El sol de la mañana relucía sobre
las aguas de la bahía y el Golden Gate quedaba enmarcado por las verdes colinas
boscosas. En el aire flotaban el olor a agua salada y el hedor del pescado
mientras Lali contemplaba la escena sentada en un banco del parque, aferrada
con fuerza al asiento. Las gaviotas bajaban en picado a su alrededor. Sus
agudos graznidos amenazaban con hacer trizas sus ya destrozados nervios.
Lo que necesitaba era una patada
en el trasero que la espabilara y la motivara a seguir investigando sobre lo
que le había sucedido. Sin embargo, allí estaba esperando a Peter Lanzani.
Después de tres días mordiéndose
las uñas y languideciendo a la espera de que Cande le comunicara las noticias
sobre los análisis, había claudicado y lo había llamado. Desconocía cuál era el
origen de esa compulsión que la instaba a hablar con él, y no entendía por qué
le afectaba tanto la reacción de ese hombre. Lo único que tenía claro era que
se sentía consumida por la culpa desde el día que lo conoció y que, si no hacía
algo para arreglarlo, dicho sentimiento acabaría destruyéndola y le impediría
buscar las respuestas que necesitaba con tanta desesperación.
Sabía lo que se sentía al perder a
un ser querido. Y por eso intentaba ponerse en el lugar de Peter, intentaba
imaginar qué haría si Benjamín se levantara de repente de la tumba.
La ira se apoderó de ella, y se
aferró con más fuerza al banco. Lo primero que haría sería encadenarlo a una
silla hasta obtener las respuestas que estaba buscando. Después, lo sometería
al impacto de un chorro de arena a presión por ser el culpable de la pesadilla
que estaba viviendo.
Respiró hondo al tiempo que
soltaba el banco para pasarse las manos por el pelo. Benjamín no se levantaría
de la tumba. Y ella era una mujer sin pasado.
Vio que Peter se acercaba por el
camino del puerto antes de que él la localizara a ella. El extraño déjà-vu
que experimentó frente a su casa se repitió mientras lo observaba. Caminaba con
las manos metidas en los bolsillos delanteros del pantalón y, aunque llevaba
gafas de sol, era evidente que fruncía el ceño. También se percató de que sus
ademanes eran tensos, lo que ponía de manifiesto que la situación le resultaba
muy incómoda.
Se detuvo a unos cuantos pasos del
banco, con los dientes apretados. Lali se levantó para saludarlo y sintió que
se le caía el alma a los pies, una reacción para la que no estaba preparada.
—Gracias por venir —logró decir.
—No estoy seguro de por qué lo he
hecho —replicó él con un tono gélido que no le gustó nada.
¿Era la voz que usaba en su
trabajo para intimidar e influir en los demás? De ser así, resultaba muy
efectiva.
—Te lo agradezco de todas formas.
—Cambió el peso del cuerpo al otro pie, insegura acerca de lo que iba a decirle
una vez que lo tenía delante. Un incómodo silencio, tan vasto como el océano,
se instaló entre ellos.
—Dudo mucho que sepas algo
todavía, así que ¿cuál es el motivo de este encuentro? —quiso saber.
Por algún motivo que Lali no
alcanzaba a entender, ansiaba ponerle fin a la distancia que los separaba.
Ansiaba consolarlo. Una reacción de lo más inesperada.
—No, no tengo noticias. Cande dice
que los resultados tardarán todavía una semana. Y, por cierto, también debo
agradecerte que accedieras a realizar las pruebas.
Peter no replicó, se limitó a
apoyar el peso del cuerpo en los talones mientras la observaba fijamente. Lali
captó su perfume en el aire y la invadió una sensación extraña, como si
reconociera ese olor especiado.
Pero no era un olor que le
resultara familiar. La sensación se debía más bien a la atracción física. Era
un hombre atractivo y poderoso, y a fin de cuentas ella era una mujer. Mucho
antes de que sucediera todo lo que había sucedido, ya le parecía guapo. Sin
embargo, la prensa rosa y las revistas del corazón no le hacían justicia. Esa
nariz recta, ese mentón cuadrado y recién afeitado, esos rasgos esculpidos y
tan masculinos... sumados a esa boca...
La mirada de Lali descendió hasta
sus labios. Carnosos. Suaves. Tentadores. Se preguntó qué se sentiría si
acariciara ese labio inferior con el pulgar, si trazara la cicatriz casi
invisible que tenía en la parte derecha de la barbilla. Ese hombre tenía una
boca sensual que en algún momento del pasado ella probablemente habría besado,
saboreado y reclamado como suya.
¡Uf!
