CAPÍTULO 56

—Hola... —Alai ganó tiempo revolviendo el hielo de la Coca-Cola antes de levantar la vista.

—Alai: Hola...

Los dos se ruborizaron a la vez y Lali supo que ambos estaban pensando algo brillante que decir. Fue el chico quien habló primero.

—¿Qué hay de nuevo?

—Alai: Nada.

—¿Estarás hoy por aquí? Digo..., me refiero, en el circo.

—Alai: Sí.

—Bueno, entonces iré a verte.

Otra larga pausa, esta vez rota por Alai.

—Alai: Ésta es Lali. Puede que la recuerdes de la función. Es mi mejor amiga. Lali, éste es Leo.

—Lali: Hola.

—Leo: Hola. Me..., esto..., me gustaste en la función.

—Lali: Gracias.

Habiendo agotado ese tema de conversación, Leo se volvió hacia Alai.

—Leo: Jeff y yo, no lo conoces, pero es un buen tipo..., pensábamos pasarnos por allí.

—Alai: Esta bien.

—Leo: Quizá nos veamos.

—Alai: Sí. Estaría genial.

Silencio

—Leo: Si… bueno, hasta luego.

—Alai: Hasta luego.

Cuando el chico se fue, una expresión soñadora apareció en la cara de Alai, seguida casi de inmediato por una de incertidumbre.

—Alai: ¿Crees que le gusto?

—Lali: Es evidente.

—Alai: ¿Qué hago si me invita a salir esta noche entre las funciones o algo por el estilo? Sabes que papá no me dejará ir.

—Lali: Tendrás que decirle la verdad a Leo. Que tu padre es muy estricto y no te va a dar permiso para salir con nadie hasta que cumplas los treinta. —De nuevo, Alai puso los ojos en blanco, pero Lali no lo dejó pasar.

Consideró el dilema de Alai. Era bueno que la chica tuviera un ligue, incluso uno de doce horas. Necesitaba comportarse como una adolescente normal en lugar de parecer que hacía penitencia. Lali era consciente de que Alai tenía razón: Nico se negaría.

—Lali: ¿Y si le enseñas el circo? Eso le gustaría. Y luego puedes sentarte junto a las camionetas donde tu padre pueda verte sin que por ello pierdas tu intimidad.

—Alai: Eso no funcionará. —arrugó la frente con preocupación. —¿Por qué no hablas con mi padre y le dices que no me humille delante de Leo?

—Lali: Hablaré con él.

—Alai: Que no diga ninguna estupidez delante de Leo, Por favor, Lali.

—Lali: Haré lo que pueda.

Alai ladeó la cabeza y pasó el dedo índice por el envase vacío. Hundió los hombros de nuevo, y Lali notó que volvía a caer la sombra de la culpabilidad sobre ella.

—Alai: ¡Cuando pienso en lo que te hice me siento... una mierda! Quiero decir fatal. —Levantó la vista. —Sabes que siento muchísimo lo que hice, ¿verdad?

—Lali: Sí.

Lali no sabía cómo ayudarla. Alai había intentado compensarlo de todas las maneras posibles. Lo único que no había hecho era decirle la verdad a su padre, y Lali no quería que lo hiciera. La relación de Alai con Nico ya era muy difícil y eso sólo empeoraría las cosas.

—Alai: Lali, jamás hubiera... Me refiero a lo que pasó con Peter, fue algo muy inmaduro. Él había sido muy amable conmigo, pero nunca había intentado ligármelo ni nada parecido, si es eso lo que te preocupa...

—Lali: Gracias por decírmelo. —se dedicó a recoger los restos de comida para que Alai no la viera sonreír.

La adolescente arrugó la nariz.

—Alai: Sin intención de ofender, Lali, puede que sea muy sexy, pero es viejo.

Lali casi se atragantó.

Alai miró a las cajas, donde Leo estaba recociendo su pedido.

—Alai: Está buenísimo.

—Lali: ¿Peter?

Alai pareció horrorizada.

—Alai: ¡No, no! ¡Leo!

—Lali: Ah, bueno. Peter no es Leo, eso seguro.

Alai asintió con gravedad.

—Alai: Eso seguro.

Esta vez Lali no pudo evitarlo. Se echó a reír y, para su deleite, Alai la imitó.

Continuará...

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