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lunes, 20 de abril de 2015

CUARENTA Y CUATRO



Lali estaba apoyada en la encimera de la cocina de Cande mientras se frotaba la cicatriz. El tiempo corría en silencio mientras el reloj que había sobre la cocina marcaba la hora. Solo escuchaba el retumbar de su cerebro.
Se tensó cuando Cande entró en la estancia.
—¿Y bien?
Cande soltó el teléfono inalámbrico en la mesa.
—Peter y su abogado están en comisaría. De momento, están cooperando.
Lali apoyó ambas manos en la encimera. Tenía la sensación de que le estaban despedazando el corazón. Todo lo que había creído hasta ese momento resultaba ser una mentira.
—Richard Burton es uno de los mejores abogados del estado, Lali. El interrogatorio no durará mucho. No lo permitirá.
—Dios, Dios —murmuró Lali, incapaz de controlar el pánico—. Peter sabía que Benjamín no había muerto en el accidente aéreo.
Cande se apoyó en la mesa de la cocina y cruzó los brazos por delante del pecho.
—Eso está por demostrarse. Lo que se puede demostrar es que la secretaria de Peter vio a Benjamín en su despacho el día anterior al accidente de San Francisco. Y que Peter parece ser la última persona que lo vio con vida.
Lali cerró los ojos.
—¿Por qué? —susurró—. ¿Por qué no me contó la verdad?
—No lo sé. Pero hay más. —Cuando Lali levantó la vista, Cande cambió de postura—. Benjamín McKellen, alias Benjamín Amadeo, y Walter Amadeo eran socios en la sombra de Grayson Pharmaceuticals, una empresa canadiense con un listado de medicamentos muy reducido. LanCorp adquirió Grayson hace poco por una buena suma en efectivo, aliviando en gran medida sus problemas de liquidez. Con el apoyo de LanCorp, estaban a punto de buscar la aprobación de la FDA para el Amatroxin, basándose en una serie de ensayos clínicos supuestamente realizados en Canadá.
—El Amatroxin es el Tabofren pero con otro nombre, ¿no? —preguntó Lali, aunque ya sabía la respuesta.
—Todavía no hay pruebas, pero creo que sí. El detective canadiense con el que he hablado me mencionó que se habían recuperado documentos de la casa de Walter Amadeo en los que se hablaba de ambos medicamentos.
—Peter conocía el posible nexo entre los dos. —Lali inspiró hondo en un intento por contener las lágrimas provocadas por la rabia—. Se plantó en casa de Valeria Ordoñez y fingió que no sabía nada del Amatroxin.
—Benjamín desapareció justo después de que la fusión se llevara a cabo. La secretaria de Peter dijo que escuchó cómo Peter y Benjamín discutían aquel día en su despacho, aunque no ha podido decir de qué iba la discusión.
Lali dejó caer la cabeza.
—Creen que Peter mató a Benjamín. ¿Por qué? ¿Por dinero?
—El dinero es un motivo muy poderoso para algunos —repuso Cande en voz baja—. Peter podría dar la campanada si se aprobaba el Amatroxin. Benjamín lo desarrolló, participó en el ensayo, pero si él desaparecía del mapa, el dinero iría al jefe.
—Es imposible que creas eso —dijo Lali, aunque sintió la bilis en la garganta.
—No, Lali, no lo creo. Pero es lo que va a decir la policía.
—¿Y Janet Kelly? ¿Creen que la mató para encubrir los ensayos clínicos?
—Seguro que pueden relacionar a Janet Kelly con Benjamín a través de la clínica privada. Intentar demostrar que Peter quiso eliminar pruebas. Si se corría la voz de que se habían llevado a cabo ensayos clínicos ilegales en Estados Unidos, el Amatroxin nunca se aprobaría.
Lali volvió a cerrar los ojos.
—¿Y el coche?
Cande suspiró.
—Dirán que alteró los frenos a sabiendas de que estarías sola. Sin ti, él doblaría los beneficios. No tiene que devolver la indemnización del seguro de vida y nadie le preguntaría por el Tabofren. Tú eres la clave de todo esto, Lali.
Unas cuantas horas antes, su futuro parecía brillante y prometedor. En ese momento, no estaba muy segura de poder sobrevivir a la siguiente hora sin perder la cordura. Se abrazó con fuerza.
—Creo que voy a vomitar.
Cande rodeó la encimera. Le puso las manos en ambos brazos a Lali y dijo:
—Escúchame: la policía no puede acusar a Peter de nada en este momento porque todo lo que tienen es circunstancial. Tú y yo sabemos que Peter es incapaz de hacer algo así. Solo te estoy diciendo lo que el fiscal va a decir si la bola sigue creciendo. No lo que es verdad.
Lali miró a Cande a los ojos. Su cabeza y su corazón estaban librando una durísima batalla. El hombre del que se había enamorado era incapaz de cometer un asesinato, incapaz de participar en una conspiración, de borrar sus huellas. De serlo, significaría que estaba al tanto de su desaparición desde el principio. Y no podía creerlo. No después de todo lo que había compartido con ella, de las emociones que le había hecho sentir en tan poco tiempo.
Sin embargo, en el fondo de su mente oía una vocecilla insistente que le decía que no conocía al verdadero Peter Lanzani. El implacable hombre de negocios que había erigido un imperio farmacéutico no lo había conseguido siendo amable y cariñoso. Había cosas que Peter Lanzani, el empresario, le había ocultado y ella lo sabía. ¿Estarían por fin saliendo a la luz?
Daba igual cómo lo considerase, las mentiras que llevaban rigiendo su vida durante cinco larguísimos años volvían a consumirla.
Lali movió la cabeza.
—Ya no sé qué creer, Cande. Solo sé que no puedo confiar en él. No sé si podré volver a confiar en algo de lo que me diga.

