Sábado, 6:00
A.M.
-Lali: Hasta el año que viene —susurró, plantando un beso
en la mejilla de Peter que todavía dormía. Las seis era la hora en la que
normalmente salía sin hacer ruido de la habitación y volvía a la vida real. Ya
se había duchado y vestido. Ahora sólo tenía que arrastrarse hasta la sala de
empleados para ponerse la ropa de calle e irse directamente a casa para dormir
un poco más. No era una mala manera de empezar el fin de semana.
Peter masculló algo que sonó como:
-Peter: ¿Te vas, gatita sexy? —y se dio la vuelta. Su
respiración era lenta y relajada. Extendió la mano para acariciar la piel suave
y desnuda de su espalda, prometiéndose recordar aquella sensación para poder
evocarla a voluntad en cualquier momento que quisiera a lo largo de los doce
meses siguientes. Peter estaba completamente dormido.
Aunque las pesadas cortinas de la habitación permanecían
cerradas, algunos rayos de luz lograban traspasarlas. Por las líneas de
brillante plata que se veían sobre la alfombra, Lali comprendió que seguía
nevando. Se puso en marcha y salió de puntillas de la habitación de Peter. A lo
largo del pasillo, delante de las puertas cerradas, había bandejas en el suelo
con restos de comida esperando ser recogidas. Contó un sinfín de carteles de NO
MOLESTAR mientras se dirigía al ascensor. Se preguntó si la estrella de rock de
la trescientos siete habría aceptado finalmente que le frieran la Snicker Bar
como alternativa al suicidio.
En cuanto se abrió la puerta del ascensor y entró en el
vestíbulo, supo que algo iba mal. Aunque a esas horas, por lo general, el lugar
estaba desierto de clientes, sí había un movimiento continuo de los empleados
que empezaban o terminaban el turno. Pero el turno de noche seguía en sus
puestos, sombrío y serio.
Lali se acercó a Pablo, el elegante recepcionista de
noche, que trabajaba justo después de ella.
-Lali: ¿Ha pasado algo?
Pablo bufó, haciendo un brusco gesto con el pulgar hacia
las enormes ventanas que había detrás de él.
-Pablo: ¿Es que necesitas gafas, La? Estamos en medio de
una buena ventisca.
Lali se acercó a las ventanas. Observó la tempestad,
fuertes vientos y nieve cayendo y creando un manto blanco. Se le cayó el alma a
los pies. Llegar a casa iba a ser todo un desafío.
-Lali: Compadezco al que tenga que trabajar hoy —le dijo
a Pablo mientras se abotonaba el abrigo.
-Pablo: ¿De qué hablas? Los aeropuertos están cerrados.
La estación está cerrada. Las carreteras están cerradas. El metro no funciona.
Tenemos medio metro más de nieve sobre el que ya había ayer, y dicen que
tendremos medio más antes de que acabe el fin de semana. No puedes ir a ningún
sitio, cariño. —Entrecerró los ojos— Y ya que estamos, ¿qué haces aquí?
-Lali: Cuando acabé el turno no me encontraba bien, así
que fui a echarme un momento antes de ir a casa. Y me dormí.
-Pablo: Ajá —Por el gesto de sus labios, Lali comprendió que
no se creía ni una palabra— Ok. Mariano ha convocado una reunión a las siete y
media. Supongo que entonces sabremos qué pasa.
Sábado, 7:30
A.M.
-Cande: Es que no me lo puedo creer —murmuró al oído de
Lali mientras ocupaban dos asientos en el salón de banquetes más pequeño del
hotel— Me despierto, y estoy en plena era glacial. Esta mañana espero algunas
entregas para la boda Dalmau de mañana. ¿Qué pasa si no pueden llegar?
-Lali: No pienses en eso ahora —le aconsejó. Tres
asientos delante de ellas, una de las gobernantas, Graciela, lloraba a lágrima
viva. Lali se acercó a ella— ¿Estás bien?
Graciela la miró con ojos llorosos.
