Capítulo Uno: ¿Jugamos?

El ambiente estaba lleno del humo de los cigarros puros en la pequeña trastienda de la Taberna y Posada Squire's. Cuatro hombres, todos hermanos, estaban sentados a la mesa con cartas en las manos y muy concentrados en la siguiente mano. Vico Lanzani, el mayor de los cuatro, fruncía el ceño mientras que Pablo, el segundo, estudiaba la posibilidad de que le saliera otro rey y así, por lo menos, tener una pareja. A su lado Agus, el tercero, sonreía para sí mismo con sus dobles parejas, mientras que Peter , el más pequeño y propietario de la taberna, hacía cabalas sobre las tres reinas que tenía en la mano.

Los cuatro eran muy atractivos. Todos eran de rasgos duros y cabello oscuro y habían roto bastantes corazones femeninos en Bloomfield Country.

Algunos decían que, el que llevaba el récord era Peter. Tenía unos ojos que hacían que las mujeres se olvidaran de respirar. De un color verde oscuro, como un bosque, enmarcados por unas espesas pestañas negras. Y su sonrisa, esa sonrisa podría conseguir lo que se propusiera.

Y también medía casi dos metros, todo músculo, y se había ganado el honorable premio que solían dar las chicas del pueblo como: El mejor trasero con vaqueros, durante tres años. Peter exhibía orgullosamente los certificados, bien enmarcados, en la pared de la taberna, junto a la placa que la Cámara de Comercio de Bloomfield le había dado por ser el mejor restaurante del año.

Peter pensó que la vida era bella. Tres reinas, diez dólares sobre la mesa y dos dedos de tequila del bueno en su vaso. Tomó unas fichas y las tiró sobre la mesa. Tenía una cita con la señorita Suerte y estaba a punto de ganar.

-Peter: Cinco dólares dicen que ese bote es mío -dijo sonriendo- De nuevo.

Agus apartó la mirada de sus cartas y le dijo:

-Agus: Tú cierra la boca. Veo tus cinco y los doblo.

-Vico: Demasiado para mí –dijo el hermano mayor y arrojó sus cartas sobre la mesa- Tengo que irme, chicos. Cande y yo nos vamos a hacer un día de campo al amanecer.

-Pablo: Yo también me voy. Rochi me está esperando -dijo y se levantó- No es mi estilo hacer esperar a una dama.

Peter miró a sus hermanos y agitó la cabeza. Sus partidas del sábado por la noche se estaban haciendo cada vez más cortas desde que Pablo se había casado con Rochi hacía seis meses. Luego, Vico se había comprometido con Cande hacía unas semanas. Cuando todos estaban libres, esas partidas duraban hasta altas horas de la madrugada. Rochi y Cande eran magníficas y Peter sabía que no podía pedir mejores cuñadas. Estaba contento por sus hermanos, pero ahora la reputación de solteros empedernidos de los Lanzani descansaba solo en sus manos y en las de Agus.

Y esa era una reputación que él estaba orgulloso de mantener.

-Peter: Parece que nos quedamos solos, hermano -dijo, y luego se dirigió a los dos que se marchaban- Ya nos veremos. Yo...

Entonces se abrió la puerta del despacho.

-Peter Lanzani, ¡esto tiene que parar inmediatamente!

Peter miró a la mujer que acababa de entrar.

Lali Espósito.

El cabello castaño claro de Lali le enmarcaba el rostro acalorado y le caía sobre los hombros y el albornoz que llevaba. Llevaba en brazos a Boomer, el perro de Peter, cubierto de barro. Lo mismo que ella. Por completo.

¿Barro sobre Lali Espósito? Definitivamente, esa escena era para fotografiar. Deseó reír, pero la mirada de furia helada de ella lo hizo contenerse. Lo mataría si se reía. Todo el mundo sabía que esa mujer podía cortar por la mitad a un hombre con solo una mirada. Podía ser bonita, pero era tan mandona que todo el mundo la llamaba Lali la Huno. No a la cara, por supuesto. Después de todo, ella era la nieta del Honorable juez Jasper Howland, y eso la hacía merecedora de un cierto respeto.

Peter miró a sus hermanos. Por la cara que tenían, debían estar tan sorprendidos como él mismo de ver a la siempre impecable Lali Espósito, en albornoz y cubierta de barro, con un perro en brazos. De alguna manera, aún con ese aspecto, tenía un cierto aire de realeza.

-Peter: Bueno, si tanto te molesta, La, el juego está a punto de terminar.

Ella lo miró con los párpados entornados y dijo:

-Lali: Sabes muy bien de lo que estoy hablando. Tu perro estaba de nuevo en mi jardín.

