CAPÍTULO 55

Durante los meses de junio y julio, el circo de los Hermanos Quest pasó el ecuador de la gira mientras se dirigía hacia el oeste a través de pueblos de Pensilvania y Ohio. Algunas veces seguían el curso de un río: Allegheny, Monongahela, Hocking, Scioto y Maumee.

Actuaron en pueblos pequeños que habían sido olvidados por los circos grandes, pueblos mineros con las minas cerradas, pueblos con molinos abandonados, pueblos con fábricas clausuradas. Los circos más famosos podían haber olvidado a la gente común de Pensilvania y Ohio, pero el de los Hermanos Quest la recordaba y la función continuaba.

La primera semana de agosto, el circo llegó a Indiana y Lali nunca había sido más feliz en su vida. Cada día era una aventura. Se sentía como si fuera una persona diferente: fuerte, confiada y capaz de defenderse por sí misma. Desde la fuga de Sinjun se había ganado el respeto de los demás y ya no la trataban como a una paria.

Las showgirls intercambiaban chismes con ella y los payasos le pedían opinión sobre los trucos nuevos.

Nico la buscaba para hablar de política y la ayudaba a mejorar el tono muscular con las pesas. Y Alai pasaba un rato con ella todos los días salvo que estuviera Peter cerca.

—Alai: ¿Has estudiado psicología? —le preguntó una tarde a principios de agosto cuando estaban almorzando en el McDonald's de un pueblo donde estaban actuando, al este de Indiana.

—Lali: Durante unos meses. Tuve que abandonar el colegio antes de terminar el curso. —cogió una patata frita, la mordisqueó y luego la dejó donde estaba. La comida frita no le sentaba bien últimamente. Se puso la mano sobre el vientre y se obligó a concentrarse en lo que Alai decía.

—Alai: Creo que estudiaré psicología. Lo digo porque, después de todo lo que he pasado, creo que podría ayudar a bastantes niños.

—Lali: Seguro que sí.

Alai parecía preocupada, algo raro en ella. Sin embargo, la menuda adolescente se mostraba animada cuando estaba con ella. Aunque Lali sabía que el tema del dinero robado le pesaba en la conciencia, la joven jamás lo había mencionado.

—Alai: ¿Te ha dicho Peter algo de...? ¿Se ha reído de lo tonta que fui y todo eso?

—Lali: No, Alai. Te aseguro que ni siquiera ha vuelto a pensar en ello.

—Alai: Cada vez que me acuerdo de lo que hice me muero de vergüenza.

—Lali: Peter está acostumbrado a que las mujeres se le echen encima. Si te digo la verdad, no creo que se acuerde siquiera.

—Alai: ¿De veras? Creo que sólo lo dices para que me sienta mejor.

—Lali: Le caes genial, Alai. Y te aseguro que no cree que seas tonta.

—Alai: Parecías muy cabreada cuando nos encontraste juntos.

Lali contuvo una sonrisa.

—Lali: No es muy agradable para una mujer ver como una chica va detrás de su hombre.

Alai asintió con aire de entendida.

—Alai: Sí. Pero, Lali, no creo que Peter le echara un polvo a nadie que no fueras tú. Te lo juro. Les he oído comentar a Jill y a Madeline que ni siquiera las mira cuando toman el sol en bikini. Creo que les jode mucho.

—Lali: Alai...

—Alai: Lo siento, les fastidia mucho. —Desmigó distraídamente la corteza del pan. —¿Puedo preguntarte una cosa? Es sobre... bueno... sobre cuando se mantienen relaciones sexuales y todo eso. Lo que quiero decir es, ¿no se siente vergüenza?

Lali se dio cuenta de que Alai se había estado mordiendo las uñas y supo que no era porque le preocupara el tema del sexo, sino porque sentía remordimientos de conciencia.

—Lali: Cuando es correcto, no da vergüenza.

—Alai: Pero ¿cómo sabes cuándo es correcto?

—Lali: Hay que dar tiempo al tiempo y conocer bien a la otra persona. Alai, deberías esperar hasta estar casada.

Alai puso los ojos en blanco.

—Alai: Ahora nadie espera hasta estar casado.

—Lali: Yo lo hice.

—Alai: Sí, pero tú estás algo...

—Lali: ¿Algo loca?

—Alai: Sí, pero eres muy buena. —Alai abrió los ojos como platos y mostró el primer signo de animación en semanas. Dejó su refresco sobre la mesa. —¡Oh, Dios! ¡No mires!

—Lali: ¿Mirar qué?

—Alai: La puerta. Acaba de entrar aquel chico que estuvo hablando conmigo ayer. Oh, Dios... qué bueno está...

—Lali: ¿Quién es?

—Alai: El que está en la caja. ¡No mires! Lleva un chaleco negro y pantalones cortos. Vale, mira deprisa, pero que no te pille haciéndolo.

Lali observó el área de las cajas con el mayor disimulo que pudo. Vio a un adolescente estudiando el menú. Era de la edad de Alai, con un espeso cabello rubio y una expresión adorablemente bobalicona en la cara. Lali estaba contenta de que, por fin, Alai actuara como una adolescente normal y no como si cargara el peso del mundo sobre sus hombros.

—Alai: ¡Ay, Dios! ¡Me va a ver! —gimió —¡Oh, mierda! Mi pelo...

—Lali: No digas palabrotas. Y estás estupenda.

Alai hundió la cabeza y Lali supo que el chico se estaba acercando.

Continuará...

________________________________

+40 FIRMITAS y subo otro cap!!!!!!! ^-^