Un trueno retumbó, tan fuerte y tan repentino como un
disparo.
Sin aliento y al borde del pánico, Lali llegó a las
cuadras poco después de la medianoche. Evidentemente Mortlin se había retirado,
pues no lo encontró por ningún sitio. Sin vacilar, recogió la primera silla de
montar que vio, gimiendo al levantar tanto peso, y ensilló a Rosamunde. Sólo
cuando hubo conducido la yegua al exterior se percató de que le había puesto
una silla de caballero. Sin detenerse a pensar por un segundo en lo impropio de
sus actos, hizo algo que no había hecho desde que llegara a Inglaterra. Se
levantó las faldas hasta los muslos y montó sobre el caballo a horcajadas. Los
músculos de las piernas le dolieron, pero hizo caso omiso de la incomodidad.
Hizo girar a Rosamunde en círculo para estudiar los
distintos senderos que se adentraban en el bosque. ¿Cuál de ellos la llevaría a
Peter? Cerró los ojos y vació su mente, esforzándose por concentrarse. «El de
la izquierda. Toma el de la izquierda.» Sin dudarlo, enfiló el camino de la
izquierda, escrutando la oscuridad mientras el corazón le latía con fuerza.
Rosamunde siguió el sendero de tierra, y Lali continuó concentrándose, evocando
la imagen de Peter en su ojo interior. Estaba acercándose..., lo intuía. Pero
¿llegaría a tiempo?
Otro trueno desgarró el silencio. Un relámpago surcó el
negro cielo e iluminó por un instante el sombrío entorno.
Y entonces ella la vislumbró a lo lejos. Era la torre que
aparecía en sus visiones. Espoleó a Rosamunde y se lanzó al galope hacia allí.
Varias ramitas le golpearon la cara y una rama más grande chocó contra su
hombro, pero apenas percibió el dolor punzante. Empezó a chispear, y pronto la
llovizna cedió el paso a un aguacero de gotas menudas y frías que la pinchaban
como agujas. Llegó a la linde del bosque y cabalgó a toda velocidad a través
del prado. La silueta de la torre se alzaba ante ella, recortada contra el
fulgor de los relámpagos.
Cuando se hallaba a sólo unos diez metros, tiró de las
riendas de Rosamunde hasta que la yegua se detuvo por completo y escudriñó la
oscuridad, aguzando la vista. «¿Dónde estás, Peter?» Otro rayo iluminó el
terreno. La torre se erguía frente a ella. Un caballo negro sin jinete pacía
junto a un murete de piedra.
Una figura yacía despatarrada boca abajo en el suelo.
-Lali: ¡Peter!
El corazón le dio un vuelco de alivio y de miedo. Gracias
a Dios, lo había encontrado... Pero ¿era demasiado tarde?
Se deslizó de la silla y corrió hacia él, dando traspiés
sobre el suelo resbaladizo. Sin preocuparse por el barro, se arrodilló junto a
él. Con el corazón en un puño y una oración en los labios, le posó la mano en
el cuello.
Notó el latido en la punta de sus dedos. Reprimió con
firmeza el sollozo de alivio que iba a escapársele. No era el momento de
dejarse llevar por la emoción. Tenía que determinar la gravedad de sus heridas.
Le dio la vuelta con sumo cuidado, escudándolo lo más posible con su propio
cuerpo para resguardarlo de la intensa lluvia. El olor metálico de la sangre
penetró en sus fosas nasales y el terror le formó un nudo en el estómago.
Parpadeando para sacudirse las gotas de lluvia de los
ojos, Lali lo miró a la cara. Tenía los ojos cerrados y le manaba sangre de un
profundo corte cerca de la sien. Le palpó todo el cuerpo rápidamente, buscando
otras heridas, rezando porque no hubiese caído víctima del disparo que ella
había oído en sus visiones. Pronto comprobó que no presentaba heridas de bala,
pero sus dedos descubrieron un bulto del tamaño de un huevo en la parte
posterior de su cabeza.
Le acarició el rostro con suavidad.
-Lali: Peter, ¿me oyes?
