Lali movió
los dedos y estiró los pies. No recordaba la última vez que se había sentido
tan relajada, tan saciada y tan tranquila. Sentía todos los músculos del cuerpo
extenuados y fortalecidos al mismo tiempo.
Miró a Peter y esbozó una sonrisa. Tenía la
cabeza apoyada en su pecho, con el brazo por encima de su cintura, y sus
piernas estaban entrelazadas. Ni dormido quería soltarla. Le enterró los dedos
en el pelo y sintió los sedosos mechones contra la piel. Jamás se había sentido
tan deseada, ni querida, como en las últimas horas.
Habían hecho el amor dos veces más antes de que
Peter la pegara por fin a su cuerpo para dejarse vencer por el sueño. La lluvia
golpeaba los cristales y las olas rompían con fuerza contra la orilla, pero, en
el refugio de su casita, se sentía cálida y protegida. Y, de momento, feliz.
Los niños seguían con sus padres, el teléfono
estaba desconectado y la pesadilla que era su vida había quedado relegada al
fondo de su mente. Ya pensaría sobre eso más tarde. En ese preciso instante,
solo quería disfrutar del momento, por si no duraba.
—Para —dijo Peter sin moverse.
Dejó de acariciarle el pelo.
—¿No te gusta lo que hago?
—No, eso me encanta, sigue haciéndolo. Pero
deja de pensar.
Su sonrisa se ensanchó.
—¿Cómo sabes lo que estoy pensando?
—Nena, casi puedo oír los engranajes de tu dura
cabeza.
—De eso nada —repuso con voz cantarina—. Y no
es tan dura.
Una carcajada brotó de la garganta de Peter,
una que resonó en su pecho cuando él le acarició un pecho con la nariz.
—Si dices que ha sido un error, voy a tener que
hacerte el amor hasta que dejes de pensar.
—No voy a decirlo.
—No, pero lo estabas pensando.
—Claro que lo estaba pensando. Soy una mujer
muy lista.
Con una sonrisa, él le subió una mano por el
muslo y tocó un punto de presión en su cadera. Ella se echó a reír e intentó
zafarse de sus dedos.
—Bueno, estabas avisada. —Trazó un sendero de
besos por su pecho hasta llegar al cuello. Sus cálidas manos le acariciaron los
pechos. El deseo volvió a correrle por las venas.
—Eres insaciable, lo sabes, ¿verdad? —le
susurró mientras los labios de Peter le recorrían la oreja.
—Pero en el buen sentido.
No pudo contener la carcajada. No sabía que
pudiera sentirse tan relajada con él. No había esperado la ternura que le
inundaba el pecho cada vez que él la besaba.
La colocó de costado, le pasó la mano por un
hombro y bajó por su brazo hasta que sus dedos se entrelazaron. Peter se llevó
su mano a los labios y le besó los dedos uno a uno. La emoción provocada por
ese gesto tan dulce, tan tierno, se convirtió en un escalofrío.
Dejó que sus dedos acariciaran la cicatriz que Peter
tenía en el mentón.
—¿Cómo te hiciste esto?
—Agustín.
—¿Cómo?
—Nos peleamos.
—¿Por qué?
—Por ti.
Recorrió la cicatriz, palpando la piel
arrugada.
—¿Por qué?
—No sé muy bien cómo decirlo, pero en la universidad
era un poco... —Dejó la frase en el aire como si estuviera avergonzado—. En
fin, salía con muchas chicas.
Lali fue incapaz de contener la sonrisa. Era un
mujeriego.
—Como Agustín.
Peter se echó a reír.
—Sí. Seguramente por eso nos hicimos tan buenos
amigos. La cosa es que tú y yo acabábamos de empezar a salir y fuiste a uno de
mis partidos. Agustín y yo jugábamos al...
—Béisbol —terminó por él—. Y Agustín nos vio
juntos y se enojó tanto que lo expulsaron del partido.
—¿Cómo lo sabes?
—Agustín me contó la historia. Pero no me habló
de la cicatriz. Me dijo que te pegó un puñetazo cuando saliste del club.