¿De dónde narices había salido ese
pensamiento? Se obligó a apartar la vista de esa boca tan tentadora y a alzarla
de nuevo a sus ojos. O a sus gafas de sol para ser más exactos.
Y puesto que no podía verle los
ojos, le estaba costando bastante interpretar sus reacciones. Una circunstancia
que aumentaba su nerviosismo.
—Vale, a ver... —dijo al tiempo
que enderezaba la espalda y desterraba los pensamientos lujuriosos de su
mente—. Solo quería disculparme por todo esto. Sé que no estás muy contento
conmigo. Y quiero que sepas que lo siento mucho. Solo quiero saber la verdad.
No tienes ni idea de lo difícil que me resulta todo esto.
—¿Te resulta difícil? —Enarcó una
de sus cejas—. ¿Que no tengo ni idea de lo difícil que te resulta todo esto?
Intenta ponerte en mi lugar diez segundos.
Lali suspiró.
—Lo he hecho. Sé que no es fácil
para ti, que no es fácil para ninguno de ustedes. Pero yo no me levanté una
mañana diciendo alegremente: «Oye, voy a buscar a Peter Lanzani para joderle la
vida.» No soy así.
—¿Ah, en serio? Porque eso es
justo lo que has hecho. —Empezó a alejarse, pero se detuvo y regresó—. ¿Sabes
la cantidad de pirados que hay por ahí intentando joderme la vida? Mi vida
personal es asunto mío y de nadie más. ¡Joder! Si la prensa se huele lo tuyo, caerán
sobre nosotros como una jauría salvaje. ¿Alguna vez te has parado a sopesar las
consecuencias, aunque sea un minuto? Mi hija va a acabar involucrada en todo
esto. La prensa intentará devorarla, y llevo cinco años intentando protegerla
de todos ellos. Si hubieras aparecido en nuestra puerta preocupada por
nosotros, sería una cosa. Pero que lo hayas hecho por curiosidad... ¡Es
increíble!
Estaba más enfadado de lo que
pensaba. Lali intentó mantener la voz serena y tranquila.
—No es así.
—Claro que es así. No somos nada
para ti. Lo veo en tu cara. Lo vi el día que te presentaste delante de mi casa.
Nos miraste como si no fuéramos nada. Y nosotros te miramos como si lo fueras
todo. Pero a ti te importa un comino. —Se pasó una mano por el pelo con los músculos
tensos.
Lali se dejó caer de nuevo en el
banco, tras perder de repente las ganas de pelear.
—Sí que me importan. De no ser
así, no habría venido. No me mueve solo la curiosidad. Es muchísimo más que
eso. Si resulta que soy Mariana Lanzani, significa que Luz es mi hija. No puedo
darle la espalda a algo así. Jamás habría dejado a mi hija a propósito. Y
tampoco me gustaría que creciera pensando que eso fue lo que pasó. Si no hago
algo para arreglar las cosas no podré vivir conmigo misma.
Tragó saliva, nerviosa por las
implicaciones de lo que acababa de decir. Si al final era Mariana Lanzani, y Luz
era realmente su hija, cabría la posibilidad de que Tomás fuera hijo de Peter.
No de Benjamín, como le habían hecho creer. Tomás era idéntico a Peter, hasta
ella lo veía. Entonces ¿por qué se engañaba pensando que no era Mariana Lanzani?
Se obligó a superar el miedo.
Tenía que saber la verdad a toda costa. Fuera la que fuese, tenía que saberla.
Alzó la vista, deseando con
desesperación que Peter se quitara las dichosas gafas.
—No quiero joderle la vida a Luz.
De verdad que no, créeme. Tampoco quiero ponerla en peligro. Pero... pero si es
mi hija, tengo que saberlo.
En un primer momento, Lali pensó
que Peter se daría media vuelta y se marcharía. En cambio, se sentó a su lado
en el banco, se quitó las gafas de sol y apoyó la cabeza en las manos. Un
hombre derrotado. Un hombre que sufría, como ella.
—¿Crees que no lo he pensado? ¡Por
Dios, llevo tres días sin pensar en otra cosa! Luz es mi mundo. Y todo esto la
tiene muy enfadada. No lo comprende. Es una niña de nueve años muy madura para
su edad, pero no entiende lo que está pasando. Yo tampoco, por cierto.
—Pues ya somos tres.
Peter clavó la vista en el agua.
—Me he devanado los sesos en busca
de una explicación para todo esto. ¿Qué te pasó desde que te dejé en el
aeropuerto hasta que el avión despegó sin ti? Me dijeron que ibas en el avión.
