Cada tarde desde que Victorio había muerto, Cande se
dormía con imágenes suyas filtrándose por su mente. Hasta la última noche.
Parecía extraño preocuparse por otro hombre que no fuera
Victorio, especialmente cuando él era tan diferente. Recordando el rostro
delgado de Pablo y la delicada maestría de su contacto, Cande se sintió
culpable, cautivada e intranquila. Sí, bastante diferente de Victorio.
Su prometido no había sido un hombre complicado. No había
capas de oscuridad en él, nada que le impidiera dar y aceptar amor con
naturalidad. Él provenía de una familia de gente agradable, que era rica, pero
nunca arrogante, y escrupulosamente atenta a su deber para todos aquellos en
circunstancias menos afortunadas. Victorio había sido sumamente atractivo, con
claros ojos castaños y el pelo de un castaño brillante, y un favorecedor
remolino que hacía que los mechones cayeran en una tentadora curva que le
atravesaba la frente. Él había sido delgado y había estado en forma, le
encantaban los deportes y los juegos y los largos paseos.
Apenas sorprendió que se hubieran enamorado, ya que para
todos era obvio lo bien que encajaban. Victorio sacaba a la luz un lado de la
naturaleza de Cande del cual ella nunca había sido totalmente consciente. En
sus brazos, ella se había vuelto desinhibida.
Ahora que Victorio había muerto, Cande había estado sin
un hombre durante mucho tiempo.
Ella deambuló por el bosque de robles y avellanos, que
estaba excepcionalmente oscuro durante la mañana, mientras el cielo todavía
estaba cubierto de una neblina gris plateada.
Cande no era consciente que alguien más seguía la vereda
hundida hasta que oyó una serie de pasos subiendo con fuerza detrás de ella.
Dándose la vuelta, vio la alta figura de un hombre acercándose, respiró con más
rapidez cuando se dio cuenta que Pablo Martínez la había encontrado.
Tan espectacular como había estado a la luz de la luna,
Pablo estaba aún más impresionante a la del día, su rostro hermoso pero
completamente masculino, la nariz angosta y larga, los pómulos altos, los ojos
increíblemente azules. Por alguna razón Pablo se detuvo cuando sus miradas se
encontraron, como si él hubiera entrado corriendo en una pared invisible.
-Cande: Buenos días, señor -el sonido de su voz parecía
arrastrarlo hacia adelante. Él se acercó despacio, como si temiera que un
movimiento repentino pudiera hacerla huir asustada.
-Pablo: Anoche soñé contigo. -dijo él. Como táctica
conversacional, la declaración era algo alarmante, pero aún así Cande sonrió.
-Cande: ¿De que trataba el sueño? -preguntó, inclinando
su cabeza mientras le miraba fijamente- ¿O es una pregunta peligrosa? -El
viento despeinó un mechón de pelo que había caído sobre su frente.
-Pablo: Sin duda una pregunta peligrosa -Cande se dio
cuenta que estaba coqueteando con él, pero parecía no poder evitarlo.
-Cande: ¿Ha venido a pasear conmigo, Sr. Martínez?
-Pablo: Si no tiene ninguna objeción a mi compañía.
-Cande: Lo único a lo que me opondría es su ausencia. -le
dijo, disfrutando al verle repentinamente sonreír relajadamente. Haciéndole
señas para que se le uniera, se dio la vuelta y siguió por de la vereda
hundida, hacia el jardín de casa del guardabosques a lo lejos.
-Pablo: Sabes -dijo de manera despreocupada- no voy a
permitir que te apartes de mí otra vez sin decirme quien eres.
-Cande: Prefiero permanecer misteriosa.
-Pablo: ¿Porque?
-Cande: Porque hice algo escandaloso en el pasado, y
ahora es terriblemente delicado salir en sociedad.
-Pablo: ¿Qué tipo de escándalo? -Su tono sardónico le
aclaró que él esperaba que su trasgresión fuera menor- Fue a algún sitio sin
carabina, supongo. O dejó que alguien le robara un beso en público -Ella
sacudió la cabeza con una sonrisa sardónica.
