Capítulo 28

—Peter: ¿Estás segura de que no quieres un árbol? —le preguntó a Lali al lunes siguiente, mientras ella lo ayudaba a meter un abeto perfecto en su camioneta. 

—Lali: No me hace falta —contestó con alegría mientras olía la resina fresca que se le había quedado en los guantes y Peter aseguraba el abeto—. Siempre paso la Navidad en Bellingham. 

—Peter: ¿Cuándo te vas? 

—Lali: En Nochebuena. —Al percatarse de que Peter fruncía el ceño, añadió—: Antes de irme, dejaré un regalo bajo el árbol para Luz, así podrá abrirlo el día de Navidad. 

—Peter: Luz preferiría abrirlo contigo delante. 

Lali parpadeó, sin saber muy bien cómo contestar. ¿Le estaba diciendo que quería que pasara la Navidad con él? ¿Tenía pensado invitarla? 

—Lali: Siempre paso el día de Navidad con mi familia —dijo con cierta inseguridad. 

Peter asintió con la cabeza y lo dejó estar. Regresaron a Viñedos Sotavento y juntos consiguieron meter el árbol por la puerta. 

En la casa reinaba el silencio, ya que Luz estaba en el colegio. Agus había ido a Seattle para visitar a unos amigos y para hacer algunas compras. 

Lali sonrió al ver la proliferación de copos de nieve de papel que colgaban de las puertas y de los techos. 

—Lali: Alguien ha estado muy ocupado. 

—Peter: Luz ha aprendido a hacerlos en clase —dijo divertido—. Ahora se ha convertido en una fábrica unipersonal de hacer copos de nieve. 

Peter encendió la chimenea mientras ella abría las cajas de luces para adornar el árbol. 

En cuestión de una hora, habían colocado el árbol en su sitio y lo habían adornado con las luces. 

—Lali: Ahora viene la parte mágica —dijo ella, que se metió en el estrecho hueco que quedaba detrás del árbol para enchufar las luces. El árbol comenzó a brillar y a parpadear. 

—Peter: No es magia —replicó, pero estaba sonriendo mientras contemplaba el árbol. 

—Lali: ¿Y qué es? 

—Peter: Un sistema de bombillas minúsculas iluminadas por el movimiento de los electrones a través de un material semiconductor. 

—Lali: Sí. —levantó el índice con gesto elocuente mientras se acercaba a él—. Pero ¿qué las hace parpadear? 

—Peter: La... magia —cedió, resignado, con una sonrisa en los labios. 

—Lali: Exacto. —Lo miró con una expresión satisfecha. 

Peter le pasó las manos por el pelo y le sujetó la cabeza mientras la miraba a los ojos. 

—Peter: Te necesito en mi vida. 

Lali fue incapaz de moverse o de respirar. La declaración era sorprendente por su sinceridad, por su claridad. No podía apartarse, no podía hacer nada salvo mirarlo, hipnotizada por la expresión de esos ojos azules. 

—Peter: Hace poco tiempo le dije a Luz que el amor es una elección —continuó—. Me equivoqué. El amor no es una elección. La única elección posible es lo que vas a hacer con él. 

—Lali: Por favor —susurró. 

—Peter: Comprendo tus miedos. Comprendo por qué es tan duro para ti. Y puedes elegir no arriesgarte. Pero yo te querré de todas formas. 

Lali cerró los ojos. 

—Peter: Tendrás todo el tiempo del mundo —siguió él—. Puedo esperar hasta que estés preparada. Pero tenía que decirte lo que siento. 

Seguía sin poder mirarlo a la cara. 

—Lali: Nunca estaré preparada para la clase de compromiso que quieres. Si quisieras sexo sin ataduras, no tendría problema. Podría hacerlo. Pero... 

—Peter: Bien. 

Lali abrió los ojos de par en par. 

—Lali: ¿Cómo que bien? 

—Peter: Que acepto el sexo sin ataduras. 

Lo miró, alucinada. 

—Lali: ¡Acabas de decir que ibas a esperar! 

