La voz de Alelí pidiéndole la
medicina era lo primero que oía por las mañanas, la señal de que el día
empezaba. Lali permaneció inmóvil y con los ojos cerrados mientras esperaba la
llamada de Alelí. Bostezó con la cara hundida en la almohada. ¿Por qué Alelí no
la había llamado todavía? ¿Por qué no...?
De repente, Lali se incorporó
sobresaltada y con los ojos muy abiertos, como si se hubiera disparado una
alarma, y el corazón le golpeó el pecho. Miró a su alrededor con inquietud.
Todavía estaba allí. «Estoy en un mundo completamente distinto al mío. ¿Qué me
ha ocurrido? ¿Qué le ha ocurrido a todo?»
Su entorno era totalmente
diferente a lo que ella estaba acostumbrada. El coqueto dormitorio rosa no era
el de ella. De hecho, no encajaba en absoluto con sus gustos. Ella quería su
dormitorio blanco y azul, con los cuadros bordados de Alelí en las paredes, los
botes de colorete y pintalabios sobre la cómoda, los pósters de Valentino en The Sheik y Mary Pickford
en My Best Girl... Echaba de menos
todo aquello, y también la radio en un rincón de su habitación.
—La radio —declaró Lali en voz
alta y se quedó atónita al darse cuenta de que allí no había radios, ni luz
eléctrica, ni cámaras Kodak ni ropa de fabricación en serie.
Allí la gente no sabía nada
acerca de la Primera Guerra Mundial, el modelo T de Ford, Charlie Chaplin o el
jazz. Anonadada, Lali consideró sus posibilidades. Aquel mundo era tan distinto
al que ella estaba acostumbrada que, para el caso, también podría haber
aparecido en la Edad Media.
Lali se acercó al armario de
la habitación, lo abrió y contempló los vestidos que colgaban en su interior.
Ninguno le resultaba familiar. No había faldas cortas y desenfadadas ni
gorritos tipo casquete, sólo vestidos largos, blusas con volantes y faldas
largas y sueltas. El armario estaba atiborrado de un amplio surtido de ropa
confeccionada con sedas brillantes, batistas con vistosos estampados de flores
y chales de malla y de satén rosa. Sin duda alguna, Mariana Espósito se vestía
con lo mejor que se podía comprar en aquella época. Lali tardó poco en darse
cuenta de que la mayoría de la ropa era de color rosa, en tonos que variaban
del rosa brillante al rosa coral pálido.
—Hectáreas. Hectáreas de rosa
—declaró Lali en voz alta mientras examinaba, uno a uno, los vestidos.
En su opinión, el color rosa
era bonito, pero aquello..., aquello era una pesadilla.
En la zona derecha del
armario, colgaban unos vestidos de algodón y de batista que eran de diseño más
sencillo y que debían de ser los de uso diario. Resultaba agradable mirarlos,
pero ¿ponérselos? Lali tuvo la sensación de que todo lo que contenía aquel
armario le resultaría tan incómodo como el vestido que se había quitado por la
noche antes de echarse a dormir. Se volvió hacia el silloncito acolchado que
había junto a la cómoda y contempló el vestido sucio y el montón de ropa
interior blanca que había utilizado el día anterior y arrugó la nariz con
desagrado. Había tardado horas en quitarse todo aquello.
El vestido más sencillo que
encontró fue uno de batista a rayas blancas y rosas y ribeteado con lacitos. Lali
tuvo que realizar varias pruebas hasta conseguir vestirse correctamente. A
continuación, se examinó desde la cabeza hasta los infantiles zapatos y realizó
una mueca.
Cuando, por fin, apareció en
el piso de abajo, Lali se sintió aliviada al comprobar que sólo Emilia y Candela
estaban en el comedor tomando el desayuno. Las dos iban muy formales y
correctas, con sus vestidos de batista de cuello alto, que eran parecidos al de
ella. Resultaba evidente que varias personas habían desayunado ya y la
sirvienta estaba retirando los platos sucios.
—Buenos días, Candela —saludó Lali
titubeante.
—Me alegro de que hayas
dormido tanto. Por lo que veo el descanso extra te ha sentado muy bien.
Lali contempló el reloj de
pared. ¿Dormido tanto? ¡Pero si eran las siete de la mañana!
—Me ha sentado bien dormir
—respondió con lentitud. A continuación contempló a la otra mujer que estaba
sentada a la mesa—. Buenos días, Emilia.
—¿Emilia? —repitió la mujer
con una mezcla de diversión y enfado—. ¿Desde cuándo me llamas por mi nombre?
Sólo tu padre lo hace, Mariana. —Emilia bajó la vista hacia la tostada sobre la
que extendía mantequilla con movimientos refinados y frunció levemente el
ceño—. Desde que regresaste de la academia para señoritas tienes algunas ideas
raras.