-Cande: Sin duda no tiene ni idea del mal comportamiento
que nosotras las damas podemos tener.
-Pablo: Me gustaría que me ilustrase -Ante el silencio
indeciso de Cande, Pablo dejó el tema, y fijó su mirada en el enredado jardín
de la casita de campo excesivamente sembrado delante de ellos - Muy bonito
–comentó. Balanceando su sombrero, Cande le condujo al invernadero, un rincón
acogedor que no podrían ocupar más que dos personas al mismo tiempo.
-Cande: Cuando era una niña, solía sentarme en este
invernadero con mis libros y mis muñecas, y fingir que era una princesa en una
torre.
-Pablo: Creciste en Stony Cross Park, entonces. -dijo él.
Ella abrió la puerta del invernadero y miró dentro. Estaba limpio y ordenado,
el asiento de madera brillaba por un reciente pulido.
-Cande: Lord Westcliff es mi hermano. -admitió finalmente-
Soy Candela Espósito.
-Pablo: Lali mencionó que tenía una hermana -dijo- sin
embargo, yo tenía la impresión que usted vivía lejos de la hacienda.
-Cande: No, sin duda soy residente de Stony Cross Park.
Pero me lo guardo para mí misma. El escándalo, entiende.
-Pablo: Me temo que no. -Las comisuras de su boca se
elevaron en una sonrisa relajada- Cuéntemelo, Princesa Candela ¿por qué tiene
que quedarse en su torre? -El suave ruego le hizo sentir a Cande como si se
derritiera por dentro. Ella rió intranquila, deseando durante un momento
atreverse a confiar en él.
-Cande: Sr. Martínez -comenzó, cometiendo el error de
mirarle.
-Pablo: Pablo. -susurró él- Quiero saber tus secretos, Candela
-Una amarga medio sonrisa tocó sus labios.
-Cande: Los oirá tarde o temprano de otra gente.
-Pablo: Quiero oírlos de ti -Como Cande comenzó a retirarse
en el invernadero, Pablo hábilmente agarró el pequeño cinturón de tela de su
vestido de paseo. Sus largos dedos se engancharon bajo el tejido reforzado. Incapaz
de alejarse de él, Cande sujetó con fuerza su mano sobre la suya, mientras un
agitado rubor inundó su rostro. Sabía que él estaba jugando con ella, y que
ella una vez podría haber sido capaz de manejar esta situación con relativa
facilidad. Pero no ahora. Cuando habló, su voz era ronca.
-Cande: No puedo hacer esto, Sr. Martínez -Para su
asombro, él pareció entender exactamente lo que quería decir.
-Pablo: No tienes que hacer nada, -dijo él suavemente-
Solamente déjame acercarme más y estar junto a ti. -Su cabeza se inclinó, y él
encontró su boca con facilidad.
La persuasiva presión de sus labios hizo que Cande se
balanceara vertiginosamente, y él la agarró firmemente contra sí. Pablo
Martínez la estaba besando, el libertino sinvergüenza nada moderado sobre el
que su hermano la había advertido. Y oh, él era tan bueno en eso. Ella había
pensado que nada sería jamás tan agradable como los besos de Victorio, pero la
boca de este hombre era caliente y paciente, y había algo maliciosamente
erótico en su completa carencia de urgencia. Para su asombro, se encontró
rodeándole el cuello con los brazos e inclinándole la cabeza hacia atrás para
exponer su garganta del todo. Todavía delicado y controlado, besó la piel
frágil, bajando hacia el hueco en la base de la garganta.
Ella sintió su lengua girar en el cálido hueco, y se le
escapó un gemido de placer. Pablo levantó su cabeza para acariciar con la nariz
el lado de su mejilla, mientras le acariciaba la espalda con la su mano. Sus
reparaciones se mezclaban en rápidos y calientes soplos, su pecho duro se movía
contra el suyo en un ritmo errático.
-Pablo: Dios mío -dijo finalmente contra su mejilla- eres
un problema -Cande rió.
-Cande: No, tú lo eres. -logró acusar a cambio, justo
antes de que él la besase otra vez.
