Claudia apareció por la puerta del final del
pasillo. Llevaba un albornoz rosa atado a la cintura y unas zapatillas con
forma de conejito. La miraba con una sonrisa cómplice.
—Buenos días, cariño. Pareces... revitalizada.
Lali sintió que se ponía colorada. «Mierda»,
pensó. Su plan de esconderse se había ido al traste. Tragó saliva para que
desapareciera el nudo que tenía en la garganta.
—Mmmm... Es que estaba...
Claudia caminó hacia la escalera.
—Vamos a tomarnos un café antes de que los
hombres se levanten. Todavía no hemos tenido un ratito para hablar de cosas de
mujeres.
«Mierda, mierda, mierda», pensó Lali. Justo lo
que le hacía falta.
Sin más alternativa, siguió a la madre de Peter
escaleras abajo mientras intentaba buscar una excusa creíble para librarse de
la conversación matinal. Después de una noche de sexo, tenía el cerebro
licuado. Y era incapaz de encontrar algo convincente por más que lo intentaba.
Se detuvo en el pasillo al pasar frente a un
espejo. Su imagen la dejó boquiabierta mientras trataba a toda prisa de
arreglarse un poco el pelo. Tenía todos los rizos alborotados. El rímel se le
había corrido y tenía los párpados manchados de negro. Los labios aún estaban
hinchados por los besos de Peter, y no era normal que se levantara con las
mejillas tan sonrosadas por las mañanas.
—No te preocupes —le dijo Claudia sin volverse
siquiera—. Tienes el aspecto de una mujer bien satisfecha. Me pregunto si Peter
tendrá rosquillas en esta cocina. —Desapareció tras la encimera.
Lali cerró los ojos. Las cosas iban de mal en
peor más rápido de lo que le gustaría. En ese momento agradecería mucho que se
la tragara la tierra.
Entró en la cocina mientras tragaba saliva para
librarse del regusto amargo de la bilis. Claudia ya estaba preparando el café.
—Mira en el frigorífico a ver si encuentras
queso de untar, ¿quieres, cielo?
Iba a matar a Peter, pensó Lali. Sí, señor.
Mientras se mordía la lengua para no soltar una retahíla de tacos, se acercó al
gigantesco frigorífico de acero inoxidable y sacó la tarrina de queso. Una vez
que el café estuvo listo, Claudia sirvió dos tazas y después llevó a la mesa un
plato con rosquillas.
Lali se sentó a su lado. La cafeína era lo
único que podía ayudarla a controlar los nervios.
—Peter me ha dicho que estás teniendo problemas
con Luz —dijo Claudia tras beber un sorbo de café.
Lali planeaba tener una charla con Peter sobre
las cosas que iba diciendo por ahí. Se removió en la silla.
—Sí, algunos. Esto no está siendo fácil para
ella.
—No, imagino que no. Era muy pequeña cuando te
marchaste. Fue muy duro para los dos.
La curiosidad pudo con ella. Se mordió el labio
al tiempo que rodeaba una pata de la silla con una pierna.
—¿Luz y yo nos llevábamos bien?
—Claro que sí. —Claudia sonrió—. Estaban muy
unidas. Luz no está molesta contigo, cielo. Debes entenderlo. Lo que le pasa es
que tiene miedo de volver a pasar por todo aquello.
—Lo normal sería que un niño se alegrara de
tener de vuelta a su madre o a su padre. Pero Luz no quiere verme ni en
pintura.
Claudia le dio unas palmaditas en una mano.
—Ella lo pasó muy mal. Peter no llevó muy bien
tu ausencia.
Al ver que Lali fruncía el ceño, Claudia apoyó
la espalda en la silla.
—Te quería mucho, más de lo que debería.
Perderte lo destrozó. Los dos primeros años los pasó sumido en una especie de
aturdimiento. Creo que no lo habría logrado sin Luz.
