Peter Lanzani se enrolló una
toalla en torno a la cintura mientras atravesaba la suite en la que se alojaba.
Tras coger el mando a distancia que estaba en la cama, encendió el televisor y
se pasó otra toalla por la cabeza mojada al tiempo que cambiaba de canal en
busca de las noticias de la CNN.
Aunque el agua seguía corriendo en
la ducha, no bastaba para ahogar la voz que cantaba Come what may de la
película Moulin Rouge. Nina siempre cantaba cuando estaba satisfecha.
Él, al contrario, no estaba de humor para canciones. Lo que de verdad le
apetecía era una taza de café. Pensó en llamar al servicio de habitaciones,
pero el caos que vio en la televisión lo distrajo antes de poder coger el
teléfono.
En la pantalla se veían luces y
personas corriendo de un lado para otro bajo el aullido de las sirenas. Un
periodista narraba las noticias del día anterior mientras Peter se sentaba en
la cama y veía el reportaje sobre el accidente aéreo que se había producido el
día anterior en San Francisco.
El corazón le latía con fuerza. Le
sudaban las palmas de las manos allí donde sujetaban con fuerza la toalla. Era
como ver de nuevo el accidente aéreo de Mariana. El recuerdo le provocó un nudo
en el estómago y una punzada tan dolorosa que le llegó a lo más hondo.
El tono de su móvil lo devolvió a
la realidad con un sobresalto. Se puso en pie al tiempo que se pasaba una mano
temblorosa por la cara y sacó el móvil del bolsillo de los pantalones que había
dejado sobre el respaldo de una silla horas antes.
—Lanzani.
—La madre que te parió —dijo la
voz ronca de Agustín Espósito, su cuñado, con evidente preocupación—. El susto
me ha robado diez años de vida. Llevo horas llamándote. ¿Has visto las
noticias?
Peter era incapaz de apartar los
ojos de la pantalla.
—Sí, acabo de enterarme.
—¿Dónde estás?
Echó un vistazo por la suite.
—En Nueva York.
—¡Gracias a Dios! Creía que tenías
un vuelo programado ayer a San Francisco.
—Supuestamente sí. Hannah cambió
una reunión en Los Ángeles. Estuve allí ayer justo antes de venir aquí. —En ese
momento, captó la compañía aérea y el número de vuelo cuando el periodista lo
repitió, y tuvo que tragar saliva para deshacer el nudo que tenía en la
garganta—. Dios, era mi vuelo.
—Mierda —masculló Agustín—. ¿Estás
bien?
—¿Qué? —A Peter le costaba
pensar—. Sí, estoy bien.
—¿Cuándo vuelves?
—Esta noche, creo. —Peter se frotó
la frente—. Esto va a afectar mucho a Luz. Pásate a verla, ¿quieres? Tu familia
está en casa con ella.
—Sí, claro. Es posible que no
consigas vuelo a San Francisco.
—Lo sé. Intentaré coger uno a
Oakland, a San José o a Sacramento y haré el resto del trayecto en coche.
Quiero volver a casa.
—Vale. Llámame antes de salir.
—Lo haré. Nos vemos.
Ya no se escuchaba el chorro de la
ducha y la voz de Nina, con su sensual acento francés, se oía con más claridad.
Peter cerró los ojos y pegó la
frente al móvil. No quería estar con ella en ese momento. Se sentía abrumado
por un millar de pensamientos y de recuerdos, y no le apetecía compartir
ninguno de ellos con Nina.
Era una mujer atractiva de cuya
compañía disfrutaba cuando le apetecía, pero no le interesaban sus esperanzas
ni sus sueños. Ni mucho menos quería compartir los suyos con ella. Ni llorar
por su pasado. Había dos cosas sobre las que no hablaba con nadie: su mujer y
su hija.
Miró de nuevo hacia el televisor,
y lo apagó al ver que Nina aparecía en el dormitorio. Llevaba una toalla
demasiado pequeña alrededor de su voluptuoso cuerpo. El agua que le caía de la
melena negra le mojaba la espalda. Tenía una sonrisa pícara en los labios.
—Mon cher. —Atravesó la
estancia. Las uñas de sus pies, pintadas de rojo, se le antojaron manchas de
sangre sobre la mullida alfombra blanca—. Je me suis ennuyée de toi.
