Capítulo 27

No había duda, Lali lo había cambiado todo.

Sentado en una mesa de afuera, entre las sombras, Lanzani puso su cabeza entre las manos y cerró los ojos. Recordó el sentimiento de deslizarse dentro de ella, de su carne húmeda que lo había rodeado tan estrechamente. Del grito que había salido de su garganta. El sabor de su boca, especiado con vino y jengibre. Ella lo había satisfecho, más que ninguna otra, y luego la había deseado de nuevo. Una virgen. Maldita fuera ella por los sentimientos que había provocado en él, la confusión, la desconfianza, las ganas de protegerla y su hambre por ella. Él habría apostado hasta su último centavo, que ella había tenido docena de amantes hasta ahora.

Y él hubiera perdido.

Lanzani apretó sus palmas contra su cabeza mientras pensaba que podría estrellarse contra sus traidores pensamientos. Ella ya no era la niña que él había amado, se recordó a si mismo enojado. Esa niña jamás había existido. Y ahora, ya no parecía importante. Lali era su maldición, su destino, su más ardiente deseo. Él no podría dejar de quererla, no importaba que hubiera hecho ella, no importaba cuantos océanos y continentes hubiera entre ellos.

Dios. La dulzura de su cuerpo, tan apretado y tibio alrededor de él, el olor puro y sabroso de su piel, el suave perfume de su pelo. Había sentido su cordura disolverse y tomar posesión de ella, y él había perdido todos sus pensamientos en el momento del clímax. Era muy posible de que la hubiera dejado embarazada. Ese pensamiento le hizo sentir una satisfacción primitiva. El verla embarazada y vulnerable con su hijo, dependiendo solamente de él, pensó avariciosamente. Él quería ocuparla con su propia carne y encadenarla a él a través de un vínculo que no se pudiera romper.

Lali aún no se había dado cuenta, pero ya nunca podría librarse de él o de las demandas que le hiciera.

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- Que tarde más mortalmente aburrida -pensó Susan Chamberlain, la hermana de Pablo.

- Sí  -su esposo, el Sr. Chamberlain, replicó -Me temo que la novedad de alternar con ropajes rústicos se acaba pronto. Es mejor gastar el tiempo con gente de nuestra clase que con personas que no tiene más inteligencia que las ovejas y cabras que escuchan -Molesta por su altanería, Cande no pudo resistir replicarle.

-Cande: Usted es afortunado, entonces, Sr. Chamberlain. Con esa actitud, me parece probable, que usted realmente deberá pasar una gran cantidad de tiempo solo -Mientras los Chamberlain la miraban con odio, Pablo se reía libremente de su imprudencia.

-Pablo: Disfruto mucho la contienda -le dijo, sus ojos azules brillaban. Él le hecho un vistazo a Susan -Y tu pareces haber olvidado, querida hermana, que muchos de esos nombrados rústicos tienen mejor sangre que los Martínez.

- ¿Cómo podría olvidarlo? -contestó Susan ariscamente -Si tú eres siempre tan entusiasta al recordármelo -Cande se mordió el interior del labio para evitar reírse.

-Cande: Supongo que me retiraré de esta velada. Te deseo una buena noche.

-Pablo: No tan pronto -dijo suavemente -La noche es aún joven, ¿Jugamos una partida de cartas o un turno de ajedrez? -Ella sonrió y le preguntó ingenuamente.

-Cande: ¿Le gustaría jugar algún juego, Sr. Martínez? -El la miró de forma sutilmente seductora, pero igualó su tono de inocencia.

-Pablo: De cualquier cosa -Los dientes de Cande atraparon su labio inferior, de la manera en que siempre inspiraba a Victorio a decir que estaba adorable. Fue extraño que no lo hubiera hecho consciente, desde hacia mucho tiempo. Lo que la hizo darse cuenta, cuanto anhelaba ser atractiva para Pablo.

-Cande: Yo nunca juego cuando no estoy seguro de que puedo ganar -le dijo ella -Por lo tanto, le sugiero que demos una vuelta por la galería de los retratos, para que usted pueda mirar a mis antecesores. Puede que le interese saber que en nuestra familia hay tres barcos piratas. Un tipo rudo, por lo que me han contado.

-Pablo: Igual que mi abuelo -remarcó -Pero prefería que se refirieran educadamente a él como capitán de mar, aunque el hizo cosas que harían sonrojarse a un pirata de vergüenza -Su hermana, Susan, hizo un extraño sonido.

