CAPÍTULO 63

Euge estaba bajo las sombras del toldo, ocultando su sufrimiento, mientras observaba reírse a  Peter y Lali frente a su caravana.

Él quitó una paja del pelo a su esposa y luego le rozó la cara; un gesto tan íntimo que fue como si le hubiera acariciado el pecho. La amargura se extendió por su cuerpo como una vid corrupta, despojándola de todo lo demás.

Habían pasado cuatro días desde que Alai había confesado la verdad y Euge no podía soportar lo feliz que parecía la pareja. Sentía como si fuera a su costa, y  Peter no merecía ser feliz.

—Olvídalo, Eugenia.

Se giró y vio a Nico caminando hacia ella. Él llevaba pavoneándose como un gallito por el recinto del circo desde la noche que habían pasado juntos. Euge casi esperaba que se pusiera las manos bajo las axilas y cacarease. Era típico de Nico Riera creer que porque se hubiera metido en su cama una vez tenía derecho de entrometerse en su vida.

—Euge: Déjame en paz.

—Nico: No es eso lo que quieres que haga.

Euge odió la mirada de lástima que él le lanzó.

—Euge: No sabes nada.

—Nico: Déjalo, Euge.  Peter forma parte de tu pasado. Será mejor que lo olvides.

—Euge: Suponía que dirías algo así. Eres todo un experto en olvidar, ¿no es cierto?

—Nico: Si estás hablando de Alai...

—Euge: Ya sabes que sí.

Digirió la mirada hacia el camión de los elefantes donde Alai empujaba una carretilla cargada de estiércol. Ahora era ella quien se encargaba de esa tarea, la misma que había realizado Lali. Euge lo consideraba un castigo apropiado, pero Nico no estaba satisfecho. Lo había arreglado todo para enviar a Alai con su cuñada Terry en cuanto ésta regresara de visitar a su madre en Wichita.

—Nico: Alai es cosa mía. En lugar de preocuparte por ella, por qué no piensas en lo bien que lo pasamos juntos la otra noche.

—Euge: ¿Bien? Pero ¡si casi nos matamos el uno al otro!

—Nico: Sí. ¿No estuvo genial?

Nico sonrió ampliamente ante el recuerdo y Euge sintió un escalofrío traidor en su interior. Había estado bien: la excitación, la emoción de alcanzar el clímax junto a alguien con tan mal genio y tan exigente como ella. Se moría por acostarse con él otra vez, así que se puso una mano en la cadera y adelantó el labio inferior.

—Euge: Preferiría que me abrieran en canal.

—Pues nena, yo siempre tengo el taladro listo para el trabajo.

Ella casi sonrió. Entonces vio que  Peter se inclinaba para besar a Lali en la punta de la nariz. Cómo lo odiaba. Cómo los odiaba a los dos. A ella nunca la había mirado así.

—Euge: Mantente alejado de mí, Nicolás. —Lo empujó al pasar por su lado y se alejó con paso airado.

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Tres días después, Lali se dirigía a la casa de fieras con una bolsa de golosinas que había comprado cuando había pasado con Peter por la tienda de comestibles. Tater iba detrás y los dos se detuvieron para admirar la voltereta que Alex Tolea, de tres años, estaba haciendo frente a su madre, Elena. La rumana, esposa del acróbata, sólo hablaba un poco de inglés, así que Lali y ella se saludaron en italiano, un idioma que ambas dominaban a la perfección.

Tras hablar con Elena unos minutos, Lali siguió caminando hacia la casa de fieras, donde pasó unos pocos minutos con Sinjun.

«Díselo.»

«Lo haré.»

«Díselo ya.»

«Pronto.»

Le dio la espalda escapando de la reprimenda que creía haber visto en los ojos de Sinjun. Durante los últimos días  Peter había sido tan feliz como un niño y ella no había sido capaz de aguarle la fiesta. Sabía que a él le costaría acostumbrarse a la idea de un bebé, así que era importante elegir el momento adecuado para darle la noticia.

Cogió las ciruelas que había comprado para Glenna y entró en la carpa. Pero la jaula de la gorila había desaparecido.

Salió con rapidez. Tater abandonó el heno y trotó felizmente tras ella mientras se acercaba al camión que transportaba a las fieras. Troy estaba echando una siesta dentro de la cabina y ella se inclinó sobre la ventanilla abierta para sacudirle el brazo.

—Lali: ¿Dónde está Glenna?

Troy se despertó sobresaltado y su desgastado Stetson chocó contra el espejo retrovisor cuando se enderezó.

—Troy: ¿Eh?

—Lali: ¡Glenna! No está en su jaula.

Él bostezó.

—Troy: Vinieron esta mañana por ella.

—Lali: ¿Quién?

—Troy: Un tipo. Euge estaba con él. Cargó la jaula de Glenna en una camioneta y se la llevaron.

Aturdida, Lali soltó al muchacho y dio un paso atrás.

¿Qué había tramado Eugenia?

Continuará...

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uuuuu.... muchas gracias por sus firmitas!! ^-^ realmente son unas GENIAS!!... 

Les tengo una pequeña noticia: 

emmm... surgió algo y tengo que irme ahora pero VUELVO RAPIDÍSIMO!!... es una cosita de nada que me olvide hacer y bueno... vuelvo inmediatamente y les subo más nove!! PERDÓN!!!... realmente no contaba con esto!.... dentro de una hora mas o menos les subo más! :D 

por favorrrrrrrrr no se enojen!! 

YA VUELVO... ^-^