-Peter: ¿Qué creías que quería decir cuando te dije que
te amaba? ¿Pensabas que tendrían maldita importancia tus cicatrices? -Atónita
por su reacción, Lali respondió con un sencillo cabeceo- Por Dios -la sangre se
elevó más en su rostro- Si la situación fuera al revés, y yo fuera el que
hubiera estado herido ¿Me habrías dejado?
-Lali: ¡No!
-Peter: Entonces ¿por qué esperas algo menos de mí? -El
explosivo estallido hizo que se encogiera hacia atrás en la silla. Lanzani se
inclinó hacia delante, siguiéndola, su furia ahora bordeada por la angustia-
Maldita sea, Lali -Tomó su rostro entre sus manos temblorosas, sus dedos largos
acunando las mejillas de ella, sus ojos líquidos y brillantes- Eres mi otra
mitad -dijo roncamente- ¿Cómo puedes pensar que no te querría? Nos has hecho
atravesar un infierno sin necesidad.
Claramente, él no entendía el origen de su temor.
Asiéndole las anchas, duras muñecas, Lali las apretó tensamente, su garganta
aclarándose. Lanzani la miró con preocupación ardiente y enfadada.
-Peter: ¿Qué ocurre? -Él dejó una mano en un lado de su
rostro, mientras usaba la otra en alisar el pelo detrás de su frente.
-Lali: Una cosa era hacerme el amor cuando no sabías lo
de mis piernas, pero ahora que lo sabes… lo encontrarás difícil, quizás incluso
imposible -Los ojos de Lanzani brillaron de un modo que la alarmó.
-Peter: ¿Dudas de mi capacidad para hacerte el amor?
-Apresuradamente Lali tiró del vestido para cubrir de nuevo sus piernas,
infinitamente aliviada cuando estuvieron cubiertas de nuevo.
-Lali: Mis piernas son horribles, Lanzani -Él articuló
una maldición que la pasmó por su suciedad, y le agarró la cabeza entre sus
manos, forzándole a mirarlo. Su voz era salvaje.
-Peter: Durante años he estado en constante tormento,
queriéndote en mis brazos y creyendo que nunca sería posible. Te quiero por un
millar de razones que no sean tus piernas, y… no, maldición, te quiero por
ninguna razón en absoluto, ninguna otra que el hecho de que seas tú. Quiero
hundirme profundamente en tu interior y quedarme ahí durante horas, días,
semanas. Quiero amanecer, y estar al mediodía, y por la noche contigo. Quiero
tus lágrimas, tus sonrisas, tus besos, el olor de tu pelo, el sabor de tu piel,
el toque de tu aliento en mi rostro. Quiero verte en la hora final de mi vida,
para yacer en tus brazos mientras tomo mi último aliento.
Sacudió su cabeza, mirándola como un hombre condenado que
contempla el rostro de su verdugo.
-Peter: Lali -susurró él- ¿sabes qué es el infierno?
-Lali: Sí -sus ojos se desbordaron- Intentar existir con
tu corazón viviendo en algún lugar fuera de tu cuerpo.
-Peter: No. Es saber que tienes tan poca fe en mi amor,
que me habrías condenado a una agonía de por vida -su rostro se contorsionó
repentinamente- A algo peor que la muerte.
-Lali: Lo siento -su voz se quebró- Lanzani…
-Peter: Sentirlo no es suficiente -Él presionó su rostro
húmedo en el suyo, su boca frotando sus mejillas y su barbilla en besos
fervientes y medio bruscos, como si quisiera devorarla- Ni mucho menos
suficiente. Dices que tendrías que vivir sin tu corazón, ¿cómo sería si
perdieras el alma también? Me he maldecido cada día que he tenido que vivir sin
ti, y cada noche que he pasado con otra mujer, deseando que fueras tú la que
estaba en mis brazos…. Deseando -continuó fieramente él- de alguna forma poder
detener que tus recuerdos me devoraran poco a poco hasta que no quedara nada en
mi interior. No encontré paz en ningún sitio, ni siquiera en el sueño -se le
quebró la voz y la asaltó con besos estremecidos y hambrientos. El sabor de las
lágrimas de él, de su boca, hizo a Lali desorientarse y llenarse de calor, su
cabeza dando vueltas por las ráfagas de placer. Lanzani parecía poseído por una
pasión que limitaba con la violencia, sus pulmones rotos por la pesada
respiración, sus manos apretándola con una fuerza que amenazaba con dejar
magulladuras sobre su tierna carne.