- Yo no la acompañaré, es muy obvio que mi hermano está determinado en denigrar sus antecedentes en cualquier oportunidad. El cielo sabrá cuál es su objetivo -Cande trató de suprimir la oleada de placer que le producía estar de nuevo sola con Pablo, pero un traidor rubor cubrió sus mejillas.

-Cande: Justamente, Sra. Chamberlain. De nuevo le deseo unas buenas noches -Guiando a Pablo a la galería, Cande le dio una maliciosa mirada -Tú eres muy malo, para molestar así a tu hermana -le dijo ella severamente.

-Pablo: Es un deber de hermano atormentar a la hermanas mayores.

-Cande: Tú interpretas tu deber con unas muy imaginativas torturas -le dijo ella y él le sonrió abiertamente. Entraron a la larga y estrecha galería, había muchas pinturas, que estaban colgadas en series de seis hileras desde el cielo, un claro intento, no de exponer de arte, sino de presentar la herencia aristocrática.

Mientras retrocedían, a lo largo de la galería, la conversación rápidamente cambio de el tema de los antepasados a un canal mucho más personal.

Era Pablo el que guiaba la conversación, haciendo que Cande le contara sobre su romance con Victorio. Pero habían contadas razones para que Cande no se fiara de él. Ella ignoró completamente esas razones. De algún modo, Cande no quería ocultarle nada a Pablo, no importaba cuan chocante o poco halagador fuera. Incluso le contó sobre su aborto y mientras hablaban, Cande se encontró siendo tirada a las enormes sillas, y repentinamente ella estaba sentada en su regazo.

-Cande: No puedo -susurró ella nerviosamente, mirando hacia la puerta de salida de la galería -si alguien nos pillara sentados de esta manera.

-Pablo: Yo vigilaré la puerta -le aseguró, sus brazos estaban rodeando apretadamente su cintura -Es más cómodo sentarse así, ¿no te parece?

-Cande: Sí, pero…

-Pablo: Deja de moverte, cariño. Ahora, me estabas contando… -Cande siguió sentada en su regazo, pero estaba violentamente ruborizada. La ternura, el prolongado contacto de su cuerpo y la amigable simpatía en su mirada, la hicieron sentirse débil. Ella estrujó su mente para recordar de lo que habían estado conversando. Ah, su aborto.

-Cande: La peor parte fue que todos pensaban que había sido afortunada al perder el bebé -dijo ella -Nadie lo dijo con esas exactas palabras, pero era obvio.

-Pablo: Imagino que no debe haber sido fácil ser una madre soltera con un hijo sin padre -dijo gentilmente.

-Cande: Sí. Lo supe en ese tiempo. Pero aún siento tristeza. Si hasta siento que le falle a Victorio, por no haber guardado el último pedacito de él con vida. Y ahora, hay momentos que me es muy difícil recordar como era exactamente Victorio o como era el sonido de su voz.

-Pablo: ¿Tú crees que él hubiera querido que te suicidaras? ¿Eso era? En la India se practica que la viuda se tire en la pira funeraria de su marido. Su suicidio se considera como una prueba de devoción hacia él.

-Cande: ¿Qué pasa si la mujer muere primero? ¿Hace el marido la misma cosa? -Pablo le arrojo una suave sonrisa de burla.

-Pablo: No, el vuelve a casarse.

-Cande: Debí haberlo sabido –dijo -Los hombres siempre arreglan las cosas para su propio beneficio -Él le preguntó con un fingido reproche.

-Pablo: Tu eres demasiado joven para estar desilusionada.

-Cande: ¿y qué paso contigo?

-Pablo: Yo nací desilusionado.

-Cande: No, no fue así -le dijo ella decididamente -Algo te hizo de esta manera. Y tú deberías decirme que fue -Suavemente hubo un risueño parpadeo en sus ojos.

-Pablo: ¿Por qué debería yo hacer eso?

-Cande: Es sólo justicia, después que yo te he contado todo sobre Victorio y mi escándalo. Me lo debes -le dijo ella -Seguramente, eres demasiado caballero para no pagarle una deuda a una dama.

-Pablo: Oh, yo soy todo un caballero -dijo sardónicamente. Por un largo minuto estuvieron sentados en silencio, Cande se acurrucó en su regazo, formando un montoncito de vestido y mujer -Antes de contar nada, tú tienes que entender la percepción de los Martínez, su convicción de que nadie es suficiente bueno para ellos.