-Graciela: Es mi gato, Jingles. ¿Quién le dará de comer
si estoy atrapada aquí?
-Cande: ¿No puedes llamar a un vecino? —sugirió
Graciela negó con la cabeza.
-Graciela: No conozco a mis vecinos —Se cubrió la cara
con las manos, sollozando— Jingles, mi corazón, Jingles…
Cande le dio a Lali un codazo en las costillas.
-Cande: Uno nunca sabe lo que podría llegar a comer la
gente si no puede ir al supermercado —susurró a sabiendas— Esperemos que nadie
se coma a Jingles.
-Lali: Sos horrible.
-Cande: No lo puedo evitar. Mi carrera culinaria empieza
a tambalearse ante mis propios ojos. Las bromas son la única cosa que impide
que me derrumbe.
-Lali: No me digas.
-Cande: ¿Por qué estás molesta? —bufó— Corrígeme si me
equivoco, pero ¿no has pasado una noche inolvidable bajo las sábanas del
Deportista del año?
-Lali: Baja la voz, por favor —contestó echando un rápido
vistazo a su alrededor. Nadie parecía haberla escuchado.
-Cande: ¿Y qué? ¿Cómo fue todo?
Lali suspiró.
-Lali: Genial. Fantástico. Como para volverse loca.
-Cande: Estupendo, gracias, restriégamelo por las
narices. La última vez que tuve un poco de acción fue cuando Elizabeth Taylor
se casó por cuarta vez.
-Lali: ¿Y aquel cocinero que contrastaste?
-Cande: ¿Quién? ¿Isidore?
Lali asintió con la cabeza.
-Cande: Olvídalo. ¿Puedes imaginarte gimiendo Isidore,
Isidore en un momento de pasión? Yo no.
-Lali: No es culpa suya si tiene un nombre tan poco
romántico.
-Cande: No mezclo negocios y placer.
-Lali: Yo lo hago.
-Cande: Esa es la diferencia entre nosotras.
—Bueno, damas y caballeros, presten atención —Lali se
giró hacia la parte delantera de la habitación donde el gerente del hotel,
Mariano Torre, daba palmas con sus huesudas manos para atraer la atención de
todos. La respuesta de Cande fue previsible: puso los ojos en blanco y se dejó
caer en su asiento.
-Mariano: Como saben, estamos en plena ventisca, con
metro y medio de nieve —Los gemidos llenaron la estancia—Tenemos un verdadero
desafío entre manos. Los clientes que se iban a ir hoy, siguen aquí bloqueados
por la nieve y anoche tuvimos una afluencia masiva de nuevos clientes, casi
todos personas que viven en las afueras y que viendo que era imposible llegar a
sus casas, se registraron aquí. En resumen, el hotel está lleno. Necesitamos
concentrarnos en unir esfuerzos para asegurar que las cosas funcionen tan bien
como sea posible. Por eso, necesito que todos contribuyan anotando en esta hoja
su puesto y horario habitual. Redactaré un horario provisional que espero que
no sea demasiado difícil para nadie. Emitiré informes periódicos de cómo se
desarrolla la situación y espero que todos me tengan al corriente sobre
cualquier situación con los clientes que requiera atención especial. Mientras
tanto les ruego a todos que hagan lo que puedan para disminuir la ansiedad que
nuestros clientes puedan experimentar. Aprecio su cooperación. Gracias.
Un colectivo suspiro de resignación se extendió entre los
empleados del Barchester cuando, arrastrando los pies, fueron a firmar el papel
de Mariano.
-Cande: Bueno, al menos tú te lo pasarás bien —se quejó a
Lali.
-Lali: ¿Qué quieres decir?
-Cande: El aeropuerto está cerrado. Tu chico estará aquí
otra noche por lo menos.
Lali se detuvo. No había pensado en eso, y ahora que lo
mencionaba, un momentáneo escalofrío de deleite la atravesó. Tenía más tiempo
para estar con Peter… quizá esa ventisca no fuera tan horrible después de todo.