—Lo siento —Lali enseguida se
puso nerviosa—, ma-mamá.
—Pobre Lali —intervino Candela
con amabilidad mientras le sonreía y daba unos golpecitos en la silla que tenía
aliado—. Ven, siéntate a mi lado. Sólo estás algo agitada, eso es todo. Siempre
te pones así en primavera.
—Espera a casarte y tener
hijos, Mariana —declaró Emilia—. Estarás demasiado cansada para sentirte
agitada.
Lali rodeó la larga mesa y se
sentó al lado de Candela. Al ver la abultada barriga de Candela, producto de su
embarazo, Lali experimentó un leve estremecimiento.
—¿Co-cómo te encuentras?
—Mucho mejor, Mariana. Eres
muy amable al preguntármelo. Ya no siento náuseas. —Candela sonrió y dio una
palmadita en su barriga—. Sé que ahora Agustín quiere un niño, pero tengo la
sensación de que será otra niña, lo cual será bueno para Alelí. Creo que le
gustará tener una hermana.
«Nos conocimos una vez, hace
tiempo, cuando yo era pequeña y tú ya eras una mujer de edad —quiso explicarle Lali—.
Tú eres mi abuela y el bebé del que estás embarazada es mi madre.»
Lali no podía apartar la
mirada de Candela, hasta que, al final, ésta la observó con el ceño fruncido.
—¿Ocurre algo?
—Yo... No. Sólo quería
saber... cómo vas a llamar al bebé.
—No estoy segura —respondió Candela
con actitud pensativa—. Le pondré algún nombre de la Biblia. Me gustan los
nombres bíblicos. Si es un niño, David, y si es una niña Rachel. O quizá Ruth.
Rachel o Ruth. ¡Sin embargo,
su madre se llamaba Sarah! Lali se mordió el labio y, mientras le traían el
desayuno, escuchó a Emilia y a Candela, quienes hablaron sobre otros nombres
posibles para el bebé. Cuando le trajeron el desayuno, el estómago le dio un
vuelco. Jamón, patatas fritas, huevos fritos y tartas coronadas con sendos
trozos de mantequilla medio derretida. Nunca había visto un plato tan
atiborrado de comida, salvo por el que le habían servido la noche anterior.
¿Era posible que comieran siempre tanto? A Alelí y a ella les había resultado
difícil mantener su diminuta cocina aprovisionada de alimentos básicos como la
mantequilla, el azúcar, los huevos o el café. Siempre habían comido con escasez
y habían guardado las sobras.
—No puedo comer todo esto.
—No es más de lo que come
usted normalmente, señorita Mariana —señaló la sirvienta con naturalidad, y
dejó una jarra de jarabe de maíz al lado del plato de Lali.
—Prefiero un café solo.
—Primero tienes que tener algo
en el estómago —indicó Emilia—. Esta mañana vas al Double Bar para dar un paseo
a caballo con Benjamín, ¿no?
¿Quién era Benjamín? Lali
frunció un poco el ceño. Algo que Alelí le había comentado en una ocasión
acerca de Mariana Espósito cruzó por su mente.
«Los hombres se volvían locos
por ella. El viejo Benjamín Amadeo, cuando era joven, perdió la cabeza por
ella...»
El viejo Benjamín Amadeo era
gordo, muy rico y siempre iba desarreglado. ¿Podía ser el Benjamín del que Emilia
le hablaba en aquellos instantes?
—No recuerdo haber hecho
ningún plan con él —declaró Lali sintiéndose molesta—. No tengo ganas de ir a
ningún lado y no creo que a él le importe ¿no? Esta mañana no me encuentro muy
bien, al menos no tanto como para salir a caballo con nadie.
—Ayer me contaste que se lo
habías prometido —contestó Emilia y, aunque su voz era suave, había en ella un
indudable tono de inflexibilidad—. Una dama no incumple sus promesas, Mariana,
y no es correcto que cambies de opinión en el último momento. Además, ya sabes
que, cuando estés con él, te lo pasarás bien, cariño.
—Tú esperas que surja un
romance entre ellos, mamá —comentó Candela riendo.
—En mi opinión, Benjamín sería
un buen marido. Su madre es una mujer de buena familia y lo educó como a un
caballero...
—Y a papá le gustará la idea
de que una de sus hijas se case con el hombre que, algún día, heredará el rancho
Double Bar.
—Es posible —admitió Emilia—.
Sea como sea, Mariana se lo prometió y tiene que empezar a cumplir sus
promesas.
—¿Le dije que iría en serio o
sólo que consideraría su invitación? —preguntó Lali desesperada y esperando
encontrar una salida, cualquiera, al inminente desastre.
Ella era una amazona terrible,
prácticamente inepta.
—Su invitación te entusiasmó
—declaró Candela con sequedad—. Estuviste hablando de este plan durante toda la
mañana de ayer, hasta que te fuiste a la ciudad.