Él permaneció totalmente inmóvil y en un silencio
aterrador.
Otro relámpago se dibujó en el cielo. Al alzar la vista,
Lali vio una abertura arqueada en la base de la torre. Tenía que ponerlo a
cubierto para curarlo. Se puso de pie, lo sujetó por debajo de los brazos y
tiró de él. Dios santo, el hombre pesaba una tonelada. Gracias al cielo que no
tenía que llevarlo muy lejos. Se le encogió el corazón cuando él emitió un
quejido. Aunque se esforzaba lo indecible por no hacerle daño; sabía que las
piedras puntiagudas lo raspaban. Le dolía la espalda de soportar tanto peso.
Resbaló una vez y dio con el trasero en tierra. Apretando los dientes, acabó de
arrastrarlo el corto trecho que faltaba hasta el refugio de la torre. Luego
salió corriendo bajo la lluvia para desligar su bolsa de medicamentos de la
silla de Rosamunde. La yegua y Myst se habían acercado a la torre. Decidió no
atarlos por si se asustaban y se desbocaban, en cuyo caso seguramente se
dirigirían de regreso a los establos.
Una vez dentro de la torre, Lali se hincó de rodillas
junto al cuerpo inerte de Peter y acto seguido abrió la bolsa y se puso manos a
la obra. Primero extrajo un farol pequeño y lo encendió. Lo colocó junto a la
cabeza de Peter y le examinó la herida. Enseguida advirtió que necesitaría
puntos, pero le preocupaba más que no hubiese recuperado la conciencia. Si tenía
una hemorragia interna... Ahuyentó ese pensamiento sin contemplaciones y se
concentró en la tarea que tenía entre manos. La invadió una tranquilidad
controlada. Sabía exactamente qué había que hacer para curarle la herida. Y
había que hacerlo de inmediato.
Sacó dos cuencos pequeños de madera de la bolsa, corrió al
exterior y rápidamente los llenó de agua de lluvia. Se arrodilló de nuevo junto
a Peter y se puso a mezclar raíces y hierbas con silenciosa concentración. Después
de lavar la herida, la suturó con una serie de puntos diminutos y precisos, y
luego le vendó cuidadosamente la cabeza con una larga tira de gasa limpia.
Le posó la mano en la cara y suspiró aliviada al notar
que no le ardía la piel y que su respiración se mantenía pausada y estable,
señal de que tenía los pulmones despejados y las costillas intactas.
Ya no le restaba más que esperar a que despertase. Y
rezar porque eso ocurriese.
Después de guardar meticulosamente sus pertrechos, se
levantó para friccionarse los tensos y doloridos músculos de los hombros. Un
profundo cansancio se apoderó de ella y estiró los brazos sobre la cabeza para
aliviar la tensión de la parte inferior de la espalda.
—Lali.
La voz de Peter era apenas un susurro áspero, pero a Lali
el corazón le dio un brinco en el pecho al oírla. Gracias a Dios. Olvidó su
agotamiento de inmediato, se puso de rodillas junto a él y le dedicó una
sonrisa a su rostro pálido y agraciado.
-Lali: Aquí estoy, Peter.
Él movió la cabeza e hizo un gesto de dolor.
-Peter: Me duele la cabeza.
Peter no estaba demasiado contento de haber despertado.
Una punzada aguda en el cráneo le hizo aspirar de golpe una bocanada de aire.
Maldición, se sentía como si alguien le hubiese abierto la cabeza con una
piedra. De hecho, le habría costado mencionar una parte del cuerpo que no le
doliese de un modo u otro. ¿Y por qué diablos estaba mojado?
Fijó la mirada en Lali.
-Peter: ¿Dónde estamos? —preguntó, paseando la vista por
el recinto.
-Lali: En una especie de ruina. En la planta baja de una
torre.
La miró fijamente, con la mente en blanco.
-Peter: ¿Por qué?
-Lali: ¿No recuerdas lo que te ha pasado?
Se obligó a concentrarse y de pronto recordó lo sucedido.