Sábado, 9:00 A.
M.
Lali envidió a Pablo por poder huir del caos matutino.
Cuantos más clientes se daban cuenta de que no podían moverse de allí, más
histeria se respiraba en el vestíbulo. Incontables clientes le pidieron a Lali
que comprobara que realmente los aviones no iban a despegar, y a Lali no le
quedó más remedio que acceder aunque cualquiera con una pizca de sentido común
sólo necesitaba echar una mirada por la ventana para comprender lo seria que
era la situación. Había rumores de tejados que se habían derrumbado por el peso
de la nieve y de que el Presidente estaba a punto de declarar Chicago zona
catastrófica. Si el Presidente quería ver una catástrofe, reflexionó Lali,
debería venir al Hotel Barchester.
—¿Señorita?
Lali levantó la vista del crucigrama que había estado
haciendo a ratos sueltos para mirar a un grupo de unas diez mujeres de todas
formas y tamaños, entre veinticinco y sesenta años que rodeaban su mesa. La
desesperación de sus ojos era demasiado familiar.
-Lali: ¿Sí? —contestó amablemente.
—Tenemos entradas para ver a Oprah el lunes —dijo una
mujer pequeña con el pelo cano que se retorcía las manos tan frenéticamente
como si fuera una Lady MacBeth en vaqueros— ¿Cree que se habrá resuelto todo
para entonces?
-Lali: Es demasiado pronto para decirlo —dijo con
suavidad.
La mujer puso mala cara.
—Pero tenemos que ver a Oprah. Hemos venido desde Idaho.
—¡Un poco de nieve no detendrá a Oprah! —declaró otra
mujer del grupo. Sus compañeras asintieron con la cabeza.
Lali compuso una sonrisa compasiva.
-Lali: Vuelvan más tarde por si tengo más información y
estén atentas a los partes meteorológicos de la zona —sugirió. Aplacadas pero
quejándose, las mujeres se movieron en masa hacia el restaurante del hotel, The
Mayberry. Lali se las podía imaginar ahogando sus penas en tortitas de
arándanos, sugiriendo que si Oprah controlase el tiempo, nada de eso habría
ocurrido.
Suspirando, Lali se giró para mirar por la ventana. Todo
seguía igual: la nieve golpeaba pesadamente contra el cristal, acompañada por
el aullido del viento. Era una demostración impresionante de la fuerza de la
naturaleza, aunque alguien que se aventurase a salir pudiera verlo de distinta
manera. Regresó a su crucigrama, esperando que al siguiente cliente que se
acercara al mostrador para preguntar si era verdad que no había manera de salir
de la ciudad, que no había ninguna salida.
Sábado, 11:02
A.M.
Dos horas más tarde, Lali divisó a Peter entrando en el
vestíbulo desde los ascensores con sus compañeros de equipo. Parecía
descansado, no es que fuera una sorpresa ya que había podido dormir. Le observó
hacer señas a sus amigos para que fueran al Mayberry sin él. Luego se acercó a
ella con una amplia sonrisa gatuna iluminando las hermosas facciones de su rostro.
-Peter: Hola
-Lali: Hola
Él se inclino sobre el mostrador. Por un breve momento,
Lali, llena de pánico, pensó que iba a besarla allí y ahora, en público.
-Peter: Anoche fue genial —murmuró él.
Lali se aclaró la voz con nerviosismo.
-Lali: Siempre lo es —contestó ella intentando aparentar
que hablaba de trabajo.
-Peter: Al parecer estaremos aquí por lo menos una noche
más.
-Lali: Sí, lo sé —con una mirada lenta y apreciativa le
recorrió el cuerpo de arriba a abajo— Salgo a las tres, ¿lo sabías? —dijo con
atrevimiento.
Peter pareció receloso.
-Peter: Oh.
-Lali: Mira si no quieres —dijo en voz baja, herida por
aquella respuesta tan tibia— no importa. Soy mayorcita. Lo puedo asumir.
-Peter: No, no, no es nada de eso. Es solo… ya sabes.
