedó quieto, embobado, observando
cómo ella convertía el simple acto de comer chocolate en una fantasía sexual.
Cuando los gemidos se desvanecieron y al final ella abrió los ojos, él apenas
logró pronunciar una única palabra.
-Peter: Vaya.
-Lali: Mmmm. Desde luego.
-Peter: ¿Ha sido tan estupendo para ti como lo ha sido
para mí? —preguntó él.
La mirada de Lali se posó en la trufa olvidada que Peter
aún sostenía entre los dedos y abrió mucho los ojos.
-Lali: Pero tú aún no la has probado.
-Peter: Estaba demasiado ocupado mirándote a ti —volvió a
dejar la trufa en la caja, rodeó la barra y se detuvo delante de ella— Prefiero
probar la tuya.
Ella parpadeó y luego alzó lo que quedaba de la suya.
-Lali: Oh, claro. Me encantaría…
Le cortó las palabras cubriéndole la boca con los labios.
En el instante en que los labios se unieron, todo
pensamiento abandonó la cabeza de Peter. La bajó del taburete y luego la tomó
en brazos; ella lo aceptó y le rodeó el cuello con los suyos. Emitió ese gemido
increíble y separó los labios, invitándolo a entrar, ofrecimiento que él aceptó
de inmediato. Mientras con la lengua le exploraba el interior de la boca, con
las manos le acariciaba la espalda. La fricción erótica de las lenguas le lanzó
a Peter agujas de fuego por el cuerpo. Se movió, apoyándose contra la barra,
abrió las piernas y metió a Lali entre la «V» de sus muslos. Ella se pegó
contra él, incinerándolo. «Más… más… más». La palabra reverberó por él,
exigente, eliminando otra capa de su control, situación que no mejoraba por la
respuesta ardiente de Lali. Su intención había sido besarla despacio, con
suavidad, pero nada en ese beso era lento o suave. Le metió la mano por el
cabello sedoso y la mantuvo inmóvil mientras le devoraba la boca.
Perdió toda noción del tiempo, y cuando al final levantó
la cabeza, no tenía idea de cuánto llevaban besándose, aparte de saber que no
era suficiente. La miró y vio… Bruma.
Parpadeó y se dio cuenta de que las gafas se le habían
empañado. Igual que el resto de su persona. Antes de poder quitárselas, lo hizo
ella. Al hacerlo, la vio con claridad. Con los ojos entornados, las mejillas
encendidas y los labios húmedos y entreabiertos, se la veía absolutamente preciosa
y completamente excitada. Después de dejar sus gafas en el mostrador, se
reclinó en el círculo de sus brazos y susurró:
-Lali: Vaya.
Le impresionó que pudiera hablar. Desde luego, él era
incapaz. Tuvo que tragar saliva dos veces y aclararse la garganta para poder
encontrar la voz.
-Peter: Sí. Vaya —aunque aún sonaba como si le hubieran
lijado las cuerdas vocales.
-Lali: Empañé tus gafas.
-Peter: Te perdono.
Lo estudió durante varios segundos.
-Lali: Se te ve diferente sin ellas.
-Peter: Ya ti. Estás… borrosa.
Ella se acercó más, hasta que casi se hallaron nariz
contra nariz.
-Lali: ¿Y ahora?
-Peter: Oh, eres tú —inclinó la cabeza y le besó el
cuello— Sabes deliciosa.
-Lali: Era el chocolate.
La miró a los ojos.
-Peter: No, eras tú.
-Lali: He de decirte que ese beso hizo que me olvidara
por completo de la trufa —lo estudió de nuevo durante varios segundos—
Probablemente, no debería reconocerlo, pero hace tiempo que quería hacer eso.
-Peter: ¿Liberarme de mis trufas?
Ella sonrió.
-Lali: Bueno, eso también. Pero me refería a empañarte
las gafas.
-Peter: ¿Por qué no deberías reconocerlo?
-Lali: Según todos los libros, debería comportarme de
forma recatada y misteriosa. Por desgracia, no es mi estilo.
-Peter: A mí no me parece una desgracia. Prefiero la
brutal verdad —le acomodó un mechón de pelo detrás de la oreja— Y la brutal
verdad es que preferiría continuar con nuestra conversación…
-Lali: ¿Conversación? —la picardía ardió en sus ojos y
frotó la pelvis contra la dura montaña que era la erección de Peter.