Cuando Lali vio la considerable cantidad de comida sin
consumir que se había devuelto a la cocina, ella y dos camareras lo embalaron
en tarros y cestas, para distribuirla a aldeanos en Stony Cross. Como la señora
de la finca en ausencia de su madre, Lali tenía en cuenta visitar a las
familias que tenían necesidad de provisiones adicionales de alimentos y de
casa. Entraría en casa tras casa, se sentaría junto a la chimenea, escucharía
diligentemente las quejas, y repartiría consejos cuando fuera necesario.
Lali temía no estar suficientemente dotada tanto de la
sabiduría como de estoicismo que tales visitas requerían. Por otra parte, el
saber lo poco que poseían los habitantes de las casas, y lo duro que
trabajaban, nunca dejaba de darle una lección de humildad.
En los últimos meses, Lali a menudo lograba persuadir a Cande
para que la acompañara al pueblo, y la presencia de su hermana siempre hacía
que el día pasara mucho más rápido.
Lamentablemente a Cande no se la encontraba por ninguna
parte esa tarde. Perturbada, Lali se preguntó si su hermana estaba todavía en
compañía del Sr. Martínez, porque él también estaba ausente. Seguramente no, Cande
no había pasado tanto tiempo con un hombre durante años. Por otra parte, sencillamente
era posible que Pablo hubiera sido capaz de sacar a Cande de su cáscara.
¿Pero era algo bueno o malo? Se preocupó silenciosamente Lali.
Sería sencillamente típico de Cande, el terco diablillo, concentrar su atención
en un licencioso libertino más que en algún caballero honrado. Riendo con
arrepentimiento, Lali levantó una pesada cesta en sus brazos e hizo su salida
del carruaje.
- Ah, señora -llegó la voz de una criada desde detrás
suyo, mientras caminaban desde las cocinas- ¡Déjeme cogerle eso, por favor! -Echando
un vistazo sobre su hombro, Lali sonrió cuando vio que la joven criada ya
estaba cargada con dos pesadas cestas.
-Lali: Puedo arreglármelas, Gwen -contestó, resoplando
ligeramente mientras subía un tramo corto de escaleras. Un obstinado tirón de una
cicatriz hizo que su rodilla derecha la lastimara. Apretando los dientes, Lali
se obligó a continuar.
- Milady -persistió Gwen- si solamente la pone a la
orilla, volveré por ella.
-Lali: Eso no es necesario. Quiero cargar estas en el
carro y marcharme, porque ya ando muy escasa de… -Lali se interrumpió de pronto
cuando vio a Lanzani de pie cerca de la entrada que daba al pasillo de los
criados. Él hablaba con una camarera que se reía tontamente, apoyando un hombro
de manera despreocupada contra la pared. Parecía que su habilidad para encantar
a las mujeres no se había desvanecido, él estaba sonriendo a la criada morena,
tendiendo la mano para dar un ligero toquecito de broma bajo su barbilla.
Aunque Lali no hizo ningún ruido, algo debió de haber
alertado a Lanzani de su presencia. Él echó un vistazo en su dirección, su
mirada se volvió cautelosa.
Al instante la camarera se marchó, mientras Lanzani
siguió mirando fijamente a Lali.
Ella se recordó a si misma que no tenía ningún derecho de
sentirse posesiva con él. Después de todo, ella ya no era una muchacha de
diecinueve años encaprichada por un muchacho del establo. Sin embargo, una
ardiente cólera la atravesó a toda velocidad ante la evidencia de que ella no
era la única mujer que Lanzani se había propuesto seducir. Sentía el rostro
rígido mientras seguía hacia el vestíbulo.
-Lali: ¡Vamos! -le murmuró a Gwen, y la muchacha
obedientemente se apresuró delante de ella. Lanzani alcanzó a Lali con unas
largas zancadas. Su rostro oscuro era ilegible cuando alargó la mano a la
cesta.
-Peter: Déjame llevar eso -Lali lo apartó de él de un
tirón.
-Lali: No, gracias.
