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miércoles, 15 de abril de 2015

CUATRO



 Sobre las siete de la mañana del día siguiente, Peter aparcó el coche en el camino de entrada de su casa de Sausalito. La diferencia horaria lo tenía hecho polvo y estaba agotado. Volver a casa había sido una pesadilla en toda regla, peor de lo que esperaba. Los vuelos a San Francisco habían sido desviados o cancelados. Por suerte, había conseguido un vuelo nocturno a Sacramento, donde después alquiló un coche. Mientras sacaba el equipaje del maletero, se preparó para lo que lo esperaba en el interior. No había tenido oportunidad de hablar con Luz desde el accidente, de modo que desconocía cómo había reaccionado.
Su alegre risa lo recibió en cuanto abrió la puerta de la cocina.
—¡Tira el dichoso dado y ya está! —gritó Agustín.
Luz soltó una risilla.
—No vas a ganarme nunca. Soy una profesional.
—No hay profesionales en este juego. Es cuestión de suerte.
—Mentira. ¡Bien! —gritó Luz cuando el dado se detuvo.
Agustín soltó un taco entre dientes.
—¿Lo ves? Es habilidad, tío Agus.
—No estarás enseñándole palabrotas a mi hija, ¿verdad? —Peter se obligó a sonreír mientras entraba y echaba un vistazo por la estancia.
Luz alzó la vista y sonrió.
Agustín también sonrió, dejando a la vista el mismo hoyuelo que tenía su hermana.
—Me guardo los peores para cuando estás tú.
—¡Papá! —Luz se bajó de la silla para darle un fuerte abrazo a Peter—. ¿Qué haces aquí? Pensaba que tardarías unos cuantos días más en venir.
—Acabé pronto el trabajo y por eso he vuelto antes. —Dejó la bolsa en una silla y se acuclilló para quedar a la misma altura que ella. Después le pasó un dedo por la naricilla. Una nariz idéntica a la de Mariana. Cada vez que la miraba, veía a su madre. El corazón le dio un vuelco gigantesco—. Te he echado de menos.
Luz frunció el ceño y esos ojos tan penetrantes lo atravesaron.
—Has vuelto porque estabas preocupado por mí, ¿a que sí?
—Pues sí, ¿qué pasa? Denúnciame si quieres. ¿Estás bien?
—Papá, estoy bien, de verdad. No deberías preocuparte tanto. No es bueno para tu salud. Produce úlcera y reduce la esperanza de vida, por no mencionar que provoca sobrepeso. Y que sepas que los años no pasan en balde. Tienes que empezar a cuidar tu peso. Ya soy mayor. Sé cómo manejar ciertas cosas.
—Eso de que eres mayor todavía está por verse. —Peter intentó disimular la sonrisa que pugnaba por aparecer en sus labios—. ¿Dónde has leído sobre los efectos del estrés?
—En el colegio. Ya sabes, esa institución privada que te cuesta una pasta. Aprendo mucho en el colegio.
—Me alegra saber que no estoy tirando el dinero. —Se adentró en la cocina y sacó una botella de agua del frigorífico.
—Casi soy una mujer —dijo Luz—. Muchas niñas de mi edad ya tienen el período.
Peter se atragantó con el agua.
—Por favor. No son ni las ocho de la mañana. La diferencia horaria me está matando y solo tienes nueve años.
—¿Y? —Luz miró a Agustín, que parecía estar pasándoselo en grande—. Está a la vuelta de la esquina. Tendrás que hacerte a la idea, papá. Y ahora que lo pienso, necesito un sujetador. Creo que deberíamos ir a comprar uno un día de estos. Hoy, quizás. —Alargó la mano para coger el dado y después lo miró con una sonrisa traviesa—. Estaba pensando en comprarme uno de esos de encaje rojo que llevan las mujeres de las revistas esas que compras.
—¡Por el amor de Dios! —logró decir al tiempo que se ponía colorado.
Agustín se echó a reír mientras se levantaba para servirse otra taza de café, tras lo cual le dio unas palmadas a Peter en la espalda.
—No puede parecerse más a su madre —le dijo.
—Dímelo a mí —replicó él mientras contemplaba a su hija.
