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lunes, 20 de abril de 2015

CUARENTA Y NUEVE



Sin apartar la vista de su tarjeta de embarque, Lali atravesó la atestada terminal. Miró el reloj. Le faltaba casi una hora antes de tener que embarcar en el vuelo que la llevaría a Portland. No quería sentarse delante de la puerta de embarque tanto tiempo. Con un suspiro, se dirigió a la máquina de café emplazada al final del pasillo y se sirvió un café con leche.
Se dejó caer en un asiento y bebió café mientras se decía que había hecho lo correcto. Si tenía suerte, unas cuantas semanas le aclararían las ideas y le darían algo en lo que concentrarse que no fuera la locura en la que se había convertido su vida.
Y tal vez cuando volviera, sabría lo que iba a hacer con Peter.
Escuchó las conversaciones que la gente mantenía a su alrededor. Una atractiva pareja se acercaba a la máquina de café, del brazo. El hombre sonreía mientras le apartaba la melena rubia del cuello a la mujer y le besaba la oreja. La mujer se apoyó en su pecho y sonrió. El brillo de sus alianzas indicaba que eran recién casados.
Una niña de pelo oscuro, más o menos de la edad de Luz, se acercó corriendo a ellos. Una cálida sonrisa iluminó las facciones del hombre cuando abrazó a la niña mientras su mujer pagaba las bebidas.
Lali cerró los ojos. Ella podría tener eso. Si lo quería de verdad, podría tener eso y mucho más.
«Te esperaría toda la eternidad.»
Se le llenaron los ojos de lágrimas. Quería a Peter. Ese no era el problema. A esas alturas, no ponía en duda lo que sentía por él. Era tan incapaz de reprimir sus sentimientos como él. Pero ¿bastaba eso? ¿Sería capaz de olvidar todo lo demás? ¿Las mentiras? ¿El dolor? ¿Podría volver a confiar en él?
La pareja se alejó de la máquina de café y se sentó a una mesa junto a ella.
—¿Cuánto tiempo vas a estar fuera? —preguntó la niña mientras bebía a sorbos con una pajita.
La grave voz del hombre hizo que Lali los mirase de reojo.
—Lo bastante para que tu madre se dé cuenta de que no puede vivir sin mí. —Se llevó la mano de la mujer a los labios.
La rubia le acarició la cara.
—Eso ya lo sé.
El hombre sonrió.
—Pues te ha costado reconocerlo. Me has hecho esperar una eternidad.
Una pelirroja se acercó y se sentó en la silla que quedaba vacía en su mesa. Lali la había visto con la niña antes de que esta corriera hacia sus padres.
—Menos mal que son capaces de perdonar. Han dejado que todas esas tonterías se interpongan durante demasiado tiempo entre ustedes. Qué más da quién dijera qué cosa o cuándo lo hiciera... Hay que ver el daño que pueden llegar a hacer las palabras.
«Todas esas tonterías.» Lali tragó saliva. ¿Eso era lo que ella estaba haciendo? ¿Estaba permitiendo que las circunstancias le dictaran la vida? ¿Estaba permitiendo que lo que Peter había dicho o había dejado de decir interfiriera con lo que ella sentía en lo más hondo de su alma? Si dejaba decidir a su corazón, no estaría sentada en ese lugar, preguntándose qué narices hacer a continuación.
Peter la quería. Todo lo que le había ocultado había sido para mantenerla a salvo. Lo sabía. Aunque no le hacía gracia, sabía que todo lo había hecho por ella.
Sintió una opresión en el pecho. De repente, la eternidad parecía demasiado larga. Se había pasado todo ese tiempo buscando un pasado que creía que la salvaría, cuando debería haber seguido su instinto. El amor que sentía en lo más hondo ostentaba el poder de mostrarle lo que era real. Nada más importaba. No en el fondo.
Se puso en pie de un salto. El café se derramó sobre la mesa.
La rubia de la mesa de al lado se inclinó sobre las sillas y colocó un montón de servilletas sobre el líquido.
—Tome, deje que la ayude.
—Gracias. —Lali secó la mancha—. Estaba distraída.
—Suele pasar.
Lali alzó la vista y se dio cuenta de que los ojos azules de la mujer la miraban con preocupación.
—¿Se encuentra bien? —le preguntó la mujer.
—No. Sí. —Cogió el bolso sin saber si echarse a reír o ponerse a llorar—. Tengo que irme. Tiene una familia estupenda.
La rubia sonrió.
—Gracias.
—No, gracias a usted.
—¿Por qué?
—Por recordarme lo verdaderamente importante.