La nota de Kinney. Información. Las ruinas. Pero Kinney nunca llegó... sin duda
a causa de la lluvia. Él había emprendido el camino de regreso a la casa. Un
rayo había caído muy cerca. Un trueno. Myst encabritado. Una caída...
-Peter: Los rayos y relámpagos espantaron a Myst. Se
empinó y me arrojó de la silla —Levantó la mano y se estremeció de dolor cuando
rozó con los dedos la venda que le cubría la frente— ¿Qué es esto?
-Lali: Te hiciste un corte profundo en la frente. Te lo
he limpiado, cosido y vendado. También tienes un chichón considerable en el
nuca.
Maldita sea, con razón le dolía tanto el cráneo. Se había
golpeado la cabeza contra una piedra.
-Peter: ¿Myst está bien?
-Lali: Sí. Está fuera, con Rosamunde. Ahora que estás
despierto, iré a echarles un vistazo. Vuelvo enseguida.
Lali salió por la puerta en forma de arco y regresó unos
minutos después conduciendo a ambos caballos por las riendas. Los llevó al
fondo del recinto y dedicó un buen rato a acariciarlos y hablarles en un tono
reconfortante. Peter cerró los ojos mientras la escuchaba. No alcanzaba a
distinguir sus palabras, pero su voz sonaba suave y relajante.
Ella volvió a su lado y se puso de hinojos junto a él.
-Lali: Los dos están bien. ¿Cómo te sientes?
-Peter: Dolorido, y la cabeza me martillea como si una
legión de demonios le estuviesen dando mazazos. Aparte de eso, creo que estoy
bien.
Intentó incorporarse, pero le entró un fuerte mareo.
-Lali: No trates de moverte, Peter —le dijo ella,
posándole una mano en el hombro para impedírselo— Es demasiado pronto para eso.
-Peter: Tal vez tengas razón.
Cerró los párpados, tragó saliva y esperó, ansioso por
recuperar el equilibrio. Después de aspirar a fondo varias veces, la náusea
remitió y él se atrevió a abrir los ojos. Ella lo observaba, arrodillada a su
lado, y Peter escrutó su rostro en la penumbra. El cabello de Lali era una
maraña de rizos mojados que le caían sobre los hombros. Tenía los ojos muy
abiertos a causa de su evidente preocupación, pero una sospecha asaltó a Peter,
corroyéndolo por dentro. ¿Cómo lo había encontrado? ¿Lo había seguido? Nadie
sabía que él se había dirigido a las ruinas. La única persona que él había
visto era Mortlin, y le había dado permiso para retirarse. ¿Le habría indicado
el mozo la dirección en la que se había marchado?
-Peter: ¿Cómo me has encontrado?
Ella titubeó y luego respiró hondo.
-Lali: Me ha despertado una visión de ti. Sabía que
estabas en peligro. Te he visto. Herido. Sangrando. Junto a una especie de
torre de piedra. Me he vestido, he ensillado a Rosamunde y he dejado que mi
instinto me guiase... hasta ti.
El gruñido de incredulidad que Peter debería haber
soltado se ahogó en su garganta. Los ojos de Lali relucían con sinceridad y
preocupación, como almenaras en una tormenta. Por muy desquiciadas que sonaran
sus palabras, él no podía desecharlas. Aun así, seguro que había otra
explicación..., una explicación lógica.
-Peter: ¿Has visto a Mortlin en las cuadras?
-Lali: No. Era pasada la medianoche. Debía de haberse
retirado ya.
¿Pasada la medianoche? Diego había salido de la casa
justo antes de las diez, y, según Euge, Lali se había recogido media hora antes
de eso. Si se había quedado en la cama... ¿cómo podía saber dónde estaba él o
qué le había sucedido? Si de veras ella poseyera el don de ver cosas con la
mente... Pero no, sencillamente él no podía dar crédito a semejante disparate.
Lo que ocurría era que Lali era extraordinariamente intuitiva, como su madre
cuando él era pequeño, pues siempre adivinaba cuándo sus hijos habían cometido
alguna travesura. Además, Rosamunde estaba familiarizada con los senderos que
conducían a las ruinas...