Luz no solo se parecía físicamente a Mariana, su carácter también era idéntico al de su madre. Era igual de sabelotodo y compartía su ácido sentido del humor.
Sintió una opresión en el pecho al recordar la sonrisa de Mariana y el hoyuelo que tenía en la mejilla. Lo fácil que le resultaba hacerlo reír en cualquier situación.
—Papi, ¿estás bien? —La sonrisa de Luz se desvaneció. Solo lo llamaba «papi» cuando estaba preocupada por él. El resto del tiempo era «papá» y recientemente «Oye, tú».
—Sí —contestó en voz baja—. Ahora sí.
—Vale. Yo también. Voy a subir para arreglarme. —Se bajó de nuevo de la silla y se acercó a él. Cuando Peter se agachó, le dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla—. Me alegro de que estés en casa. Te quiero, papi.
—Yo también te quiero, nena.
Peter soltó un largo suspiro mientras la observaba salir de la cocina y subir la escalera trasera. Aunque no tenía motivos para preocuparse tanto por ella, lo hacía. La verdad era que Luz lo llevaba bastante mejor que él en muchos aspectos. Durante los últimos cinco años se había visto obligada a crecer más rápido de lo normal. Ningún niño de ocho años debería preocuparse diariamente por la salud mental de su padre, pero eso era lo que le sucedía a Luz.
Se pasó una mano por el pelo, que a esas alturas ya estaba alborotado.
—Qué putada, está creciendo demasiado rápido.
Agustín sonrió.
—Sí, lo sé. Dentro de un par de años empezará lo malo.
—Ya. —Peter se pasó una mano por el pecho, en un intento por aliviar la presión que sentía en ese lugar—. ¿Las revistas que compro? ¿De dónde narices ha sacado eso? —Movió la cabeza—. Me ha puesto los pelos como escarpias. Menos mal que estabas aquí para echarme un cable...
—A mí no me mires, colega. No soy padre. Así que tengo libertad para hacer la vista gorda con todo lo que esté relacionado con la pubertad y el sexo. Ese marrón te lo dejo a ti.
Peter hizo una mueca.
—No menciones las palabras «pubertad» y «sexo» refiriéndote a mi niña.
Agustín comenzó a rebuscar en los cajones de la cocina, en busca de sabría Dios qué.
—¿Dónde están María José y Carlos? —le preguntó Peter mientras lo observaba.
—Los hemos convencido de que salieran a desayunar a algún sitio. Mi madre está un poco... nerviosa desde el accidente aéreo de ayer. Es un tema doloroso para ella. No sé si alguna vez volverá a subirse en un avión. Es posible que se quede aquí con nosotros para siempre.
—Que el Señor nos ayude —murmuró Peter. Aunque quería mucho a sus suegros y les agradecía que viajaran desde Seattle cada vez que necesitaba ayuda con Luz, tenía sus límites.
Agustín encontró una caja de cereales Froot Loops en la despensa.
—¡Si! —Tras apoyarse en la encimera, sacó un puñado de cereales de la caja—. No los como desde que era pequeño.
Peter miró la caja.
—Seguro que llevan ahí desde que eras pequeño. No recuerdo haberlos comprado.
—¿Con todos los conservantes que llevan? Es imposible que se pongan malos. —Se sentó en la encimera.
Mientras Agustín comía cereales caducados, Peter se dejó caer en una de las sillas y se masajeó la frente. Comenzaba a sufrir una migraña provocada por la tensión. Pocas horas de sueño, un viaje largo y el estrés del último par de días.
—Estás hecho un asco, que lo sepas —murmuró Agus.
—Ya lo sé. —No se había afeitado, aún llevaba la misma ropa que el día anterior y tenía la impresión de haber pasado las últimas horas en una montaña rusa emocional.
—Nina debió de dejarte hecho polvo.
—Estuvo a punto de arrancarme la cabeza cuando le dije que me iba antes de tiempo.
—Me gusta. Si te cansas de ella, pásamela.
Peter rio entre dientes.
—No eres su tipo. La vida al aire libre no le va.