Peter, que estaba sentado a una mesa del atestado salón de baile, se dio un tirón del cuello de la camisa. Hombres y mujeres vestidos de gala se movían por la pista. La orquesta tocaba los acordes de una canción de jazz mientras los bailarines se movían bajo el brillo de las arañas del techo.
No quería estar en ese sitio. Lo último que le apetecía esa noche era estar rodeado por un grupo de personas que no le importaba en absoluto. Quería estar en casa con los niños, tal vez ahogar sus penas con una botella de whisky después de acostarlos.
Ni siquiera recordaba de qué iba ese evento benéfico. ¿Los sin techo? ¿Las escuelas públicas? ¿Las modelos que necesitaban pasar por el quirófano? Le daba igual. Si no se hubiera comprometido, se habría inventado una excusa para no aparecer. Además, detestaba haberle hecho caso a su nuevo director de Relaciones Públicas, que le dijo que aparecer en público esa noche sería bueno para la empresa.
Lo último que le interesaba en ese momento era su empresa. No debería haberle hecho caso.
—Esta noche lo están petando.
—¿Mmmm? —murmuró Peter.
La voz de la mujer que tenía a la izquierda lo sacó de su ensimismamiento. Tendría unos ochenta años, el pelo totalmente blanco y llevaba un vestido de manga larga plateado, así como el diamante más grande que había visto en la vida en un dedo. Recordaba que estaba emparentada con algún pez gordo del gobierno del estado. Y no tenía ni idea de cómo había acabado compartiendo mesa con ella.
Debería haber ido acompañado. Así, al menos, no tendría que escuchar la monótona voz de la vieja. El problema era que no se veía saliendo con nadie en ese momento. De hecho, no creía que pudiera hacerlo nunca. Solo deseaba a una mujer, y esta iba en un avión y ya estaría a medio camino de Portland.
—El Servicio de Atención a los Menores de las Zonas Marginales, por supuesto —continuó la anciana—. Es increíble que hayan conseguido todo este apoyo. Es maravilloso, ¿no cree?
El Servicio de Atención a los Menores de las Zonas Marginales. Claro. Eso era.
—Sí. —Fingió que la conversación le interesaba—. Están consiguiendo mucha ayuda esta noche. —Sin apenas prestarle atención, calculó cuánto tiempo más tenía que quedarse antes de poder salir de allí.
—Qué espantoso ha sido todo ese asunto en el que se vio envuelto —comentó la anciana—. He oído que su mujer se ha marchado.
La miró de repente.
—¿Qué?
Ella agitó una mano.
—Ay, querido. Nadie puede guardar secretos en esta ciudad. Mi hija acaba de pasar por un divorcio. Es más o menos de su edad. Debería darle su número de teléfono.
Bingo. Eso fue todo lo que necesitó. Peter se levantó y consiguió esbozar una sonrisa educada.
—Si me disculpa...
Se abrió paso por la abarrotada pista de baile. Mucho se temía que iba a explotar si no salía pronto de allí. La libertad lo esperaba a la vuelta de la esquina. Se detuvo unas cuantas veces con algunos conocidos. Cada uno de ellos le alteró sus ya de por sí alterados nervios.
Tras librarse de la última conversación, dio un paso hacia la puerta, pero una voz conocida lo detuvo.
Mon cher, me alegro muchísimo de verte.
«Mierda, Nina.»
Miró su cara perfecta, y fue incapaz de recordar qué narices lo atraía de ella.
—No sabía que ibas a asistir.
—Mi representante me ha obligado a venir, ya que estaba en la ciudad. Es buena publicidad.
Eso tenía sentido. La verdad era que los menores que vivían en las zonas marginales le importaban muy poco.
—Tienes buen aspecto, mon cher. —Se acercó a él—. Siento haberme enterado de tu reciente drama.
—Sí, ya me lo figuro.
Ella esbozó una sonrisa seductora y pestañeó de forma exagerada.
—Nunca me has hablado de tu mujer.
—En fin, nunca hemos hablado de ninguna cuestión seria, ¿no?
Nina se acercó más, se colgó de su brazo y se inclinó para susurrarle al oído:
—¿Por qué no nos vamos a un lugar más tranquilo? Así me podrás contar todos los sórdidos detalles. Se me da bien escuchar.
Estar a solas con ella era lo último que quería. Le apartó la mano de su brazo.
—¿No has venido acompañada?
Pregunta tonta. Por supuesto que sí.
Ella agitó una mano.
—Bueno, está por ahí. Pero es muy aburrido. Prefiero ponerme al día contigo, mon cher. Me lo debes, por cierto.
«En tus sueños», pensó.
—Verás, por tentador que parezca, creo que voy a pasar. —Desvió la mirada hacia la puerta, evaluando la distancia que lo separaba de la libertad. Y se quedó sin aliento cuando Lali entró en el salón de baile.
Llevaba unos vaqueros, una camiseta naranja ajustada, zapatillas deportivas y una chaqueta de cuero, que colgaba de un dedo por encima de un hombro. Su melena castaña y ondulada le enmarcaba la cara, y tenía las mejillas sonrojadas, como si hubiera corrido diez manzanas. Y allí plantada, rodeada de mujeres con vestidos de diez mil dólares y con joyas de todas clases y colores, era lo más bonito que había visto en la vida.
Sin embargo, se suponía que debía de estar en un avión. La sorpresa se tornó en preocupación. Se dirigió hacia ella, sin hacerle caso a Nina, que lo llamó. Cuando Lali lo vio, se abrió pasó entre la multitud para ir hacia él sin rodeos.