Pero tendría que pensar sobre todo eso más tarde, cuando
se sintiese un poco mejor y su cabeza no amenazara con desprenderse de sus
hombros. En todo caso, de una cosa estaba seguro: Lali le había salvado la
vida, indudablemente. Sólo Dios sabía cuánto tiempo habría pasado tirado en el
suelo, desangrándose, si ella no hubiera aparecido por allí. No sólo lo había
encontrado, sino que le había curado la herida.
-Peter: Estoy en deuda contigo y mereces todo mi
agradecimiento, Lali.
Ella frunció el entrecejo y sus ojos centellearon con lo
que parecía enfado.
-Lali: No hay de qué. Pero si hubieras escuchado mi
advertencia de que no montaras a caballo por la noche, esto no habría ocurrido.
Él se quedó callado. Cielo santo, era verdad: ella se lo
había advertido... le había advertido del peligro. «Maldita sea, contrólate,
hombre —se dijo— No es más que una coincidencia. Siempre existe el riesgo de
hacerse daño cuando uno monta a caballo en la oscuridad.»
-Lali: ¿Cómo se te ocurrió salir a cabalgar de noche?
—preguntó ella.
Peter estuvo dudando si debía contarle la verdad, y decidió
hacerlo para evaluar su reacción. Observándola atentamente, le dijo:
-Peter: Contraté a un alguacil de Bow Street para que
investigase a un francés que vi con Pablo poco antes de su muerte. El alguacil
había descubierto algo y supuestamente iba a encontrarse conmigo en estas
ruinas.
-Lali: ¿Supuestamente?
-Peter: No se presentó. Supongo que se retrasó debido a
la tormenta, pero estoy seguro de que se pondrá en contacto conmigo lo antes
posible.
Con toda probabilidad, si ella sabía algo de Benjamín o
de su relación con Pablo, se pondría nerviosa, se sentiría culpable o se
mostraría recelosa. Seguramente no se mostraría enfadada.
-Lali: Por todos los santos —le espetó ella con ira—
¿Podrías explicarme por qué era necesario que fueses a encontrarte con ese
hombre en el exterior? ¿A caballo? ¿Durante una tormenta? ¿Es que nunca has
oído hablar de un salón? —Agitó las manos en un gesto de resignación— Da igual.
No te molestes en explicármelo. Es una suerte que tengas una cabeza tan dura.
De lo contrario, podrías haberte matado.
Maldición, tendría que enseñarle a esa mujer a tratarlo
con un poco de respeto. Abrió la boca para cantarle las cuarenta, pero antes de
que pudiese pronunciar una palabra, ella dijo:
-Lali: Al menos no te han pegado un tiro.
Él la miró fijamente.
-Peter: ¿Un tiro?
-Lali: Sí. En mi visión oí claramente un disparo, pero
supongo que se trataba de un trueno... Y, sin embargo, percibí la cercanía de
la muerte. La percibí con mucha intensidad —Su expresión se tornó grave— ¿Estás
seguro de que fue un trueno lo que espantó a Myst? ¿No pudo ser un disparo?
Estaba a punto de contestar con un «no», pero algo en el
semblante de Lali le hizo detenerse a reflexionar sobre su pregunta.
-Peter: Todo sucedió muy deprisa. Recuerdo los rayos,
truenos ensordecedores... y después que me caí. Me parece de lo más improbable
que alguien haya salido a pegar tiros durante una tormenta.
-Lali: Sí, supongo que tienes razón. Obviamente me he
equivocado.
-Peter: Obviamente. —Carraspeó— Y no tengo la cabeza
dura.
Ella arqueó una ceja en señal de incredulidad.
-Peter: Creo que el hecho de que estés aquí herido es
prueba más que suficiente de que la tienes. Sin embargo, si prefieres que te
llame testarudo, no tengo inconveniente en hacerlo.
-Peter: No lo prefiero. De hecho...
-Lali: Me niego a discutir con un hombre herido —le interrumpió
ella con brusquedad— ¿Tienes frío?
