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domingo, 19 de abril de 2015

VEINTINUEVE



Cande se sentó de golpe en la cama al escuchar el estrépito.
Alguien había roto un cristal. En la planta baja. Había un intruso en su casa.
Apartó las mantas a toda prisa, cogió el bate de béisbol que guardaba debajo de la cama y abrió la puerta del dormitorio tratando de hacer el menor ruido posible. No vio movimiento alguno en el pasillo. La única luz procedía de la lamparita que siempre dejaba encendida en el cuarto de baño. Caminó de forma sigilosa sobre el suelo de parquet y abrió la puerta del dormitorio de Alelí. Su hija estaba acostada boca abajo, con los brazos sobre la cabeza, dormida como un tronco.
Se le disparó el pulso a medida que se acercaba a la escalera. Al pisar el penúltimo escalón, la madera crujió, dejándola paralizada. El corazón se le subió a la garganta. Escuchó que alguien arrastraba por el suelo los cristales rotos en la cocina.
Tragó saliva con fuerza, levantó el bate por encima de la cabeza y se acercó poco a poco a la cocina. Su esposo siempre quiso comprar una pistola. Ella le decía que era un imbécil. Pero en ese momento... en ese momento, le encantaría haberle hecho caso. Pesaba cincuenta y siete kilos, y aunque era capaz de batear con todas sus fuerzas, su bate no sería nada contra un intruso. Ojalá acertara a asestarle un buen golpe que asustara a ese cabrón antes de que pasara algo malo.
—Mierda.
Se quedó petrificada al escuchar la voz.
«Oh no», pensó. Tenía que llamar a la policía. ¿Qué narices hacía tratando de resolver eso ella sola?
Acababa de retroceder un paso justo cuando vio que la puerta de la cocina se abría. Sin pensar bajó el bate y atacó.
Al instante, escuchó que alguien resoplaba por el dolor al tiempo que caía al suelo. Con fuerza. Entró en la cocina con un subidón de adrenalina, levantó de nuevo el bate y se preparó otra vez para atacar. Agustín levantó una mano para impedírselo.
—¡Mierda, no me golpees otra vez con eso!
—¿Agustín?
—¿Quién pensabas que era? —Estaba tendido en el suelo, abrazándose el abdomen y con el torso apoyado en un armario, pero en un ángulo extraño—. ¿El Ratoncito Pérez? Joder, creo que me has roto una costilla.
Cande soltó el bate.
«Mierda, es Agustín», pensó al tiempo que el bate golpeaba el suelo. Se arrodilló a su lado y le tomó la cara entre las manos.
—¿Qué haces en la cocina?
—Tenía hambre. La comida china no me sacia y acabo comiendo de madrugada.
La comida china que habían compartido en el despacho de Peter. Lali le había pedido a Agustín que pasara la noche con ella y con Alelí porque estaba preocupada por ellas. Se había despertado tan asustada, que se le había olvidado todo eso.
—¡Ay, Dios mío! Lo siento mucho —dijo, ayudándolo a incorporarse—. ¿Te duele?
—Bastante. Pero mi ego ha sufrido más que mi cuerpo. Una mujer acaba de tumbarme...
Estaba bromeando. No podía estar muy malherido. Eso la tranquilizó un poco.
—He oído que se rompía un cristal. Pensé que había un intruso.
La expresión de Agustín se tornó nerviosa en la penumbra.
—Sí, era yo. He tirado una jarra con limonada mientras trataba de coger una cerveza de la parte trasera del frigorífico.
—Has tirado... —Cande se sentó sobre los talones y se echó a reír.
—¿Ahora te ríes de mí? Genial. Ahora sí que me siento humillado.
—No me río de ti —le aseguró ella entre carcajadas—. Me río de todo esto. La situación en general es una locura absoluta.
—Dímelo a mí. Qué haces bajando después de escuchar un ruido sospechoso, ¿eh? Tenemos que hablar sobre lo importante que es no interpretar el papel de la tonta de la película de terror.
Cande lo miró con seriedad.
—Y después hablaremos de tu vena troglodita.
Agustín se frotó las costillas.
—Me has dado fuerte.
—A ver, déjame que te eche un vistazo.
Agustín le apartó las manos cuando ella hizo ademán de levantarle la camisa.
—¿Ahora también eres médico? Ni hablar.
—No voy a hacerte daño.
—Ya me lo has hecho. —Se alejó para que no pudiera tocarlo.
—Pareces un niño pequeño. Déjame que te eche un vistazo.
Él volvió a impedírselo.
—Agustín...
—Cande... —le soltó él, devolviéndole la mirada.
La luz de la despensa bastaba para que pudiera ver la intensidad de dicha mirada.
—¿Por qué no me dejas que te toque?
—Porque tú misma dijiste que no sería una buena idea. Son tus reglas, cariño, no las mías.
—Yo no...
—¿No lo entiendes? Ya. Lo sé. Voy a explicártelo. —Se pasó una mano por el pelo—. Si me tocas, yo te toco. ¿Qué te parece?
—Ah. —Cande se puso colorada y mantuvo las manos pegadas a las rodillas. La temperatura de la cocina pareció subir diez grados de golpe mientras se miraban. El deseo crepitaba entre ellos.
¿Qué tenía ese hombre que la atraía tanto? Porque no era solo su físico. Ni su absurdo sentido del humor. Era algo más. Algo para lo que no estaba preparada.
Después de unos larguísimos segundos, Agustín apartó la mirada y gruñó mientras se ponía en pie. Era todo piernas y músculo.
—En fin, voy a limpiar el desastre que he hecho.
Cande se levantó y alargó un brazo para tocarlo.
—Agustín...
Él atrapó su muñeca con tal rapidez que Cande ni siquiera tuvo opción de apartarla. El roce de sus dedos la abrasó, y cuando se volvió para mirarla, vio que el deseo ardía en sus ojos. Un deseo que la abrumó y que recorrió su cuerpo como si fuera una corriente eléctrica.
—Bien, voy a explicártelo. Estoy loco por ti. Como nunca lo he estado por nadie. Jamás. Soy consciente de que eres la abogada de mi hermana. Soy consciente de que esto puede suponer un conflicto de intereses para ti. Pero si me tocas otra vez, se me olvidarán todos tus ridículos principios éticos y acabaré echándote un polvo aquí mismo, en la cocina. No hará falta Viagra. Y te aseguro que tú también disfrutarás. Los dos lo haremos.
Cande se quedó sin aire en los pulmones. El deseo era abrumador. Un deseo que no sentía desde hacía años. La vida tan cuidadosa que se había esmerado por construir desde la muerte de Steve parecía pender de un hilo.
—Agustín...
Vio que aparecía un tic nervioso en su mentón.
—¿Qué?
—Bésame antes de que se me ocurra decirte que no.

