Capítulo 19

El trayecto en taxi hasta el aeropuerto se le hizo eterno. El vuelo de vuelta a Friday Harbor, tan lento que estaba convencido de que habría llegado antes en canoa. Cuando por fin llegó a la casa, eran casi las diez de la noche. Junto a la entrada había un coche desconocido, un Chrysler blanco. 

Entró por la puerta trasera, por la que se accedía directamente a la cocina. Agus estaba sirviéndose una copa de vino. Parecía estar hecho polvo. Tenía la parte delantera de la camiseta mojada y el pelo alborotado. En la encimera, había un montón de botes de medicamentos y vasos vacíos, así como una jarra de plástico con una bebida isotónica. 

Agus lo miró sorprendido y meneó la cabeza. 

—Agus: Sabía que no debía decirte nada —dijo, resignado—. ¡Dios, Melody debe de estar furiosa! 

Peter soltó la bolsa de viaje y se quitó la chaqueta. 

—Peter: Me da exactamente igual. ¿Cómo está Luz? ¿De quién es el coche que está en la entrada? 

—Agus: De Lali. Y Luz está mejor. Lleva una hora y media sin vomitar. 

—Peter: ¿Por qué has llamado a Lali? —preguntó, confundido. 

—Agus: Porque a Luz le gusta. Y cuando la conocí en Halloween, me dijo que la llamara si alguna vez necesitaba ayuda con Luz. Primero llamé a Gastón, pero no contestó. Así que la llamé a ella. Y vino al momento. Dios, es genial. Mientras yo iba a la farmacia, le dio a Luz un baño templado, lo limpió todo y logró que se tomara un poco de jarabe. 

—Peter: ¿Ya no tiene fiebre? 

—Agus: De momento no. Pero le sube a ratos. Tenemos que seguir controlándola. 

—PeteR: Yo me quedaré con ella esta noche —dijo—. Tú vete a descansar un poco. 

Agus le ofreció una sonrisa cansada antes de beber un sorbo de vino. 

—Agus: Podría haberlo hecho solo, pero te agradezco que hayas vuelto. 

—Peter: Tenía que hacerlo. Les habría amargado la fiesta, pues hubiese pasado la noche preocupado por Luz. 

—Agus: ¿Qué ha dicho Melody? 

—Peter: No le ha gustado un pelo. 

—Agus: Se le pasará. Un ramo de flores y unas sentidas disculpas, y asunto arreglado. 

Peter hizo un gesto irritado con la cabeza, negando las palabras de su hermano. 

—Peter: No me importa disculparme, pero lo mío con Melody no va a funcionar. 

Agus abrió los ojos de par en par. 

—Agus: ¿Vas a cortar con ella por esto? 

—Peter: No es por esto. Es que llevo un tiempo... En fin, da igual. Luego te lo cuento. Tengo que ver a Luz. 

—Agus: Si terminan, asegúrate de decirle que me ofrezco para que se vengue de ti acostándose conmigo —dijo su hermano mientras él caminaba hacia la escalera. 

El pasillo que llevaba al dormitorio de Luz olía a amoniaco y jabón. La luz de la lámpara bañaba con suavidad el basto parquet del suelo. Peter intentó imaginar la impresión que causaría la casa en un extraño. Las estancias sin terminar, el suelo sin lijar, las paredes sin pintar... Las reformas estaban en pleno proceso. En ese momento, concentraban sus esfuerzos en remodelar la estructura para que la casa fuera segura y sólida, de modo que todavía no habían hecho nada con respecto a la decoración. Seguro que Lali se había quedado espantada. 

Llegó al dormitorio de Luz, pero se quedó justo en la puerta. Lali estaba acostada con su sobrina, que descansaba acurrucada contra ella. A su otro lado había un nuevo peluche. 

Lali parecía una adolescente, con el pelo recogido en una coleta y sin rastro de maquillaje. Le estaba leyendo a Luz, que tenía los ojos muy brillantes, pero parecía tranquila. 

Luz lo miró con expresión adormilada y confusa. 

—Luz: Has vuelto. 

Peter se acercó a la cama, se inclinó sobre ella y le acarició la frente, echándole el pelo hacia atrás. Aprovechó el momento para comprobar su temperatura. 

—Peter: Por supuesto que he vuelto —murmuró—. No podía estar lejos si mi niña está malita. 

—Luz: He vomitado —le informó con solemnidad. 

—Peter: Lo sé, cariño. 

—Luz: Y Lali me ha traído un osito de peluche nuevo, y me ha bañado y... 