-Peter: ¿Frío?
-Lali: Sí. Es una palabra que usamos en América y que
significa «ausencia de calor». Estás calado hasta los huesos, pero no tengo con
qué taparte.
Peter tardó varios segundos en recordar que efectivamente
estaba empapado. Miró a Lali de arriba abajo y se dio cuenta de que ella
también estaba mojada y tenía el vestido pegado a sus suaves curvas como si lo
llevase pintado sobre la piel. Centró la mirada en sus redondos pechos y en sus
pezones, visiblemente erectos. Lo recorrió una oleada ardiente.
-Peter: No, no tengo frío.
De hecho, cada vez tenía más calor.
Contempló, fascinado, cómo el pecho de la joven subía y
bajaba con cada respiración. Se obligó a levantar la vista, y lo que vio le
dejó sin aliento. El tenue y parpadeante resplandor del farol iluminaba la
gloriosa cabellera, cuyas ondas mojadas se derramaban sobre los hombros y la
espalda de Lali como una cortina de satén, y las puntas rozaban el suelo de
piedra donde estaba arrodillada. Al instante se la imaginó en su cama, sin otro
atavío que ese increíble cabello y una sonrisa en su sensual boca. Su sensual
boca... Clavó los ojos en esos labios, y a pesar de sus numerosos dolores y del
incesante martilleo en la cabeza, la lujuria y el deseo se apoderaron de él. Se
le escapó un gemido de agonía.
-Lali: ¿Te duele mucho?
Apretó los dientes y cerró los ojos con fuerza.
-Peter: No te lo imaginas.
Ella se alejó, y Peter la oyó moverse de un lado a otro.
Aprovechó la oportunidad para intentar conseguir que se le pasara la erección.
Se imaginó que Lali era fea. Intentó desesperadamente persuadirse de que
detestaba las lilas.
Pero nada de eso funcionó. Su miembro excitado palpitaba
bajo el pantalón, haciéndolo gemir de nuevo.
-Lali: ¿Quieres beberte esto? —le dijo ella.
Peter abrió los ojos. Estaba sentada junto a él,
tendiéndole una taza de madera.
-Peter: ¿Qué es eso?
-Lali: Sólo es una mezcla de hierbas, raíces y agua de
lluvia —Le levantó la cabeza suavemente para que pudiese beber— Te aliviará el
dolor. Intentar volver a la casa mientras no amaine la tormenta es demasiado
peligroso. Mientras esperamos, debes descansar y recuperar las fuerzas.
Sólo había una cosa capaz de aliviarle el dolor y desde
luego no estaba en esa taza, pero como la mirada de Lali indicaba con toda
claridad que no toleraría una negativa y él estaba demasiado cansado para
discutir, bebió.
-Peter: Puaj —protestó con una mueca mientras ella le
bajaba la cabeza con suavidad— Es el brebaje más repulsivo que he probado
jamás.
-Lali: No es para que lo paladees. Es para que te sientas
mejor.
El sabor amargo del elixir le provocó un estremecimiento
en todo el cuerpo.
-Peter: Es imposible que algo tan repugnante me haga
sentir bien.
No obstante, incluso mientras pronunciaba estas palabras,
una extraña languidez se adueñó de él, relajándole los músculos y mitigando su
dolor.
Alzó la mirada hacia ella, encandilado por la calidez y
la preocupación inconfundibles que reflejaban sus ojos. No recordaba haber
visto una expresión tan tierna en otra mujer, salvo en Eugenia y en su madre.
Incapaz de resistir la tentación de tocarla, levantó la mano y pasó los dedos
por entre su cabello húmedo. Las hebras de color castaño le rozaron la piel
como una caricia sedosa.
-Peter: Tienes un cabello precioso —La cara de extrañeza
de Lali lo impulsó a añadir— Seguro que mucha gente te lo habrá dicho ya.
-Lali: En realidad no. Me temo que la palabra «precioso»
y mi nombre no suelen aparecer juntos en la misma oración.
-Peter: Precioso —repitió él— Suave. —Enrolló un bucle en
torno a su dedo, se lo acercó a la cara y aspiró su aroma— Lilas.