-Peter: Dios mío -dijo él con la vehemencia de un hombre
a quien le han ocurrido por completo demasiadas cosas- En los pocos días
pasados he sufrido los tormentos de los condenados, y ya es suficiente.
De repente, Lali se sintió arrancada de la silla y
levantada contra su pecho como si no pesara nada.
-Lali: ¿Qué haces? -jadeó.
-Peter: Llevarte a la cama.
-Lali: Quiero que hablemos primero.
-Peter: Estoy cansado de hablar -Ella no podía evitarlo.
Esos hábitos de privacidad y aislamiento habían sido establecidos durante
muchos años. Y el conocimiento de que él no le permitiría ninguna retirada,
ningún refugio, hizo que su corazón golpeara violentamente cuando Lanzani la
trasladó a la siguiente habitación con zancadas decididas.
Alcanzando la cama, la bajó sobre sus pies, y se inclinó
sobre la cama para retirar el cubrecama de brocado. Cuando Lali miró la suave
extensión de lino blanco recién lavado, su estómago dio un vuelco.
Lanzani tomó los botones de su vestido, sus dedos
moviéndose a lo largo de la abertura frontal para desabrochar su corpiño.
Después de dejar que el vestido aflojado cayera al suelo, Lanzani tomó la
camisa de Lali y tiró de ella por encima de su cabeza. Pequeños escalofríos
corrieron sobre su piel cuando se quedó de pie desnuda y temblando ante él. Le
llevó toda su fuerza de voluntad evitar cubrirse, para esconder las partes
disparejas de su cuerpo.
Lanzani rozó el dorso de sus dedos contra el desnivel de
sus pechos, deslizándolos hacia abajo, a su estremecido y tenso diafragma.
Masajeó la fría piel, luego, deslizó sus brazos alrededor de ella con extremo
cuidado, susurrándole algo suave e indescifrable en su pelo desarreglado. Ella
se agarró de las solapas de su chaqueta, descansando el rostro contra la parte
delantera de su camisa. Fue infinitamente tierno mientras tiraba de las
horquillas de su pelo, dejándolas caer en el piso alfombrado. Pronto, los
largos mechones de su pelo colgaron libres y sueltos, cosquilleando su espalda
con pesada sedosidad.
Deslizando su mano bajo la mandíbula de ella, Lanzani le
levantó el rostro y amoldó sus labios a los suyos en un beso largo e
incendiario que le hizo fallar a sus rodillas. Estaba firmemente atrapada
contra su cuerpo, las puntas de sus pechos suavemente erosionadas por el paño
de su abrigo. Sus labios se separaron desamparados bajo los de él, y Lanzani
exigió más, creando un sello de humedad y calor y succión erótica mientras
conducía la lengua dentro de las cálidas profundidades de su boca.
Su mano bajó posesivamente por la espalda de ella y sobre
la hinchazón de sus nalgas, encontrando el punto vulnerable justo debajo de su
espina dorsal, la acercó más a su parte frontal hasta que ella sintió la gruesa
forma de su erección formando un firme montículo tras los pantalones. Embistió
contra ella deliberadamente, como para demostrar la abrasadora avidez de su
carne por unirse a la suya. Ella dio un pequeño sollozo contra su boca. No
permitiéndole pensar, Lanzani se colocó entre sus muslos, mientras una de sus
piernas le separaba las suyas expertamente. La mantuvo seguramente cerrada
contra su cuerpo, mientras sus dedos separaban su intimidad acariciando,
extendiendo la suavidad secreta para dejarla vulnerable.
Suspendida sobre su mano, Lali arqueó la espalda; de
inmediato, él deslizó dos dedos en su interior más, demandaba su cuerpo,
ondulando para tomarlo más profundamente. Vio a Lanzani todo sobre ella, contra
ella, dentro de ella, llenando cada espacio. Más de él, y más, sin dejar ni una
mínima porción de cruel distancia entre ellos. Lanzani ajustó el cuerpo de ella
hasta que el filo de sus puños se acomodó contra la abertura entre sus muslos,
suministrándole una fricción deliciosa que correspondía perfectamente con el
lento embate de sus dedos. La impulsó contra sí mismo, deslizándola
repetidamente contra el montículo duro como una roca de sus caderas,
acariciándola dentro y fuera en un movimiento perezoso pero firme. Aplanó su
mejilla contra su pelo, y frotó sus labios contra los oscuros filamentos hasta
que alcanzó las raíces empapadas de sudor. Lali sintió su cuerpo tensarse,
palpitar, el placer intensificándose hasta que ella casi alcanzó el brillante
punto de liberación. La boca de él tomó la suya de nuevo, su lengua
penetrándola gentilmente, la besó con el alma y la llenó con doloroso gozo.