—Me siento distinta respecto a
muchas cosas desde entonces.
—Basta ya de discutir sobre
este asunto. —Emilia estaba dispuesta a mostrarse firme—. Saldrás en cuanto te
hayas puesto la ropa de montar y le digas a Gastón que te acompañe al Double
Bar. Este hombre debería servir para algo, aparte de estar sentado en el porche
y contar historias todo el tiempo.
—Peter podría acompañarla
—sugirió Candela—. Le he oído decir que esta mañana tenía que ir al Double Bar
a resolver un asunto y no creo que se haya ido todavía.
—¡No! —Lali sintió cómo
empalidecía—. No, no puedo. No pienso ir con él.
—No te pongas difícil, cariño
—declaró Emilia—. Ya sé que no te gusta, pero...
—No sé por qué te desagrada
tanto. —Candela levantó los ojos hacia el techo y sonrió ampliamente—. Si
alguna vez he visto a un hombre al que mereciera la pena perseguir, ése es Peter.
Con su pelo moreno..., y esos ojos verdes..., y esos hombros. Te reto a que le
encuentres algún defecto.
Lali se quedó sin habla. Peter
no tenía ningún defecto, a menos que estrangular a alguien con una cuerda de
guitarra se considerara un pequeño defecto de carácter.
—Mariana no tiene ninguna
necesidad de perseguir a un capataz de rancho —replicó Emilia mientras lanzaba
a Candela una mirada severa—. Mariana celebrará un matrimonio tan bueno como el
tuyo, Cande. Y esto significa casarse con alguien con mejores expectativas que Peter.
—Peter tiene estudios
—contraatacó Candela de inmediato con voz lacónica—. Y trabaja duro de sol a
sol. Y le cae bien a todo el mundo...
—¿Dónde estudió? —la
interrumpió Lali.
—Nunca nos lo ha contado
exactamente, pero sospecho que...
—Ya está bien de hablar de Peter
—intervino Emilia con brusquedad—. No deberías animar a tu hermana en esa
dirección, Cande. Peter es joven, pero es un solitario empedernido. Los hombres
como él siempre andan buscando nuevos horizontes. Los vaqueros son nómadas y
nada puede hacerlos cambiar.
—Pues papá parece opinar que
no se va a mover de aquí por un tiempo —señaló Candela.
—Tu padre y yo no siempre
estamos de acuerdo en esta cuestión. Vamos, Mariana, si no vas a desayunar,
sube a tu dormitorio y cámbiate de ropa.
Lali asintió con la cabeza y
se levantó.
«Tengo que escapar de todo
esto. En cuanto me quede sola, huiré tan lejos como pueda.»
Entre todas las cosas que
desconocía, como quién era ella, cómo había llegado hasta allí, dónde estaba la
verdadera Mariana Espósito y que le había sucedido a Alelí, había una de la que
estaba segura: Peter Lanzani era un asesino y no quería estar cerca de él.
Lali subió de nuevo al
dormitorio rosa y, tras buscar a desgana la ropa adecuada, al final encontró
una falda de montar marrón con la cola recogida, una blusa de color beige, unas
botas usadas y un sombrero. Al lado de las botas había tres pares de espuelas
con rodillo en forma de estrella. Las tres eran diferentes. Lali cogió una por
el arco del talón y la examinó de cerca. Era como una pieza de joyería
finamente elaborada, con flores y recargados diseños grabados en plata. Las
puntas del rodillo estaban oscurecidas por la sangre seca y los trozos de pelo
de un caballo. Una mueca de disgusto cruzó el rostro de Lali, quien volvió a
dejar la espuela con las demás.
—Mariana —se oyó la voz
amortiguada de Emilia al otro lado de la puerta.
—¿Qué, m-mamá?
¡Santo cielo, qué difícil
resultaba llamar así a alguien!
—Le he dicho a Peter que irás
con él. Está ensillando a Jessie. Corre, cariño, no le hagas esperar.
—Después de lo de ayer,
hacerle esperar es lo último que deseo.
—¡Buena chica!
Continuará...
+10 !!!
Mass porfavor amo todas tus noves enserio!
ResponderEliminarMassssss :)
ResponderEliminaray dios más! Quiero entender!
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ResponderEliminarSube cap ya no aguanto ��❤️
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ResponderEliminarestoy pensando que quiza benjamin tambien tuvo algo que ver :( pero ni idea
ResponderEliminarmas!!!!1
Maass
ResponderEliminar++++++++++++++
ResponderEliminarYa están los 10 subí cap
ResponderEliminarSubí cap
ResponderEliminarMás!! Estoy ansiosa de saber que pasa entre Peter y Mariana :o
ResponderEliminarsubí más daniiiii
ResponderEliminarLe tiene bastante miedo .
ResponderEliminar·Espero k cambie d opinion en esta salida a caballo.