A ella se le cortó el aliento, y él se preguntó cómo
reaccionaría si le tocase algo más que el cabello. ¿Se le entrecortaría la
respiración de esa manera si deslizase las manos por su cuerpo?
-Lali: Destilo mi propia agua de lilas —susurró con los
ojos muy abiertos, fijos en los suyos.
Él aspiró de nuevo, dejando que su fragancia le inundara
los pulmones.
-Peter: En los jardines de Bradford Hall florecen muchas
lilas. Te ruego que recojas las que desees con toda libertad para preparar esa
agua.
-Lali: Gracias. Eres muy amable.
«No, no lo soy —pensó— Un hombre amable no estaría
calculando cuánto tardaría en despojarte de ese vestido mojado. Un hombre
amable no te imaginaría desnuda, temblando de deseo por él.» Cerró los párpados
con fuerza para erradicar sus pensamientos lujuriosos. Un hombre amable se
obligaría a levantarse y a acompañarla de regreso a la casa antes de que
alguien reparase en su ausencia, en lugar de dejarse llevar por el deseo que
ardía en su interior como una hoguera.
No, no era un hombre amable. Tiró suavemente del vestido
de Lali.
-Peter: Ven aquí.
Lali se aproximó a él.
-Peter: Acércate más.
Ella se arrimó un poco más, hasta que sus piernas,
envueltas en la falda, se apretaron contra su costado.
-Peter: Más.
Un brillo de diversión asomó a los ojos de Lali.
-Lali: Si me acerco más, Peter, te traspasaré.
Él enredó los dedos en su cabello y lentamente atrajo su
cabeza hacia sí.
-Peter: La boca. Más cerca. Así.
La expresión divertida se esfumó del semblante de la
joven, que inspiró bruscamente.
-Lali: Quieres besarme.
La mano de Peter se inmovilizó mientras él la miraba a
los ojos... unos ojos llenos de preocupación y anhelo. «Quiero hacer el amor
contigo. Desesperadamente.»
-Peter: Sí, Lali, quiero besarte.
-Lali: Debes descansar. Y no quiero hacerte daño.
-Peter: Entonces, ven aquí.
De nuevo la atrajo hacia sí hasta que sus labios se
tocaron. El pulso se le aceleró y estuvo a punto de reírse de su propia e
intensa reacción. Maldición, apenas la había tocado y el corazón ya le latía
tres veces más deprisa que de costumbre. ¿Qué demonios le ocurriría si alguna
vez llegaba a verla desnuda? «Le haría el amor muy despacio, durante horas, y
luego le haría el amor otra vez. Y otra.»
-Lali: Peter —musitó ella. Él sintió su aliento cálido en
los labios y reprimió un gemido. Le hundió más los dedos en la espesa cabellera
y apretó los labios con más fuerza contra los suyos.
Cuando su lengua intentó penetrar en la boca de Lali, los
labios de la joven se abrieron con un leve suspiro que lo llenó de un sutil
sabor a fresas. Nunca había besado a una mujer que tuviese un sabor tan dulce,
cuya piel resultase tan suave al tacto, que lo hiciese desear estar muy cerca
de ella para no perderse ni uno solo de los tenues efluvios que despedía su
piel.
Ella le posó las manos en los hombros y le tocó la lengua
con la suya, encendiéndolo por dentro. Rodeándole firmemente el talle con el
brazo que tenía libre, Peter la atrajo hacia sí hasta que la parte superior de
su cuerpo descansó sobre él. Sus suaves senos se apretaron contra su pecho,
abrasándole la piel a través de varias capas de ropa.
El beso se convirtió en una profusión inacabable de
suspiros apasionados y gemidos de placer. «Sólo uno más... uno solo bastará...
Quedaré satisfecho.»