-Peter: Estas cojeando -Su observación hizo que zarcillos
de alarma se extendieran por su estómago.
-Lali: Me torcí el tobillo en la escalera -dijo
brevemente, resistiendo mientras él tiraba de su cesta- Suelta. No necesito tu
ayuda -Sin hacerle caso, Lanzani llevó la cesta con facilidad, su frente se
arrugó cuando la miró.
-Peter: Deberías dejar que la Sra. Julia vendara eso
antes que empeore.
-Lali: Ya parece mejor -dijo exasperada- Ve a buscar a
otra a quién molestar, Lanzani. Estoy seguro que hay muchas otras mujeres con las
que deseas jugar hoy.
-Peter: No estaba tratando de seducirla -Ella respondió
con una mirada que habla por sí sola, y sus cejas oscuras se levantaron en una
media luna burlona-¿No me crees? -preguntó.
-Lali: En realidad no. Creo que ella es tu seguro, en
caso de que no tengas éxito en llevarme a la cama a mí.
-Peter: Primero, no tengo ninguna intención de acostarme
con una de las camareras. Estaba tratando de obtener alguna información de ella.
Segundo, no necesito seguro -La arrogancia de su declaración fue suficiente
para hacer que Lali enmudeciera. Ella nunca había encontrado a un hombre tan
abominablemente seguro de sí mismo, y fue una suerte que no hubiera espacio
suficiente en el mundo civilizado para acomodar más de un puñado de hombres
como él. Cuándo pensó que podría hablar sin tartamudear, finalmente preguntó
con la voz cortada.
-Lali: ¿Qué información tendría una camarera que pudiera
interesarte?
-Peter: Averigüé que ella fue empleada aquí en el tiempo
de aquella enfermedad misteriosa tuya. Estaba tratando de hacer que me contara
algo sobre ello -Lali fijó su mirada en el nudo de su corbata, con todo su
cuerpo poniéndose tenso.
-Lali: ¿Y qué te contó?
-Peter: Nada. Parece que ella y el resto de los criados
están decididos a guardar tus secretos -Su respuesta le proporcionó a Lali un
alivio ilimitado. Ella se relajó ligeramente mientras contestaba.
-Lali: No hay secretos que descubrir. Tuve una fiebre. A
veces le ocurre a la gente sin razón aparente, y les debilita. Me recuperé con
el tiempo, y eso fue todo -Él le lanzó una mirada dura cuando contestó.
-Peter: No te creo.
-Lali: Obviamente creerás lo que quieras, -dijo ella- No
puedo hacer más que ofrecerte la verdad -Una de sus cejas se elevó ante su tono
de ofendida dignidad.
-Peter: Como aprendí en el pasado, La, juegas rápido con
la verdad cuando te conviene -Lali frunció el ceño por su propia incapacidad de
defender sus acciones pasadas, sin tener que contarle mucho más de lo que jamás
querría que él supiera.
Antes de que pudiera contestar, Lanzani la dejó pasmada
arrastrándola a un lado del estrecho corredor. Él dejó la cesta y se enderezó
para afrontarla. Mientras estaban de pie en el pasillo con sus cuerpos casi
rozándose, una conmovedora urgencia atravesó el cuerpo de Lali como un zumbido.
Encogiéndose para alejarse de él, sintió que sus hombros se alzaban contra la
pared.
Lanzani se estaba lo bastante cerca. Sus labios se
endurecieron en alineación severa, hasta que unos paréntesis se formaron a
ambos lados de su boca. Lali quiso besar aquellas líneas de tensión, probar las
comisuras de sus labios. Desesperadamente apartó los pensamientos y bajó su
rostro para evitar la vista de su boca.
-Peter: No tiene ningún sentido que te hayas quedado sola
tanto tiempo -llegó su voz grave, irritada- Quiero saber que te pasó hace tantos
años, y por qué no te casaste. ¿Qué pasa con los hombres de Hampshire, que
ninguno de ellos te ha tomado para sí mismo? ¿O es un problema contigo? -Eso
estaba tan cerca de la verdad que Lali sintió un escalofrió de inquietud.