Para su frustración, Lanzani levantó la boca de la suya y
retiró los dedos justo cuando la sensación se elevaba comenzando a culminar la
cresta.
-Peter: Todavía no -susurró él, mientras ella temblaba
ferozmente.
-Lali: Te necesito -dijo ella apenas capaz de hablar. Sus
dedos húmedos recorrieron la tensa línea de su garganta.
-Peter: Sí, lo sé. Y cuando finalmente te deje salir de
esta cama, vas a comprender con exactitud cuanto te necesito yo a ti. Vas a
saber todas las formas en que te quiero y vas a pertenecer a mí por completo.
Lanzani la levantó y la tendió sobre la cama, poniéndola
sobre las planchadas sábanas de lino. Todavía totalmente vestido, se apoyó
sobre su cuerpo desnudo. Su oscura cabeza bajó, y ella sintió sus labios
tocarle la rodilla.
Era el último lugar sobre el que ella quería sentir su
boca, contra la más horrible de sus cicatrices. Quedándose helada, Lali
protestó en intentó rodar lejos de él. Lanzani la atrapó con facilidad. La
clavó a la colcha, mientras su boca correteaba de regreso a su rodilla.
-Lali: No tienes que hacer eso -dijo encogiéndose- Sería
mejor que no lo hicieras, de verdad, no hay necesidad de demostrar…
-Peter: Shh… -le dijo tiernamente, continuando besando
sus piernas, aceptando las cicatrices cuando ella nunca había sido capaz de
hacerlo por sí misma. La tocó en todas partes, sus manos mimando y acariciando-
Está bien -murmuró él, alzándose para frotar su tenso estómago en círculos tranquilizadores-
Te quiero. Toda tú.
Su pulgar recorrió el pequeño círculo de su ombligo, y
mordisqueó la delicada piel del interior de su muslo. Gimiendo, ella separó las
piernas, él deslizó tres dedos dentro de ella, los duros bultos de sus nudillos
zambulléndose en el resbaladizo canal. Ella no podía pensar, no podía moverse,
su cuerpo inmerso en el placer. Su boca tiro de ella, mientras sus dedos
entrelazados se retorcían y embestían hasta que ella gritó agudamente,
convulsionándose en éxtasis.
Mientras ella yacía jadeando en la cama, Lanzani se
levantó y se libró del abrigo, su mirada atrapada en su forma yaciente. Se
desvistió delante de ella, dejando caer su camisa para revelar un torso
musculado. La gran forma de su cuerpo estaba hecha claramente más para el poder
que para la elegancia. Aunque había alguna gracia innata en las largas líneas
de los músculos y nervios, y en la pesada amplitud de sus hombros. Era un
hombre de los que hacían a una mujer sentirse segura y al mismo tiempo,
deliciosamente a su merced.
Uniéndosele en la cama, Lanzani deslizó una mano grande
tras su cuello y se puso sobre ella, abriéndole las piernas. Lali retuvo el
aliento cuando absorbió la sensación de su cuerpo desnudo presionándola a todo
lo largo, la fabulosa amplitud de su pecho, y los sitios donde la piel satén se
estiraba sobre los abultados músculos. Maravillada ella levantó mano hasta el
costado de su rostro, acariciando la recién afeitada superficie de su mejilla.
-Lali: Lanzani, nunca me atrevía a soñar con esto -Sus
gruesas pestañas bajaron, y él hizo presión con la frente en la de ella.
-Peter: Yo sí -dijo ásperamente- durante miles de noches
he soñado en hacerte el amor. Ningún hombre sobre la tierra ha odiado tanto el
amanecer como yo -Se inclinó para besar sus labios, su garganta, los rosados
extremos de sus pechos. Tirando de ella ligeramente, acarició su pezón con la
lengua, y cuando ella se estremeció en respuesta, descendió para guiarse dentro
de ella. Entró en ella, llenándola hasta que encajaron cadera con cadera. Ambos
jadearon en el momento de la unión, la dura carne inmersa en la suavidad, en la
profunda, insoportable fusión de sus cuerpos.