-Cande: ¿A cuál Martínez te estas refiriendo?

-Pablo: A la mayoría, mis padres en particular. Yo tengo tres hermanas y dos hermanos, y créeme, los que están casados tuvieron que pasar por el mismísimo infierno para que mi padre aprobara a sus respectivos esposos. Para ellos, era mucho más importante, que sus hijos se casaran con personas del lado correcto, con un linaje impecable y con estabilidad económica que con alguien que realmente les gustara.

-Cande: O que amaran –dijo perceptivamente.

-Pablo: Sí… Yo… soy… el segundo hijo más grande -dijo él -Mientras mi hermano Frederick se esforzaba por estar a la altura de sus expectativas, yo me convertí en la oveja negra de la familia. Cuando tuve edad para casarme, la mujer de la cual me enamoré, no estaba ni cerca de los estándares que los Martínez habían establecido. Naturalmente eso hacía que a mis ojos fuera más atractiva. Le dije que lo más probable fuera que me desheredaran, que sería muy crueles, que nunca aprobarían a una persona que no fuera elegida por ellos mismos. Pero ella me aseguró que nunca dudaría de su amor por mí. Que siempre estaríamos juntos. Yo sabía que iba a ser desheredado pero no me importaba. Había encontrado a alguien que me amara, y por primera vez en mi vida tuve la oportunidad de probarme a mí mismo y a todo el resto que yo no necesitaba la fortuna de los Martínez. Desafortunadamente, cuando la lleve a conocer a mis padres, la relación fue inmediatamente expuesta a la farsa que era.

-Cande: ¿Ella se derrumbó ante la desaprobación de tu padre? –Pablo se rió con amargura.

-Pablo: Derrumbarse no sería la palabra que yo usaría. Ellos llegaron a un acuerdo, ambos. Mi padre le ofreció dinero, para que simplemente olvidara mi proposición y se fuera de mi vista, y ella le respondió de cuanto era su oferta. Los dos negociaron como si fueran un par de corredores de apuestas, mientras yo permanecía parado, escuchando boquiabierto. Cuando encontraron una suma aceptable, mi amada dejo la casa sin ni siquiera mirar una sola vez para atrás. Aparentemente la perspectiva de desheredación por un matrimonio no querido era menos agradable que una buena suma de dinero. Por un tiempo no sabía a quién odiaba más, si a ella o a mi padre. Un poco después mi hermano Frederick murió de forma inexplicable, y yo me convertí en su heredero forzoso. Mi padre me mostró la desaprobación que sentía por mi hasta el día que murió.

Cande fue muy cuidadosa al no revelarle compasión, por miedo que el la malinterpretara. Una docena de pensamientos se le ocurrieron a ella, acerca de cómo Pablo algún día iba a encontrar a una mujer que valiera su amor, y quizás su padre sólo quería lo mejor para él… pero en lo severo de ese momento, honestamente, ella no podría decir nada tan banal. En vez de eso, ella esperó en silencio, eventualmente, lo miraba para ver si aparecía algún rastro de amargura o desilusión en su rostro, pero él le estaba sonriendo con un gesto burlón.

-Pablo: ¿En qué estás pensando? -le preguntó.

-Cande: Estaba reflexionando de lo afortunada que soy. A pesar que tuve a Victorio por un corto tiempo, al menos sé realmente que me amaba -Sus dedos tocaron el borde de su mandíbula, acariciándola delicadamente. La gentil caricia hizo que el corazón de Cande palpitara violentamente. Él le sostuvo la mirada deliberadamente.

-Pablo: Cualquiera podría amarte -Impulsivamente, ella se reclinó contra él y tocó sus labios con los suyos. Al principio, el beso fue juguetón y expresivo, mordisqueándola con una gentil curiosidad, para luego presionarla con una urgente determinación. Después de separarse de sus labios ambos se quedaron en silencio.

-Cande: ¿En qué estás pensando? -le susurró, repitiendo la pregunta que antes él le había hecho. Él le respondió, sorprendiéndola con la franqueza de su respuesta.

-Pablo: Me estaba preguntando cuánto puedo tomar de ti antes de hacerte daño -Ruborizada, Cande retrocedió uno o dos pasos y murmuró un buenas noches. Se volvió y comenzó a caminar alejándose de él, pero no pudo resistir mirarlo una vez más por sobre su hombro.

-Cande: No me asusta el poder salir herida -le murmuró. Él le sonrió ligeramente.