Lali cerró los ojos. Si a esas alturas no
estuviera enamorada de Peter Lanzani, las palabras de Claudia habrían sido su
perdición. Sintió una opresión tan grande en el pecho que por un instante temió
no poder respirar.
—Creo que Luz está asustada por lo que puede
pasarle a Peter si decides marcharte —añadió Claudia en voz baja.
Lali clavó la mirada en la taza. El café estaba
tan caliente que humeaba.
—No sé qué va a pasar. De momento, no puedo
hacer promesas en ningún sentido. Peter y yo... —Levantó un hombro, pero volvió
a bajarlo, derrotada—. No hemos tomado decisión alguna. Pero siempre estaré
aquí, por Luz. Eso no cambiará jamás.
Claudia guardó silencio un minuto mientras la
observaba con curiosidad. Al final, cogió una rosquilla.
—Peter te ha contado que Juan no es su padre
biológico, ¿verdad?
—No, no lo sabía.
Claudia se apartó el pelo de la cara.
—No me sorprende que aún no hayan llegado a las
historias familiares. Juan y yo nos conocimos en la universidad. Nos enamoramos
locamente y tuvimos un romance apasionado. Pero él se alistó en el ejército y
cortamos. Conocí a Kevin, el padre de Peter, después de que Juan se fuera. Nos
casamos, y un año después nació Peter. —Su voz adoptó un deje tierno al tiempo
que clavaba la mirada en su taza de café—. Kevin era un hombre maravilloso. Peter
ha heredado sus ojos verdes. Adoraba a Peter. —Suspiró—. Murió en un accidente
de tráfico cuando Peter tenía dos años.
—¡Oh! Lo siento.
Claudia agitó una mano.
—Fue espantoso cuando sucedió. Pero luego, unos
meses después, Juan volvió a casa. Y fue como si aún estuviéramos en la
universidad. Como si no hubiera pasado el tiempo. La química explosiva y la
inexplicable conexión. —Miró a Lali con una sonrisa—. Estoy segura de que
entiendes lo que te digo.
Lali sintió que se ponía colorada otra vez.
—El caso es que Kevin había muerto solo unos
meses antes —siguió Claudia— y ahí me tenías a mí, enamorada de otro hombre. No
sabía qué hacer. Me refiero a que, en aquella época, las viudas debían esperar
un tiempo respetuoso antes de retomar su vida. Pero yo no. No, señora. Me metí
en la cama con el primero que encontré.
Lali no pudo contener una carcajada. Se tapó la
boca con una mano, consciente de lo insensible que podía parecer el gesto.
Claudia rio por lo bajo y soltó la taza.
—Exacto. Una locura, ¿verdad? —Cuando Lali la
miró, Claudia le cogió una mano—. Pero no lo fue. No si lo analizas. El Señor
me dio a Kevin para que Peter pudiera nacer. Fue un regalo que atesoraré para
siempre. Y cuando llegó su hora de marcharse, el Señor me devolvió a Juan.
Sabía exactamente lo que Peter y yo necesitábamos. Eso no significa que yo
quisiera menos a Kevin, solo que mi amor por él fue distinto. A veces, pasamos
demasiado tiempo analizando los regalos que se nos ofrecen en vez de dar las
gracias por ellos.
Lali cerró los ojos.
—Pero la mía es una situación muy diferente.
—Puede que sí —replicó Claudia—. O puede que
no. Los caminos del Señor son inescrutables. De alguna manera, has vuelto con Peter
y Luz. Y hay un motivo para que eso haya sucedido.
Las palabras de Claudia aún flotaban en el aire
cuando Juan entró en la cocina, ataviado con unos pantalones de deporte y una
camiseta de los Seahawks de Seattle.
—¿Qué hacen levantadas tan temprano? —les
preguntó mientras se acercaba a la cafetera.
Claudia levantó su taza.
—Lali tenía sed después de una noche de sexo
salvaje con nuestro hijo.