-Lali: No, no sé.
-Peter: Me preocupa un poco si eso traerá mala suerte al
próximo partido, ¿sabes? —susurró él— Quiero decir que nosotros solemos pasar
una noche juntos, ¿verdad? Si rompemos la tradición, ¿quién sabe qué puede
pasar?
-Lali: Sí, un asteroide podría impactar sobre la tierra
—lo miró con incredulidad— ¿De verdad crees en todas esas cosas? ¿Que si los
días de partido te levantas por la mañana exactamente a la misma hora ganaran?
-Peter: Pues claro que sí. Lo creo porque es cierto.
-Lali: Bien, entonces supongo que ya nos veremos el año
que viene.
Concentró toda la atención en la pantalla del ordenador
que tenía delante, deseando que él se marchara. Unos segundos más tarde notó como
la tocaba en la mano.
-Peter: ¿Has dicho que salías a las tres? —murmuró.
-Lali: Sí.
-Peter: ¿Por qué no venis a mi cuarto cuando salgas?
-Lali: ¿Estás seguro? —preguntó con los ojos todavía
clavados en la pantalla— No quiero arriesgarme a sacar a los planetas de su
órbita.
-Peter: No. Ven. Por favor —agregó él sugerentemente.
Luego se acercó más a ella— Quién sabe, tal vez dos noches seguidas me traiga
el doble de suerte.
Lali lo miró por fin y sonrió.
-Lali: De acuerdo. Ahora tengo que seguir trabajando.
Como si eso fuera una señal, una joven delgada, rubia,
con un cuerpo perfecto y con fuego en los ojos llegó disparada hasta donde
estaba Lali arrastrando tras de sí a un hombre bajito pero atractivo. Lali se
agarró al mostrador. Estaba segura de que la escena no iba a ser agradable.
—¿Sabe usted quién soy? —chilló la mujer. Antes de que
Lali pudiera contestar, la mujer continuó— ¡Soy Rocío Igarzabal y se supone que
me caso mañana! —gritaba tan fuerte que la gente que había en el vestíbulo empezaba
a girarse para mirarla— ¡Quiero que llame al alcalde y le diga que tiene que
hacer algo ahora mismo para traer a toda nuestra familia y amigos que están
bloqueados en el aeropuerto! ¿Me ha entendido?
El hombre que estaba con ella, que Lali asumió que era el
futuro novio, puso una mano tentativa en el hombro de la mujer.
—Bueno, Pookins…
-Rochi: ¡No me llames Pookins! —gruñó apartando de un
golpe la mano de su amado— ¿De quién fue la brillante idea de casarse en
Chicago en enero, eh Gastón? —Miró airada a Lali— Llame al alcalde. Ahora.
-Lali: ¿Puedo sugerirle otra cosa? —contestó Lali con
serenidad— Yo…
-Rochi: ¡Hágalo!
-Peter: ¡Eh! —La interrumpió rabioso— No le hable en ese
tono.
Rocío, asombrada se quedó con la boca abierta.
-Rochi: ¿Quién diantres es usted? —estalló ella.
-Lali: Vamos a llamar al gerente por si se le ocurre algo
—mirando furiosa a Peter.
-Gas: Eso parece una buena idea, ¿verdad Pookins? —dijo
el hostigado futuro marido.
-Rochi: Supongo —refunfuñó, mirando rabiosa a Lali
mientras su prometido le pasaba un brazo por el hombro.
-Lali: Entonces lo llamo ahora mismo —dijo simulando
coger el teléfono— ¿Por qué no van a sentarse ahí? —Y señaló los sofás de cuero
del salón.
-Peter: Pobre hombre —masculló cuando ya no le pudieron
oír— Acuérdate de lo que te digo: dentro de un año, él se irá a por un litro de
leche y no volverá jamás.
-Lali: Por favor, no vuelvas a hacer eso nunca más —dijo
colgando el teléfono.
-Peter: ¿Hacer qué?