—Peter: Chitón, se supone que debes dormirte. 

Miró a Lali y sus ojos oscuros lo capturaron. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para no alargar un brazo y tocarla. 

Lali sonrió. 

—Lali: ¿Una página más y así acabamos el capítulo? —le preguntó, y él asintió con la cabeza. 

Mientras ella seguía con la lectura, Peter se apartó y se sentó en el borde de la cama. Clavó la vista en Luz y vio cómo cerraba los ojos. Su respiración era tranquila y acompasada. Notó una mezcla de ternura, alivio y ansiedad en el pecho. 

—Luz: Tío Peter —susurró la niña cuando el capítulo llegó a su fin al tiempo que movía una de sus manitas por encima del cobertor para acercarla a él. 

—Peter: ¿Qué? 

—Luz: Agus me ha dicho... —comenzó antes de hacer una pausa para bostezar— que puedo comerme un polo para desayunar. 

—Peter: Me parece bien. —Peter le levantó la mano para darle un beso—. Duérmete —murmuró—. Esta noche me quedaré contigo. 

Luz se acurrucó entre los almohadones y se durmió. Lali se apartó de ella con delicadeza para salir de la cama. Llevaba unos vaqueros, zapatillas deportivas y una sudadera de algodón rosa que se le había subido hasta la cintura, dejando a la vista un trocito de piel clara. Se sonrojó al darse cuenta y tiró de la prenda para bajársela, pero no antes de que Peter le hubiera echado un vistazo a esa íntima extensión de piel. 

Salieron juntos del dormitorio después de apagar la lamparita, aunque dejaron encendida una luz nocturna. 

—Peter: Gracias —dijo en voz baja mientras precedía a Lali por el pasillo de camino a la escalera—. Siento mucho que Agus haya tenido que llamarte. No debería haberme movido de aquí. 

—Lali: No me ha supuesto problema alguno. De todas formas, no tenía otra cosa que hacer. 

—Peter: No es divertido hacerse cargo de los niños enfermos de los demás. 

—Lali: Estoy acostumbrada a atender enfermos. Nada me molesta. Y Luz es tan cariñosa que haría cualquier cosa por ella. 

Peter alargó un brazo para tomarla de la mano y la escuchó contener el aliento. 

—Peter: Ten cuidado, el suelo está desnivelado en esta parte. Todavía no hemos acabado de reparar el parquet. 

Lali rodeó su mano con los dedos y él la imitó, de modo que el gesto se convirtió en algo íntimo mientras le permitía conducirla hasta la escalera. 

—Peter: La casa está hecha un cuadro —comentó. 

—Lali: Está genial. Tiene una estructura maravillosa. Cuando acaben de remodelarla, será la casa más bonita de la isla. 

—Peter: Creo que no acabaremos en la vida —replicó, y ella se echó a reír. 

—Lali: He visto que ya han acabado dos habitaciones, que están preciosas por cierto, el dormitorio de Luz y su cuarto de baño. Eso dice mucho. —Lo soltó para aferrar el pasamanos. 

—Peter: Deja que yo baje primero —dijo él. 

—Lali: ¿Por qué? 

—Peter: Porque si te caes, podré cogerte. 

—Lali: No voy a caerme —protestó ella, pero le permitió bajar en primer lugar. 

Peter era muy consciente del suave timbre de su voz mientras descendían los escalones. 

—Lali: Te he traído el termo —la oyó decir—. Por tu culpa, he vuelto a beber café. Aunque, de momento, no he encontrado otro que esté tan bueno como el tuyo. 

—Peter: Tengo un ingrediente secreto. 

—Lali: ¿Cuál? 

—Peter: No puedo decírtelo. 

—Lali: ¿Por qué no? 

—Peter: Porque si te lo digo, ya no vendrás a por más café. 

Sus palabras fueron recibidas por un breve silencio mientras Lali trataba de interpretar el comentario. 

—Lali: Volveré mañana por la mañana para ver cómo está Luz antes de abrir la tienda. ¿Eso significa que podré llevarme el termo lleno otra vez? 

—Peter: Siempre que quieras. 

Habían llegado al pie de la escalera, de modo que Peter se volvió para coger a Lali justo antes de que perdiera el equilibrio. 

—Lali: ¡Ay! —exclamó al tiempo que alargaba un brazo para apoyarse en él, aunque más bien acabó pegada por completo a su cuerpo. 

Continuará...

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Heeeeeeeeeeeey!! :D

les dejo cappppppppppppp... ya saben...

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