Identifiqué tu bolso y tu portátil, que encontraron entre los restos del
accidente. Fuera lo que fuese, debió pasarte en un intervalo de una hora como
mucho. Te juro por mi vida que no lo entiendo.
—Si supiera la repuesta, esto no
sería tan difícil.
Peter meneó la cabeza y clavó la
vista en el suelo.
—No, nada lo haría más fácil.
Tras sus palabras se produjo un
silencio durante el cual la frase quedó flotando en el aire. Cuando por fin la
miró, Lali reconoció la sinceridad y la franqueza en esos brillantes ojos verdes.
Y, de repente, sintió una descarga para la que no estaba preparada.
—Si hubiera sabido que no ibas en
ese avión, te juro por Dios que te habría buscado.
La determinación que irradiaba su
voz la conmovió hasta lo más hondo. Esos ojos feroces y decididos parecían
atravesarla y llegarle al alma. Por más que lo intentara, era incapaz de dejar
de mirarlos. La atraían y parecían estar despertando algo en su interior.
—Te creo —susurró.
Peter cerró los ojos y después
volvió a mirar hacia el agua, rompiendo el hechizo que comenzaba a embrujarla.
—En fin, ¿qué hacemos ahora?
—Yo... no lo sé. Esperar, supongo.
—Ya sabemos la respuesta. Yo la
sé. Y tú también la sabes, porque de lo contrario no estarías aquí sentada
conmigo.
Lali sintió un nudo en la
garganta, provocado por la certeza de sus palabras. Meneó la cabeza.
—Necesito saberlo con seguridad. Luz
no querrá ni verme hasta que podamos confirmar una cosa o la otra.
—Es posible que no quiera verte
con independencia del resultado de los análisis. Lo ha pasado muy mal.
Lali sintió un repentino dolor en
el pecho. Su intención no era hacerlos sufrir. Solo quería mejorar las cosas.
Para todos.
—No quiero hacerle daño, ni a ti
tampoco.
—Hagas lo que hagas, vamos a
sufrir. —Peter se puso en pie y volvió a colocarse las gafas.
El brillo del oro cuando movió la
mano llamó la atención de Lali, que reparó en ese instante en la alianza que
llevaba en el dedo.
—Pero ya lo decidiremos cuando
tengamos los resultados definitivos. —Su voz ya no era amable, sino fría y
desabrida—. Hasta entonces, no intentes verla. Necesita tiempo para hacerse a
la idea. Si insistes en aparecer, solo conseguirás confundirla aún más.
Lali asintió con la cabeza,
incapaz de entender sus súbitos cambios de humor. Jamás había visto nada
semejante. Su voz pasaba de conmoverla hasta lo más hondo a apuñalarla con su
frialdad en un abrir y cerrar de ojos, provocándole un escalofrío en la
espalda.
—De acuerdo. Lo entiendo. ¿Tú
estás bien?
—¿Yo? Sí, estoy acostumbrado a
vivir en el infierno. Lo superaré.
Lali lo observó alejarse. Sin embargo, no se sentía mejor que antes. En todo caso, se sentía peor. Hablar con él solo había demostrado que ese hombre había querido a su mujer muchísimo más de lo que ella había supuesto.
Continuará... +15 :'/
Ayyy me encantaaaa! Muy buena nove!!! Subi otroooo
ResponderEliminarPorq no le dice q tiene un hijo osea el momento ese q están pasando es un terrible bajón pero necesita saberlo Peter también
ResponderEliminarMe niego ir a cocinar sin leer otro capi más 😄
ResponderEliminarMás nove
ResponderEliminar+++++++++++++
ResponderEliminarsubi otrooooo massssssssssss
ResponderEliminarMuy buena novela!! necesito otro capítulo antes de seguir estudiando!! porfiiii
ResponderEliminarmuy buen cap!!.. uy lo que va a ser cuando se entere de su hijo, que esta vivo!! pobre pitt!! sube mas!
ResponderEliminarMASSSSSS
ResponderEliminarotro más porfii! me encanta la novela!!
ResponderEliminar:OOO cuando se entere que tomás es su hijo :O
ResponderEliminarMe encanta!!!
ResponderEliminar+++++++++++++++++
ResponderEliminarayy noo me mueroo
ResponderEliminarmaass
hay q triste toda la situación imaginate cuando aparezca con el nene!
maass
mas noveeeeeeeee quiero saber ue sigue
ResponderEliminarnecesito seguir leyendo
ResponderEliminarmassssssssssssssssssssssssssss
Peter lleva una coraza puesta.
ResponderEliminarEl anillo llamó su atención,será posible k el suyo sea idéntico.
Lali ,aún no les habló d Tomás.
Cap a cap, me tienes en un suspenso continuo.
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