-Lali: ¿Es esto un ejemplo de tus habilidades seductoras,
Lanzani? -preguntó resueltamente- ¿Llevar a una dama al pasillo de los criados
y someterla a una inquisición? -Esto provocó una sonrisa repentina, su perpleja
frustración desapareciendo con alarmante rapidez.
-Peter: No, -admitió él- Puedo hacerlo mucho mejor.
-Lali: Uno así lo esperaría -Ella trató de pasar por
delante de él, pero él dio un paso adelante, su peso sólido la impulsó contra
la pared hasta no había ninguna posibilidad de dar marcha atrás. Lali jadeó al
sentir su cuerpo, la gruesa porción de músculos de su muslo entre los suyos, el
roce de su aliento contra su oído. Él no intentó besarla, sólo siguió
sujetándola con cuidado, como si su cuerpo absorbiese todos sus detalles-
Déjame pasar -dijo Lali con la voz pastosa -Él no pareció haberla oído.
-Peter: El sentirte... -murmuró. La conciencia ascendía y
descendía atravesándola mientras estaba atrapada entre la pared fría y dura y
el cuerpo caliente y duro que la sujetaba. Su cuerpo era diferente de como ella
lo recordaba, ya no ágil y angosto, sino más grande, más pesado, lleno de la
fuerza de un hombre vital en su apogeo. Lanzani ya no era el muchacho
encantador que recordaba, se había convertido en alguien completamente
diferente. Un hombre poderoso, cruel, con un cuerpo a juego. Fascinado por las
diferencias de él, Lali no pudo evitar deslizar sus manos bajo su abrigo. Sus
dedos pasaron sobre los músculos en expansión de su pecho, la fuerte bóveda de
sus costillas. Lanzani se quedó inmóvil, controlándose tan severamente que un
temblor debido al esfuerzo atravesó sus miembros.
-Lali: ¿Por qué estás sólo aún? -susurró, flotando en su
olor, una fragancia salada, calentada por el sol que hizo que su corazón
palpitara con latidos casi inquietantemente fuertes- Ya deberías haberte
casado.
-Peter: Nunca he conocido a una mujer que deseara tanto
-murmuró. Él se puso más rígido cuando sus manos avanzaron sobre ambos lados de
su delgada cintura- ser encadenado por los votos del matrimonio me volvería -Se
interrumpió y comenzó a respirar como un caballo de carreras jadeante cuando Lali
le acarició su abdomen tenso con el dorso de sus dedos.
Entusiasmada por una repentina sensación de poder
mezclado con una ardiente excitación, Lali prolongó el momento, dejando que él
se preguntara si ella se atrevería a tocarlo del modo en que él ansiaba tan
obviamente. Su cuerpo estaba completamente excitado, el calor le llegaba en
oleadas. Ella deseaba sentir la impecable forma masculina bajo las capas de
algodón y lana veraniega. Apenas capaz de creer su propia feroz imprudencia,
deslizó sus dedos sobre el exterior de su pantalón, hasta que se curvaron con
delicadeza sobre la longitud saliente de su erección. Una sacudida de placer la
atravesó, los nervios en sus palmas le cosquilleaban en contacto con su carne
dura, rígida. Los recuerdos de éxtasis físico provocaron emociones de respuesta
de su cuerpo hambriento de sensación, los delicados tejidos se inflamaron con
la anticipación.
Lanzani gimió débilmente y descansó las manos sobre sus
hombros con los dedos extendidos como si tuviera miedo de apretarla demasiado
fuerte, bajó la cabeza, su boca acarició su rostro con la suavidad de alas de
una mariposa. Su reverencia la asombró. Sus labios avanzaron sin esfuerzo hacia
las comisuras de su boca, demorándose en ellas, entonces buscó por su mandíbula
hasta que su lengua tocó el suave lóbulo de su oído. A tientas, Lali volvió su
boca hacia la suya, deseando toda la presión de su beso. Él se lo dio despacio,
poseyéndola atormentadoramente despacio, haciéndola gemir cuando él finalmente
colocó su boca totalmente sobre la suya. Combándose contra él, Lali se abrió a
la penetración de su lengua. Él la probó con cuidado, acariciando el interior
satinado de su boca con una habilidad exquisita que demolió su capacidad de
pensar.
