Peter estaba junto a los ventanales de su despacho del piso cuarenta y
ocho, con los brazos en jarras y la vista clavada en la ciudad. El sol poniente
se reflejaba en la bahía. Alcatraz relucía a lo lejos, con sus edificios
convertidos en cascarones vacíos y fríos, olvidado ya lo que fueron. No muy
distinto de como se sentía él, la verdad.
Joder. Se pasó una mano por la
frente. Era la alegría de la huerta de un tiempo a esa parte, ¿verdad? Si no
encontraba el modo de salir del agujero en el que llevaba metido una semana, Agustín
acabaría sacándolo a patadas. Y no necesitaba darle otro motivo para patearlo. Agus
llevaba queriendo hacerlo desde que descubrió, en su época de universitarios, que
Peter estaba saliendo con su hermana pequeña.
Alguien llamó a la puerta y se
volvió, distanciándose de los recuerdos antes de que estos pudieran aferrarse a
él y arrastrarlo al pozo. Melodi Paz asomó la cabeza.
—¿Tienes un momento?
—Para ti, siempre.
Melodi atravesó el despacho como
la elegancia felina que le conferían sus larguísimas piernas, la ajustada
chaqueta roja y la falda a la altura de las rodillas que resaltaban su
constitución de corredora. Señaló el escritorio con la cabeza.
—¿Es la nueva publicidad del
Reliquin?
Peter movió el panfleto del
medicamento para que los dos pudieran verlo.
—El departamento de publicidad
acaba de mandármelo. No termino de verlo.
Melodi cruzó los brazos por
delante del pecho y estudió el panfleto.
—No transmite mucha felicidad, la
verdad. Se supone que el nuevo medicamento contra el cáncer de mama mejora la
vida de las mujeres. Necesitas a una mujer atractiva, con niños correteando
alrededor y juguetes esparcidos por el suelo. Algo que indique que hay vida más
allá de un cáncer.
—Ni se te ocurra. —Sabía adónde
iba. Melodi ya tenía la mano metida en todos los departamentos de la empresa.
No necesitaba echarle mano a nada más—. Ya tienes bastante que hacer. Muy
pronto ya no podré permitirme pagarte el sueldo.
—Ya casi no puedes permitírtelo.
—Se dejó caer en la silla que había delante de su escritorio y sacó un informe
de su bolso.
A sabiendas de que Melodi estaba a
punto de repasar los pormenores del día, Peter cogió sus gafas y se sentó en el
sillón de cuero. Su reunión diaria con Melodi era lo único que ansiaba cada
día. Disfrutaban de una relación laboral muy cordial, de una admiración mutua.
Ella nunca se cortaba a la hora de decirle lo que pensaba y él la respetaba por
ese motivo. Lo necesitaba. Ascenderla a vicepresidente de relaciones públicas
de LanCorp Pharmaceuticals era la mejor decisión que había tomado.
—La FDA está poniendo pegas a los
resultados de nuestros ensayos clínicos en tres fases para el Omnitrol —dijo
ella, que fue directa al grano—. Quieren un estudio más largo.
Peter cogió el informe que ella le
tendía y examinó los documentos. Los estrictos requisitos de la Asociación de
Alimentos y Medicamentos, encargada de aprobar los fármacos, suponían una
frustración constante. Nadie recordaba que había personas muriendo de cánceres
que los nuevos medicamentos podrían curar o prevenir. Claro que él sabía de qué
iba el juego, llevaba años jugándolo. Y su empresa de biotecnología se adhería
a todas y cada una de las normas y de las evaluaciones de la FDA. En ocasiones,
significaba tirar a la basura un fármaco en cuya investigación y desarrollo
habían gastado millones. En otras, significaba guardarlo en un cajón hasta que
se pudieran realizar más estudios. Tenía el mal presentimiento de que el Omnitrol
llevaba ese camino.
—Vale. Que Angela se encargue del
tema. Que se ponga en contacto con Jim Pierson, de Biomed, y que averigüe qué
necesitamos.
—Ya se está ocupando del tema. —Melodi
reordenó los papeles que tenía en las manos y le pasó el siguiente tema—. La
semana que viene vuelo a Denver para ver cómo va el I+D del Mediquin. Han
comenzado las pruebas en animales y tengo que ver cómo van las cosas.