Agustín se echó un vistazo. Llevaba unos vaqueros desgastados y unas botas de montaña sucias.
—¿Me estás diciendo que no soy un tío con clase?
Peter examinó a su cuñado. Agus necesitaba un buen corte de pelo, ya que lo llevaba demasiado largo. Además, la perilla con la que estaba experimentando le quedaba fatal y era patética.
—Te estoy diciendo que no tienes la clase que ella busca.
—¿Y tú sí?
—No, yo tampoco. Pero ella todavía no se ha dado cuenta. —Se presionó las sienes con los dedos—. Solo me quiere por el sexo. El día menos pensado descubrirá que soy un hijo de puta y me dará la patada.
Agustín se echó a reír.
—No te lo discuto.
Peter contuvo un bostezo mientras se ponía en pie.
—¿Vas a quedarte por aquí?
—Sí, un rato. Por lo menos hasta que vuelvan mis padres.
—Vale. Me voy a la cama. —Le dio una palmadita a Agustín en la espalda cuando pasó por su lado—. Gracias, tío.
—No hay de qué.
Peter subió la escalera trasera, se detuvo al llegar a la mitad y miró hacia atrás. Justo cuando comenzaban a rehacer sus vidas, la ausencia de Mariana los golpeaba de nuevo, ya que el accidente aéreo les había hecho recordar de golpe lo que habían perdido. Aunque Agustín y Luz no quisieran admitirlo, el impacto había sido duro para todos, porque había despertado recuerdos de lo que sucedió cinco años antes.
Se frotó la dolorida cabeza y siguió subiendo. Los recuerdos se amontonaron en su mente mientras se acostaba en su dormitorio. Recuerdos del último día. Aquella mañana dejó a Mariana en el aeropuerto, se despidió de ella con un beso, le frotó la barriga y sonrió, encantado con el secreto que le había revelado la noche anterior, y después se inclinó hacia ella y aspiró por última vez el dulzón olor a lilas de su perfume.
Daría cualquier cosa por pasar una hora más con ella.
Cerró los ojos y sintió el escozor de unas lágrimas de las que ni siquiera era consciente. A esas alturas, apenas recordaba su cara. Aunque la llevaba grabada a fuego en el corazón y en el alma, su imagen se borraba lentamente y los detalles comenzaban a difuminarse. Hasta su voz, esa voz ronca y seductora que siempre le había llegado al alma, le resultaba difícil de recordar.
Se pasó una mano por el pecho, donde sentía un dolor abrasador. Parte de sí mismo deseaba poder librarse de él. La otra parte se aferraba a dicho dolor como si le fuera la vida en ello. Ya la había perdido una vez. No podía soportar la idea de perder lo poco que le quedaba de ella.
Continuará... +15 :D

18 comentarios:

  1. Ya estoy obsesionada cone esta historia, quiero maas

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  2. Haaaa me encantaron los cap de hoy
    +++++
    @x_ferreyra7

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  3. Es mas tierno Peter !

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  4. Luz es un amor y Agus me encanta!

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  5. Queiro saber que pasa, sube otro si?

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  6. Falta mucho para que se encuentren?

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  7. No entiendo como Benjamin pudo separar a Mariana de su familia

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  8. Me intriga saber que es lo que paso

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  9. NOOOOO ME MORFO A LUZ ES UN AMOOOOR YA QUIERO ESE REENCUENTROOO LUEGOOOO!!!!! MAS MAS MAS

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  10. SUBEEEEEEEE OTROOOO PORFAAAS SI???? NO NOS DEJES CON LA INRIGA

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  11. Si,si ,si ,Tomás es hijo d Peter.

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