Peter sabía el francés suficiente
como para comprender que quería llevárselo de nuevo a la cama. Sin embargo, se
apartó de su sofocante abrazo.
—Tengo que irme.
Nina pestañeó de forma exagerada
varias veces e hizo un mohín sensual que resaltó su carnoso labio inferior. Un
gesto que había perfeccionado a lo largo de los años.
—Tonterías. Has dicho que no te
esperaban hasta después del almuerzo. N’était pas par le passé assez. Te
deseo otra vez.
Nina hablaba bien, pero siempre
exageraba el acento francés cuando trataba de seducirlo. Peter se encaminó al
cuarto de baño.
—Sí, bueno, por más tentadora que
sea tu oferta, debo volver a la oficina.
Nina lo siguió y, cuando dobló la
esquina, entornó los ojos al verlo con los pantalones puestos.
—Bien —replicó, derrotada—.
Tendré que esperar a que vuelvas esta noche. —Una de sus uñas rojas se deslizó
por su torso, descendiendo hasta detenerse en el botón de los pantalones. Sus
ojos lo miraban con expresión seductora.
Peter conocía muy bien esa mirada.
Y sabía que Nina acabaría subiéndose por las paredes en cuestión de minutos.
—No me quedaré esta noche. Tengo
que coger un vuelo a casa.
Ella cruzó los brazos por delante
del pecho... unos pechos demasiado perfectos, si bien ella jamás había
confirmado que se los había operado.
—Merde. ¡Dijiste que
estarías varios días en la ciudad!
—Esos eran los planes, pero ha
surgido algo. Un asunto familiar. Tengo que volver.
Nina levantó los brazos y volvió
al dormitorio.
—Fils de chienne!
Peter sabía perfectamente cuándo
lo estaba insultando. La siguió mientras se abrochaba la camisa.
—Mira, te compensaré la próxima
vez que vayas a California.
—No he planeado ningún viaje a
California en el futuro más inmediato. ¡Me tienes aquí mismo, joder!
—Lo sé, y lo siento. Es un mal
momento. —Peter le cogió una mano, consciente de que se estaba comportando como
un capullo e intentando suavizar un poco el golpe—. Dame un respiro, ¿vale?
—Hybride, no te lo mereces.
—Sin embargo, lo dijo con una sonrisa—. Pero lo haré esta vez. Y espero que me
compenses con creces, mon cher.
La besó en una mejilla. A Nina le
gustaban los hombres. Él no era especial. Y también sabía que encontraría a
alguien con quien pasar la noche cuando él se marchara. La idea no lo molestó
en absoluto.
—Gracias. —Se sentó en el borde del
colchón para ponerse los zapatos, deseando acabar el trabajo y volver a casa
tan pronto como pudiera—. Eres un sol, Nina.
Continuará... + 15 :)
Hermoooosooooo me está atrapado está novela i like it esperando el próximo capitulo con ansias nina ya me cae mal desde ya...queremos conocer a luz!!! Otro otro otro
ResponderEliminarhay me encantaa la novelaaa
ResponderEliminarme muero x leer el reencuentro y lali y peter
maass
Nina del mal ya la odio y eso que ni ha salido en otros cap quiero ver que onda con agustín porque el igual debe creer que lali está muerta QUIERO VER LA REACCIÓN DE TODOOOOSS
ResponderEliminarUn enfermo Benjamin! para mi que estaba obsesionado con Lali y por eso la secuestro!
ResponderEliminar++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
ResponderEliminarEsperando el reencuentro laliter más más más
ResponderEliminarMassssss :)
ResponderEliminarMe encanta mas
ResponderEliminarquiero otro capitulo esta muy interesante
ResponderEliminarotroo otroooooo porfaaaaaas esperando el otro
ResponderEliminar+++++++++++++++++++++++++++++
ResponderEliminarMEEEE CAGOOO EN NINA ODIO POR ELLA YAAA......REENCUENTROOO LALITER Y DE LALI CON SU HIJAAA
ResponderEliminarmasssssssssssssssssssssssss
ResponderEliminarMaaaaaas Maaaas Maaaas porfaaaa
ResponderEliminarMAAAAS MAAAAS PORFAAAAA
ResponderEliminarUna lagartona d uso y ya.
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