—Jack está allí. Puede redactar un
informe y mandárnoslo por fax.
Melodi ladeó la cabeza.
—Peter, Jack está hasta arriba con
la fusión. El contrato con Grayson Pharmaceutical le está dando muchos
quebraderos de cabeza. Me ha pedido que vaya a echarle una mano con el problema
de I+D, que perfile los últimos detalles de la fusión.
Peter exhaló un suspiro frustrado
y se pasó una mano por el pelo. Esa fusión les estaba dando más problemas que
beneficios. Le había echado el ojo a Grayson Pharmaceutical hacía bastante
tiempo. La empresa tenía un buen historial de ventas y medicamentos
interesantes, y había tenido suerte de que los problemas de liquidez la dejaran
en una situación vulnerable. Sin embargo, el departamento de I+D estaba
haciendo que saltaran alarmas con ese nuevo medicamento.
—De acuerdo, pero necesito que
vuelvas enseguida. —Garabateó una nota y levantó la vista—. ¿Algo más?
Ella se mordió el labio.
—¿Melodi?
—Has vuelto a aparecer en el National
Star.
Su estado de ánimo empeoró
muchísimo al escuchar el nombre de su revista de cotilleos «preferida».
Melodi se sacó la revista del
bolso y la dejó en su escritorio. En portada había una fotografía de Nina y de
él mientras atravesaban el vestíbulo del hotel de Nueva York en el que se había
alojado durante su última visita.
—Genial —masculló al tiempo que se
reclinaba en el sillón para leer el titular que hablaba sobre los rumores de
matrimonio.
—La cosa mejora. En páginas
interiores, hay una cita encantadora de Nina asegurando que se le ponen los
pelos de punta en los hospitales. Un paciente terminal acudió a uno de sus
desfiles e intentó conseguir un autógrafo y después le pidió que se pasara por
el ala de oncología de su hospital. Ella le dio la espalda. Le dijo que tenía
que crecerle el pelo. La prensa se ha vuelto loca con el tema, sobre todo por
su relación contigo. No nos está beneficiando, Peter.
Apretó los dientes al escucharlo.
Su relación con Nina no era ni mucho menos exclusiva, y el matrimonio era lo
último que se le pasaba por la cabeza. No tenía forma de controlar lo que ella
decía o hacía. Y jamás hablaban de negocios cuando estaban juntos. De hecho,
apenas si hablaban.
—¿Cómo quieres que enfoque el
asunto? —preguntó Melodi.
—No hagas nada. Pasa del tema.
—La prensa va a magnificarlo y
ahora mismo no nos conviene una mala opinión pública con todo lo que está
pasando con Grayson. Creo que debemos enviar un comunicado de prensa.
Como si a él le importase. La
prensa podía publicar todo lo que le diera la gana sobre él.
—El trato Grayson está cerrado. Y
me importa una mierda lo que la gente piense de mí.
—En fin, pues a mí sí me importa.
Mi trabajo consiste en que me importe. Por eso me pagas un pastón.
—Te pago un pastón porque te lo
ganas.
—Eso intento ahora mismo.
—Me doy por enterado de tu opinión
al respecto.
—Pero vas a hacer lo que te dé la
gana. Y eso quiere decir que no vas a hacer nada.
Peter se levantó del sillón.
—¿Quieres beber algo?
Ella frunció el ceño.
—Agua, gracias.
Se acercó al mueble bar, sacó dos
botellas del frigorífico y le dio una a Melodi.
—¿Qué más?
—¿A qué te refieres? —preguntó
ella al tiempo que cerraba la carpeta que tenía en el regazo.
—Te lo veo en la cara. ¿Qué más?
—Tal vez se le diera bien tratar con la prensa, pero a él no podía ocultarle
nada. Se conocían desde hacía demasiado tiempo.
Melodi exhaló un profundo suspiro
y se apoyó en el respaldo de la silla mientras golpeaba el botellín de agua con
los dedos.
—El trato Grayson ha despertado mi
curiosidad.
—¿A qué te refieres?
—A tus objetivos. —Al ver que Peter
enarcaba una ceja, añadió—: A tus objetivos a largo plazo. ¿Cuál es el plan?
—Me he perdido.
—En fin. —Se removió en la silla—.