—¿Qué pasa? —le preguntó al llegar junto a ella—. ¿Qué ha pasado?
—Nada —contestó ella—. Todo. Quiero decir...
Estaba alterada. Ella nunca se alteraba. La preocupación aumentó.
—Lali...
Ella le miró la mano izquierda y suspiró antes de cogerle la mano y entrelazar sus dedos, rozándole la alianza.
—Aún la llevas.
—Siempre la llevo.
—Eres idiota, Peter Lanzani. Ibas a quedarte aquí sentado, esperando a que me aclarase las ideas, ¿verdad?
—Te dije que lo haría.
—No te merezco.
La esperanza nació en su corazón.
—¿Es tu forma de decirme que me amas?
Ella le dio un apretón en los dedos.
—He estado luchando contra quien soy y contra lo que quiero, porque no recuerdo mi vida. Esta noche, en el aeropuerto, me he dado cuenta de que los niños y tú son mi vida. He dejado que se interpongan demasiadas tonterías entre nosotros. Ya no quiero seguir haciéndolo.
Los quería, pensó Peter. Eso le dio alas a su corazón, aunque cerró los ojos.
—Será mejor que estés segura, porque no puedo volver a perderte. Dos veces en una vida es demasiado. Si me quieres, va a ser para siempre.
—Peter, mírame. —Le acarició el mentón hasta que abrió los ojos—. Sigo molesta porque me mintieras. Pero entiendo por qué lo hiciste. Sé que lo hiciste porque me quieres y porque intentabas protegerme. Pero, además de tu amor, necesito tu confianza. Necesito saber que cuando las cosas se pongan feas, siempre estarás ahí. Que puedo contar contigo.
—Siempre estaré ahí. Puedes contar conmigo.
—Y necesito saber que en el fondo, pase lo que pase, sabrás que estaré ahí para ti. El matrimonio es una sociedad. No puede funcionar sin confianza.
Estaba hablando de matrimonio. Tenía la sensación de que el corazón ya no le cabía en el pecho.
—Lali...
Ella se acercó. Se acercó tanto que podía percibir su calor corporal, podía oler el aroma a lila de su piel y podía ver las lágrimas que brillaban en sus ojos.
—Te diré lo que quiero: quiero que me beses como me besaste en mi casa, que me hagas el amor como me lo hiciste en la tuya. Quiero despertarme todas las mañanas contigo y acostarme todas las noches contigo. Quiero a nuestros hijos y quiero tener una vida en común. Lo quiero todo, pero sobre todo te quiero a ti.
Peter no podía respirar. Lo quería. Lo quería de verdad. Aunque había metido la pata hasta el fondo.
Lali le acarició el labio inferior con el pulgar, provocándole una descarga que le llegó al alma.
—Te amo, Peter Lanzani. Siempre lo he hecho. Pero soy demasiado terca como para darme cuenta de que eso es lo único que importa de verdad.
Peter le tomó la cara entre las manos y secó una lágrima que se le había escapado.
—¿Por qué has tardado tanto en darte cuenta? —le preguntó.
Ella sonrió mientras la besaba, mientras lo rodeaba con los brazos, mientras lo abrazaba con fuerza, y lo poco que quedaba del hielo que había erigido en su interior se derritió.
—Tengo daños cerebrales, ¿recuerdas? Tardo un poco más que los demás en entender las cosas.
—Ah, así que es por eso. —El alivio y la alegría lo recorrieron al ritmo de la música que inundaba el salón de baile, alegrándole el alma—. Y yo que creía que te gustaba verme sufrir.
—Solo en la cama. Y solo cuando el sufrimiento nos conduce al placer a los dos. Y hablando de eso... —Sonrió contra su hombro—. Ahora mismo me vendría bien un poquito de placer. Si no te importa irte de la fiesta antes de tiempo, claro.
Se le tensó el cuerpo al escuchar la invitación erótica que encerraban sus palabras. Se moría por llegar a casa, desnudarla y tenerla en su cama. En la cama de ambos.
Se apartó un poco y el buen humor desapareció mientras contemplaba a la mujer a la que había querido y perdido. Se juró que jamás cometería el error de dejar que se volviera a marchar. Fue consciente de que en las inmediaciones alguien los fotografiaba, pero por primera vez le dio igual.
—Lo siento. Siento muchísimo no haber sido sincero contigo. No haber confiado en lo que sucedía entre nosotros. Me daba tanto miedo perderte de nuevo que al final conseguí justo lo que quería evitar. Te aparté de mis brazos. No volverá a suceder. Te lo prometo. Se acabaron los secretos.
—Se acabaron los secretos —repitió ella—. A menos que sea Navidad. O mi cumpleaños. O nuestro aniversario. Ahora que lo pienso... —dijo con un brillo travieso en los ojos—. Este día sería estupendo como aniversario. Es el día en el que por fin nos hemos reencontrado.
Lali estaba bromeando y él tenía la sensación de que el corazón se le saldría por la boca. Que tenía alas y podía abandonar su pecho. Su Mariana... su Lali era la única persona en el mundo que sabía justo lo que él necesitaba.
—Te amo —susurró—. Muchísimo. Muchísimo más de lo que te amé antes. Por favor, no vuelvas a dejarme.
Lali lo miró con expresión dulce. El amor, un amor que Peter jamás había soñado recuperar, brillaba en esos enormes ojos cafés a la luz de las arañas.