Recientemente, Lali se había mudado al apartamento de arriba del edificio histórico del otro lado de la calle. También había alquilado el local de abajo y lo estaba renovando para abrir un restaurante. Delante había instalado un pequeño jardín a modo de entrada. Y eran las flores de ese jardín lo que tanto atraía a Boomer.

-Peter: ¿Estás segura de que ha sido mi perro? -le preguntó inocentemente- Podría jurar que vi fuera al de Madge Evans hace un rato.

-Lali: Madge es una dueña responsable. Cosa que tú no eres. Esta es la cuarta vez en tres semanas que he pillado a Boomer entre mis flores. Las ha arruinado por completo.

Boomer ladró y entonces se vio que era culpable por los pétalos que tenía en la boca. Lali se acercó y dejó al perro sobre la mesa. Boomer se puso a moverse agitadamente y las fichas y cartas volaron por los aires.

Luego se sacudió y lo puso todo perdido de barro. Agus soltó una palabrota y trató de limpiarse la mancha de la pechera de su camisa blanca.

Peter miró por última vez las tres reinas que tenía en la mano, suspiró, dejó las cartas y se limpió el barro de la cara. Boomer se bajó de la mesa y se sentó a sus pies mirándolo expectantemente. Tenía el hocico lleno de barro húmedo.

Peter sabía que debía ser duro con el animal. Pero había algo en Lali, en su carácter mandón que hacía que quisiera bajarle un poco los humos. Miró a sus hermanos en busca de un poco de apoyo moral, pero por la cara de risa de los tres, era evidente que estaba solo en eso.

Se puso en pie y miró a Lali. Pensó decirle que tenía barro en la sien, pero no lo hizo.

-Peter: Te compraré flores nuevas.

Ella se cruzó de brazos y lo miró a la cara.

                                                           

-Lali: ¿Y de qué va a servir eso si tu perro va a seguir destrozándolas? ¿Necesito recordarte que voy a abrir Le Petit Bistro dentro de cuatro semanas?

No era necesario. En ese pueblo todos sabían todo de todos, y algo de ello, incluso era verdad. Desde que Lali había vuelto hacía tres meses de estudiar cocina en Francia, todo el pueblo había estado hablando de ello. No del restaurante que pensaba abrir, sino de la razón por la que se marchó del pueblo hacía un año. Lali había sido dejada al pie del altar por Bobby Williams, entrenador jefe del instituto de Bloomfield. A Bobby le habían ofrecido un trabajo mejor en Nueva York, pero se había olvidado de mencionárselo a Lali, eso junto con el hecho de que había decidido no casarse. Por lo menos, no con ella. Bobby y Lorna Green, una de las camareras de la taberna de Peter, se habían casado de camino hacia Nueva York.

No los había visto desde entonces, pero se hablaba de que a Lorna parecía haberle salido un poco de barriga cuando se marcharon.

Lo cierto era que él no había echado de menos a Bobby, nunca le había caído bien ese cerdo egoísta. Pero Lorna, a pesar de ser un poco corta de luces, siempre había sido una buena empleada, algo no muy habitual en esos días. Sobre todo en ese momento. Una de sus camareras estaba de baja por maternidad, la otra de vacaciones y, la chica nueva era un encanto, pero nunca llegaba a tiempo al trabajo. La taberna estaba siendo un caos desde hacía un par de semanas.

Y ahora el huracán Lali acababa de aparecer.

Se dijo a sí mismo que aquello no era nada y le dedicó la mejor de sus sonrisas.

-Peter: Lo lamento de verdad, La. No volverá a suceder.

-Lali: Ahórrame el encanto. Sé que te funciona con la mayoría de las mujeres de esta ciudad, pero conmigo no.

Si hubiera sido otra mujer, Peter habría aceptado el reto de buena gana. Pero esa era Lali, tan estirada como el hábito de una monja. Tratar de ligar con ella sería como el Titanic acercándose a un iceberg. Y esas eran aguas heladas en las que él prefería no nadar.

Pero en ese momento, con el cabello despeinado, el albornoz y zapatillas, Lali no parecía tan estirada. Parecía... Suave. Suave y bonita.

Sorprendido por sus pensamientos, la miró de nuevo y vio la rigidez de sus hombros y lo apretados que tenía los labios. ¿En qué había estado pensando? Pudiera ser que Lali Espósito fuera una mujer atractiva, ¿pero suave y bonita?

-Lali: Peter Lanzani, ¿me estás escuchando? No me voy a ir de aquí hasta que no hayamos arreglado esto de una vez por todas.

-Pablo: Podrías hacer que lo destruyeran…

Boomer dio un salto y ladró atemorizado. Lali tragó saliva y dijo:

-Lali: Yo nunca le haría daño a un animal.