-Lali: Interferir en mi trabajo.
Peter la miró enfadado.
-Peter: Sólo intentaba ayudar. ¡Te ha tratado como si
fueras basura!
-Lali: Me las puedo apañar —soltó un suspiro— No me
malinterpretes: te lo agradezco. Pero hace que parezca poco profesional y
podría traerme problemas.
-Peter: Lo siento —la miró con admiración— ¿Cómo puedes
tratar con esos lunáticos? Si yo estuviera en tu lugar les daría una patada en…
Lali se rió.
-Lali: No todos son así. Y ella tiene derecho a estar
alterada. Además, hay circunstancias atenuantes.
-Peter: Tienes razón.
-Lali: Vete ahora —murmuró cuando Mariano Torre cruzó el
vestíbulo a grandes pasos, yendo directamente hacia la afligida pareja.
-Peter: ¿Nos veremos esta tarde? —Volvió a preguntar
mientras empezaba a alejarse.
-Lali: Allí estaré.
Sábado, 3:06
P.M.
Cuando estaban a punto de dar las tres, Lali se medio
arrepintió de haber quedado con Peter. Lo único que quería era desplomarse
sobre una cama grande y mullida. Pero el encanto de pasar más tiempo con él
tuvo más peso que su agotamiento. Informó al descansado Pablo de cómo iban las
cosas y salió del mostrador, optando por subir las escaleras hasta el piso de
Peter en vez de coger el ascensor. Así había menos posibilidades de encontrarse
con cualquier otro miembro del personal.
Dio unos suaves golpes en la puerta, encogiéndose cuando
él gritó a voz en cuello, «está abierto» con una voz lo suficiente alta como
para que lo oyeran en dos estados. Lo encontró tirado sobre la cama con unos
pantalones de gimnasia y una camiseta de manga larga, haciendo zapping a un
ritmo frenético. Pareció encantado de verla.
-Peter: Se te ve agotada —observó.
-Lali: Lo estoy. Ahí abajo hay un caos total.
-Peter: No parece que vaya a dejar de nevar. Al menos eso
es lo que han dicho las noticias locales del tiempo.
-Lali: ¿Cómo afectará eso a vuestro calendario de
partidos? —preguntó quitándose los zapatos. Los pies la estaban matando. De
hecho, le dolía todo el cuerpo. La tensión, supuso.
Peter se encogió de hombros.
-Peter: Aplazaremos los partidos para otro día.
-Lali: Ah —Desvió los ojos hacia los envoltorios de
caramelo que estaban arrugados sobre la cama— Ya veo que has asaltado el
minibar.
-Peter: Para eso está ahí —Chris avanzó lentamente,
gateando sobre la cama y arrodillándose detrás de ella para empezar a darle un
masaje en los hombros— Hay alguien aquí que necesita relajarse.
La cabeza de Lali cayó lentamente hacia delante mientras
cerraba los ojos.
-Lali: Qué bien.
-Peter: Espera unos minutos más y aún será mejor —le
prometió Peter, masajeándole el cuello.
Lali se estremeció.
-Peter: Tengo una sorpresa para ti —continuó mientras ahondaba
profundamente los músculos con los dedos— Una sorpresa divertida.
-Lali: ¿De verdad? —estaba intrigada— ¿Me la das ahora?
Me encantan las sorpresas.
-Peter: De acuerdo.
Saltó de la cama y se dirigió al armario, sonriendo
orgulloso al sacar un uniforme de criada, de la clase que llevaría Graciela.
-Peter: He pensado que ya que rompemos nuestras reglas
habituales, podríamos jugar a un jueguecito erótico —dijo seductoramente— Yo
puedo ser el señor de la mansión y tú…
-Lali: ¿Estás loco? —soltó con brusquedad— ¡Eso no es
erótico!
A Peter se le puso la cara larga.
-Peter: ¿Qué?
-Lali: El uniforme de una criada francesa es erótico. Eso
no es el uniforme de una criada francesa. Eso es el uniforme de «Hola Mi Nombre
es Rosa y la Dirección Me Paga por Debajo del Salario Mínimo».