Peter esbozó una sonrisa torcida.
—Lo hizo. Mierda, estaba tan enojado. Y tú...
tú estabas todavía más enojada.
—¿En serio?
—Sí. Dijiste que nos estábamos comportando como
niños. De hecho, no fue muy distinto a lo que dijiste después de la conferencia
de prensa de ayer.
Volvió a acariciarle la cicatriz.
—¿Cuántos puntos te pusieron?
—Cuatro. Sabía que Agustín tenía razón. Tenía
todos los motivos del mundo para estar molesto conmigo. Quise romper contigo
esa noche. Pero te vi en el porche de tu hermandad y vi lo preocupada que
estabas por mí y...
—¿Y qué?
—Y me enamoré de ti. Caí con todo el equipo.
El corazón le dio un vuelco al escucharlo. Se
imaginaba la escena. Ojalá pudiera recordarla.
—¿En serio?
—Sí. Además, tampoco vino mal que me llevaras
de vuelta a tu apartamento, me mimaras y me besaras las heridas.
Se echó a reír y miró sus manos entrelazadas.
Rozó con la punta de los dedos la alianza de platino con filigrana de oro que
llevaba Peter.
—¿Por qué la llevas?
—Porque estoy casado.
—La llevabas cuando nos conocimos. Entonces no
sabías que seguías casado.
—Siempre la llevo. —Peter deslizó los dedos por
los suyos.
—¿La has llevado todo este tiempo?
—Sí. ¿Te sorprende?
Movió la cabeza mientras intentaba reprimir
unas emociones que no podía definir.
—¿Por qué? Han pasado cinco años.
—Porque me casé, una vez, para lo bueno y para
lo malo. Para siempre. Encontré a la mujer con quien quería pasar la vida. No
tengo intención de casarme con nadie más.
—¿Preferirías quedarte solo? ¿Y si hubieras
conocido a alguien?
—He conocido a un montón de mujeres. Nadie se
te acercaba siquiera.
—Peter. —Las emociones la embargaron. Se le
llenaron los ojos de lágrimas. Bajo esa tierna mirada, su corazón amenazaba con
salírsele del pecho.
Peter le dio un apretón en los dedos y le miró
la mano izquierda.
—Me he dado cuenta de que te has quitado la
tuya.
Ella siguió su mirada.
—No era mi marido. En cuanto supe la verdad, no
soportaba llevarla.
Él se llevó la mano a los labios y besó sus
dedos desnudos.
—Ojalá supiera qué le pasó a tu alianza. Tengo
que buscarte otra.
Vio la determinación de sus ojos y el estómago
le dio un vuelco en respuesta. En su cabeza sonó una alarma. No estaba
preparada para eso. Ni siquiera estaba segura de que alguna vez lo estuviera.
Intentó sentarse.
—Peter...
Él se inclinó sobre ella y le dejó un reguero
de besos en los labios con la sonrisa más traviesa del mundo.
—No lo hagas.
—¿El qué?
—Pensar. No quiero que te preocupes del día de
mañana ni del siguiente. No quiero que disecciones todo lo que digo. Solo
quiero que sientas.
Peter descendió por su cuello, mordisqueándole
la piel. Ella se dejó caer contra la almohada y cerró los ojos. Sus manos le
acariciaron el cuerpo, recorrieron todas sus curvas, y ella se quedó sin
aliento. El deseo volvió a apoderarse de ella cuando sus habilidosos dedos se
centraron en su entrepierna. La pasión creció en su interior con cada tierna
caricia.
No podía negar la atracción que sentía por él
en lo más profundo de su alma. Trascendía lo físico, trascendía la atracción
ciega. Era algo mucho más profundo, era muchísimo más real de lo que había
esperado o de lo que había vivido jamás.
Y la aterraba más de lo que quería admitir. La
idea de que pudiera ser amor, cuando había transcurrido tan poco tiempo desde
que lo conoció, le humedecía las manos y le desbocaba el corazón. Era imposible
que fuera eso lo que estaba sintiendo.