Lali dibujó con sus manos la flexible espalda de Lanzani,
mientras él deslizaba las manos bajo su trasero, tirando de ella esmeradamente
contra sus placenteras embestidas.
-Peter: Jamás dudes de mi amor -le dijo
entrecortadamente. Ella se estremecía ávidamente con cada estocada húmeda y
dura, y susurró obedientemente a través de sus labios hinchados por los besos.
-Lali: Nunca -Los rasgos de Lanzani brillaron con una
mezcla de emoción y esfuerzo.
-Peter: Nada en mi vida se ha podido comparar nunca con
lo que siento por ti. Tú eres todo lo que quiero, lo que necesito y eso nunca
cambiará -Gruñó roncamente cuando el comienzo de la corriente de alivio
comenzó.
-Lali: Lo sé -susurró- Te amo.
El último placer se extendió en oleadas a través de ella
una vez más, silenciándola con su poder y agudeza, haciendo que su carne se
pegara a la de él con pulsante calor. Después, Lali fue apenas consciente de
que Lanzani usó tiernamente una esquina de la sábana para limpiar la capa de
sudor y lágrimas de su rostro. Acunada contra su hombro desnudo, cerró los
ojos. Estaba repleta, y exhausta, repleta de un alivio masivo.
-Lali: Estoy tan cansada.
-Peter: Duerme, mi amor -susurró él, alisando su largo
pelo, levantando los húmedos bucles para apartarlos de la nuca- Estaré aquí
para velarte.
-Lali: Duerme tú también -dijo ella soñolienta, su mano
avanzando a rastras por su pecho.
-Peter: No -sonrió y puso un suave beso en su sien. Su
voz era ronca por el asombro- No cuando estar despierto es mejor que lo puedo
encontrar en el sueño.
--
Eran las últimas horas de la tarde cuando Pablo volvió a
sus habitaciones en el Rutledge. Estaba cansado, con el rostro grisáceo e
irritable, deseando tan desesperadamente una bebida, que apenas podía ver
delante. En su lugar, había bebido suficiente café para mantener a flote una
barcaza de madera. Había fumado demasiado, hasta que el olor de un cigarro
había comenzado a hacerle sentir mareado. Era una experiencia nueva, ese
emparejamiento de sobre estimulación y agotamiento. Considerando la
alternativa, sin embargo, suponía que era mejor acostumbrarse al sentimiento.
Entrando en la residencia, Pablo fue recibido
inmediatamente por su ayuda de cámara, que tenía algunas noticias bastante
sorprendentes que impartirle.
- Parece que el Señor Lanzani no ha partido para Nueva
York como estaba organizado. Ha venido aquí, de hecho. Acompañado por una mujer
-Pablo lo miró con el rostro en blanco. Consideró la información durante un
largo momento, frunció el ceño interrogativamente y se frotó la mandíbula.
-Pablo: Me arriesgaría a preguntar ¿era la Srta. Espósito?
-El ayudante asintió de inmediato- Que me condenen -dijo Pablo suavemente, su
mal humor suavizado por una lenta sonrisa- ¿Están todavía aquí?
- Sí, señor Martínez -La sonrisa de Pablo se ensanchó en
una mueca cuando especuló sobre el inesperado giro de los acontecimientos.
-Pablo: Así que finalmente consiguió lo que quería
-murmuró- Bien, todo lo que puedo decir es, que será mejor que Lanzani ponga su
trasero de vuelta a Nueva York pronto. Alguien tiene que construir la maldita
fundición.
- Sí, señor -Preguntándose durante cuánto tiempo iba a hacer
uso Lanzani de sus habitaciones, Pablo se encaminó al dormitorio y se paró ante
la puerta, observando que no se oía ningún ruido dentro. Justo cuando se volvía
para irse, escuchó una llamada.
- ¿Pablo? -Cautelosamente, Pablo abrió la puerta con un
crack y zambulló su cabeza en el interior. Vio a Lanzani apoyado sobre su codo.
Poco era visible de Lali, salvo por unos pocos mechones de pelo castaño que se
plegaban sobre el borde de la colcha. Estaba acurrucada en la curva de su
brazo, durmiendo sonoramente mientras Lanzani subía protectoramente la ropa de
cama sobre su hombro desnudo.
-Pablo: Perdiste tu barco, ¿no? - preguntó suavemente.
-Peter: Tuve que hacerlo -replicó con una sonrisa-
Resulta que iba a dejar algo importante atrás.