La obedeció tan rápido que Cande ni siquiera lo escuchó acercarse.
Continuará... 
Hola linduras!!... bueno esto es IMPORTANTÍSIMO!... 
al parecer hubo un error en el capítulo anterior... cuando lo revisé me di cuenta de que me había comido una partecita entre el capítulo 27 y 28... LO SIENTO MUCHO!... lo que pasa es q hoy estuve posteando desde el trabajo y al parecer mi cerebrito no puede concentrarse en dos tareas a la vez... REALMENTE LO SIENTO!! dios!! no saben la vergüenza que tengo.... osea esto es algo que no debería pasar... lo último que quisiera es que se perdieran partes de la nove o que se confundieran... LES PIDO que por favor lean nuevamente el capítulo 28 para evitar confusiones o espacios en blanco!... lo siento de verdad! :( 
los siguientes dos dias estaré posteando novelas todo el día! lo juro! ;) 
+15 y más!

16 comentarios:

  1. me encanta la nove quiero masssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

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  2. no te preocupes leemos de nuevo ese capitulo y listo
    lo importante es que sigas subiendo mas nove

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  3. Espero es próximo capitulooo!

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  4. Me leí todos los capítulos en un día! Estoy súper enganchada...

    Romi

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  5. Muy buena la nove, subí maaaas!

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  6. No te preocupes, lo leemos nuevamente! :)

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  7. 2,30 de la mañana y yo leyendo tu nove!
    Flor

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  8. Dejanos otrooooo cap

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  9. K basto k es Agustín ,pero muy sincero.
    Jjajajajaja,Cande está deseando ese contacto.

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