Lali se ruborizó.
—Mamá, la estás poniendo colorada. —Peter llegó
detrás de su padre y las miró con una extraña sonrisa.
«¡Por Dios!», pensó Lali. La cosa iba cuesta
abajo y sin frenos. Se frotó la cicatriz de la sien mientras se ponía de pie,
aunque le temblaban las piernas.
—Necesito darme una ducha antes de que mis
padres se levanten.
—Si es por ellos, tranquila —le dijo Claudia—.
Su dormitorio está al lado del de Peter. Si nosotros, que estamos en el otro
extremo del pasillo, los oímos anoche, ellos también lo habrán hecho.
Lali puso los ojos como platos antes de mirar a
Peter y de dirigirse hacia la escalera tan rápido como pudo, a sabiendas de que
estaba colorada como un tomate.
Peter la alcanzó antes de que pudiera subir. Ya
se había duchado, tenía el pelo húmedo y tenía un olor fresco y limpio.
—Espera un momento.
—Lo has hecho a propósito. —Intentó zafarse de
sus brazos, pero él la estrechaba con demasiada fuerza—. Sabías que tu madre
estaría despierta cuando yo me levantara esta mañana.
—Culpable. A lo mejor estoy cansado de guardar
secretos.
—Lo has hecho a mis espaldas. Y eso no me
gusta.
—Lo entiendo. Pero ya no tienes excusas. Hoy
mismo hablaré con Luz.
Eso hizo que dejara de debatirse.
—No lo hagas.
—¿Por qué no?
Subió un peldaño para ponerse a su altura. Esos
ojos verdes la taladraron mientras recordaba las palabras de Claudia.
—No quiero que sufra otra vez.
La mirada de Peter se suavizó y su expresión
hizo que Lali se emocionara.
—Pues no le des más motivos. Vente a vivir con
nosotros.
Lali abrió los ojos de par en par. Esa no era
la respuesta que ella esperaba.
—¿Cómo dices? ¿Estás loco?
Lo vio esbozar una lenta sonrisa antes de que
la besara. Ella se limitó a mirarlo. Cuando se apartó, sus ojos verdes
relucían.
—Pues sí. Lo estoy. Estoy loco por ti. Luz
necesita pasar tiempo contigo y Tomás necesita pasar tiempo conmigo. Todos
necesitamos una oportunidad para conocernos mejor. Si tenemos que ir de mi casa
a la tuya, será más difícil.
—Estás fatal. No puedo venirme a vivir contigo,
Peter. ¡Por Dios! Solo ha pasado una semana.
—Una semana para mí es toda una vida. Te quiero
en mi casa. Me conformaré con que te quedes en la habitación de invitados de
momento si eso es lo que quieres.
Lali sintió que se quedaba sin aire en los
pulmones.
—¿Eso es lo que quieres?
—No, te quiero en mi cama todas las noches.
Pero no te presionaré.
Un alivio inesperado la embargó de repente y la
alocada idea de que Peter tenía razón se adueñó de sus pensamientos.
—Me has presionado desde el principio. —Se
apoyó en él y Peter le dio un beso en un hombro al tiempo que sonreía.
—Es posible, sí. Por favor, dime que por lo
menos vas a pensártelo.
Lali cerró los ojos y lo abrazó. ¿Cómo iba a
luchar contra él cuando en el fondo sabía que era eso lo que quería?
—Está bien, lo pensaré.
Peter la estrechó con fuerza.
—Gracias, Señor.
Rodeada por sus fuertes brazos, estuvo a punto
de creer que lograrían que las cosas funcionasen. Se apartó lo justo para
mirarlo a los ojos.
—Me gustaría pasar un tiempo a solas con Luz
hoy. Estaba pensando en llevarla de compras.
—No quiero que salgas sola en este momento.