El ritmo de su respiración se volvió desesperado. Tratando
de acercarla aún más, Lanzani encorvó sus hombros sobre los suyos y con una
mano sujetó con fuerza sus nalgas, poniéndola de puntillas. Su boca vagó hacia
su garganta, volviendo luego a sus labios, besándola una vez tras otra, como si
tratase de descubrir todos las formas en que sus bocas podrían encajar. Sus
labios atraparon los suyos en un ángulo particularmente delicioso, y un gemido
suave se elevó en su garganta, y ella se retorció con la necesidad de sentir
toda su longitud contra ella. El movimiento de sus pechos contra el suyo
provocó un áspero sonido en él. De pronto él rompió el beso con una maldición
en voz baja.
Lali se envolvió con sus propios brazos y miró incapaz de
hablar, sabiendo que su temblor debía haber sido visible para él, tal como el
suyo lo era para ella. Lanzani se apartó de ella y cruzó los brazos sobre el
pecho, inclinando la cabeza mientras miraba el suelo.
-Peter: Por desgracia demasiado autocontrol -refunfuñó,
las palabras comprimidas por su mandíbula rígida.
El saber que había estado a punto de perder toda la
capacidad de dominarse y el hecho de que estaba dispuesto a admitirlo, llenó a Lali
de un absurdo entusiasmo que tardo en disminuir.
Parecía que les llevaría toda una vida recuperar su
autodominio. Finalmente Lanzani se inclinó para recoger la cesta ignorada y con
un gesto silencioso le indicó que le precediera. Aturdida, Lali le enseñó el
camino al vestíbulo, donde se encontró a la camarera Gwen, que volvía para
llevar la última cesta.
Lanzani se negó a ceder el pesado paquete a la muchacha.
-Peter: No es necesario -dijo de buena gana- Yo lo
llevaré por ti, solamente muéstrame donde lo quieres.
- Sí, señor. -dijo Gwen inmediatamente.
Él se dio la vuelta para intercambiar una breve mirada
con Lali, sus ojos verdes entrecerrados y oscuros. Cruzaron un mensaje
silencioso... más tarde... y luego se marchó con largas y relajadas zancadas.
Permaneció inmóvil mientras trataba de recomponerse, Lali se distrajo por la
inesperada aparición de su hermano, que llevó un perturbado ceño mientras iba
hasta la entrada del vestíbulo.
-Gas: ¿Dónde está Cande? –exigió sin preámbulo- Ha estado
desaparecida toda la mañana -Lali vaciló antes de contestar, manteniendo la voz
baja.
-Lali: Sospecho que puede estar en compañía del Sr.
Martínez.
-Gas: ¿Qué?
-Lali: Creo que él se unió a Cande para su paseo de la
mañana -dijo, esforzándose en parecer despreocupada- Por lo que se, ninguno de
ellos ha sido visto desde entonces.
-Gas: ¿Y le dejaste ir con ella? -susurró- Por Dios, ¿por
qué no hiciste algo para detenerle?
-Lali: Ah, no sigas por ahí, créeme, Gastón, Cande es
absolutamente capaz de decirle a un hombre que la deje en paz. Y si ella desea
pasar algo de tiempo en compañía del Sr. Martínez, creo que se ha ganado el
derecho de hacerlo así. Además, él parece ser un caballero, independientemente
de su reputación.
-Gas: Él no se parece a los caballeros a los que Cande
está acostumbrada. Él es el americano. -El particular énfasis que colocó en la
última palabra lo hizo parecer un insulto.
-Lali: ¡Creí que te gustaban los americanos!
-Gas: No cuando husmean alrededor de una de mis hermanas
-su mirada era tensa por la sospecha, mientras la miraba con más atención- ¿Y
qué has estado haciendo tú?
-Lali: Yo... -Brevemente desconcertada, Lali se puso una
mano en la garganta, lo que se convirtió en el foco de su oscuro ceño- ¿Por qué
me miras así?
