CAPÍTULO 80

¿Y ahora qué? Por primera vez en semanas, experimentaba temor por algo que no tenía nada que ver con poder pagar el alquiler. Le daba miedo Peter. ¿Qué quería de ella?

«La peor amenaza para los tigres jóvenes es un tigre adulto. Los tigres no mantienen fuertes vínculos familiares como los leones o los elefantes. No es inusual que un tigre mate a su cachorro.» Forcejeó con el tirador de la puerta sólo para ver que su marido se dirigía hacia ella.

Peter apartó la silla de la mesa donde el camarero del servicio de habitaciones había puesto la comida que había pedido.

—Peter: Siéntate y come, Lali.

Peter no había escogido un motelucho de carretera, de eso nada; los había instalado en una suite de lujo en un reluciente y novísimo hotel Marriott a orillas del río Ohio, en la frontera entre Indiana y Kentucky. Lali recordó cómo acostumbraba a contar los peniques cuando iba a hacer la compra y el sermón que le soltaba a Peter cuando adquiría una botella de vino de buena cosecha. Cómo debía de haberse reído de ella.

—Lali: Te he dicho que no tengo hambre.

—Peter: Entonces siéntate y acompáñame.

A Lali le costó menos sentarse en la silla que discutir con él. Peter se ajustó el nudo del cinturón del albornoz blanco que se había puesto tras la ducha y se sentó frente a ella. Tenía el pelo húmedo y se le rizaba en las sienes. Necesitaba un buen corte.

Peter bajó la vista a la ingente cantidad de comida que había pedido para Lali: una enorme ensalada, pechugas de pollo con salsa de champiñones, patatas al horno, pasta, lasaña, dos panecillos, un gran vaso de leche y una ración de tarta de queso.

—Lali: No puedo comerme todo esto.

—Peter: Estoy hambriento. Comeré parte de lo tuyo.

Aunque a él le gustaba comer, no comía tanto como para dar cuenta de todo aquello. Lali sintió el estómago revuelto. Había tenido problemas para retener la comida cuando abandonó a Peter y durante todo el primer trimestre de embarazo.

—Peter: Prueba esto —tomó un poco de lasaña de su plato y la acercó a sus labios. Cuando ella abrió la boca para negarse, él se la metió dentro con rapidez, obligándola a tragársela.

—Lali: He dicho que no tengo hambre.

—Peter: Pruébala. Está buena, ¿verdad?

Para sorpresa de Lali, en cuanto pasó la impresión inicial, la lasaña sabía bien, aunque no pensaba decírselo.

Tomó un sorbo de agua.

—Lali: De verdad, no quiero nada más.

—Peter: No me sorprende —señaló el pollo. —Tiene pinta de estar seco.

—Lali: Está flotando en salsa. No está seco.

—Peter: Créeme, Lali, este pollo está tan seco como la suela de un zapato.

—Lali: No sabes lo que dices.

—Peter: Déjame probar.

Ella pinchó el pollo con el tenedor y cuando comió un trozo, vio que era jugoso.

—Lali: Aquí tienes. —le acercó el tenedor.

Él abrió obedientemente la boca, lo masticó e hizo una mueca.

—Peter: Seco.

Lali agarró el cuchillo con rapidez, cortó un pedazo para ella y se lo comió. Estaba tan delicioso como parecía.

—Lali: El pollo está riquísimo.

—Peter: Supongo que no me sabe a nada por culpa de la lasaña. Déjame probar la pasta.

Irritada, Lali lo observó girar el tenedor en la pasta y metérselo en la boca. Un momento después, él dio su veredicto.

—Peter: Lleva demasiado condimento.

—Lali: Ahora prefiero la comida muy especiada.

—Peter: Luego no me digas que no te lo dije.

Ella cogió un poco de pasta que goteó en el mantel cuando se la llevó a la boca. Estaba suave y sabrosa.

—Lali: No está demasiado condimentada.

Se dispuso a coger otro bocado pero detuvo el tenedor en el aire. Se dio cuenta de que la estaba engañando. Lo miró y dejó el tenedor en el plato.

—Lali: Otro juego de poder.

Los dedos largos y delgados de Peter se cerraron en torno a su muñeca mientras la miraba con una preocupación que Lali no se creyó ni por un momento.

—Peter: Por favor, Lali, me asusta lo delgada que estás. Tienes que comer por el bien del bebé.

—Lali: ¡No me digas lo que tengo que hacer! —La atravesó una sensación dolorosa. Contuvo las palabras que había estado a punto de decir y se escudó detrás de la gélida barrera que la mantenía a salvo. Las emociones eran sus enemigas, aunque debía hacer lo más conveniente para su hijo.

Sin decir nada más, se concentró en la comida y tragó hasta que no pudo más. Ignoró los intentos de Peter por entablar conversación y que él no comiera casi nada. Lali se había escapado mentalmente a un bello prado donde su bebé y ella eran libres, donde les protegía un poderoso tigre llamado Sinjun, que los amaba y que no se pasaba el día encerrado en una jaula.

—Peter: Estás agotada —dijo cuando ella dejó el tenedor sobre el plato. —Los dos necesitamos dormir. Nos acostaremos temprano.

Lali se levantó de la mesa, cogió sus cosas y entró en el baño; se permitió el placer de darse una larga ducha. Cuando salió, la suite estaba a oscuras, alumbrada sólo por la tenue luz que se filtraba por la abertura en las cortinas. Peter estaba acostado boca arriba en uno de los lados de la enorme cama.

Ella estaba tan cansada que casi no se mantenía en pie, pero el pecho desnudo de Peter impidió que se acercara a la cama.

—Peter: Está bien —susurró él en la oscuridad. —No te tocaré, cariño.

Lali permaneció donde estaba hasta que se dio cuenta que le daba lo mismo si la tocaba o no. No le importaba lo que él hiciera porque no sentía nada.

Continuará...

______________________________________

LISTO! :D el último de hoy!!! ^-^

espero que les guste!

Laura Capozucca Pylypciw Lau me encantaría que me mandes más! aún estoy leyendo las que ya me pasate! ^-^ 

MAÑANA MAS!!...