Además de querer ser el mejor en el mundo farmacéutico, algo que ya has
logrado, y de querer ampliar tu red de empresas, cosa que estás consiguiendo al
comprar subsidiarias, me pica la curiosidad por saber adónde va todo esto.
Peter tenía la sensación de que no
le iba a gustar el rumbo de esa conversación. Regresó al escritorio, se sentó
de nuevo y esperó a que ella fuera al grano.
—Mira, no te lo tomes a mal, Peter,
pero no eres el típico presidente de una multinacional. —Enarcó una ceja
perfecta—. Eres un multimillonario que tiene mucho éxito en casi todo lo que te
propones, pero no vives como un hombre que tiene dinero a espuertas. Vives en
una casa bonita, pero podrías permitirte algo mucho más grande y muchísimo más
llamativo. Conduces el mismo coche de hace cinco años, no se te va la mano con
los gastos, no tienes un yate o un deportivo, y ni siquiera te vas de
vacaciones a todo tren. Salvo por la semana en la que desapareces todos los
años con Luz, nunca te tomas un descanso. Eres miembro de un club de campo,
pero casi no vas, casi no usas el coche con chófer de la empresa que tienes a
tu disposición y no organizas fiestas lujosas ni te relacionas con la alta
sociedad de San Francisco.
Peter se volvió en el sillón para
contemplar la bahía mientras ella seguía hablando. Estaba anocheciendo y las
luces de la ciudad se reflejaban en el agua. Y la creciente oscuridad de la
noche de repente era la compañera perfecta para su estado de ánimo.
—Lo que quiero decir —continuó
ella— es que no pareces disfrutar de ninguno de los beneficios que obtienes de
tu trabajo, así que siento curiosidad por saber por qué te esfuerzas tanto por
ampliar LanCorp.
—Tengo mis motivos. —Y antes
muerto que contárselos a ella o a ninguna otra persona.
—Pero ¿qué sentido tiene si no se
refleja en tu vida cotidiana?
La atravesó con la mirada.
—Mira quién fue a hablar. Tú estás
tan entregada a la empresa como yo.
—Claro que sí, pero también tengo
una vida más allá del trabajo. Tú no.
Peter volvió a apretar los
dientes. La poca alegría que sintió al comenzar esa reunión había desaparecido.
No necesitaba que lo golpeara en la cara con su realismo tan directo.
—Mi vida privada no es asunto
tuyo.
La tensión se mascó en el ambiente
mientras ella lo miraba. Su relación era profesional, pero también amistosa, y
compartían no solo el amor por esa empresa, sino también una mutua admiración.
Sin embargo, Melodi acababa de cruzar una línea, una línea roja, y los dos lo
sabían.
Varios segundos que se hicieron
eternos pasaron en silencio. Al final, ella dejó el botellín en la mesa y se
puso en pie para recoger los documentos.
—Tienes razón. Me he pasado de la
raya. Me voy a Denver el lunes por la mañana, así que estaré disponible este
fin de semana por si surge algo.
Joder. En ese momento se sentía
como un capullo. Pero, joder, su vida personal era precisamente eso, personal.
Alguien llamó a la puerta y los
dos se volvieron para encontrarse con la cara de Agustín, que se había asomado.
—¿Piensas quedarte a dormir aquí o
algo? Hola, Melodi.
—Hola, Agustín. —Esbozó una
sonrisa alicaída mientras terminaba de recoger sus cosas.
A Peter le bastó una miradita al
reloj para comprobar que ya eran más de las siete. Dejó las gafas encima de los
papeles esparcidos por su mesa y se frotó la cara con ambas manos.
—No me había dado cuenta de que
era tan tarde. Solo estábamos atando unos cabos. —Bajó las manos—. ¿Qué haces
aquí?
—Se me ocurrió pasar a rescatarte.
—Agustín se echó hacia atrás la gorra azul de los Mariner. Se dejó caer en una
silla delante del enorme escritorio de roble de Peter y apoyó los sucios
mocasines en su impoluta superficie antes de mirar a Melodi con una sonrisa.
Peter frunció el ceño.
—Vas a dejarme todo el trabajo
hecho un asco.
—Tu trabajo ya es un asco. —Agustín
sonrió—. ¿Te apetece una cerveza?
Una cerveza fría en un bar ruidoso
donde no pudiera pensar le parecía el paraíso en ese momento.
