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viernes, 1 de febrero de 2013

CAPÍTULO 84




Cuando se secaron las lágrimas, Lali se sintió más cómoda con Pablo, aunque no por mucho rato. El estallido de emociones no se había desvanecido por completo y la conversación fue comedida y cautelosa. Lali supo que su marido se sentía aliviado de verla, pero eso no cambiaba el fondo de las cosas.

Sentada en el borde de la cama de dosel, intentó explicarle por qué no había estado presente para recibirlo y le contó todo lo ocurrido.
—Pablo: ¿Y Peter?—preguntó él.
—Lali: Mató a Dominic Legare...
—Pablo: Bien —musitó con soterrada satisfacción malévola.
—Lali: Y creo que él está bien, aparte de un par de heridas leves. Pero lo han encarcelado. Temo... temo lo que pueda ocurrirle. Todos quieren castigarle. Tal vez lo ejecuten...
—Pablo: Padre no permitirá que eso ocurra.
Lali observó los ojos de Pablo y creyó en sus palabras. En una ocasión, hacía ya mucho tiempo, ella le había dicho que tenía ojos de ángel. ¿Cómo, después de pasar por todo lo que había pasado, lograba conservar aquella mirada acogedora?

Gimena le había afeitado la barba y cortado el pelo, despejando sus suaves rasgos, aunque a ella le resultó muy embarazoso descubrir rastros de Peter. Aunque su cara era amable y expresiva, en comparación a la de su hermano. No podía imaginar sus labios dibujando una de las sardónicas sonrisas de Peter, ni su mirada reflejando la malicia, la pasión y la desmedida excitación propia de su hermano. Peter, por su parte, tendría siempre el aire de un hombre solitario, y poseía un algo indomable e intrínseco a su carácter.

—Lali: Pablo, cuéntame cómo has vivido tu cautiverio —se sintió impelida a preguntar. Tal vez si él mostraba algún signo de que la necesitaba, si compartía su dolor con ella y la dejaba ayudarle, podrían rebrotar ciertos sentimientos.
Pero Pablo negó con la cabeza.
—Pablo: Ahora no —dijo con voz grave—. No quiero hablar de eso. —Y cambió de tema preguntándole cómo había sido para ella estar en Nueva Orleans desde su forzosa separación.

Lali empezó a contarle sus vivencias durante los meses posteriores a su supuesta muerte, pero reparó en la expresión hosca de Pablo. Le relató sólo los detalles intrascendentes, historias sobre los miembros de la familia y los amigos. Hasta que al final se produjo un tenso silencio, cuando ella se quedó sin más que contar.

Lo miró incómoda y se preguntó de qué hablaban cuando estaban en Francia y qué se contaban en las múltiples cartas que se habían enviado estando separados. Nunca antes se les había hecho cuesta arriba conversar, ¿o sí? Reparó en que de nuevo estaba sentada en la silla... ¿En qué momento había dejado de estar sentada en el borde de la cama? Tomó las manos de su marido y las apretó con cariño. Pablo sonrió al notar el ungüento con que Julia le había embadurnado las palmas.
—Pablo: Puaj —dijo, y rió brevemente apartando las manos—. Tienes las manos pringosas.
Lali se sonrojó ligeramente.
—Lali: Lo siento —dijo—. Me hice unos rasguños cuando estaba... Sólo es un remedio que me ha puesto Julia.
—Pablo: No toques las sábanas.
Peter no se habría preocupado por el ungüento ni por las sábanas. Peter la habría hecho reír reaccionando como si hubiese sido herida de gravedad y después la habría cubierto de besos... Apartó aquellos traicioneros pensamientos.

Pablo se recostó en las almohadas; su sonrisa había desaparecido.
—Pablo: Estoy cansado —murmuró.
—Lali: Te dejaré descansar. Quizá mañana te encuentres con más fuerzas para hablar.
Él la miró con ceño.
—Pablo: Sí. Hay cosas que tendríamos que aclarar.
—Lali: Mañana. —se puso en pie y se inclinó para besarlo en la mejilla—. Bonne nuit, Pablo.