-Peter: Nuestra velada juntos —corrigió él con una
sonrisa— Cuando tengas más tiempo. ¿Estás libre mañana por la noche?
-Lali: Eso depende. ¿Me ofreces más trufas?
-Peter: Eso depende. ¿Me darás ese masaje?
-Lali: Lo haré si tú cumples tu parte.
-Peter: ¿A las siete?
-Lali: Mejor a las ocho. Tengo mucho que estudiar.
-Peter: Estupendo. Espero el momento con ganas —nunca
había empleado un eufemismo más inexacto.
Continuará…
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+15 y más nove :)
Mary ☮ Ya tenés chocolate!!! yeee :D los banners los hago en PhotoSacape (lo sé es re antiguo eso) jeje pero bueno aun estoy aprendiendo, pero es mejor en photoshop aunque yo no lo sé usar :(
madre como estan estos dos
ResponderEliminarsi ella no puede ir ya voy yo que no se preocupe
ResponderEliminarmadre mia las 2 de la mañana
ResponderEliminarvas a subir mas capitulos hoy?
ResponderEliminaresque es muy posible que me duerma antes
ResponderEliminarpero tu sube sin problemas yo los leo mañana
ResponderEliminaramo esta novela quiero mas
ResponderEliminarAngie,costa rica***
muy buena la nove
ResponderEliminarquiero mass
ResponderEliminarYa se siente la pasión!Muy buena!
ResponderEliminarsi antes amaba el chocolate ahora lo adoro mas!!!!
ResponderEliminarHasta ya se me antojo un chocolate y eso que me comi hace rato uno xD
ResponderEliminarMass nove! xfa
ResponderEliminar-jacky, mexico:)
maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas
ResponderEliminarMAAAAAAAAAAAAAAS NOVEEEEEEEEEE!
ResponderEliminarlos dos se tenian tantas ganas,k se olvidan hasta del chocolate.
ResponderEliminarUN trato es un trato chocolates x masaje.
ResponderEliminarX fin se le dio a Lali y pudo cumplir una d sus fantasias,llenarle las gafas d vaho,y k rapida se las quita,jajaja.
ResponderEliminar!K orita mas bien aprovechada,hablan d sus trabajos,d sus anteriores parejas,D donde les gusta vivir,y en todo momento excitados.
ResponderEliminarPeter aprovecho muy bien su parte d trufa,chupandole el dedo,y Lali mas a gusto no podia estar.
ResponderEliminar3:49 d la madrugada,da hambre......pero d chocolate,esta vez almendrado con leche.Ahhhhhhhhh y con magdalenas.9 cap ¿no?d esta peso x lo menos 5 kg mas.
ResponderEliminarME encantaaaa
ResponderEliminar@lali_peterlove
Ahora vuelo a leer tus noves me perdi la anterior =/
ResponderEliminarpero esta no me la pierdo por nada :D
@lali_peterlove
X cierto ,si no te lo imaginabas ,mi helado favorito es un cucurucho gigante d CHOCOLATE.
ResponderEliminarme encanta esa historia!
ResponderEliminarplacer + chocolate + laliter = mini fic perfecta!
Dios que nove en besos mas plis besos
ResponderEliminarmasss noveee...
ResponderEliminarme encanta!!!
Marcia - Brasil
Me encanto :)
ResponderEliminaresta genial! te comentaria cada cosa... pero voy a comportarme ;) jajajajaja
¿como haces los banners con PhotoScape? a mi no me salen asi!
espero el proximo
un beso
Juli♥
LALI Y PETER valla encuentro que tuvieron.
ResponderEliminarLALI muere x los chocolates y quien no y mas si los va a disfrutat con un acompañante como PETER OMG.
ME ENCANTARON LOS CAPSSSSSSSSSSSSSSSSS
LALITER ♥ + NOVE
TAKE CARE ♥
Me encanto!!!!
ResponderEliminaraaaaaaaaaaaaaaaaaaaa Ese Beso me Dejo Locaaaa osea se comieron , y olvidaron el chocolate :)
ResponderEliminaraaaaaa se comieron una Caja completa de Trufas :) o sea le dan durisimo a los chocolates :)
ResponderEliminarme encantaaaa , me encantaaa Me encanta LALITER :)
ResponderEliminarjajaj me encanto!!!!!!
ResponderEliminarmass noveee