Pero no era suficiente. Por más que la estrechaba entre
sus brazos, la sentía y la saboreaba, no era suficiente. Sus manos se
deslizaban incansables por su espalda, abriéndose camino entre su sedoso
cabello, luego abarcándole la cintura y palpándole el redondo trasero,
estrechándola contra él. Quería cambiar de posición y colocarse encima de ella,
pero la languidez que se había apoderado de él aumentaba por momentos, y le
dejaba sin fuerzas en los brazos, hasta que se sintió tan débil como un recién
nacido.
Ella emitió un suave quejido y se apartó de él con
delicadeza. Los párpados le pesaban a Peter y pugnó por mantenerlos abiertos,
pero era una batalla perdida.
-Peter: Estoy tan cansado... —susurró.
-Lali: Descansa. Seguiré aquí cuando despiertes.
Peter intentó responder, pero ni siquiera pudo mover los
labios. La inconsciencia lo cubrió como una sábana de terciopelo.
--
Lali lo observó mientras él se abandonaba al sueño. Sabía
que ese reposo le era necesario, pero ella tendría que vigilarlo y despertarlo
periódicamente para asegurarse de que dormía normalmente y de que aquel sopor
no significaba una pérdida de sentido debido a la herida. Escuchó el rítmico
sonido de su profunda respiración y, al ponerle la mano en la frente, advirtió
que tenía la piel seca y fresca, indicio de que su sueño era del todo natural.
Aliviada, le pasó los dedos suavemente sobre el rostro.
Peter tenía los músculos de la cara perfectamente relajados y sus oscuras
pestañas proyectaban sombras sobre sus mejillas. Sin el menor rastro de
tristeza o amargura en los labios, parecía libre de preocupaciones. Ella le
apartó un mechón de pelo que tenía sobre la frente. Su aspecto le recordaba al
de un muchacho vulnerable.
Recorrió su fornido cuerpo con la mirada y estuvo a punto
de soltar una carcajada: ese hombre no tenía nada de muchacho. Su amplio pecho
subía y bajaba pausadamente, atrayendo su mirada hacia el intrigante vello
negro que asomaba por el cuello de la camisa. La acometió un deseo de tocarlo
tan incontenible, tan tentador...
Incapaz de aguantarse, le abrió la camisa manchada de
tierra y le colocó la palma de la mano en el pecho. El corazón de Peter latía
contra los dedos de Lali, y un escalofrío la estremeció hasta las puntas de los
pies. De pronto, los ojos se le arrasaron en lágrimas.
-Lali: Dios mío, he estado a punto de fracasar de nuevo.
A punto de perderte —La funesta imagen de Peter inconsciente en el suelo le
vino a la mente— Mis visiones... Siempre he considerado que no eran más que un
engorro, algo que me impedía ser como los demás. Pero esta noche doy gracias a
Dios por ese don, pues me ha ayudado a encontrarte. No dejaré que nada te haga
daño otra vez. Lo juro.
Mientras fuera continuaba diluviando, ella veló a Peter:
le miraba dormir y le acariciaba la cara cada cuarto de hora hasta que él abría
los ojos para comprobar que no hubiese perdido el sentido. Despuntaba el alba
cuando ella finalmente quedó por completo convencida de que él dormía con
normalidad; la fatiga la invadió y se permitió el lujo de recostarse... sólo
por un momento. El suelo de piedra estaba muy frío, de modo que se acurrucó
junto a Peter para entrar en calor.
«Sólo echaré una cabezada», se dijo, pero menos de un
minuto después se estaba adormilando. Un pensamiento le hizo arrugar el ceño e
impidió que se entregase al sueño. Algo... algo no marchaba bien. En su
visión... estaba segura de que había oído un disparo...
Pero su cerebro cansado no fue capaz de determinar la
causa de su inquietud, y el agotamiento la venció.
Continuará..
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Acá les dejo otro cap de la nove! espero que les gusteee! :)
muchas gracias por sus firmitass!
+ 25 firmas y subo otroo.