-Gas: Tienes una mancha roja en el cuello- dijo con
gravedad. Decidiendo a hacerse la ignorante, Lali le lanzó una mirada en
blanco.
-Lali No seas tonto. Es simplemente un poco de irritación
causada por un collar.
-Gas: No llevas collar -Lali sonrió y se puso de
puntillas para besarle en la mejilla, sabiendo que debajo de su exterior ceño,
él le aterrorizaba que pudieran herir a una de sus adoradas hermanas.
-Lali: Cande y yo somos mujeres adultas -dijo ella- y hay
ciertas cosas de las que no puedes protegernos, Gastón -Su hermano aceptó su
beso y no ofreció ninguna remota queja, pero cuando Lali se alejó de él, ella
lo oyó murmurar algo que sonaba a desconfianza.
-Gas: Por supuesto que puedo.
Esa noche Lali encontró una rosa roja sobre su almohada,
sus lozanos pétalos ligeramente desplegados, su largo tallo cuidadosamente
despojados de espinas. Recogiendo la fragante flor la acercó a su mejilla y a
sus labios abiertos.
Lali,
Flores y una serenata llegaran inmediatamente.
Aunque para la poesía... tendrás que darme un poco más de
inspiración.
Tuyo, L
Continuará...
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Hola chicas!! perdón pero por desaparecer pero bueno... tengo que adaptar la nove, subirla, leer más noves y mis profes todavía creen que tengo tiempo para hacer las tareas??!! o_O no puedo hacer tanto!!! jaja ;)
-Va: gracias por ofrecerme tu ayuda siempre!... sos re linda gracias!!
más tarde les subo más caps para compensar los que no subí estos días !!
Me haz hecho reir con eso de que los profes te dejan tarea cuando tu tienes mucho x hacer aajajaja
ResponderEliminareres lo masss =)
me encanto el cap un pretendiente para Lali???? :ooooooo
mas :D
hahahahahahaah! me matastes cn tu comment!
ResponderEliminarqiieroo maas!
el siguienteeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee porfis
ResponderEliminarmas capitulooos!!
ResponderEliminarMas mas mas mas mas!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarQ bueno,Peter no podré llevar adelante su venganza...la ama y pierde la cabeza cdo está con ella!Re lindo cap!
ResponderEliminarooo que lindo me encanta lanzani y espero ver su serenata :P ajja y gas todo protector ajajja :P mmm me parece qeu gaston no podra hacer nada con los americanos que llegaron al parecer por sus hermanas :P
ResponderEliminarmassssssssssssssssssssssssssss noveeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarbesos
:O que hermoso TUYO L
ResponderEliminarHermoso mensaje le dejo peter a lali con esa flor me encanto lis capi con mucha emiciones para las hermanas espositos
ResponderEliminaray noooo! yo quiero un lanzani para miiii! ♥ jaojaso
ResponderEliminarmas noveeeeee porfavoooor!
Me encanto!
ResponderEliminarMe alegro por Cande ya era hora que empiece a rehacer su vida, ademas que ayudaría a rehacer la vida de Pablo que esta bastante mal!
Me encanto lo de la flor! adhkfsl
Que autocontrol, eh! Yo pensé que ya no iban a parar! jajaja
Me preocupa que Peter este averiguando sobre Lali, aunque por otro lado tal vez lo que averigüe le ayude a entender que lo que esta haciendo es una estupidez!
Gracias a vos por subir!
ResponderEliminarNo hay nada que agradecer es con todo el gusto!
Besos
@vagomi
haaa nooo pero q buenos caps!!
ResponderEliminarmasss
me encanto eso ultimo "tuyo siempre L" ♥
AAwwwwwwww (ahora estoy en la compu) :D ME ENCANTO LA CARTA el "Tuyo, L" qedo re wowwwww y lo qe paso con Gaston a mi me matan si me encuentran uno de esos AJAJAJAJAJAJA xD AMO ESTA NOVEE!!!! gracias!!!!!!!!!!!!!! :)
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