Peter miró el uniforme de criada que tenía en la mano.
-Peter: Podríamos fingir que es el uniforme de una criada
francesa —dijo haciendo un mohín.
-Lali: Ni hablar —señaló su propia ropa, alzándose un
poco la falda para mostrar algo del muslo— Mira, llevo mi uniforme —lo sedujo—
A ti te gusta, ¿verdad?
-Peter: Sí —admitió.
Tal vez fuese por el mini masaje, pero el cansancio de
Lali se había evaporado, sustituido por unas ganas de jugar irresistibles que
sólo Peter podía satisfacer. Empujándolo hacia atrás lo arrojó sobre la cama y
se sentó sobre él a horcajadas, sujetándole las manos por encima de la cabeza.
Entonces le hundió los dientes en el cuello.
-Lali: ¿Qué te parece esto como algo diferente? —gruñó
ella.
-Peter: Uh, condenadamente bueno.
Con los labios le recorrió el cuerpo, presionando con
fuerza, sintiendo la ya familiar necesidad. Sintió un delicioso vértigo, como
cuando se te corta la respiración y te da un vuelco el estómago al subir a una
atracción. Era Peter: sólo él le causaba un efecto así y a pesar de todas las
citas anuales que ya habían tenido, no estaba segura de por qué. ¿Tal vez era
por su cuerpo perfecto? ¿O por el timbre profundo y sensual de su voz? ¿Por el
riesgo que tenía su profesión? Quizá era el saber que su tiempo juntos era
limitado y por lo tanto aún más precioso. Lo único que sabía era que nunca
ningún hombre le había hecho sentirse así.
El cuarto empezó a dar vueltas más rápido cuando los
cuerpos giraron y la ropa salió volando. Lali, sin ninguna inhibición, saqueó
con manos y boca el cuerpo de Peter en un frenesí de deseo. Los suspiros se
transformaron en gemidos y los gemidos en gritos de placer cuando se iban
turnando para darse placer mutuamente. Lali estaba aturdida, como si volase
cuando sus cuerpos alcanzaron juntos el clímax una y otra vez sin lograr saciar
la sed por el otro. Nunca tendré bastante de él, pensó ella codiciosamente
cuando él la tomó una última vez. Nunca. Los demás podían estar maldiciendo el
clima, pero Lali no, no ahí, no ahora. Estaba agradecida a la tormenta.
Sábado, 4:37
P.M.
Lali: ¿Peter?
Lali se acurrucó en sus brazos, bajo las sábanas. Los dos
estaban agotados y durmiéndose a ratos. Entre el sexo de la tarde y el cambio
de turno Lali había perdido el sentido del tiempo. Le parecía estar a mitad de
la noche aunque no fuera así.
-Peter: ¿Mmm? —la acercó más a él, plantándole un
somnoliento beso en la frente.
-Lali: ¿Por qué tenes una habitación para ti solo?
Peter abrió un ojo y la miró.
-Lali: Es que me acabo de dar cuenta de que tus
compañeros de equipo comparten las habitaciones. Pero tú tenes una para ti
solo.
Peter suspiró y abrió el otro ojo.
-Peter: Bueno, soy muy particular en algunas cosas.
Los dedos de Lali que habían estado acariciando la línea
de vello castaño bajo el ombligo, se detuvieron.
-Lali: ¿Cómo en la hora de despertarte? —preguntó con
cautela.
-Peter: Eso y otras cosas. Ciertos rituales y rutinas son
importantes para mí.
-Lali: ¿Como qué?
-Peter: Por ejemplo, tengo que ducharme exactamente a la
7:18 de la mañana y abro y cierro la cortina de la ducha siete veces antes de
entrar. Cosas así.
-Lali: ¿Por qué siete veces?
-Peter: Porque lleva siete juegos ganar una serie en un
partido de desempate —contestó él como si fuera la cosa más obvia del mundo.
