-Disculpe, he encontrado a este pequeño a unas manzanas
de aquí. Me ha dado esta dirección. Quería saber si...
-Chris: ¿Quién eres tú? -le preguntó a Peter- Esta es la
casa de Lali.
-Peter: Soy Peter. Lali te está esperando, Chris.
Chris sonrió, mostrando sus dientecillos blancos. Dientes
de bebé, pensó Peter.
-Chris: Quería llegar antes, pero me perdí. Bobbi estaba
pintando su porche y dijo que me traería.
Peter puso una mano sobre la cabeza de Chris y sintió la
suavidad de su pelo, tan parecido al de Lali.
-Peter: Le estamos muy agradecidos, señorita...
-Freeman, Bobbi Freeman -ella sonrió y miró a Chris- No
pasa nada. Puede que este jovencito se haya extraviado un poco, pero sabe lo
que quiere. Y creo que lo que quiere es ver a Lali y comerse un bocadillo de
manteca de cacahuete. En fin, yo tengo que volver a mi porche, Hasta luego, Chris.
-Chris: Adiós, Bobbi -el niño bostezó con la boca muy
abierta-. ¿Está Lali en casa?
-Peter: Ahora mismo te la traigo -dejando que Chris se
encaramara a la hamaca, Peter se fue a la cocina. Detuvo a Lali en la puerta y
le quitó las dos tazas de café de las manos-. Hay alguien que quiere verte.
Ella cerró los ojos.
-Lali: Oh, por favor, Peter, ahora no.
-Peter: No creo que acepte un no por respuesta.
Algo en su voz hizo que Lali abriera los ojos.
El corazón le dio un vuelco. Pasó al lado de Peter y
corrió al cuarto de estar. Un niño rubio se columpiaba alegremente en la
hamaca, con los gatitos en el regazo.
-Lali: ¡Oh, Dios, Chris!