—Claro, solo tengo que recoger mis
cosas. —Miró a Melodi con la esperanza de disipar la tensión que aún flotaba en
el ambiente—. Melodi, ¿te apuntas?
—Una proposición tentadora, pero
no. Tengo una cita.
—¿Con quién? —preguntó Agustín.
—Con Kevin Moreland.
Peter la miró con sorna. Kevin
Moreland estaba haciendo un anuncio publicitario para uno de sus medicamentos.
—¿Ahora quién se relaciona con
modelos?
—Yo no soy la directora general de
esta empresa. Nadie se fija en lo que yo hago.
Peter se puso la chaqueta,
aliviado al escuchar el tono alegre de su voz.
—Además —continuó ella—, Agustín
nunca me ha invitado a salir, así que tengo que conformarme con modelos
jovencitos y macizos para matar el tiempo.
Agustín frunció el ceño.
—Melodi, preciosa, te invitaría a
salir, pero me das miedo. Las mujeres trajeadas me intimidan.
La aludida se inclinó sobre él y
le recorrió la mejilla ensombrecida por la barba con una uña pintada de color
coral.
—El poder es sensual. Nunca sabes
qué va a pasar a continuación. —Se encaminó a la puerta—. Peter, te llamo la
semana que viene.
—Melodi —la llamó Peter. Ella lo
miró—. ¿Qué clase de coche debería comprarme?
Una enorme sonrisa apareció en su
cara.
—¿Qué te parece un Jaguar?
Se lo pensó un momento antes de
asentir con la cabeza.
—Dile a Charlotte que mañana me
mande algunos folletos.
—Lo haré. —La puerta se cerró tras
ella.
—¿Un Jaguar? —preguntó Agustín—. Si
te vas a poner a un comprar Jaguar, yo quiero uno.
—Te lo llevarías al campo y lo
pringarías de barro. Ni de coña.
Agustín se echó a reír al tiempo
que se ponía en pie.
—A las chicas de ciudad les van
los tíos guarros.
—Ya te gustaría, montañero. ¿Dónde
está Luz? Creía que iba a pasar la tarde contigo.
—Mis padres se la han llevado a
comer helado. Yo quería cerveza. Y estaba en minoría. —Se metió las manos en
los bolsillos delanteros de los vaqueros mientras Peter se movía por la
estancia recogiendo sus cosas—. Se van mañana por la mañana y querían pasar un
buen rato con ella antes de volver a Seattle.
Peter era muy consciente de que se
marchaban. Adoraba ver a sus suegros, pero esa semana había sido demasiado
emocional debido al accidente aéreo. Estaba ansioso porque su casa recuperase
la normalidad.
—Creía que te ibas a Chicago, a
una conferencia de geología o algo así.
—Iba a ir, pero me lo pensé mejor.
No me apetecía viajar ahora mismo. Tengo un montón de trabajo atrasado en mi
mesa. Hemos identificado una nueva explotación en la costa de la Columbia
Británica. Está generando mucha controversia. —Puso los ojos en blanco—. Hay
una tía, una editora del Geologic Times, que escribió un artículo
machacando nuestra empresa petrolera y cualquier exploración que se realizara
en el estrecho de la Reina Carlota. Hizo unos cuantos comentarios muy graciosos
acerca de que nuestras prospecciones podrían provocar terremotos y tsunamis a
punta de pala en la zona. Son pamplinas y no cuenta con pruebas científicas que
la respalden. Así que ahora tengo que desviar la atención e intentar convencer
a nuestros inversores de que no es nada del otro mundo. Como si no
monitorizáramos la actividad sísmica y las emisiones de gas radioactivo día y
noche.
Agustín podría ponerse a hablar
largo y tendido de geología sin importarle que nadie le prestara atención. En
ese aspecto, era igual que Mariana. De hecho, esa controversia era justo del
tipo que le habría encantado a Mariana y de la que habría discutido con él. Mariana
siempre lo pinchaba con la decisión de ejercer como ingeniero geólogo para una
multinacional especializada en petróleo y gas. Aunque aseguraba que su trabajo
como sismóloga era importante para el mundo científico, se metía con su hermano
diciéndole que su trabajo solo era importante para el mundo de los beneficios.