Peter se colocó entre sus piernas y la besó
mientras la penetraba. Y el corazón le dio otro vuelco mientras lo abrazaba con
fuerza, mientras abría sus labios, su cuerpo, su alma y su mente a ese hombre.
—¿Estás pensando? —le susurró él al oído.
—No, desde luego que no.
Sus lentas y rítmicas embestidas le arrancaron
un suspiro. Alzó las caderas para salir a su encuentro, le acarició la espalda
con las manos, deleitándose con la textura de su piel, deseando memorizar cada
músculo, cada recoveco de su cuerpo.
Lo sintió sonreír contra su oreja.
—Bien. Quiero que tengas la mente en blanco
cuando te diga que te quiero.
Se tensó de los pies a la cabeza.
—Peter...
—Te quiero —repitió él en voz baja al tiempo
que salía de su cuerpo despacio para volver a penetrarla hasta que le arrancó
un jadeo—. No puedo fingir que no es verdad. Lo que quiero de ti está en lo más
profundo. Está ahí te llames Mariana o Lali. Está ahí me recuerdes o no.
—Es una locura —susurró.
Peter esbozó una sonrisa torcida antes de
besarla de nuevo. Antes de salir y penetrarla de nuevo.
—No. Una locura sería negar la realidad. No
espero que me correspondas, al menos no de momento. Solo quería que supieras
que está ahí. Que siempre está ahí.
Le acarició los mechones que le rozaban la nuca
y lo acercó a ella. Lo besó con frenesí mientras hacían el amor. Tenía las
palabras en la punta de la lengua, pero el miedo hizo que se las tragara. El
miedo por lo que sucedería a plena luz del día. El miedo por lo que él sentiría
cuando la conociera mejor. Si se permitía enamorarse de él por completo y él se
despertaba un día y se daba cuenta de que ella era distinta a la mujer que
recordaba, no estaba segura de que su corazón sobreviviera al golpe.
Y no podía entregarse por entero a él hasta
estar convencida de que era lo que él quería de verdad.
Esa noche, sin embargo, podía fingir que el
mañana no existía. Tal vez no pudiera darle las palabras, pero sí podía
demostrarle lo que sentía.
Le tomó la cara entre las manos, lo besó con
pasión y lo instó a colocarse de espaldas.
—Déjame amarte, Peter.
Continuará... +15 :D
Me encantoooo! Masssss
ResponderEliminaraaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarque lindos estoy tan emocionada
quiero MAS nove
Solo quería que supieras que está ahí. Que siempre está ahí. mori con esa parte es muy LALITER :,(
ResponderEliminarHermosos, buenisima novela !! Besos
ResponderEliminarMe encanto el capítulo +++++
ResponderEliminarmaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss
ResponderEliminar+++++++++++++
ResponderEliminarmás más más más más
ResponderEliminar—Déjame amarte, Peter.
ResponderEliminarLA PUTA MADRE MORIIIIIIIIII NECSITOOO OTRO MAS MAS MAS
MAS MAS MAS MAS
ResponderEliminarOJALA QUE LALI PUEDA RECORDAR PORFAAAVOR DIOOOS ASJHSKJHFKJFHKJFJSFN NECESITANDO DE OTRO CAPITULO MAS PORFUUUSSS
ResponderEliminarmaas
ResponderEliminar—. No puedo fingir que no es verdad. Lo que quiero de ti está en lo más profundo. Está ahí te llames Mariana o Lali. Está ahí me recuerdes o no.
ResponderEliminarMIL MANERAS DE MORIR Y ESTA
LO AMOOOO
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ResponderEliminar15
ResponderEliminarNO VOY A PARAR DE DECIR QUE ME ENCANTA ESTA NOVELAAA LA MEJOR
ResponderEliminarsube otro siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
ResponderEliminarQue tiernos son
ResponderEliminarK Lali se de la oportunidad d amarlo x completo ,ahora mismo tiene una lucha interna consigo misma.
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