-Hasly_TeenAngels: Jajaja no te preocupes por no tener tiempo de leerlas!! Si querés las podés descargar y cuando tengas tiempo las lees! :)
que suerte que Lali pudo encontrarlo
ResponderEliminarPeter tiene las hormonas revolucionadas... ni con la cabeza golpeada deja de querer hacer el amor con Lali
ResponderEliminarcreo que para cuando subas el proximo yo ya estare acostada
ResponderEliminarson las 02.10h, pero mañana los leo no te preocupes
esta muy buena tu novela espero q subas mas
ResponderEliminarMuy bueno!Lali y sus poderes una genia! veremos de dónde viene eso!Y Peter arde por ella!y hay q creer o reventar dicen,poco a poco va a ir creyendo y van a descubrir el misterio del hno.
ResponderEliminarsube más nove por fa, esta super buena
ResponderEliminarquieroooo masss.
ResponderEliminarnecesito saber que va a pasarrr
ResponderEliminarojala benjamin no les haga danoo
ResponderEliminarmás nove por fa
ResponderEliminarme encanta como peter se debate entree creerle o noo
ResponderEliminarojalaa esten juntosss prontoo
ResponderEliminarhay mucha quimica entre ambos personajes
ResponderEliminarojalaa postees mas prontoo
ResponderEliminarun besooooo
ResponderEliminarHolaaa Danii!! Perdón por desaparecer muuuuuchoo :(... como me hubiese encantado firmarte todos los caps :( pero no tenia tiempo en estos dias atraas!!.. y estaba muy mal ultimamente :( pero por lo menos aparecí.. y hoy pude leer 8 caps seguidos!!
ResponderEliminarME ENGANCHE CON ESTA NOVE.. ES RE INCREIBLE!! ME ENCANTA DE VERDAD!!..
Segui asii!..
ESTE CAP ME ENCANTO.. ... LO LEI TOMANDOME UN TÉ CON MASITAS :P ♥ Jajaj..
ResponderEliminarEspero el prox cap!! si te llegan a tener mas de 25 firmas ahora :P.. si no mañana lo leeré :D
Como te extrañé un montooooon amigaa :(...
Que tengas un buen domingo :)..
ResponderEliminarte quiero muuuucho amigaa :D ♥
y perdoname por no firmarte todos los caps q posteas!.. vos sabes q no tengo tiempo :(
Besotes!!..♥
DanÜ
aw me encantaaa!! peter para besando a Lali jajaa!
ResponderEliminarquiero mas novee :D
Me encanta, yo quiero massssssssssss =)
ResponderEliminarMassss nove xfa :DD
ResponderEliminarQuiero por lo menos más un antes de ir a dormir.
ResponderEliminarNi con la cabeza rota,pierde Peter el deseo.Solo un beso,ja,menos mal k Lali le dio la pocima y se durmio,si no ......
ResponderEliminarnecesito otro capi!!
ResponderEliminarLali todavia piensa k en su vision ,habia un disparo y muerte.Cuando s haga d dia,seguro descubren el cuerpo,y si ella lo toca,seguro k percibe alguna informacion.
ResponderEliminarQuizas entonces Peter comience a creerla.Mas novela.
ResponderEliminarhay pobre de lali se va quedar dormida peor peter es un testarudo por que es verda ella le dijo pero el nuca le hizo caso aunque espero que en algun momento le crea
ResponderEliminarEntre tarde,pero parece k tome el relevo d Mary,asi ella se encuentra mañana mas caps,jajaja.
ResponderEliminarMAS NOVEEE
ResponderEliminarME GUSTO MUCHO EL CAP
Me encanto el capitulo!
ResponderEliminarO mas bien los capitulos! Perdón por no firmar...
Esta buenísima la novela!
Espero que encuentre el cuerpo de James (Supongo que Bejamin lo mató) Pronto!
Besos
@vagomi
hayy me encantoo mass lindoss ♥
ResponderEliminarmass novee
mas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarMe encanta esta nove!
ResponderEliminarsube mas!!
peter inveta cualquier tipo de cosa solo para no creer que lali realmente tiene el poder de la vision! --'
ResponderEliminar"— ¿Tienes frío?
-Peter: ¿Frío?
-Lali: Sí. Es una palabra que usamos en América y que significa «ausencia de calor». " jajajajajaja
y termina con el gran misterio del disparo!