Lali alzó la cabeza para mirarlo.
-Lali: ¿Padeces de TOC? (trastorno obsesivo-compulsivo)
-Peter: No. Ya te lo dije cuando nos conocimos: soy el
capitán.
-Lali: O sea que volves locos a tus compañeros de equipo
y nadie quiere compartir la habitación contigo.
-Peter: Todos los capitanes de rugby están chiflados
—contestó a la defensiva— También te lo dije cuando nos conocimos —Le hizo
cosquillas con suavidad— Hoy estás muy preguntona.
-Lali: Lo siento. Sé que eso es como romper las reglas.
Peter suspiró.
-Peter: Las reglas ya se han roto debido a la tormenta.
-Lali: Es verdad.
Los ojos de Peter brillaron traviesos.
-Peter: Supongo que yo también puedo hacerte algunas
preguntas.
Lali vaciló.
-Lali: Bueno, si queres…
-Peter: ¿Sí?
A Peter se lo veía intrigado.
-Lali: Claro —contestó, poniéndose nerviosa.
-Peter: Muy bien —se mantuvo en silencio lo que le
pareció una cantidad de tiempo interminable— ¿De dónde sos?
Lali se puso tensa.
-Lali: ¿Qué te hace pensar que no soy de Chicago?
-Peter: Juego con personas de todas partes del país y de
todo el mundo, Lali. Vos no sos de Chicago.
-Lali: ¿Por qué estás tan seguro?
-Peter: Por como hablas. No tenes acento de Chicago.
-Lali: ¿No se te ocurre ninguna pregunta más interesante
que de dónde soy? —Le devolvió la pregunta con un aburrido bostezo, intentando
desviar su interés.
-Peter: Confiesa ya, Lali. ¿De dónde sos?
-Lali: De Nebraska —refunfuñó ella en la almohada.
Peter alzó la cabeza.
-Peter: ¿De Nebraska?
-Lali: Sí, de Nebraska —repitió, temiendo que su
incredulidad se transformara de manera inevitable en desinterés y que su cita
anual quedara anulada— ¿Tenes algún problema?
-Peter: No. —volvió a echarse mirando al techo— Nunca
habría adivinado que sos de Nebraska.
-Lali: ¿Por qué? ¿Porque no llevo un jardinero y embalo
el heno?
-Peter: Estamos un poco a la defensiva, ¿no?
-Lali: Tal vez. ¿De dónde sos vos?
-Peter: De Saskatchewan. Y no, nunca he visto un alce.
-Lali: ¡No iba a preguntar eso!
-Peter: Estupendo. Porque soy yo el que está haciendo
ahora las preguntas, ¿te acuerdas? —La miró lleno de curiosidad— ¿Cómo has
acabado en Chicago?
-Lali: Seguí a mi novio hasta aquí. Él estudiaba en Northwestern
—pareció un poco avergonzada— Para mí fue como el billete para salir de
Nebraska, así que lo aproveché.
-Peter: ¿Qué le pasó a tu novio?
-Lali: No le gustó nada estar aquí y volvió a Nebraska
después del primer semestre. Yo me quedé.
Peter asintió.
-Peter: Interesante.
-Lali: ¿Ah, sí?
-Peter: Sí.
Relajándose un poco, Lali empezó a acariciarle la
mejilla. Tal vez el ser de Nebraska no era incompatible con el personaje
cosmopolita y urbano que había creado para sí misma. La verdad es que le
gustaba mantener una conversación como ésa con él. Los ojos de Peter empezaron
a cerrarse y el cuerpo se le relajó aún más.
-Lali: La última pregunta, señor Lanzani. Y procura que
sea una interesante.
-Peter: ¿Ahora tenes novio?
Lali parpadeó. Era lo último que se le hubiera ocurrido
que preguntaría. Esperaba algo como «¿tenes hermanos?» o «¿te gusta tu
trabajo?» Algo inofensivo y no tan profundamente personal.
-Lali: Esa pregunta rompe del todo las reglas, ¿no crees?