Pablo miró a su amigo intensamente, golpeado por la
diferencia que encontraba en él. Lanzani parecía más joven y feliz de lo Pablo
lo había visto nunca. Despreocupado, de hecho, con una sonrisa relajado en los
labios, y un mechón de pelo cayendo sobre su frente. Cuando Lali se removió
contra él, su sueño perturbado por el sonido de sus voces, Lanzani se agachó
para apaciguarla con un suave murmullo.
En el pasado Pablo había visto a Lanzani con mujeres en
circunstancias mucho más comprometedoras que éstas. Pero por alguna razón, la
brillante, indefensa ternura de la expresión de Lanzani parecía
inexplicablemente íntima, y Pablo sintió un calor poco familiar subiendo por su
rostro.
-Pablo: Bien -dijo llanamente- como te has servido tú
mismo en el uso de mis habitaciones, me parece que tendré que buscar otro
acomodo para la noche. Por supuesto, no me lo pensaría dos veces en echarte,
pero por Lali, haré una excepción.
-Peter: Vete a Marsden Terrace -sugirió con un súbito
brillo de travesura en sus ojos- Su mirada regresó compulsivamente al rostro
dormido de Lali, como si encontrar imposible dejar de mirarla más de pocos
segundos- Gastón está allí sólo, puede que dé la bienvenida a la compañía.
-Pablo: Oh, espléndido, -replicó agriamente- él y yo
podemos mantener una extensa conversación de por qué debería mantenerme
condenadamente lejos de su hermana más pequeña. No es que importe, puesto que
Cande se habrá olvidado de todo lo mío en seis meses.
-Peter: Lo dudo -dijo e hizo una mueca- No abandones la
esperanza. Nada es imposible. Dios sabe que yo soy prueba de ello.
Continuará…
---------------------------------
siiii teminamosss la nove!!! gracias por firmar y leer!
espero que les haya gustado la nove y YA LES SUBO EL EPíLOGO!!!! ^-^
wooooow como me tu novee fue demasiado buenaaa :D
ResponderEliminarpor momentos odie tanto la actitud de peter y tambien la de lali =/
y ame este final tan lindo ya quiero ver el epiloo eso si :D
subiras otra nove?? de que se trata?? o por un tiempo ya no subiras??
saludos :)
mas tierno peter: "no pierdas la esperanza"
ResponderEliminarme encato el capi y esi toda la nove
plissss sube el epilogo no puedo esperar mas para leerlo....
saludos
carmen
=)
oo dios mio que lindo lo amo a peter no puedo decir mas
ResponderEliminarepilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo epilogo
ResponderEliminarnoooooo! odio que las novelas se terminen!!
ResponderEliminarsube el epilogooooooo! :D
ResponderEliminarWI ME ENCANTOOOOOOOOOO
ResponderEliminarVIVA EL AMOOOOOOOOOOOR
SI ME EMOCIONE JAJAA
me encanto la nove de principio a fin me tubo atrapada... espero q subas el epilogo...
ResponderEliminarBesos q estes bien...!!!! ☺
sube el epilogo sino no podre dormir en paz jajaja
ResponderEliminarme encanto la nove
espero el epilogo
besos
angie
SUBE MAS NOVEEEEEEEEE
ResponderEliminarBuenísima!Me encantó!
ResponderEliminares muuuuuuuy linda la nove , la verdad que se pasaron de lo buena que esta ( de donde sacas las noves??
ResponderEliminarMe encanta :) ¿por que los caps lindos duran tan poco?
ResponderEliminarsube el epilogoooo! no nos hagas sufrir mas!
ResponderEliminarQue novela perfecta! Y yo sabia que peter besaría las piernas de Lali, primero pq es un tierno y segundo pq la ama :)
ResponderEliminarahyyyy ame este cap me encantooo
ResponderEliminarmasss
LA AME ♥ LA AME ♥ LA AME ♥ LA AME ♥ LA AME ♥ LA AME ♥ LA AME ♥ ME ENCANTO ESTA NOVELA TE JURO QUE ESTUV BUENISIMA ♥ ME MORI DE AMOORR CON TODO LO QUE PETER DIJO ALLPRINCIPIO ♥ EL NUDO ♥ EL DESCENLACCE ♥ EL TODO ♥ JAJAJAJA SE NOTA¡¿?! YA LA DESCARGUE Y MUCHAS MUCHAS GRACIAS POR ESTA NOVE!! ESTUBO BUENISIMA YA LEO EL EPILOGO ME MUERO PO R SABER QE PASO :) ♥
ResponderEliminar