Capítulo 17

Peter se aferró a Lali como si le fuera la vida en ello. Y quizá en aquel momento fuera cierto.

Durante los pasados días había tenido la cabeza llena de ella. Todos los pensamientos y los sueños de Peter estaban estampados con la imagen de aquella mujer.

Lali se adaptaba a él como si fuera la pieza que le faltaba a un puzzle. Y aunque una campana de alarma sonó en algún lugar de su cerebro, él se negó a escucharla.

Mientras la tenía entre los brazos, le acariciaba la espalda y alineaba sus cuerpos, de modo que pudiera sentir cada centímetro de ella. La besó e hizo que sus lenguas se entrelazaran en una danza erótica que encendió en su cuerpo una necesidad que nunca había sentido.

Ella suspiró en su boca, y él se tragó su respiración, atrapándola para siempre. Ella le rodeó el cuello con los brazos y se apretó contra él.

Peter notó la presión de sus pezones endurecidos en el pecho, marcándole la piel con un calor que lo atravesó y le abrazó el alma. Soltó un gruñido, la atenazó con los brazos y la elevó en el aire mientras la besaba. Lali sabía a bebida fría y a secretos fascinantes. Peter no podía conformarse con lo que obtenía de ella.

En algún lugar de su cabeza, una voz le gritaba que aquélla era Lali. Su amiga.

Y en aquel momento, lo único que quería en el mundo.

Separó su boca de la de ella y tomó aire. Peter la miró y vio que sus rasgos familiares estaban alterados por la pasión. Lali tenía los labios hinchados por el beso, y los ojos marrones llenos del mismo deseo que lo estaba consumiendo a él. Ella respiraba entrecortadamente, y Peter se preguntó si le latiría el corazón con tanta fuerza como a él mismo.

—Lali: Vaya —comentó, mirándolo con una sonrisa maravillada.

Peter sabía cómo se sentía.

—Peter: Sí —dijo—. Creo que esa palabra lo define bastante bien.

—Lali: ¿Quién lo habría pensado?

Él la dejó sobre el suelo y la soltó. Sin embargo, no quería romper el contacto con ella. Alzó una mano y le acarició la mejilla con las puntas de los dedos. Ella volvió la cara hacia la caricia y cerró los ojos. Con un suave suspiro, volvió a abrirlos y le preguntó:

—Lali: ¿Por qué has venido, Peter?

Buena pregunta. No estaba seguro de cuál era la respuesta. Sacudió la cabeza y dijo:

—Peter: No lo sé. No lo pensé mucho, ni lo planeé. Creo que fue el instinto el que me guió hacia aquí.

—Lali: El instinto, ¿eh?

Él asintió y se pasó una mano por la nuca. Era difícil admitir que había sido una pura corazonada lo que le había llevado hasta la puerta de Lali. Pero así era. Como marine que era, había aprendido hacía mucho tiempo a confiar en sus impulsos. No se hacía preguntas, no dudaba. Simplemente, los seguía. Y aquella confianza en su subconsciente le había salvado el pellejo más de una vez.

Y aquella noche, el instinto lo había llevado hasta allí.

Hasta Lali.

—Lali: ¿Y qué te dice tu instinto que hagas ahora?

Si él respondiera a aquella pregunta, Lali echaría a correr. Porque él estaba haciendo un gran esfuerzo para no quitarle la ropa y tirarla a la hierba húmeda. La quería desnuda. La quería bajo él, sobre él, a horcajadas sobre su cuerpo. La deseaba de todos los modos imaginables, y allí, a la oscuridad iluminada por la luna y las estrellas, aquel deseo continuó creciendo.

—Peter: No querrás saberlo.

Ella dio un paso hacia él y se acercó tanto que Peter sintió el calor que irradiaba de su cuerpo.

—Lali: Sí, quiero saberlo.

Su olor se le había metido en la mente. Todavía tenía el sabor de su boca en la lengua. A él se le aceleró el pulso, y se le tensó tanto el cuerpo que comenzó a dolerle.

Peter no había querido que aquello empezara. No había tenido la intención de encender la mecha de la dinamita que descansaba entre ellos. Sin embargo, una vez que habían dado el primer paso, el más difícil, ya no había marcha atrás. Aunque su cabeza le gritaba que pensara en lo que estaba haciendo, en lo que estaba pensando, su cuerpo no escuchaba.

Su boca ansiaba saborearla de nuevo. Le quemaban las manos por la necesidad de tocarla.

—Peter: Si no quieres que ocurra esto —le pidió—, dímelo ahora.

—Lali: Quiero que ocurra, Peter. ¿Y tú?

—Peter: Decidido, cariño —respondió.

La abrazó de nuevo y la besó. Después la levantó del suelo y se la echó al hombro.

—Lali: ¡Eh! —ella le dio unas palmadas en la espalda, se irguió y gritó—: ¿Qué demonios estás haciendo?

—Peter: Estoy harto de perder el tiempo —dijo él, y le dio un golpecito en el trasero. Lali gritó, y él sonrió.

—Lali: ¿Qué eres, un cavernícola?

—Peter: Cavernícola, marine... llámame como quieras.

—Lali: Lo voy a hacer si no me bajas.

—Peter: Ni lo sueñes —respondió.

Atravesó el patio y subió los cinco escalones que subían hasta el porche. Después abrió la puerta y entró en la cocina.

—Lali: Demonios, Peter, bájame. Lo digo en serio.

—Peter: En cuanto vea una cama te bajaré, de veras. ¿Adónde me dirijo?

Ella suspiró y después se rió. Aquel sonido mágico se quedó flotando en el aire como si fuera una pompa de jabón.

—Lali: Hacia arriba, neandertal. La primera puerta a la izquierda.

—Peter: Muy bien.

Continuará...

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Buenoooo les dejo el último de hoy!! ^-^

espero que les gustaran los caps!!! 

MAÑANA MASSSS!!! :D