Peter abrió los ojos y se encogió ligeramente de hombros.
-Peter: Tal vez, pero es mi última pregunta y tienes que
contestarla.
-Lali: No, no tengo novio —reveló— ¿Y vos, tenes novia?
Peter entrelazó los dedos por detrás de la cabeza,
mirándola con interés.
-Peter: ¿Estamos seguros de que queremos ir por este
camino?
-Lali: ¿Qué camino?
-Peter: El camino por donde echaremos a perder
completamente el misterio.
-Lali: Tal vez lo que haga será realzar el misterio.
-Peter: Lo dudo. Pero la respuesta es no, no tengo novia
en estos momentos.
-Lali: Entonces estás tan solo como yo
La mirada de Peter se suavizó.
-Peter: ¿Te sentis sola?
-Lali: No —dijo rápidamente, intentando dar marcha atrás—
Quiero decir… tal vez un poco. A veces.
Peter la cogió entre sus brazos
-Peter: Ya basta de conversación —murmuró cuando la besó
en la boca con suavidad— Mientras yo esté en la ciudad, no estarás sola. Te lo
prometo.
Continuará...
-----------------------
les dejo cap extra, extra largoooo!! ^-^
Me gustó la idea de susu_angell de hacer una maratón! pero hoy no puedo así que me preguntaba si se copan con una maratón mañana??...
-CHARI: jaja si creo que la palabra "ardientes" los describe mejor jaja
besossss... ^-^
me encantò el capitulo!
ResponderEliminarMas noveeeeeee
@porLali_ITALIA
M e encanto la idea del maraton!!
ResponderEliminarMas Novee!! :D
@sarapinyana
Me encanto la idea del maraton !!!!!
ResponderEliminarEl capitulo buenicimo
Un beso leti2311
me fascina la idea de la maratón
ResponderEliminarjajaaj me encanta que los 2 empezaron a romper las reglas de diferentes modos :P y mas por que los 2 las querian romper :P
ResponderEliminarBuena la idea del maratón
ResponderEliminarYO ME COPO! AUNQUE LEA DESDE EL MOVIL Y NO PUEDA FIRMARTE! PERO ESTOY! SI TIENES TW TE FIRMO POR AHI! BESOS
ResponderEliminarFATY***
Me encanta la idea de maraton y si es mañana cuenta conmigo(a partir del mediodia)
ResponderEliminarLa nove cada vez mejor,si la tormenta se extiende por mucho van a quedar consumidos!
largo y genial el cap
ResponderEliminarsi no fuese x la tormenta no hubiesen tenido esta charla nunca
beso
Yo acepto la maraton el dia k sea.Ardientes y lo k nos queda x leer.
ResponderEliminarme encanta quiero más!!!
ResponderEliminarD momento han entrado en el plano intimo d conocerse,y Peter ya ha bajado un poco, la barrera d las supersticiones.
ResponderEliminarQuiero saber mas d Cande,pobre,se supone k es sabado,¿no deberian tener ya ,los alimentos para la boda del domingo?.Y Vale,histerica,pobre Gaston.Dale una alegria a Cande,k tambien esta solita,Peter esta con todo un equipo,alguno le tiene k servir a Cande.
ResponderEliminarSiempre SÍ al maraton!
ResponderEliminarMe encanto
ResponderEliminarno tienen pareja dsakljdnaskjd!!
Y SI MAÑANA MARATON TON TON!!!
PLEASE!!
mas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarsi al maratonnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn
Me gustó como Peter la defendió!...
ResponderEliminarRochi esta histérica por la boda y Gas pobre! jaja algún día saldra por un litro de leche y no volvera! jaja
me encantan tus noves!
ResponderEliminarmas por favor!
y obvio
ResponderEliminarSIIII a la maratón!
besos
Ai si maratón manana me copa diva espero los capitulos besos...
ResponderEliminarme encanta!
ResponderEliminarmas nove!
ResponderEliminarhayy q chuchis q sonnn!
ResponderEliminarmasss