—Nunca más, Peter. Nunca más.
FIN.
Bueno, me tarde un poquito ;) pero la subí al fin.
MIL gracias por leer esta nove y por sus comentarios... espero que la hayan disfrutado tanto como yo!... y nada ;) vamos por la siguiente...
Besos 

30 comentarios:

  1. Si k la disfruté muchísimo .
    Como pocas ,me hizo emocionarme al punto d soltar lágrimas.
    Humor,tragedia ,suspense ,intrigas,y mucho,mucho amor.
    Gracias!!!!

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  2. Gracias x las estupendas maratones ,k nos sacian a las ansiosas.
    Gracias Danii!!!!!

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  3. Ayy me encantoooo
    Me explota el corazon de amorrr
    Decime q hay epilogo! Algo mas!

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  4. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa que lindos ame el final que ella lo buscara
    gracias por la novela tuvo de todo
    espero la proxima

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  5. Awww que lindo, fue una hermosa novela

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  6. aaaay me muero que hermoso tierno final ♡♡ ame mucho esta novela que me súper engancho.



    Ahora a esperar la próxima :)

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  7. Ha tenido de todo está novela buenisima de principio a fin, esperando la próxima con ansias

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  8. Tarde, pero al fin la he leido...siempre leía los capítulos tarde porque había muchos ...una novela preciosa. Gracias por distraer mi mente justo cuando mas lo necesito

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  9. Me encantoooo mucho!!!!! Espero la proxima! Sequi

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  10. epilogo?? jajaaja super genial la nove

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  11. Lo q me encanto esta novela, adicta me hice
    Voy a volver a leerla
    Besos!!

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  12. la última parte sin dudas lo más hermoso me encanto!

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  13. Awww que lindos me encanta
    Esperando la nueva nove :)

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  14. Aaa me encamnntooo
    Espero la próxima
    @x_ferreyra7

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  15. subí hoy la siguiente sinopsis por fa!

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  16. Espero que la próxima novela tenga tantos maratones como esta, buenisima novela

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  17. Woaaaa simplemente me encantó!!!
    Como Lali reaccionó por fin!
    Estuvo muuuuy linda y completa tenía de todo un poco...
    Esperando con ansias la nueva novela

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  18. Me encanto! Me lo lei toda! :)

    @ligiaelenaCM

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  19. Cuando subes la próxima ??

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  20. wow la acabo de leer entera hermosa como todas tus noves espero la proxima genia!

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  21. como que te estas tomando muchas vacaciones!JajajaJaja subí más!

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  22. La lei en un dia y me encantoooo

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  23. Tengo ansiedad por saber cual será la próxima novela :)

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