—Peter, no vamos a morirnos por ir de compras
unas horas. Estaremos en lugares concurridos. Te prometo que no la llevaré a
ningún sitio peligroso. —Se percató de que Peter titubeaba, de modo que insistió—.
No puedes mantenerme encerrada como si fuera una prisionera y lo sabes.
La indecisión se apoderó de él y al final
claudicó.
—Bien. Necesito ir un rato al despacho. Le diré
a John, del equipo de seguridad, que las acompañe.
Lali lo miró al instante.
—Ni hablar. Solo me hacía falta que me acechara
un guardaespaldas mientras intento acercarme a Luz. Eso solo empeorará las
cosas.
—Lali...
—Pero sé que te preocupas mucho —se apresuró a
añadir, al ver la determinación en sus ojos verdes—. Así que... ¿qué te parece
si llegamos a un término medio? Te prometo que te llamaré para decirte que
estamos bien. Para que estés tranquilo.
Peter frunció el ceño.
—Quiero que me llames a cada hora.
Lali puso los ojos en blanco.
—Dios mío, eres peor que mamá gallina con sus
polluelos. Bien, te llamaré una vez cada hora.
La expresión de Peter dejó bien claro que no le
gustaba la idea, pero que no iba a discutir con ella.
—Luz tiene entrenamiento de sóftbol esta tarde.
—La dejaré y después iré a recogerte.
Peter asintió a regañadientes.
—Está bien.
—¿Quieres que te haga una lista con los sitios
a los que vamos a ir? —le preguntó con una sonrisa. Al ver que su ceño se
acentuaba, se inclinó hacia delante y lo besó—. Por favor, ¿me dejas ir a
ducharme antes de que mis padres se levanten?
Peter la soltó y ella subió la escalera a
sabiendas de que él la estaba observando.
—¿Necesitas ayuda? —le gritó de repente.
Cuando miró hacia atrás, la sonrisa ladina que
esbozaba estuvo a punto de derretirla. Se equivocara o no, tenía la deprimente
sospecha de que acabaría dándole todo lo que le pidiera.
Continuará... +15 :)
maaaaaaas
ResponderEliminarjajajajaj pobre lali!! bueno las cosas se poen mejores!! MAS!!
ResponderEliminarYa quiero que se descubra todo el misterio y que lali recupere la memoria
ResponderEliminarjajajaja me reí de Lali colorada y todos los escucharon
ResponderEliminarespero que esta vez salgan mejores las cosas con Luz
espero masssssssssssssssssss nove
salida con luz bueno o malo??? ojala que salga todo bien entre ellas y que luz ahora se acerque a lali
ResponderEliminarJAJAJJAJAJJAJAJAJJA me mato cuando se encontro con claudia pense que iba a ser luz la que la encontraba
ResponderEliminarcuanto faltaaa para que lali recupere la memoria????? yaaaa quiero que pase a si sabemos que paso en ese avion!!!!!!!!
ResponderEliminarNada mas que decir que me encanto el cap muuu buenooo esperando el otro
ResponderEliminarMAS MAS MAS MAS MAS
ResponderEliminarMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS
ResponderEliminarMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS
+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
ResponderEliminarS
ResponderEliminarOTRO OTRO OTRO OTRO OTRO
ResponderEliminarSEE BUENITA Y SUBE OTRO PORFIIIS SI???? DI QUE SI
ResponderEliminarCuando vi la foto flashee mal que era nati oreiro y lali AJAJJAJA SI YA SE TARADA ESTA PIBA
ResponderEliminarLa mamá de peter jajaajajajaa
ResponderEliminarApareció el Peter que quería :)
ResponderEliminarmasssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss
ResponderEliminarJajjajajaja,Claudia es lo más ,así salió Peter.
ResponderEliminarJajajaja lo que es claudia!
ResponderEliminarAwwww Peter es un amor
Wiiii Lali dijo que lo hiba a pensar!!!!!
Que pasará con luz? Me encanta