Capítulo 20

—Peter: Perdí —dijo mientras se sentaba en la mesa del Lighthouse Diner en la que lo estaban esperando sus hermanos.

No estaba precisamente deseando que llegara aquel momento. Admitir frente a sus hermanos que no había podido contenerse durante los tres meses que duraba la apuesta era humillante. Aunque, pensó con una sonrisita interior, perder la apuesta había sido el mejor momento de su vida.

Cuando aquel pensamiento se le apareció en la mente, Peter frunció el ceño y lo reprimió.

—Germán: ¿Estás bromeando? —le preguntó, y le dio un codazo en las costillas.

—Peter: Ay —dijo, y miró a Germán, a Eliseo y finalmente a Camilo—. No. No estoy bromeando. Perdí. Tomame las medidas para el sujetador de cocos.

—Germán: ¡Bien! —exclamó alegremente, y le hizo una seña a la camarera para que les llevara otra ronda de cervezas. Después miró a sus hermanos, con una enorme sonrisa, y dijo—: Esta ronda corre de mi cuenta. Para celebrarlo.

—Peter: Eh —le recordó—. Que yo haya perdido no significa que tú vayas a ganar.

—Eliseo: Tiene razón —intervino— Nosotros estamos fuera del juego, pero tú te has comprometido a aguantar tres meses enteros sin sexo. Todavía te quedan seis semanas.

—Germán: Pan comido —afirmó—. Ya lo verán.

—Camilo: Sí, claro —dijo con cierto sarcasmo—. Lo tienes todo perfectamente controlado.

—Germán: Completamente —fanfarroneó.

—Eliseo: Mentiroso —dijo, y le dio un trago a su cerveza.

—Germán: Eh —dijo—. ¿No deberían estar tomándole el pelo a Peter? Él es el que ha perdido la apuesta, ¿saben?

—Peter: Gracias —dijo sonriendo distraídamente a la camarera que les llevaba las cervezas. Tomó una de las jarras, le dio un trago y notó cómo el líquido helado le bajaba por la garganta, refrescándolo.

Había sido un día muy largo y caluroso.

Y cada vez que había pensado en la noche anterior, que había pasado en brazos de Lali, la temperatura no había hecho más que subir y subir.

—Camilo: Bueno —lo sacó de su ensimismamiento—. ¿Y nos vas a decir con quién has perdido la apuesta?

Peter alzó la vista desde la cerveza y se encontró a sus tres hermanos mirándolo fijamente. Bueno, qué demonios. Unas semanas atrás, él estaba sentado en aquella misma mesa y se había reído mucho cuando Eliseo había confesado que había perdido la apuesta. Era raro que le hubiera parecido tan hilarante en aquella ocasión. Sin embargo, en aquel momento no se lo parecía tanto.

—Peter: Con Lali —dijo.

—Germán: ¿La mecánica? —dijo, sorprendido.

—Peter: ¿Por qué lo preguntas así? ¿Tienes algún problema con Lali? —le preguntó a su hermano, muy tenso.

Germán lo miró muy asombrado y levantó ambas manos en un gesto de rendición.

—Germán: No, claro que no. Sólo me ha sorprendido. Tranquilo, Peter.

—Eliseo: Estás un poco susceptible, ¿no? —le preguntó.

—Peter: ¿Y qué quieres decir con eso?

—Eliseo: Nada, era sólo una observación.

—Camilo: Lali es muy hermosa —dijo con la voz muy calmada, y los trillizos lo miraron. Camilo se encogió de hombros—. Eh, ella me arregla el coche, y me parece muy mona.

Eliseo arqueó una ceja y se rió.

—Eliseo: Eres cura, ¿te acuerdas?

—Camilo: Soy cura, no estoy muerto —dijo, y sacudió la cabeza. Después se volvió hacia Peter—. Entonces, ¿Lali y tú están juntos?

Peter sintió un ataque de pánico.

—Peter: ¿Juntos? No. No somos pareja, ni nada por el estilo. Sólo somos amigos.

—Germán: Amigos desnudos —dijo, riéndose.

—Eliseo: Los mejores —añadió, y alzó la jarra de cerveza como saludo.

—Camilo: Las amistades cambian —intervino.

Peter lo miró de reojo, cautelosamente. No lo ayudó mucho darse cuenta de que él había estado pensando aquello todo el día. Su amistad con Lali era muy importante para él. Se llevaban muy bien, y tenían en común su adoración por los coches, las películas clásicas y las tormentas. Podían hablar de cualquier cosa, y él confiaba en ella como en nadie más.

Los amigos de Peter eran muy importantes para él.

Y Lali era su amiga.

—Peter: No me importa lo que estén pensando —refunfuñó—, pero ya pueden ir olvidándolo. No me voy a casar como Eliseo.

—Eliseo: Eh —protestó—, que yo no estoy atrapado en un cepo intentando escapar con todas mis fuerzas, ¿sabes?

—Peter: Yo no he dicho eso —replicó—, sólo he dicho que eso no es para mí. Así que no empiecen a pensar que porque Lali y yo nos hayamos acostado vaya a ocurrir algo más. Sobre todo tú, Camilo.

—Germán: No sé, hermano —dijo—. Has perdido la oportunidad de ganar diez mil dólares por ella.

Peter se pasó una mano por la cara y deseó haber sido hijo único.

—Peter: Sólo fue una noche.

—Camilo: ¿Estás seguro? —le preguntó.

—Peter: Pues claro que sí —dijo.

Tomó la jarra de cerveza y le dio un buen trago. Mientras la conversación de los tres hermanos continuaba sin él, Peter intentó deshacerse de todas aquellas dudas que tenía en la mente.

Las que le daban a entender que no estaba tan seguro como pretendía estar.

Continuará...

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Les dejo cap!! 

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