Afligida, Lali bajó las escaleras y se marchó de la casa sin siquiera darle las buenas noches a los Vallerand. Necesitaba estar sola y pensar. No creía que Pablo se hubiese comportado con deliberada frialdad. Él ya no sabía hablar con ella y ella no sabía hablar con él. Ojalá lograse detectar algo que indicase qué sentía realmente por ella. ¡Todo sería más sencillo si sabía qué quería Pablo y qué podía esperar ella!

Caminó por el sendero de la garçonniére tranquilamente, sumida en sus pensamientos. Incluso aunque nunca hubiese conocido a Peter, deseaba la anulación matrimonial. No creía que Pablo quisiera seguir casado con ella, especialmente ahora que Rocío estaba a su disposición. Sería un error mantener ese matrimonio, pues su marido siempre le recordaría a su hermano. Pero no quería que Pablo se sintiese abandonado. Tal vez él creía que mantener los lazos maritales acabaría por arreglar las cosas.

Estaba anocheciendo y Lali acortó por el jardín. El cuerpo le dolía a causa del cansancio, pero estaba demasiado inquieta para irse a dormir. Se sentó en un frío banco de piedra y observó las plantas que crecían alrededor. Sintió un escalofrío al notar la fresca brisa. Ya no tenía miedo ala oscuridad... Lo único que realmente la asustaba era perder a Peter.

Estuvo sentada un buen rato, contemplando el cielo tachonado de estrellas. Bostezó y se puso en pie para dirigirse ala garçonniére. Depronto oyó un suave sonido cercano. Curiosa, oteó entre unos arbustos y dio un respingo de estupefacción al ver que se trataba de Pablo. 

Pero ¿cómo? ¿Qué estaba haciendo allí? Frunció el ceño indignada. Pablo estaba completamente vestido y... y abrazaba a alguien... Pero ¿no le había dicho que estaba demasiado cansado siquiera para hablar?

Encontró un lugar perfecto para la observación entre los matorrales. Vio cómo le bajaba la capucha a Rocío y la besaba... Fue un beso largo, de bocas abiertas, sin parecido alguno al modo en que solía besarla a ella. Rocío le dijo algo y él rió quedamente y la abrazó. Lali sintió contrariedad por el modo en que le hablaba a la chica, con franqueza y naturalidad, como si tuviesen muchas cosas interesantes que decirse. «Y yo apenas he logrado sonsacarle un par de palabras», reflexionó frunciendo el ceño. Cruzó los brazos y los observó. Se sentía como una esposa traicionada. Tuvo el impulso de aparecer entre los arbustos y pillarlos con las manos en la masa. Pero Lali estaba anonadada por el cambio operado en su marido. Ya no parecía un hombre apesadumbrado y distante, sino que sus ojos refulgían al mirar a aquella chica. Rocío le acarició la cara y él le besó la palma dela mano. La ternura que compartían conmovió a Lali muy a su pesar, y de repente sonrió. ¡Eso lo hacía todo más sencillo! Pablo se comportaba así con Rocío porque estaba enamorado de ella. Sin lugar a dudas no se opondría a la anulación del matrimonio. Probablemente de eso querría hablarle al día siguiente, y ella le aseguraría que se trataba de la más sabia decisión para ambos. Dejó escapar un suspiro de alivio y se alejó antes de que la descubriesen espiando.

Continuará...
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:o
+15... :)

20 comentarios:

  1. maaaaaaaaaaaas noveeeee!!!!!

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  2. daleeeeeee q está buenaa

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  3. siiii que Lali le diga ya para divorciarse y Pablo que ya se quede con Rocio no pueden seguir juntos solo se quieren como amigos que pasa con Peter jajaja la mas desesperada @lypsiempre

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  4. ay si que pablo se quede con rocio sube mas porfas mas

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  5. mas mas mas noveeee!!!

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  6. sube masssssssssssssssss

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  7. no nos podes dejar asi ajja! esta bien que este enamorado de rocio, pero fue un tarado por como trato lali!

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  8. esta nove es la perfecion!!!! maasss!!!

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  9. Cuantos capitulos faltan para terminarrr???????

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  10. Awwwwww me encantooooooooooo son mas tiernos, encima re amor Lali todo el tiempo pensando en Peter ya quieero saber como estara el! @LuciaVega14

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  11. Pablito q zorro,JaJa ,se hace el cansado y se escapa con Rocio,parece un adolescente!

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