—Peter: Y puedo esperar para el compromiso. Pero mientras tanto, me conformo con el sexo. 

—Lali: ¿Te conformas con una relación física que tal vez no llegue a otra cosa? 

—Peter: Si es tu mejor oferta... 

Lo miró por fin y vio la expresión risueña de sus ojos. 

—Lali: Te estás quedando conmigo —dijo. 

—Peter: Lo mismo que tú. 

—Lali: No me crees capaz de hacerlo, ¿verdad? 

—Peter: Pues no —contestó él en voz baja. 

Lali estaba demasiado confusa como para analizar la maraña que eran sus emociones. Sentía indignación, miedo, alarma e incluso cierta sorna... pero nada de eso era responsable del deseo abrasador y vibrante que le quemaba el cuerpo. La sensación se intensificó en lugares que le provocaron un intenso rubor y que hicieron que fuera muy consciente de la cercanía de Peter. Lo deseaba, en ese preciso instante, con una pasión arrolladora y desaforada. 

—Lali: ¿Cuál es tu dormitorio? —le preguntó, y le extrañó muchísimo que no le temblara la voz. 

Experimentó la satisfacción de verlo abrir los ojos de par en par al tiempo que desaparecía la expresión risueña. 

Peter la condujo escaleras arriba, mirándola de vez en cuando para asegurarse de que lo seguía. Entraron en su dormitorio, limpio y con pocos muebles, con las paredes pintadas en un color neutro imposible de distinguir a la mortecina luz invernal. 

Antes de que el valor la abandonase, Lali se quitó los zapatos, los vaqueros y el jersey La frialdad reinante en el dormitorio hizo que se estremeciera, ya que sólo llevaba la ropa interior. Cuando Peter se acercó a ella, levantó la cabeza y se dio cuenta de que él también se había quitado el jersey y la camiseta, dejando al desnudo su musculoso torso. Se movía con elegancia y cierta cautela, como si no quisiera asustarla. Su mirada se posó en su cara con la suavidad de una caricia. 

—Peter: ¡Eres preciosa! —exclamó al tiempo que le acariciaba un hombro con los dedos. 

Lali creyó que pasaba una eternidad hasta que por fin terminó de desnudarla, besando cada centímetro de piel que iba dejando al descubierto. 

Cuando por fin estuvo en la cama, desnuda, extendió los brazos hacia él. Peter se quitó los vaqueros y la abrazó con fuerza. Lali notó que le ardía la piel mientras lo exploraba. Peter la besó, primero con exquisitez y luego con insistencia hasta que se rindió y se entregó a él por completo. 

La invadió una oleada de nuevas sensaciones. Las suaves y expertas caricias de sus labios y sus manos despertaron la pasión. 

Peter se colocó sobre ella y le apartó el pelo de la cara, húmeda por el sudor. 

—Peter: ¿De verdad creías que iba a ser menos que esto? —le preguntó con ternura. 

Lali lo miró, estremecida hasta lo más hondo de su alma. Porque para ellos no podía haber nada que no fuera amor, nada que no fuera la eternidad. La verdad latía en sus desbocados corazones, en el palpitante deseo que compartían. Ya no podía seguir negándolo. 

—Lali: Hazme el amor —susurró, porque lo necesitaba, porque deseaba ser suya. 

—Peter: Siempre. Lali, amor mío... 

Peter se hundió en ella con un movimiento certero que la llenó por entero. Notaba la fuerza de su presencia rodeándola, poseyéndola. El placer la abrumó en oleadas cada vez más intensas y más exquisitas hasta que gritó al alcanzar el clímax. Se aferró a su espalda, y notó cómo se le contraían los músculos bajo la piel sudorosa. Peter no tardó en alcanzar el clímax en el dulce puerto de sus brazos. 

Después siguieron acurrucados el uno junto al otro, sumidos en un silencio trascendental. 

Habría más preguntas que formular, más respuestas que descubrir. Pero eso podía esperar de momento, pensó Lali, saturada por la novedad, por las posibilidades. 

Y por la esperanza. 

Continuará...

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+15 y se viene el final :D