-Pablo: Siempre es lo mismo, sólo mira a Peter y Lali. Tú eres la última persona a la que quisiera hacerle daño.

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Lali descubrió que la puerta de su habitación estaba media abierta, fue hacia adentro y vaciló al ver a la Sra. Julia esperando en una silla cerca de la chimenea. Su usual baño había sido puesto en el centro de la habitación y había otro cubo con agua hirviendo en la chimenea.

Naturalmente la Sra. Julia entendió todo con su inquisitiva mirada. Lali cerró la puerta, sin mirar a su ama de llaves.

-Lali: Buenas noches, Sra. Julia. Si usted me ayuda a desabrochar el vestido, yo después me puedo encargar del resto sola. No necesito la ayuda de nadie esta noche.

-Julia: Sí, la necesitas -dijo acercándose a ella. Lo divertido de la ironía llevo a Lali a la miseria. No había ninguna posibilidad que el ama de llaves ignorara estos eventos sin decir nada. Después de ayudar a Lali con el vestido, la Sra. Julia tomó el cubo de la chimenea para calentarle el baño con agua hirviendo -Supongo que está usted dolorida -dijo el ama de llaves -El agua caliente la ayudara a relajarse.

Ruborizándose entera, Lali se desabrochó el corsés y lo dejo en el suelo. Sintiéndose muy incómoda al pensar que era probable que las cosas que había hecho con Lanzani fueran visibles en su cuerpo, Lali se metió rápidamente al baño. Se hundió en el agua soltando un silbido de satisfacción.

La Sra. Julia fue a ordenar varios artículos alrededor de la habitación, mientras aparecía un ceño entre sus cejas plateadas.

-Julia: ¿Vio él las cicatrices? -pregunto rápidamente. Lali dejo la punta de su rodilla fuera de la superficie de la humeante agua.

-Lali: No. Las oculté para que él no las notara -Ella estrechó los ojos contra las punzantes ganas de llorar, obligándose a no dejarlas caer -Oh, Sra. Julia, fue una gran equivocación y tan terriblemente maravillosa. Fue como darle la cáscara de una parte de mi alma que había sido desgarrada -Se hizo una mueca de burla por lo melodramáticas que sonaban sus palabras.

-Julia: Entiendo -dijo el ama de llaves -Yo también fui joven una vez. Aunque sea difícil de imaginarse.

-Lali: Me he comportado como una niña mimada. Me he lanzado a conseguir lo que quiero sin medir las consecuencias.

-Julia: El comportamiento de Peter no ha sido mejor que el tuyo -El ama de llaves se retiró a la silla que estaba junto a la chimenea -Ahora que los dos tuvieron lo que querían, parece que fue lo peor para los dos.

-Lali: Lo peor está por venir. Ahora tengo que alejarlo de mi sin poderle explicar por qué -Ella hizo una pausa, mientras se frotaba las manos por encima de su rostro, y añadió apesadumbrada -De nuevo.

-Julia: No tiene por qué ser de esa forma…

-Lali: ¿Estás sugiriendo que le diga la verdad? Usted sabe cómo va a reaccionar…

-Julia: No puedes conocer completamente el corazón de otra persona, yo te conozco desde que naciste y usted aún tienes la habilidad de sorprenderme.

-Lali: Lo que hice esta noche con Lanzani ¿la sorprendió, acaso?

-Julia: No -Por alguna razón la protesta de la Sra. Julia las hizo reír a ambas. Acostando la cabeza sobre el borde de la bañera, Lali flexionó sus rodillas.

-Lali: ¿Volvió, ya, mi hermana de la feria?

-Julia: Sí, ella volvió acompañada del Sr. Martínez y de los Chamberlain, a lo menos hace tres horas.

-Lali: ¿Cómo esta ella? ¿Parecía verse contenta?

-Julia: Demasiado, diría yo -Lali sonrió ligeramente -Yo sólo espero que Cande entienda la clase de caballero que es el Sr. Martínez. No me cabe duda que él ha perdido el tiempo con miles de mujeres antes que ella, y que lo seguirá haciendo después de que se haya ido de Stony Cross -Esas palabras causaron en Lali una débil sonrisa.

-Lali: Hablaré mañana con ella, y quizás, las dos juntas asentemos la cabeza.

-Julia: Eso no es lo que necesitan asentar -dijo y Lali le hizo una mueca.

Continuará...

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Si puedo más tarde les subo dos caps más!! ^-^