-Pablo: No me estaba refiriendo al perro -respondió poniendo cara de que le ofendía que pudiera pensar semejante cosa de él- Me estaba refiriendo a Peter.

Lali le dedicó una mirada asesina y Peter se dio cuenta de que sus hermanos se estaban divirtiendo a sus expensas. No los culpaba. Si eso le estuviera sucediendo a algún otro, él querría un asiento de primera fila. Y palomitas. Pero si iba a tener que pelear con Lali Espósito, prefería hacerlo sin público.

-Peter: ¿No se iban? -les preguntó.

-Agus: Yo no -dijo con sus cartas todavía en las manos.

-Vico: No hay prisa -afirmó y empezó a quitarse de nuevo la chaqueta, lo mismo que Pablo- Podemos seguir un par de asaltos más.

-Peter: Se acabó el juego -dijo y le quitó las cartas de las manos a Agus.

Ayudó también a ponerse otra vez la chaqueta a Vico y luego los empujó a los tres por la puerta y la cerró.

-Peter: Muy bien -le dijo entonces a Lali- y ahora, ¿por dónde íbamos?

-Lali: Estabas a punto de decirme que pretendes mantener a tu perro dentro de tu terreno y lejos de mis flores.

-Peter: Ah, sí. Bueno, eso es -Peter miró al perro y se acercó a ella, sorprendiéndole el olor a lavanda y a otra cosa. Dudó un momento, le sorprendía que Lali oliera tan... Tan bien.

-Lali: ¿Qué?

-Peter: Ah, bueno, verás. A Boomer no le gusta que lo encierre. Desde que lo encontré en la carretera y me lo traje a casa, se deprime si trato de encerrarlo.

Boomer, que oyó su nombre, levantó la cabeza y agitó la cola.

-Lali: ¿Que se deprime? Tal vez requiera más atención de la que tú le puedes dar.

-Peter: De eso nada. Boomer recibe más atención que un niño. Pero no soporta que lo encierren. Necesita estirar un poco las patas.

-Lali: Vico acaba de comprar la casa Witherspoon -dijo Lali- Y tiene una gran cantidad de terreno. Sitio de sobra para que un perro estire las patas. Estoy segura de que Boomer sería muy feliz allí. Puede cavar todo lo que quiera.

-Peter: Yo no le podría hacer eso. Ya fue abandonado una vez cuando era cachorro. Si hago eso, él no lo entendería. Creería que lo he abandonado -Ella lo miró fríamente y se tensó.

-Lali: Crees que puedes ablandarme con esa sonrisa tuya y hacerme sentir lástima por tu perro y, con eso, lograr que me vaya. Pero no me voy a ir. La vida es solo un gran juego para ti, ¿no? Incluyendo ese bar que tienes.

-Peter: Un momento, es una taberna, no un bar. Hay una gran...

                                                           

-Lali: Tal vez pienses que me estoy poniendo picajosa o que es irrelevante que tu perro se haya comido unas cuantas flores, pero tu falta de respeto por mi propiedad es irresponsable e insensible.

-Peter: Hey, yo soy tan sensible como cualquiera.

-Lali: Si ese cualquiera resulta ser Bobby Williams -dijo furiosa.

Eso irritó a Peter. Él no era como Bobby. Ya tenía bastante de los insultos de Lali para una noche. Miró a Boomer. «Esto es por haber salvado tu lamentable trasero», pensó.

¿Así que era un irresponsable? ¿Que la vida era un gran juego, eh?

Bueno, pues muy bien.

-Peter: Te diré una cosa, La. ¿Qué te parecería si solucionamos esto con una amigable partida de cartas?

-Lali: ¿Qué?

-Peter: Una partida de cartas. A lo que tú quieras.

-Lali: ¿De qué me estás hablando?

-Peter: Una partida para solucionar esto de una vez por todas. Si ganas tú, yo tendré encerrado a Boomer. Y si gano yo... -¿Qué necesitaba? Algo que no solo mantuviera callada a Lali, sino que la pusiera en su lugar.

De repente, sonrió. Ella no lo aceptaría nunca. Solo quería ver la cara que iba a poner, quería verla rechazar un reto.

-Peter: Si gano yo -continuó- Tienes que venir a trabajar a la taberna durante una semana. Me faltan dos camareras. Por supuesto, con sueldo y las propinas aparte.

Lali se quedó boquiabierta.

-Lali: ¿Esperas solucionar esto con una partida de cartas? ¡Eso es una tontería!

Continuará--------------------------------------

Espero que les guste el primer cap! ^-^

Hasly_TeenAngels hola!!! pensé que ya te habías olvidado de mí!!!... que lindo que te pases! 

any garcia Tenés razón!! pregunta tonta! jaja