—Te apuesto lo que quieras a que
ni siquiera tiene una licenciatura en geología —continuó Agustín—. Seguro que
solo es una editora pirada que ha leído muchos informes y que se cree una
experta. He buscado sus credenciales. No tiene absolutamente nada. Seguro que
es una hippy amante de la naturaleza. No me extrañaría que fuera una de esas
que se abrazan a los árboles.
—¿Quién? —Peter no le estaba
prestando atención. Cogió el móvil y lo metió en su maletín.
—Esa editora que ha escrito el
artículo. —Agustín lo siguió al vestíbulo—. Creo que se llama Lali Amadeo o
algo así.
Bajaron al aparcamiento
subterráneo en el ascensor mientras Agustín seguía parloteando sobre un
artículo que a Peter le importaba un comino y sobre la idiota que lo había
escrito. Peter se pellizcó el puente de la nariz mientras se montaban en el
mugriento Land Rover de Agustín.
—Está aquí, en San Francisco. Creo
que mañana me voy a pasar por su oficina para cantarle las cuarenta. —Agustín
se internó en el tráfico.
—Buena idea —dijo Peter.
—Por cierto, se me ha olvidado
decirte una cosa: esta tarde te ha llamado una abogada de la ciudad. Candela Vetrano,
creo. Parecía muy sexy.
Peter reconoció el nombre.
—Es una antigua amiga de Mariana.
—Sabía que Cande vivía en la ciudad y la había visto en varios eventos
benéficos, pero prefería hacer como que no la veía. Solía hacer como que no
veía a todo aquel que hubiera conocido a su mujer. Charlar sobre los viejos
tiempos no era su ideal de pasar un buen rato—. ¿Qué quería?
—No lo sé, no lo ha dicho. Si era
una amiga de Mariana, seguramente habrá llamado por lo del accidente del otro
día.
—Sí, seguramente. —Peter clavó la
mirada en las luces de la ciudad.
—¿Vas a devolverle la llamada?
—¿Qué? —Miró a su cuñado—. No
creo. Era más amiga de Mariana que mía. No la conocía muy bien.
—Pues a mí me ha parecido que estaba
buenísima por teléfono.
—¿Eres capaz de saberlo solo por
la voz?
—Por supuesto.
—La última vez que hablé con ella,
en el funeral de Mariana, estaba casada.
—A lo mejor ya no está casada.
—Era amiga de Mariana, imbécil. No
me interesa.
—¿Por qué? ¿Era gorda? ¿Fea? ¿Qué
le pasaba?
—Joder, eres de lo que no hay. No,
era atractiva, al menos la última vez que la vi. Flaquita, morocha, con unos
ojazos enormes. Te gustaría.
Agustín esbozó una sonrisa.
—A lo mejor debería pasarme mañana
por su despacho, para echarle un vistazo.
—Creía que ibas echarle un sermón
a la abrazadora de árboles de la revista esa.
—Puedo hacer las dos cosas. —Los
ojos de Agustín relucían por las luces del cuadro de mandos—. Mira, me has dado
una idea.
—Eres un cabrón retorcido.
—No sabes cuánto.
Peter se pasó una mano por el
pelo.
—Creo que esta noche voy a
necesitar dos cervezas como mínimo. Y que sean bien grandes.
Continuará... +15 ;D
me encantaaaa!! subi masssss
ResponderEliminar+++++++++++
ResponderEliminarya quiero el encuentro!!!
ResponderEliminarpor favor subi mas!!!
ResponderEliminarAgustín sin saberlo ,más cerca d Lali .
ResponderEliminarYa deseando ese encuentro ...y lo k derive d el.
Mery muy directa
ResponderEliminar+++++++++++++++++++++++++
ResponderEliminarMas, mas mas mas mas mas
ResponderEliminarAYYYY SE VAN A ENCONTRAR AGUS Y LALI LO NECESITOOO YAAAA SUBELOOOO YAAA
ResponderEliminarOTROOOOO OTROOOOO
ResponderEliminarEsperando el proximo capitulo!!!!!
ResponderEliminarREENCUENTROO PORFAAAAA
ResponderEliminaryayayayayayaya otroooooo
ResponderEliminarNo quierooo esperar mas quqiero el otrooo
ResponderEliminarPORFIIIISSS
ResponderEliminar++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
ResponderEliminarQue linda eres , llego de la Universidad a ver si has subido y me encuentro con varios caps. Geniaa
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