 Peter se metió en el Land Rover de Agustín. Un grupo de periodistas se abalanzó sobre él en un intento por conseguir una declaración. Pegaron las cámaras a las ventanillas, y también los micrófonos, en busca de un comentario.
Peter bajó la cabeza y se frotó las sienes mientras Agustín se alejaba de la comisaría. Se sacó el móvil del bolsillo y llamó a Melodi.
—Peter, me alegro de que hayas llamado. La prensa me está acosando.
—Sin comentarios, Melodi. Redacta una circular para todos los empleados. Nadie va a hablar con la prensa. Y me refiero a nadie. Mándamela por fax a casa antes de enviarla.
—La prensa está acampada en tu jardín delantero, Peter —le dijo Agustín.
—Joder. Mándamela a casa de Agustín, Melodi. Estaré allí un tiempo.
—Bien —dijo ella—. ¿Has terminado en el centro?
—Por ahora. —El asco se le asentó en el estómago al pensar en las acusaciones que habían hecho los detectives—. Necesito que me consigas las cintas de seguridad del aparcamiento del edificio. Alguien usó mi coche la semana pasada sin mi permiso.
—Puedo hacerlo.
—Y puede que Burton llame con información. Si lo hace, pásame la llamada.
—Lo haré. ¿Peter? —preguntó ella con voz titubeante—. ¿Estás bien?
—Estoy bien. —Se desentendió de su preocupación—. Encuentra a Ron Grayson por mí. Necesito que se ocupe de esto.
—Lo encontraré. No te preocupes, Peter.
«No te preocupes. Claro, claro», se dijo. Como si fuera posible a esas alturas. Cerró el móvil. Apoyó el codo en la puerta y se frotó la cabeza, donde sufría un dolor palpitante.
—¿Dónde está Lali? —preguntó sin mirar a Agustín.
—En casa de Cande. —Titubeó—. Peter, sabe lo de McKellen.
Cerró los ojos al escucharlo e inspiró hondo para calmarse. Se imaginaba perfectamente lo que pasaba por esa cabeza tan terca. Debería habérselo dicho antes. No debería haber esperado.
—¿Y los niños? —preguntó.
—Mis padres los han llevado a mi casa para que no tuvieran que lidiar con los periodistas.
Asintió con la cabeza.
—Primero tengo que hablar con Lali.
—Lo supuse. Está enojada.
—Sí, ya me lo suponía.
—Peter...
—Ahora no, Agustín. Te lo explicaré todo después de ver a Lali.
Cuando llegaron a casa de Cande, Peter salió del coche y subió corriendo los escalones de entrada. Abrió la puerta y vio que Cande estaba al teléfono. Lo saludó con una mano.
—Te llamo después. —Colgó y miró a Peter y después a Agustín, que estaba justo detrás de él—. Acabo de hablar con Melodi. Ha encontrado a Ron Grayson.
—Lo llamaré después. —Peter echó un vistazo a la estancia vacía—. ¿Dónde está Lali?
—En el patio trasero. —Cuando hizo ademán de pasar junto a Cande, esta le colocó una mano en el brazo—. Peter, he hecho todo lo que he podido.
Le dio un apretón en la mano.

—Lo sé.
Continuará... +15 :(

14 comentarios:

  1. nooooooooooooooooooooooooooooo
    el no tiene nada que ver

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  2. su otro siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

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  3. le creera? Quiero más más capítulos

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  4. masssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

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  5. otro capítulo otro capítulo otro capitulo

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  6. massssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss
    massssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss
    massssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

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  7. Pobre Peter temo la reacción de Lali

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  8. Ya me mata la desesperación.

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