CAPÍTULO 89

Arrodillados todavía en el serrín de la pista, Lali sacudió la cabeza con desconcierto y miró a Peter.

—Lali: Euge lo tenía planeado todo. Sabía que Nico y yo no podríamos resistirnos a escuchar a escondidas. De alguna manera sabía cómo me sentía y ha preparado toda esta charada para que vea que es verdad que me amas.

Los ojos que cayeron sobre ella eran tan duros y fríos como el ámbar, y además estaban furiosos.

—Peter: Ni una palabra. —Ella abrió la boca. —¡Ni una palabra!

El orgullo de Peter había quedado maltrecho y no se lo estaba tomando demasiado bien. Lali supo que tenía que actuar con rapidez. Después de haber llegado hasta ahí, no iba a perderlo ahora. Le empujó en el pecho con todas sus fuerzas y, pillado por sorpresa, Peter cayó en el serrín. Antes de que pudiera incorporarse, ella se sentó a horcajadas sobre él.

—Lali: No seas tonto, Peter. Te entiendo. —Le metió los dedos entre los oscuros cabellos. —Te lo ruego. Hemos llegado demasiado lejos para que hagas el tonto ahora; ya lo he hecho yo por los dos. Aunque en parte fue por tu culpa, que lo sepas. Me has repetido tantas veces que no sabías amar que, cuando realmente lo hiciste, pensé que sólo te sentías culpable. Debería haberlo sabido. Debería...

—Peter: Deja que me levante, Lali.

Ella sabía que podía quitársela de encima con facilidad, pero también sabía que no lo hacía por el bebé. Y porque la amaba. Se inclinó hacia él. Le rodeó el cuello con los brazos y apretó la mejilla contra la suya. Extendió las piernas sobre las de él y apoyó los dedos de los pies encima de sus tobillos.

—Lali: Creo que no. Ahora estás un poco furioso, pero se te pasará en un par de minutos, en cuanto lo reconsideres todo. Hasta entonces, no pienso dejarte hacer nada que puedas lamentar más tarde.

Lali creyó sentir que él se relajaba, pero no se movió, porque Peter era un tramposo redomado y esa podía ser una de sus tácticas para pillarla con la guardia baja.

—Peter: Levántate ya, Lali.

—Lali: No.

—Peter: Acabarás lamentándolo.

—Lali: Tú no me harías daño.

—Peter: ¿Quién ha dicho nada sobre hacer daño?

—Lali: Estás furioso.

—Peter: Soy muy feliz.

—Lali: Estás muy furioso por lo que Euge te ha obligado a hacer.

—Peter: Ella no me obligó a hacer nada.

—Lali: Te aseguro que sí. —alzó la cabeza para dirigir una amplia sonrisa a aquella cara ceñuda —Lo ha hecho muy bien. De veras. Si tenemos una niña podemos llamarla como ella.

—Peter: Sobre mi cadáver.

Lali inclinó de nuevo la cabeza y esperó, acostada sobre él como si fuera el mejor colchón anatómico del mundo.

Peter le rozó la oreja con los labios.

—Lali: Quiero casarme antes de que nazca el bebé —susurró acurrucándose más contra él. Sintió la mano de Peter en su pelo.

—Peter: Ya estamos casados.

—Lali: Quiero hacerlo de nuevo.

—Peter: Dejémoslo sólo en hacerlo.

—Lali: ¿Te vas a poner vulgar?

—Peter: ¿Te levantarás si lo hago?

—Lali: ¿Me amas?

—Peter: Te amo.

—Lali: No suena como si me amases. Suena como si estuvieras rechinando los dientes.

—Peter: Estoy rechinando los dientes, pero eso no quiere decir que no te quiera con todo mi corazón.

—Lali: ¿De veras? —alzó de nuevo la cabeza y le brindó una sonrisa radiante. —Entonces, ¿por qué tienes tantas ganas de que me levante?

Peter esbozó una sonrisa pícara.

—Peter: Para poder probarte mi amor.

—Lali: Empiezas a ponerme nerviosa.

—Peter: ¿Temes no ser lo bastante mujer para mí?

—Lali: Oh, no. Definitivamente eso no me pone nerviosa. —inclinó la cabeza y le mordisqueó el labio inferior. En menos de un segundo, él lo convirtió en un beso profundo y sensual. A Lali se le saltaron las lágrimas porque todo era maravilloso.

Peter comenzó a besarle las lágrimas y ella le acarició la mejilla.

—Lali: Me amas de verdad, ¿no?

—Peter: Te amo de verdad —dijo él con voz ronca. —Y esta vez quiero que me creas. Te lo ruego, cariño.

Ella sonrió a través de las lágrimas.

—Lali: Te creo. Vámonos a casa.

Continuará...

_________________________________

epílogo?????? :D